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Subjetividad

Psicología de las masas y pandemia en tiempos de cibercultura

El sujeto de los algoritmos

Por Leticia Glocer Fiorini

lglocerf@intramed.net


Ya avanzando en el siglo XXI y en plena pandemia, cuando se hacen realidad muchas premoniciones de la ciencia ficción, se reactivan ciertas preguntas frente a una amenaza invisible: el Covid 19. Un significante/virus que puede ser inofensivo o letal.  

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Ya avanzando en el siglo XXI y en plena pandemia, cuando se hacen realidad muchas premoniciones de la ciencia ficción, se reactivan ciertas preguntas frente a una amenaza invisible: el Covid 19. Un significante/virus que puede ser inofensivo o letal. 

La pandemia nos propone una nominación nueva aunque ya de uso común ­–Covid 19- , que relanza las grandes preguntas sobre la vida y la muerte, sobre cómo se vive y cómo se muere, y las diferencias que esto supone para cada persona en singular así como para distintos grupos etáreos, de clase, etnias en el marco de culturas y subculturas diversas. Un presente y un futuro distópicos se hacen presentes. Por supuesto que la humanidad vivió y padeció otras pestes y diferentes tipos de traumas más o menos extendidos (desastres naturales, genocidios, guerras, entre otros), pero la pandemia actual se produce en el interior de una cultura globalizada e hipertecnológica, en la que también cambia el concepto de sujeto en juego. 

Asimismo, se hace evidente que se marcan muy fuertemente políticas de vida y de muerte, aun con sus grises. Eros y Tánatos evidencian el conflicto: hay ideales de vida pero también ideales tanáticos.

Indudablemente hay manifestaciones de lo singular de cada uno/a, como lo vemos en las consultas: desde desmentidas, omnipotencia, reacciones defensivas, reclusión narcisista hasta reacciones hipocondríacas, irritabilidad y angustia extremas, depresiones, entre otras. Es decir, la pandemia atraviesa a cada persona de manera diversa, de acuerdo a su historia personal y actual, a sus conflictos, a su fortaleza yoica en términos de la segunda tópica freudiana. Entran en juego el narcisismo de vida y de muerte (Green, 2002 ) y sus predominios así como el armado identificatorio simbólico.

En este marco, hay un aspecto que me gustaría enfocar y es cómo se constituye la psicología de las masas en este contexto: siglo XXI, cibercultura, pandemia y con qué concepto de sujeto estamos trabajando (Glocer Fiorini, 2015).

Tampoco se puede obviar que estamos en presencia de una trama de relaciones en las que es indudable la fuerte presencia del neoliberalismo y sus efectos. Hay una conocida oposición en juego: salud- economía y juegos de poder en intervención activa.

Pensando la psicología de las masas.

Elías Canetti (1960) en Masa y Poder desarrolla en el siglo pasado el concepto de masa y sus características. El miedo al contacto es postulado como un elemento fundamental. La inversión del temor a ser tocado (en este caso, el Covid 19) se revierte en la constitución de la masa como un solo cuerpo. En otras palabras, el pánico puede conformar una masa transitoria. La masa se libera de ese temor, de las cargas de distancia. En este contexto, sentenciar y enjuiciar y, especialmente, el placer de enjuiciar, priman. Se generan ideas bipolares: los “buenos y los malos”.

Tucídides mencionado por Canetti hizo una descripción de la peste como un poder desconocido que puede generar distancia y aislamiento, o bien fenómenos de agrupamiento de masas. La masa se va contagiando y el objetivo es “apostar al que se salva”. Dice Canetti: está en juego una pregunta suprema, se trata de la pregunta sobre el porvenir.

Estas variables en acción demandan pensar cómo impactan en las subjetividades individuales y en el colectivo social. Para ello recordemos las palabras de Freud (1921) en el comienzo de su artículo “Psicología de las masas y análisis del yo (p. 67) “ .… la oposición entre psicología individual y psicología social o de las masas, que a primera vista quizás nos parezca muy sustancial, pierde buena parte de su nitidez si se la considera más a fondo. Es verdad que la psicología individual se ciñe al ser humano singular y estudia los caminos por los cuales busca alcanzar la satisfacción de sus mociones pulsionales. Pero, sólo rara vez, bajo determinadas condiciones de excepción puede prescindir de los vínculos de este individuo con otros. En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo”.

Freud se aproxima a la psicología de las masas enfocando como propuesta la construcción de un ideal del yo compartido por los miembros de la masa. El líder encarna ese ideal del yo. Señala que una masa primaria de esta índole es una multitud de individuos que han puesto un objeto, uno y el mismo, en el lugar de su ideal del yo, a consecuencia de lo cual se han identificado entre sí en su yo (p. 109). Se desarrolla una instancia que se separa del resto del yo, el ideal del yo, que puede entrar en conflicto con él (p.103). Subraya que es una herencia del narcisismo originario en el que el yo infantil se contentaba a sí mismo.

En este marco, puntualiza que diferencia la psicología de las masas del vínculo hipnótico ya que éste es una formación de masa de dos; a la vez, la ausencia de una aspiración directamente sexual en las masas las separa del enamoramiento. El individuo resigna su ideal del yo y lo permuta por el ideal de la masa corporizado en el conductor. El yo se vincula ahora como un objeto con el ideal del yo desarrollado a partir de él. El ser humano toda vez que no pueda contentarse consigo en su yo puede hallar su satisfacción en el ideal del yo, diferenciado a partir de aquél.

Prosigue afirmando que hay fenómenos sugestivos en las masas que reconducen a la horda primordial. El padre primordial es el ideal de la masa, que gobierna al yo, en reemplazo del ideal del yo. En cuanto a la sugestión la basa no en la percepción ni en el trabajo de pensamiento sino en una ligazón erótica.

A la vez, Freud introduce la actitud pasivo-masoquista para comprender la conformación de la masa. Y se puede considerar que este es un factor crucial para comprender también el poder de penetración de las redes sociales y su posibilidad de moldear la subjetividad.

Pensando el sujeto y las masas en época de pandemia y cibercultura

En la perspectiva planteada se puede considerar que hay por lo menos un triple papel de las redes y la informática. 1. Las redes como un fenómeno de masa diferente. 2. El concepto de sujeto que producen. 3. Su gran influencia en las sesiones psicoanalíticas, ahora virtuales casi en su totalidad, tema que no tomaré en este texto.

Avanzando en el tema, es necesario abordar qué características tendría la constitución de la masa y del ideal del yo en el marco de la pandemia y la cibercultura. Más aún, cómo se constituye el líder como amo todopoderoso en estas condiciones. Se trata de factores íntimamente relacionados.

Pero, primero recordemos que la pulsión de autoconservación está en jaque para los que desmienten el riesgo de la pandemia en sí o para aquellos en los que su pulsión de autoconservación está amenazada por una cuestión de subsistencia. En términos generales la amenaza, invisible y sin final a la vista, parece imposible de elaborar para la mayoría, ya sea por desmentida o por sumisión hipocondríaca. Frente a esta amenaza hay grupos que constituyen masa, muchos de ellos por vía virtual.

Hay que tener en cuenta que históricamente los líderes clásicos siempre fueron visibles, palpables, se escuchaban sus palabras, verdaderas o falsas, que respondían a la vez a otros poderes y otros intereses, según las épocas.

En cambio, en esta sociedad posindustrial, financiera y globalizada, ya el líder es invisible; el líder son las redes sociales y el Big Data que también están manejados por otros poderes, anónimos, que representan el verdadero poder. Los mensajes modelan las mentes pero también “el medio es el mensaje” (Marshal Mc Luhan, 1964). Se trata no solo de los contenidos sino del medio en sí que décadas atrás podía ser la televisión y actualmente las redes sociales. En este contexto, enfatizamos que los algoritmos trabajan sin cesar y también crean/producen grupos con características de masas que están constituidos no por voluntad o deseo propios sino porque  responden a lo que sus propios miembros han mostrado de sí mismos. Y, a través de estos algoritmos son comandados.

Indudablemente, siempre hay singularidades y grupos excéntricos a este poder, en mayor o menor grado. Pero también es cierto que nos encontramos en el encuentro analítico con esos moldeamientos  de la producción subjetiva. Por eso es necesario repensar con qué noción de sujeto estamos trabajando.

Este es un punto de partida para analizar los efectos de la pandemia en las subjetividades y en lo  colectivo, en el mundo contemporáneo. Se trata de dos áreas que no se oponen y cuyos lazos son evidentes. Me interesa enfocar la intersección entre estas dos zonas, como espacio-límite (Trías, 1991),   un espacio que ni es exclusivamente intrasubjetivo ni exclusivamente colectivo. Entre ambos se producen los entrecruzamientos entre lo singular y lo general. No existe singularidad sin otredad. Esta es una referencia al otro radicalmente distinto del yo (Lévinas, 1947) y, aún más, el otro en cada uno o una. En este punto es necesario aclarar que la referencia al otro tiene muchas dimensiones: el otro benévolo, el otro maléfico, el otro anónimo de las redes, entre otros.

Entonces podemos hablar del sujeto de las redes y los algoritmos en conexión con el campo de la otredad: dos áreas en interacción permanente. Cada una envía mensajes a la otra y en sus áreas de intersección se generan nuevos desafíos. Así, los efectos de la pandemia pueden analizarse desde distintos ángulos que actúan recursivamente: las manifestaciones individuales, conflictivas o no, y las manifestaciones colectivas como lo son los fenómenos de masa en la cibercultura.

Existen también problemáticas sistémicas como la organización patriarcal de la sociedad, que a pesar de estar experimentando movimientos de cambio significativos, sufre retrocesos en las condiciones de confinamiento de la pandemia. Esto tiene efectos negativos en la convivencia y en el aumento de la violencia de género.

Si ahora retornamos a nuestro planteo inicial podemos decir que hay fenómenos específicos de masa en la pandemia que tienen efecto en cada subjetividad, y ambas vertientes están insertas en un mundo tecno/ciber. Esto tendrá efectos en lo singular de cada situación clínica, en las desmentidas, hipocondrías, depresiones, omnipotencia, excesos narcisistas, entre otros.

Finalmente, hay distintos tipos de masas, ya sea sustentables en el tiempo o transitorias. Pero, como señalé, las masas no implican al colectivo en su totalidad; hay fenómenos de masas y hay resistencias que pueden constituirse como masa o no.  Esto complejiza el panorama. En otras palabras, hay que considerar que la masa no es una entidad totalizadora; hay masas, hay tribus contemporáneas, cada una respondiendo a distintos líderes (visibles o invisibles), distintas culturas, distintos amos.

En este contexto, hay un punto a resaltar: el ideal se construye desde el poder, clásicamente representado en un líder, independientemente de sus contenidos y de si beneficiaban a esas masas que apoyaban a ese líder. Esto también significa que esos ideales pueden ser benignos, destructivos y/o autodestructivos. Pero, de una u otra manera en el fenómeno de masas se genera un sentimiento de autoprotección, aun cuando paradójicamente puedan conducir a la autodestrucción.

En esta línea de pensamiento, entendemos que en las culturas contemporáneas es lícito pensar en el moldeamiento de las mentes a través del big data; las redes sociales cumplen el papel que en otras épocas cumplía el líder en persona.

Por eso, podemos sostener que en los tiempos actuales el líder es el algoritmo. Todo se juega en un detrás de escena. Se trata de un líder anónimo, invisible (como lo es el virus) que penetra en las mentes y provoca una escisión del yo con respecto a la amenaza. El yo reconoce la realidad del virus pero la desmiente. La desmiente quitándole importancia y desplazando el problema hacia la lógica de la libertad individual. Por cierto, ¿quién podría discutir el valor de la libertad individual? Parece algo fútil recordar que “mi libertad termina donde empieza a del otro”. Sin embargo, este es uno de los principios fundamentales del contrato social que se debilita: el otro y los otros se difuminan en la escena contemporánea.

El líder exacerba la omnipotencia infantil narcisista; el preconsciente cree en su libertad. En este marco, está ausente una ética de la responsabilidad y del reconocimiento de la otredad.

En la escena contemporánea, vemos que si enfocamos lo singular en cada situación analítica, el líder, anónimo o no, sigue actuando discursivamente. Se trata en algunos casos de discursos del miedo enmascarados por reacciones defensivas. Por cierto, está el inconsciente reprimido pero también el inconsciente del yo, planteado por Freud en la segunda tópica. Y aquí incluimos el inconsciente de las redes como metáfora, que hace cuña en la construcción de subjetividad. Aparecen verdades dadas por ciertas, afirmaciones que se suponen evidentes y compartidas por los otros, donde hay una recursividad entre esos inconscientes que comandan el discurso social así como el específicamente psicoanalítico. Se crea la ilusión de que cada ser humano piensa por sí mismo, se trata de un “individualismo de masa”.

La manipulación tecnológica de las mentes conduce a la masa a imaginar individuos libres y sujetos despolitizados, dueños de una verdad desgajada del contrato social y de una libertad que desconoce al otro. Esto es político y, por cierto, el psicoanálisis está incluido.

Las sociedades globalizadas contemporáneas donde el neoliberalismo se expresa anónimamente constituyen un caldo de cultivo, una experiencia de probeta en la que existe una creencia compartida de actuar individualmente pero que en realidad es el resultado de un efecto de las redes. Es decir, el sujeto es un producto algorítmico. Se trata de un tecno-sujeto, híbrido y mestizo, metaforizado en la figura del ciborg. Lo posthumano está avanzando

En suma, a través de estos desarrollos podemos decir que estos moldeamientos subjetivos, individuales y colectivos, se producen a través de un Amo, invisible y anónimo, que crea un sujeto como producto de la cibercultura. En este contexto, se constata un fenómeno de colonización al interior de movimientos del pensamiento en el que está incluido el pensamiento psicoanalítico.

BIBLIOGRAFÍA

Canetti, E. (1960). Masa y Poder. Barcelona: Muchnik Editores, 1981.

Freud, S. (1921). Psicología de las masas y análisis del yo. Vol XVIII. Amorrortu editores: Buenos Aires, 1979.

Glocer Fiorini, L. (1915). La diferencia sexual en debate. Cuerpos, deseos y ficciones. Buenos Aires: Lugar Editorial.

Green A. (2002). El pensamiento clínico. Amorrortu editores: Buenos Aires, 2010.

McLuhan, M. (1964). Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano. Barcelona: Paidós, 1996.

Lévinas, E. (1947). El tiempo y el otro. Barcelona: Paidós, 1993.

Trías, E. Lógica del límite. Barcelona: Destino, 1991.

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