“Maestro Ben,
¿por qué está tocando así?
Es la cosa más cómica que he oído
jamás”.
“Ni yo mismo sé lo que es”, replicó
Harney espontáneamente. “Supongo que si
tuviera puesto un traje como el de algunos de los actores
del espectáculo, le podría dar un nombre
elegante y apropiado. Pero así como están
las cosas, no puedo pensar en nada con estos harapos
(rags) y usted va a tener que dejarlo así nomás”.
(Origin of Rag Time, Musician
6)
Esta cita más o menos textual, traducida del
dialecto negro, tiene como protagonista a Ben Harney,
según se cuenta, el primer pianista destacado
en la interpretación e improvisación del
ragtime. Alude al doble significado del término:
rag como ritmo musical
y rag como harapos,
usual vestimenta de los negros, que por aquella época
comenzaban a tocar y bailar en ese estilo.
La conformación del ragtime, que llegaría
a ser la primera música negra en conseguir popularidad
y ser distribuida comercialmente, implicó, como
todo período de configuración de una estética
o movimiento, una serie de pasos evolutivos e integradores,
que parten desde su origen africano y llegan hasta la
opera Treemonisha, de Scott Joplin.
Original Rags
En 1864-65 finaliza la Guerra de Secesión, luego
de la cual los esclavos son liberados y comienza una
nueva etapa económica, social, cultural y también
artística en los EE UU.
La cuestión puede ubicarse hacia fines de la
década de 1880, en los bailes de los negros los
fines de semana, en los que los pasos de las diferentes
danzas eran acompañados por batidos de palmas,
golpes con los pies y en partes del cuerpo. Estamos
en el sur de los EEUU, donde la raza negra, recién
emancipada, recordaba ritmos y melodías de canciones
africanas, zapateando al son de diferentes pasos, como
la juba, el tap, el schiffle, el slide, o el cake-walk
(“danza de la torta”, la que se convertía
en el premio de los ganadores). De esas combinaciones
rítmicas fue naciendo la síncopa, efecto
que consiste en “arrastrar” las notas melódicas
por sobre una pulsación fija y regular.
Sabemos que ese recurso había sido utilizado
por la música académica desde mucho tiempo
atrás, pero fue aquí donde cobró
una especial importancia por el patrón rítmico
en el que fue insertado y porque fue generando un lenguaje
y una manera propia de expresión. “Ragging”
fue llamada esa manera particular de baile, zapateado
con zuecos, por entonces.
“El rag-time es meramente una forma común
de síncopa en la que el ritmo es distorsionado
con el fin de producir un efecto más o menos
irregular, sumamente emocional”
(A.J.Goodrich “Syncopated Rhythm vs. Rag Time).
“Ragtime: término moderno, de origen estadounidense,
que significa, en primera instancia, ritmo quebrado
en la melodía, en especial una suerte de síncopa
continua” (l Grove´s
Dictionary of Music and Musicians).
Las primeras bandas de ragtime, conformadas por negros,
provenían del sur de los EEUU, tocaban con instrumentos
como el banjo, el violín o el pífano.
Todos podían sumarse y participar, aunque desordenadamente,
o tocando de oído. De ahí el término
“bandas rag” (bandas de harapos). Hacia
1886, la canción “coon”, descendiente
de las antiguas canciones de esclavos, es acompañada
con el estilo ragtime. Dichas canciones, muchas con
lenguaje procaz, -según decían: “la
grosera y vulgar canción coon que habla de navajas,
gallinas y tartas de cerdo”- eran rechazadas
en general por los blancos, y fueron integrando sus
letras y melodías al nuevo estilo. En 1896, Max
Hoffmann se convirtió en el primer músico
blanco en realizar un arreglo para piano solo de canciones
“coon”, que incluía la conocida “You´ve
been a Good Old Wagon”. Nace la canción
ragtime, aunque previamente, en 1867, ya se habían
recopilado varias canciones de esclavos en ese estilo
sincopado que luego las caracterizaría.
“El país está tomando conciencia
del verdadero daño que estas “canciones
coon” y el “rag-time” están
haciendo. (…) Es una música diabólica
que ha entrado furtivamente a los hogares y a los corazones
de nuestro pueblo, independientemente de la raza, y
debe ser aniquilada del mismo modo que se han exterminado
otras epidemias nocivas y peligrosas”
(Oehmler: “Our Musical Condition”).
Cambiando solamente algunas palabras, este párrafo
podría atribuirse a algún comunicado que
solíamos escuchar en nuestro país hacia
fines de los ´70.
“¡Una vez que una persona ha sido inoculada
con la fiebre rag-time es igual que un adicto a la bebida
fuerte!”
Mientras decía la letra de una canción
ragtime:
“Si yo te gusto, como tú a mí
y si los dos nos gustamos igual
me gustaría decirte, ahora mismo
que quisiera cambiar tu apellido
porque te quiero, te quiero de veras
y si tú me quieres a mí
uno vive como dos, dos viven como uno
debajo del bambú”
(“Debajo del Bambú”, de 1902, famosa
canción de la época que luego sufrió
varias adaptaciones, y hasta dicen sirvió de
inspiración a T.S. Elliot en una escena de “Fragmentos
de un Agón”). Puede observarse de paso
la similitud con las primeras letras de la música
de los Beatles, de corte directo, sencillo y coloquial.
Magnetic Rag
Pero fue en versiones para piano solo donde el estilo
despuntó hacia una verdadera vertiente de formas
y variaciones. El ragtime y también la canción
“coon” se presentan en las salas de concierto
en la Feria Mundial de Chicago, en 1893, y allí
se populariza rápidamente en toda la región.
En 1897 es editada la primera partitura de ragtime:
“Mississippi Rag” de William Krell, casualmente,
un blanco. Y enseguida Tom Turpin se convierte en el
primer negro en editar su ragtime: “Harlem Rag”.
Todo era ragtime:
“Hay una cierta vibración y brío,
un algo indescriptible, sensual; algo atrayente y sugestivo
en el tono y la melodía, en el ritmo y en la
versificación de esta música”
(Kenilworth, “Demoralizing Rag Time Music”).
… Y para la preocupación y disgusto de
parte de la sociedad, que esperaba que la música
estadounidense se proyectara a partir de la influencia
europea.
En una época en la que estaban terminando su
producción músicos de la talla de Brahms,
Wagner, Verdi, y estaban creando su lenguaje Debussy
y Ravel, entre otros, podemos imaginar la reacción
de la crítica:
“Los mostradores de los negocios de música
están cargados con este veneno virulento, que
al igual que una epidemia de malaria, está hallando
su camino en los hogares y en el cerebro de la juventud
al punto de hacerle a uno sospechar de la salud mental
de ésta” (Oehmle,
“Musical Impurity”).
Sin embargo compositores “académicos”,
en la misma Europa, ya estaban incorporando el ragtime
a sus lenguajes: Debussy en “Golliwog´s
Cakewalk”, Igor Stravisnky en su “Piano
Rag Music”, y en EE UU Charles Ives lo incluía
en parte de algunas composiciones. Era un momento del
mundo en el que las “nuevas culturas” estaban
conociéndose, integrándose, invadiéndose.
El ragtime para piano, de la mano, entre otros, de
Ben Harney (pianista blanco, citado al comienzo) evolucionó
y se expandió en diversas formas: la citada canción
ragtime para piano, las versiones “ragged”
de otras músicas y estilos, como cita James P.
Johnson:
“Una vez usé el Concierto Parafrásico
Rigoletto de Liszt como una introducción a una
improvisación. Hice mis variaciones a la Obertura
Guillermo Tell, a la suite Peer Gynt de Grieg e incluso
un Rag ruso basado en el Preludio en Re menor de Rachmaninoff,
que en ese entonces se estaba haciendo popular”
Y los rags específicamente compuestos para el
piano. Allí proliferaron una serie de compositores,
destacándose especialmente la figura de Scott
Joplin, al cual nos referiremos especialmente en un
próximo artículo, dada su particular ubicación
y desarrollo en este movimiento.
Además, compositores como James Scott, Joseph
Lamb, Louis Chauvin, Arthur Marshall y Scott Hidden
fueron encaminando el ragtime hacia una forma musical
autónoma y conformada, aun con sensibles diferencias
de estilo.
En su forma para piano es donde el ragtime encontró
su configuración definitiva, que lo llevaría
lenta e ineluctablemente a fusionarse con el primer
jazz, alrededor de 1915, cuando su impulso comienza
a decaer.
“Jazz… es ragtime elevado al máximo”
(R. Huhghes “Will
Ragtime Turn to Symphonic Poems?”)
Elite syncopations
Las partituras de ragtime que llegan a nuestros días
nos muestran composiciones escritas nota por nota, que
no dejan lugar para la improvisación, lo que
lo diferencia del posterior estilo del jazz. Estaban
divididas generalmente en 4 secciones, excepcionalmente
en 3, y raramente en 5.
Cada una de esas partes se repetía, generalmente,
con algún embellecimiento o adorno. Era de esperar
que en los salones de baile el pianista se explayara
agregando más repeticiones o recreando alguna
frase para extender su interpretación, pero si
eso sucedía, era de manera espontánea
y “ad hoc” y, no como en el jazz, donde
una melodía está planteada para ser variada
y dar lugar a la inspiración y virtuosismo del
instrumentista.
En su forma básica, en el piano, el ritmo del
ragtime es llevado regularmente por la mano izquierda
(para los que conocen algo de música, consiste
en una nota acentuada, que realiza el bajo, hecha sola
o en octavas, y luego un acorde en la zona media del
piano) y una melodía de carácter sincopado
en la mano derecha. Ese ritmo constante de la mano izquierda
que sostiene a la melodía y a la vez la hace
avanzar produce un efecto particularmente atractivo
y contagioso, y dependerá, como en todo estilo,
de la manera en que el compositor combine los elementos
continuos con los discontinuos en el devenir de la música,
que sorprenda al oyente o lo instale en un lugar previsible
y monótono.
School of Ragtime
Los estudiosos del ragtime señalan la básica
clasificación entre ragtime folklórico
y ragtime clásico. Como expresa Rudi Blesh en
su libro “They all
Played Ragtime”:
“El ragtime para piano fue desarrollado por el
negro a partir de sus melodías folklóricas…
Aunque el ragtime se originó a nivel folklórico,
varios compositores extraordinariamente dotados de ambas
razas llevaron la música a un nivel creativo
que sólo puede ser denominado clásico”
El ragtime folklórico tendrá ante todo
un carácter predominantemente rítmico,
con una melodía más simple y repetitiva,
tendiente a reforzar el movimiento del ritmo. Su acompañamiento
será más homogéneo, más
continuo, sin deparar demasiadas interrupciones o “sorpresas”
al oído. Su armonía será simple
y, en síntesis, los temas sonarán como
lo que se espere de ese estilo.
Una desnaturalización de ese estilo folklórico,
a menudo confundida con el verdadero ragtime, lo constituye
el estilo “honky tonk”, tan usado para musicalizar
el cine mudo. Allí, un pianista en escena solía
traer a colación melodías y ritmos “ragtime”,
para adecuarlos constantemente a la secuencia cinematográfica,
en desmedro de la organización y calidad compositiva
de la música.
Al ragtime llamado clásico se lo puede definir
como ragtime “de autor”. Este término,
usado por primera vez por John Stark, el editor de varias
partituras de Scott Joplin, define un tipo de composición
trabajada más detalladamente, con un perfil melódico
más elaborado, una búsqueda de las armonías
y de la textura más personal. Creada con la finalidad
de ser escuchada, antes que bailada, y fijada en una
partitura escrita para poder ser reproducida textualmente.
En este aspecto sobresale la figura de Scott Joplin.
A él nos referiremos en la segunda parte de este
artículo, como también a la discusión
que el ragtime desató en torno a la construcción
de una música propiamente estadounidense.
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