APARICIÓN DE NIETOS, HIJOS DE DESAPARECIDOS EN ARGENTINA.
En ocasión de la aparición del nieto 138* y la nieta 139* fuimos a entrevistar a Iván Fina.
Iván Fina es psicólogo, investigador, docente, referente de Abuelas de Plaza de Mayo filial Rosario.
Es hijo de Víctor Hugo Fina, asesinado en agosto del 78’ por represores de la última dictadura cívico-militar en la ciudad de Rosario y de Isabel Ángela Carlucci quien fue secuestrada el mismo día, estando embarazada de 6 meses. No se conoce el destino de ese embarazo, por eso Iván aún busca a su hermano.
Ha actuado como querellante de la causa Klotzman, y ha participado junto al Equipo Argentino de Antropología Forense del programa «La Escuela y los juicios».

Cómo recibiste las noticias de las apariciones de los nietos 138 y 139, teniendo en cuenta el contexto socio político actual. Me refiero sobre todo al intento libertario de legitimación de la dictadura y el arrasamiento de las políticas de memoria.
Fueron novedades que recibí con mucha alegría. Y esto desde todo punto de vista: personal, profesional, político…
Sucede algo muy interesante con las noticias de las restituciones: son publicadas por periódicos de muchos lugares del mundo (algo que da cuenta, además, de la relevancia mundial que tiene el trabajo de las Abuelas de Plaza de Mayo), y por las respuestas que retornan se llega a la constatación de que se trata de una de las pocas “buenas noticias” (esas que se reciben con una sonrisa) que se leen en los diarios hoy en día.
Desde lo personal, como debés imaginar, es una de las mejores noticias que puedo recibir: se trata de uno de nuestros hermanos que se reencuentra con la verdad sobre sus orígenes, y, a partir de allí, con la posibilidad de reconfigurar su identidad desde esa verdad.
El actual momento político le da indudablemente una significación particular, pero me parece que hay que ajustar sus alcances. En última instancia, se trata del trabajo cotidiano que hace la institución, y aprendimos de las Abuelas que ese trabajo puede hacerse, y efectivamente se hace, incluso en contextos muy adversos (no olvidemos que Abuelas, como otros organismos, comenzó su actividad en plena dictadura, y atravesó leyes de impunidad, indultos, etc.). Por otro lado, el pueblo ya desde hace unos cuantos años acompaña masivamente la búsqueda de las Abuelas, algo que sin dudas es crucial.
Pero donde sí me parece relevante señalar el problemático momento actual es al constatar que, con políticas estatales de Memoria, Verdad y Justicia, y con un gobierno que acompañe estas luchas, las posibilidades de lograr estos encuentros se multiplican. Ahí es donde el reclamo se hace imprescindible: el Estado debe asumir la responsabilidad que le cabe en estos crímenes y disponer la mayor cantidad de instancias para colaborar.
El hecho de que «aparezcan» nietos tiene que ver con políticas que se instalaron a partir de discursos, entre otros, provenientes del área de los DDHH y también del Psicoanálisis. (Los aportes de muchos psicoanalistas daban un marco teórico necesario a la restitución de niños y al derecho a la identidad). ¿Qué crees que es necesario reivindicar de toda esa gesta?
Creo que no está suficientemente reconocido el trabajo que muchos y muchas psicoanalistas han realizado en este campo. Existe toda una producción clínica y teórica de un número considerable de analistas que, incluso en plena dictadura (es decir, arriesgando sus pellejos), se acercaron a los nacientes Organismos de Derechos Humanos y participaron en el acompañamiento y tratamiento de las víctimas y sus familiares, pero también en la reflexión sobre todo lo que estaba aconteciendo, tanto en sus alcances singulares como sociales. Casos como el del Equipo de asistencia psicológica a Madres de Plaza de Mayo, el del Movimiento solidario de salud mental (creado al interior de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas), el equipo de Salud Mental del CELS, por nombrar sólo algunos, resultan paradigmáticos de una modalidad de trabajo que fue crucial en el abordaje de estas problemáticas. Hay que tener en cuenta lo inédito de la situación y los escasos antecedentes (clínicos y teóricos) con los que se contaba para este abordaje. Esto trajo aparejado una enorme inventiva y un trabajo de creación de herramientas y conceptos originales, que continuó, además, ya entrada la democracia, al que creo que se le debe todavía, insisto, el reconocimiento suficiente.
En el caso de Abuelas de Plaza de Mayo también fue relevante la intervención del campo analítico, e incluso de una manera particular. En el momento en que sucedían las primeras restituciones, la opinión pública general (pero también desde el campo profesional) era contraria a que se efectuaran, sosteniendo que los niños y niñas ya habían pasado por muchas situaciones traumáticas y era mejor por lo tanto que permanecieran con sus apropiadores. Esto llegó incluso a ser sostenido por Françoise Dolto, que igualmente luego se rectificó alegando que no conocía los detalles de la situación argentina. Efectivamente, el error estaba en confundir apropiación con adopción, y en lo poco que se conocían los detalles de cómo se efectuaron aquellas. Entonces, las Abuelas, primero, tuvieron que lograr que se reconociera a la apropiación como delito específico (tengamos en cuenta que la apropiación de la descendencia del grupo oprimido por parte del grupo opresor fue y es una práctica habitual en las distintas experiencias genocidas). Pero, además, y como sucedió muchas veces con las herramientas que fue produciendo Abuelas (recordemos los artículos que se agregaron a la Declaración de los Derechos del Niño a instancias de la institución), esto luego retornó con un alcance mayor, ya que sirvió para repensar los modos en que se realizaban las adopciones en nuestro país: efectivamente, todo el aparato legal e institucional que venía rigiendo ese campo, y que posibilitó que se realicen una cantidad innumerable de “adopciones ilegales” antes, durante y después de la Dictadura, también ofició como marco para que las apropiaciones sean posibles.
En todo este recorrido, los aportes del campo psi resultaron cruciales, con presencia en la institución desde muy temprano, acompañando a los niños y a las niñas que atravesaban la restitución, pero también, como decís en tu pregunta, construyendo herramientas conceptuales para situar con más precisión este crimen, y las consecuencias subjetivas que producía.
El negacionismo se expresa, entre otros clichés, en la «teoría de los dos demonios” o en la idea de que es necesaria la «memoria completa «. La irrupción de la figura de Victoria Villarruel en la escena política y su abierta amistad con represores y genocidas no fue repudiada en lo más mínimo. ¿Era impensable esto para vos?¿ Es “tierra atrasada» la de los ddhh y los espacios de Memoria?
Sabemos que esta idea de “memoria completa” es un sinsentido que sólo se puede sostener de manera cínica ahí donde, en verdad, lo que se busca es instalar otra representación de los hechos que banalice lo ocurrido. Esto lo saben, desde ya, todas las partes (sobre todo, diría, quienes la enarbolan), pero resulta interesante en la medida en que permite leer el cambio de estrategia discursiva que vienen intentando operar los discursos reivindicadores y negacionistas (eso que Feierstein llamó “los dos demonios recargados”) y que se posiciona “en espejo” a los discursos que históricamente se han sostenido desde el campo de los DDHH. Ya no se trata de “lo que hicieron los militares estuvo bien, defendieron la patria”, etc., sino “el otro bando también cometió crímenes y deberían también reconocerlo”. No es fácil escapar a las redes de la dualidad imaginaria, pero hay que ir por allí, generar nuevas herramientas y perspectivas.
El caso de la emergencia de figuras como la de la vicepresidenta argentina Victoria Villaruel, me genera ciertamente contradicciones: lo que uno espera de la democracia es que tengan lugar todas las voces y posiciones (y diría que particularmente discursos como estos, que siempre es peor que germinen en las sombras y sin posibilidad de darles debate). Pero ¿cómo actuar frente a discursos-límite que, justamente, apuntan a poner en jaque la misma democracia que los contiene? Es una contradicción de la democracia (el “aspecto trágico” de la democracia, como ha dicho Castoriadis leyendo a Antígona).
En este sentido, diría que si las políticas de memoria están bajo ataque (no diría “tierra arrasada”, no creo que sea tan absoluto. No todavía, al menos) es, justamente, porque lo que está bajo ataque es la misma idea de Democracia tal como la conocemos. El Mercado, más permisivo y seductor, puede lograr lo que el Ejército no pudo. No hay que perder de vista que lo de Villarruel no es una excepcionalidad, sino que se trata de un fenómeno de alcance mundial (o al menos occidental).
Para algunos pensadores se ha borrado toda la historia previa al 2003 , como si los DDHH fueran propiedad del Kirchnerismo. Por ejemplo, Daniel Feierstein plantea que hay que recuperar la memoria histórica de los 80 y 90. ¿Estás de acuerdo con esa afirmación?
La primera parte de la afirmación me parece un poco absoluta, no creo que haya un borramiento (¿sería posible algo así?), pero sí estoy de acuerdo con la segunda: recuperar la memoria histórica de los 80’ y 90’, no quedarse solamente con el presente, me parece imprescindible. Uno sabe que lo que no se recuerda, se actúa, y siempre es valioso recuperar las experiencias anteriores (incluso de generaciones anteriores) para analizar sus alcances, defectos y virtudes, y su aplicabilidad en el presente. ¿Cómo podríamos prescindir de algo así? Los Organismos de DDHH se crearon a fines de los 70’ y llegaron hasta el presente después de atravesar los desafíos y conflictos de los 80’ y los 90’. No son lo que son sin eso. Hace un rato comentaba cómo aprendimos de las Abuelas a trabajar en contextos adversos, ¿cómo no va a ser valioso escuchar su experiencia y aprender de los modos que encontraron para organizarse cuando la mayor parte de la sociedad argentina les daba la espalda? Por no hablar de lo que implicó para el movimiento de DDHH la aparición de HIJOS en los 90’, o los movimientos sociales plantándole cara a las políticas neoliberales en esa misma década.
En definitiva, leo afirmaciones como la que mencionás como una provocación (en el mejor sentido de la palabra), y una incitación a pensar. Vuelvo a tu pregunta anterior, sobre la emergencia de las “nuevas derechas” y lo insidioso del retorno de ciertos discursos. Uno lee y escucha todo el tiempo sobre cómo inciden en eso los grandes medios, las corporaciones… Cosas así: siempre lo que hace “el otro”. No hay dudas que eso es real, y sucede efectivamente, pero en este punto siempre me acuerdo de la indicación de Freud luego de escuchar los reproches que Dora lanzaba a su entorno: “Todo eso que me cuenta está muy bien, pero ¿qué parte le toca a Ud. en todo esto?”. Sin negar las avanzadas de las corporaciones mediáticas y de las nuevas derechas, veo más productiva la interrogación y análisis de la propia parte.
*(1) Nieto 138.Recuperó su identidad en Diciembre 2024 ,hijo de Marta Pourtalé y Carlos Villamayor, ambos fueron desaparecidos por la última dictadura cívico militar el 10 de diciembre de 1976, en la Ciudad de Buenos Aires (CABA). Marta, la mamá, estaba embarazada de 8 meses y medio.
*(2) Nieta 139.Recuperó su identidad en Enero 2025, hija de Noemí Beatriz Macedo y Daniel Alfredo Inama, nacida entre enero y febrero de 1978.