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gustavozembo@gmail.com
 

“Maestro Ben, ¿por qué está tocando así? Es la cosa más cómica que he oído jamás”.
“Ni yo mismo sé lo que es”, replicó Harney espontáneamente. “Supongo que si tuviera puesto un traje como el de algunos de los actores del espectáculo, le podría dar un nombre elegante y apropiado. Pero así como están las cosas, no puedo pensar en nada con estos harapos (rags) y usted va a tener que dejarlo así nomás”. (Origin of Rag Time, Musician 6)


Esta cita más o menos textual, traducida del dialecto negro, tiene como protagonista a Ben Harney, según se cuenta, el primer pianista destacado en la interpretación e improvisación del ragtime. Alude al doble significado del término: rag como ritmo musical y rag como harapos, usual vestimenta de los negros, que por aquella época comenzaban a tocar y bailar en ese estilo.

La conformación del ragtime, que llegaría a ser la primera música negra en conseguir popularidad y ser distribuida comercialmente, implicó, como todo período de configuración de una estética o movimiento, una serie de pasos evolutivos e integradores, que parten desde su origen africano y llegan hasta la opera Treemonisha, de Scott Joplin.


Original Rags

En 1864-65 finaliza la Guerra de Secesión, luego de la cual los esclavos son liberados y comienza una nueva etapa económica, social, cultural y también artística en los EE UU.
La cuestión puede ubicarse hacia fines de la década de 1880, en los bailes de los negros los fines de semana, en los que los pasos de las diferentes danzas eran acompañados por batidos de palmas, golpes con los pies y en partes del cuerpo. Estamos en el sur de los EEUU, donde la raza negra, recién emancipada, recordaba ritmos y melodías de canciones africanas, zapateando al son de diferentes pasos, como la juba, el tap, el schiffle, el slide, o el cake-walk (“danza de la torta”, la que se convertía en el premio de los ganadores). De esas combinaciones rítmicas fue naciendo la síncopa, efecto que consiste en “arrastrar” las notas melódicas por sobre una pulsación fija y regular.
Sabemos que ese recurso había sido utilizado por la música académica desde mucho tiempo atrás, pero fue aquí donde cobró una especial importancia por el patrón rítmico en el que fue insertado y porque fue generando un lenguaje y una manera propia de expresión. “Ragging” fue llamada esa manera particular de baile, zapateado con zuecos, por entonces.

“El rag-time es meramente una forma común de síncopa en la que el ritmo es distorsionado con el fin de producir un efecto más o menos irregular, sumamente emocional” (A.J.Goodrich “Syncopated Rhythm vs. Rag Time).

“Ragtime: término moderno, de origen estadounidense, que significa, en primera instancia, ritmo quebrado en la melodía, en especial una suerte de síncopa continua” (l Grove´s Dictionary of Music and Musicians).

Las primeras bandas de ragtime, conformadas por negros, provenían del sur de los EEUU, tocaban con instrumentos como el banjo, el violín o el pífano. Todos podían sumarse y participar, aunque desordenadamente, o tocando de oído. De ahí el término “bandas rag” (bandas de harapos). Hacia 1886, la canción “coon”, descendiente de las antiguas canciones de esclavos, es acompañada con el estilo ragtime. Dichas canciones, muchas con lenguaje procaz, -según decían: “la grosera y vulgar canción coon que habla de navajas, gallinas y tartas de cerdo”- eran rechazadas en general por los blancos, y fueron integrando sus letras y melodías al nuevo estilo. En 1896, Max Hoffmann se convirtió en el primer músico blanco en realizar un arreglo para piano solo de canciones “coon”, que incluía la conocida “You´ve been a Good Old Wagon”. Nace la canción ragtime, aunque previamente, en 1867, ya se habían recopilado varias canciones de esclavos en ese estilo sincopado que luego las caracterizaría.

“El país está tomando conciencia del verdadero daño que estas “canciones coon” y el “rag-time” están haciendo. (…) Es una música diabólica que ha entrado furtivamente a los hogares y a los corazones de nuestro pueblo, independientemente de la raza, y debe ser aniquilada del mismo modo que se han exterminado otras epidemias nocivas y peligrosas” (Oehmler: “Our Musical Condition”).

Cambiando solamente algunas palabras, este párrafo podría atribuirse a algún comunicado que solíamos escuchar en nuestro país hacia fines de los ´70.
“¡Una vez que una persona ha sido inoculada con la fiebre rag-time es igual que un adicto a la bebida fuerte!”

Mientras decía la letra de una canción ragtime:

“Si yo te gusto, como tú a mí
y si los dos nos gustamos igual
me gustaría decirte, ahora mismo
que quisiera cambiar tu apellido
porque te quiero, te quiero de veras
y si tú me quieres a mí
uno vive como dos, dos viven como uno
debajo del bambú”

(“Debajo del Bambú”, de 1902, famosa canción de la época que luego sufrió varias adaptaciones, y hasta dicen sirvió de inspiración a T.S. Elliot en una escena de “Fragmentos de un Agón”). Puede observarse de paso la similitud con las primeras letras de la música de los Beatles, de corte directo, sencillo y coloquial.


Magnetic Rag

Pero fue en versiones para piano solo donde el estilo despuntó hacia una verdadera vertiente de formas y variaciones. El ragtime y también la canción “coon” se presentan en las salas de concierto en la Feria Mundial de Chicago, en 1893, y allí se populariza rápidamente en toda la región.
En 1897 es editada la primera partitura de ragtime: “Mississippi Rag” de William Krell, casualmente, un blanco. Y enseguida Tom Turpin se convierte en el primer negro en editar su ragtime: “Harlem Rag”. Todo era ragtime:

“Hay una cierta vibración y brío, un algo indescriptible, sensual; algo atrayente y sugestivo en el tono y la melodía, en el ritmo y en la versificación de esta música” (Kenilworth, “Demoralizing Rag Time Music”).

… Y para la preocupación y disgusto de parte de la sociedad, que esperaba que la música estadounidense se proyectara a partir de la influencia europea.
En una época en la que estaban terminando su producción músicos de la talla de Brahms, Wagner, Verdi, y estaban creando su lenguaje Debussy y Ravel, entre otros, podemos imaginar la reacción de la crítica:

“Los mostradores de los negocios de música están cargados con este veneno virulento, que al igual que una epidemia de malaria, está hallando su camino en los hogares y en el cerebro de la juventud al punto de hacerle a uno sospechar de la salud mental de ésta” (Oehmle, “Musical Impurity”).

Sin embargo compositores “académicos”, en la misma Europa, ya estaban incorporando el ragtime a sus lenguajes: Debussy en “Golliwog´s Cakewalk”, Igor Stravisnky en su “Piano Rag Music”, y en EE UU Charles Ives lo incluía en parte de algunas composiciones. Era un momento del mundo en el que las “nuevas culturas” estaban conociéndose, integrándose, invadiéndose.

El ragtime para piano, de la mano, entre otros, de Ben Harney (pianista blanco, citado al comienzo) evolucionó y se expandió en diversas formas: la citada canción ragtime para piano, las versiones “ragged” de otras músicas y estilos, como cita James P. Johnson:

“Una vez usé el Concierto Parafrásico Rigoletto de Liszt como una introducción a una improvisación. Hice mis variaciones a la Obertura Guillermo Tell, a la suite Peer Gynt de Grieg e incluso un Rag ruso basado en el Preludio en Re menor de Rachmaninoff, que en ese entonces se estaba haciendo popular”

Y los rags específicamente compuestos para el piano. Allí proliferaron una serie de compositores, destacándose especialmente la figura de Scott Joplin, al cual nos referiremos especialmente en un próximo artículo, dada su particular ubicación y desarrollo en este movimiento.
Además, compositores como James Scott, Joseph Lamb, Louis Chauvin, Arthur Marshall y Scott Hidden fueron encaminando el ragtime hacia una forma musical autónoma y conformada, aun con sensibles diferencias de estilo.
En su forma para piano es donde el ragtime encontró su configuración definitiva, que lo llevaría lenta e ineluctablemente a fusionarse con el primer jazz, alrededor de 1915, cuando su impulso comienza a decaer.

“Jazz… es ragtime elevado al máximo” (R. Huhghes “Will Ragtime Turn to Symphonic Poems?”)


Elite syncopations

Las partituras de ragtime que llegan a nuestros días nos muestran composiciones escritas nota por nota, que no dejan lugar para la improvisación, lo que lo diferencia del posterior estilo del jazz. Estaban divididas generalmente en 4 secciones, excepcionalmente en 3, y raramente en 5.
Cada una de esas partes se repetía, generalmente, con algún embellecimiento o adorno. Era de esperar que en los salones de baile el pianista se explayara agregando más repeticiones o recreando alguna frase para extender su interpretación, pero si eso sucedía, era de manera espontánea y “ad hoc” y, no como en el jazz, donde una melodía está planteada para ser variada y dar lugar a la inspiración y virtuosismo del instrumentista.
En su forma básica, en el piano, el ritmo del ragtime es llevado regularmente por la mano izquierda (para los que conocen algo de música, consiste en una nota acentuada, que realiza el bajo, hecha sola o en octavas, y luego un acorde en la zona media del piano) y una melodía de carácter sincopado en la mano derecha. Ese ritmo constante de la mano izquierda que sostiene a la melodía y a la vez la hace avanzar produce un efecto particularmente atractivo y contagioso, y dependerá, como en todo estilo, de la manera en que el compositor combine los elementos continuos con los discontinuos en el devenir de la música, que sorprenda al oyente o lo instale en un lugar previsible y monótono.


School of Ragtime

Los estudiosos del ragtime señalan la básica clasificación entre ragtime folklórico y ragtime clásico. Como expresa Rudi Blesh en su libro “They all Played Ragtime”:

“El ragtime para piano fue desarrollado por el negro a partir de sus melodías folklóricas… Aunque el ragtime se originó a nivel folklórico, varios compositores extraordinariamente dotados de ambas razas llevaron la música a un nivel creativo que sólo puede ser denominado clásico”

El ragtime folklórico tendrá ante todo un carácter predominantemente rítmico, con una melodía más simple y repetitiva, tendiente a reforzar el movimiento del ritmo. Su acompañamiento será más homogéneo, más continuo, sin deparar demasiadas interrupciones o “sorpresas” al oído. Su armonía será simple y, en síntesis, los temas sonarán como lo que se espere de ese estilo.

Una desnaturalización de ese estilo folklórico, a menudo confundida con el verdadero ragtime, lo constituye el estilo “honky tonk”, tan usado para musicalizar el cine mudo. Allí, un pianista en escena solía traer a colación melodías y ritmos “ragtime”, para adecuarlos constantemente a la secuencia cinematográfica, en desmedro de la organización y calidad compositiva de la música.

Al ragtime llamado clásico se lo puede definir como ragtime “de autor”. Este término, usado por primera vez por John Stark, el editor de varias partituras de Scott Joplin, define un tipo de composición trabajada más detalladamente, con un perfil melódico más elaborado, una búsqueda de las armonías y de la textura más personal. Creada con la finalidad de ser escuchada, antes que bailada, y fijada en una partitura escrita para poder ser reproducida textualmente.

En este aspecto sobresale la figura de Scott Joplin. A él nos referiremos en la segunda parte de este artículo, como también a la discusión que el ragtime desató en torno a la construcción de una música propiamente estadounidense.


 
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