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Clínica

“Salir” al barrio

Por Mariela Dri

marielagiseledri3@gmail.com

Licenciada en Psicología.  Residente del PRIM de Florencio Varela. Realizando la residencia en el Centro de Atención Primaria de la Salud “La Esmeralda”. Acompañante terapéutica durante cinco años en contextos de encierro manicomial.


Salir al barrio. Si, salir. Salir de la micro realidad de comodidad de mi hogar. Pero también salir de la salita, que de un día para otro pasó de ser un lugar con las puertas siempre abiertas, de acogimiento y contención para las personas del barrio, a tener las puertas cerradas. Atender desde la ventanilla y seleccionar a las personas que ingresan luego de una serie de preguntas: el triage, nuevo término que aprendo.


Salir al barrio. Si, salir. Salir de la microrealidad de comodidad de mi hogar. Pero también salir de la salita, que de un día para otro pasó de ser un lugar con las puertas siempre abiertas, de acogimiento y contención para las personas del barrio, a tener las puertas cerradas. Atender desde la ventanilla y seleccionar a las personas que ingresan luego de una serie de preguntas: el triage, nuevo término que aprendo.

Ahora sí me pregunto: “¿Qué hago? ¿Qué hacemos? ¿Qué es lo correcto en esta situación? ¿Cuál es mi función como psicóloga, trabajadora de la salud en atención primaria?” Me respondo: «Es momento de ser parte de una estrategia integral, que comprenda a todo el sector de salud.» Hay miedo y eso también juega a la hora de encontrar respuestas a estas preguntas. Ante la percepción de peligro: la huida o el ataque decía Freud. Así reaccionamos.

Pienso en cómo juega la información. Escuchaba ayer el término infodemia, que hace referencia a la  desinformación por parte de los medios masivos de comunicación en la actualidad, en la que hay información excesiva y que muchas veces no refleja lo que realmente pasa.  Los medios de comunicación atacan peor que el COVID 19. Son un virus que nos infecta desde hace ya tiempo, pero que en situaciones como ésta muestran más claramente cómo inciden en la salud mental de la población. Alertas todo el tiempo, invitaciones al pánico, a la exclusión y discriminación del otrx, arengas para la persecución casi policial entre vecinxs, son algunas de las intervenciones que estamos sufriendo en nuestra subjetividad por parte de este otro virus.

Una vez más, con clara intencionalidad política, los medios construyen un enemigo. El/la posible enfermx de coronovirus es el/la peligrosx ahora y cualquier medida debe implementarse para la defensa. Volviendo a Freud: nos defendemos ante la percepción del peligro, y los medios nos construyen ese objeto de percepción peligroso. Nuestra defensa es encerrarnos, si es posible bajo llave, como preparación para el ataque. Así esperamos el temido “pico” que llegaría para mayo.

A nosotrxs como trabajadorxs de la salud también nos intervienen, no estamos exentos de esta influencia, porque somos personas, porque también tenemos miedos, angustias y ansiedades. Pero también tenemos las herramientas para poder deconstruir y repensar este objeto peligroso que nos propone la maquinaria mediática. Repensarlo para poder elaborar estrategias de intervención que sean eficaces en este momento, para poder informar promoviendo salud, para poder intervenir amparando.

Cuidarnos no es aislarnos ni recluirnos. El aislamiento implica que para cuidarnos debemos mantener cierta distancia física pero eso no quiere decir que debamos aislarnos afectivamente. En estos momentos, donde muchas veces aparece la angustia y la ansiedad como reacciones a los cambios que vivimos,  el contacto afectivo con lxs otrxs resulta un factor importantísimo para la promoción de salud. Así, transmitir a la población con la que trabajamos las medidas de cuidado, el por qué de las mismas, la importancia de una distancia determinada entre los cuerpos físicos, pero también lo no menos importante de la comunicación con nuestros afectos y con la comunidad en la que vivimos es  promover salud mental. Trabajar esta diferencia lo es.

Pienso, discuto, intercambio. No hay otra forma de llegar al barrio que con las patas en el barro. Las personas se encuentran aisladas y muchas veces sin acceso a internet. No hay otra manera de poder saber cuáles son las principales necesidades. ¿Y por qué deberíamos buscar otra manera? Si ésta la sabemos efectiva y sabemos que si nos adecuamos a las normas de seguridad recomendadas por el ministerio de salud no corremos riesgos, nos cuidamos. Establecemos una distancia de dos metros para hablar con las personas, usamos ropa hospitalaria, alcohol, y protección para la cara. Con estos cuidados podemos establecer un acercamiento que resulta fundamental en este momento y en el territorio donde trabajamos. Repito: en este momento, porque la semana próxima todo puede cambiar.

Este es un virus que nos puede infectar a todxs pero las desigualdades sociales siguen marcando diferencias fundamentales y, en la posibilidad de la atención que podemos brindar, también se expresa esta desigualdad. Atender por videollamada o por contacto telefónico es una posibilidad para cierto sector de la población,  pero ¿qué hacemos cuando necesitamos saber cómo se encuentran transitando este momento las personas que viven en el barrio, aisladxs, sin acceso a internet?

Tener una vivienda digna, condiciones de higiene, acceso a una alimentación adecuada, una historia de abordaje de la salud integral y de calidad lamentablemente no son derechos garantizados en toda la población. Además, la ausencia de estas condiciones se nos presentan hoy como factores de riesgo para las personas que pertenecen a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Otra vez Rutemberg y Ferreyra nos recuerdan que la terapéutica y el acceso a derechos mantienen una estrecha relación y que una intervención nunca será clínica si prescinde del acceso a derechos: “Prevenir desde una ética del cuidado implica considerar que el acto analítico será subversivo si aporta a la  construcción de ciudadanía”. Desde esta perspectiva laburamos. Desde acá imaginamos y creamos herramientas de promoción de la salud y con un enfoque de derechos.

Miro las noticias. Los hospitales solo atienden urgencias, las puertas están cerradas para atender otro tipo de situaciones. Se recomienda la distancia social, pero ¿qué implica esa distancia? Pienso que de ninguna manera tiene que ser una distancia que nos distancie del otre, que nos quite la posibilidad de contener, de escuchar, nuevamente de amparar.

¿De qué manera ejercer esa función de amparo? ¿Cómo juegan nuestros miedos a la hora de pensar posibilidades de ejecutar esa función? ¿Ternura y amparo con la puerta de la sala cerrada? Es real que hoy es la única forma posible de atención en los centros de salud y esto también tiene que ver con cuidarnos, pero entonces ¿cómo?

Ulloa (1995) ante lo cruel de la cultura habla de la ternura como el pilar de la misma, como instancia psíquica fundadora de la cultura, primer elemento que hace del sujeto, sujeto social. La ternura como instancia ética tendría que ver entonces con la función de amparo al otrx.  Por un lado la empatía que tiene que ver con garantizarle al otrx el suministro de lo necesario para la vida y por otro lado el miramiento, que tiene que ver con mirar con amoroso interés a quien se reconoce como sujeto ajeno y diferente de uno mismo, sujeto autónomo.

Creando formas

Salimos al barrio Dos de Febrero en Florencia Varela, lugar cercano a la sala donde trabajo. Somos un equipo. Trabajadorxs sociales y Psicologxs, mis compas de la «resi».

En primer lugar Estamos. Respiramos. Sentimos. Conectamos. Pisamos. No es poco, y es muy necesario. Me dejo atravesar por esa realidad que sé muy diferente a la mía personal. Con solo un primer registro comprendo la necesidad del aislamiento por barrios. ¿Cómo pedirle a una persona con 6 hijxs que vive en un espacio de 2 x 2 metros y con condiciones de vulnerabilidad extrema que pase un mes o más dentro de su casa? Sería muy cruel pedir eso. La casa es el barrio. Qué importante que desde el gobierno hayan comprendido esto y adecuen el pedido de aislamiento a esta situación. El espacio es otro al que estamos acostumbrados desde nuestra clase media, única clase a la que se le habla desde los medios masivos de comunicación.

El tiempo también es otro, transcurre de otra manera mucho más lenta y pausada.

Nos acompaña un referente del barrio que conocimos la semana pasada cuando salimos por primera vez. Golpeo las manos. Sale una mujer de la casa y le comento que somos del equipo de salud mental de la sala y que estamos haciendo un relevamiento de las condiciones en las que se está llevando a cabo la cuarentena en el barrio y brindando un espacio para poder charlar de esta situación. En primer lugar le transmito que para cuidarnos mantendremos la charla desde la puerta y manteniendo la distancia entre nosotrxs.

Se hacen charlas extendidas, las personas necesitan hablar. Las entrevistas son flexibles. Buscamos identificar si hay personas que pertenezcan a grupos de riesgo. En casi todas las casas hay alguien con problemas respiratorios. Esto también tiene que ver con la desigualdad social, no nos enfermamos de las mismas cosas ni con la misma frecuencia. Tomamos los teléfonos de estas personas para hacer un seguimiento. También preguntamos sobre cómo están haciendo para subsistir económicamente. La mayoría de los hombres trabajan en la construcción y se encuentran sin actividad actualmente. El sostén principal de los hogares se realiza con la AUH y comentan que con eso se las van arreglando. Dimensiono una vez más la importancia de esta medida tomada por el gobierno de Cristina (Kirchner) en el año 2009.  Está clarísimo que no resuelve  la falta de trabajo formal, pero ¿qué sería de esta situación si no estuviese este recurso? ¿Qué sería de esta situación si no tuviésemos un ministerio de salud como hace un tiempo? No paro de preguntarme eso.

Continuamos la charla. Consultamos sobre la forma de informarse que están eligiendo y damos indicaciones sobre esto, recomendando fuentes confiables y un tiempo recortado de consumo de información. Preguntamos también como viene la convivencia, qué cosas se dificultan. Surge la problemática de las tareas escolares, la falta de internet para acceder a las nuevas modalidades o las dificultades de los padres/madres que no están familiarizadxs con la nueva tecnología y no pueden acompañar de la forma en que quisieran. También estamos atentxs a detectar cualquier situación de violencia que pudiera estar atravesando la persona, porque la violencia machista sigue y se potencia en estas circunstancias de aislamiento.

Nos comentan que un vecino está muy ansioso y perseguido por el miedo a contagiarse. Charlamos con él, nos expresa su angustia. Contenemos y acordamos volver la semana próxima. Relevamiento y abordaje.

Caminamos. Conocemos personas referentes que nos comentan sobre una olla popular que se hace los fines de semana. Tejemos redes. Articulamos.

Nos reunimos en equipo. Charlamos de cómo venimos y de la buena recepción de la gente. Nos sacamos una foto en un mural del Club Defensa y Justicia, porque aunque no somos de Varela ya lo amamos como si fuésemos de acá. Y nos reímos porque a pesar de la situación estamos contentxs. Estoy contenta de poder aportar en esta situación crítica para nuestra sociedad, para nuestro país, para el mundo. Estoy contenta de poder aportar desde mi profesión como psicóloga, como psicóloga desde y en lo comunitario. Y no, no somos héroes. Es el laburo que hacemos siempre, con los recursos que inventamos cada vez. Hacemos lo que podemos.

Retomando a Ulloa pienso que hoy, en este momento en que escribo, nuestra principal función en el territorio donde trabajo tiene que ver con la posibilidad de, desde la ternura generar empatía, es decir, aportar suministros. Ese suministro puede ser la simple escucha, el sostén. Por otra parte el miramiento, mirar con amoroso interés a ese otrx sujeto que es autónomo. No hacemos por el otro, hacemos con el otro. Porque hoy más que nunca queda claro que el lema individualista del sálvese quien pueda no funciona como tampoco funciona  el creernos héroes y no registrar nuestros límites, nuestra falta. Salimos de ésta si pensamos en comunidad. La patria es el otrx.

Florencio Varela. Buenos aires. Argentina. Ha vuelto el Estado en su dimensión de regulador, de ordenador del caos y del mercado. El Estado hoy cumple esta función de amparo y nosotrxs, siendo parte de esta estrategia, creamos.

Escrito el 6 de Abril de 2020.

Bibliografía

Rutenberg Sofia,  Ferreyra Julian. Peste, psicoanálisis y salud mental.  Revista El Sigma.com. 2020.

Ulloa,  Fernando. Novela Clínica Psicoanalítica: historial de una práctica. Ed Paidos. Buenos Aires. 1995

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