Intervención de Marcelo Luis Cao en la presentación del libro Transfiguraciones. Psicoanálisis de la Pandemia. Psicoanálisis en la Pandemia, de Yago Franco.

Presentar un libro siempre otorga el placer de ser testigo de un alumbramiento que nos abre a un nuevo mundo.

Y este mundo al que nos asomamos, al decir de Miguel Hernández, puede helarnos el corazón. Porque la temática de las transfiguraciones nos conduce a un territorio plagado de incertidumbres.

No obstante, el bosquejo de estas incertidumbres me obliga a hacer una aclaración que no está relacionada con un tema de identidad, porque Yago no es Franco en su planteo argumental. Sin embargo, sí es Franco en el hilo conductor que enhebra el recorrido de esta obra.

La pequeña celada es que el libro que van a leer luego de esta presentación no es sobre la pandemia, es mucho más que eso.

La pandemia es un Macguffin, o sea, un elemento de suspense que hace que los personajes avancen en la trama argumental, pero cuya relevancia es relativa. MacGuffin es una expresión acuñada por el director de cine Alfred Hitchcock que designa así una excusa argumental que motiva a los personajes y al desarrollo de una historia, pero que carece de relevancia por sí misma.

Hitchcock afirmó sobre el MacGuffin que «En historias de rufianes siempre es un collar y en historias de espías siempre son los documentos».

La expresión que suele usar René Kaës para matizar las determinaciones es “en ocasión de”. Entonces, en ocasión de la irrupción de la pandemia, ésta se ofrece como el soporte (el hardware) que permite poner en juego los efectos del capitalismo tardío sobre la producción de subjetividad (el software). El libro trata, por tanto, acerca del Otro del capitalismo en el contexto de una crisis mundial, o bien, de un Gran Accidente al decir de Paul Virilio.

Y, desde ya, a pesar de las diversas dimensiones o estratificaciones que contiene la obra, sería posible leerla sólo desde la perspectiva de una de ellas. Tal como sucede cuando se adapta una novela para llevarla al cine y se le amputan aspectos que por su complejidad no resultan filmables (por ejemplo: El Nombre de la Rosa donde el director Jean Jaques Annaud se centra sólo en la dimensión policial de la novela de Umberto Eco).

Otro tanto podría ocurrir con esta obra si enfocáramos la lectura sólo desde el punto de vista de la pandemia y dejáramos de lado que el concepto de transfiguración resulta un upgrade respecto de las figuras que delinea Castoriadis. Por tanto, en el desarrollo de este libro la insignificancia se vuelve significante mientras el sistema capitalista cruje pero no se quiebra.

Los cañones simbólicos que Yago hace disparar sobre el capitalismo tardío podrían anunciar en sintonía con Bifo Berardi y Slavoj Žižek el fin de este sistema. Sin embargo, como Yago aclara en las postrimerías del libro, resultaría más sencillo, citando a  Jameson, que antes llegara el fin del mundo.

A lo largo del tiempo el sistema capitalista ha venido anunciado a través de expresiones artísticas las catástrofes que lo llevarían a su propia destrucción. Estas ficciones a pesar de que pueden resultar aterrorizantes no llegan a cumplir el deseo aniquilador que las convoca (ya liberado de represiones o sublimaciones casi lo está logrando con el propio planeta), la mayoría de ellas termina en un final feliz donde se restaura el orden amenazado.

Los diversos films que abordan estos temas están relacionados con algún tipo de amenaza concreta. Algunos ejemplos serían: Godzilla (consecuencias de los experimentos nucleares), El día después de mañana (el cambio climático), Lo imposible, Aquí después, 2012 (los tsunamis), Día de la independencia, El día que paralizaron la Tierra (las invasiones extraterrestres), Fukushima 50 (los accidentes de las plantas nucleares), Melancolía (destrucción total del planeta), Contagio, Virus, Soy leyenda, Hijos del hombre (las pandemias).

En el campo literario podríamos citar: La Tierra permanece, La Peste, El eternauta, Ensayo sobre la ceguera, La amenaza Andrómeda.

De este modo, las transfiguraciones, en ocasión de la pandemia, no son sólo las del Otro sino también las del Otro del capitalismo. En este sentido, la Pandemia funciona a la manera de un analizador, como lo planteaba René Loureau para el análisis institucional.

Es que la transfiguración del capitalismo con la pandemia implica, a su vez, una transfiguración de la producción de subjetividad con las transcripciones correspondientes. Porque, siguiendo el patrón que presenta la Carta 52, que Yago utiliza como modelo y operador, para que algo se transcriba necesita adoptar la configuración del sistema al que desea integrarse. Operatoria que ocurre todo el tiempo, pero que con la pandemia escaló a niveles impensados.

A partir de esta propuesta surge la asociación con el film de Sofía Coppola Lost in traslation (estrenado aquí con el título Perdidos en Tokio), que podría traducirse como perdidos en la traducción o en la traslación. A la sazón, Yago, describe a través del interjuego de los registros intrasubjetivo, intersubjetivo y transubjetivo como la traslación que generó la crisis mundial obligó a una traducción donde muchos se perdieron de manera real o simbólica.

Retorna aquí con toda su fuerza un concepto que Yago sostiene y aplica a lo largo y a lo ancho de toda su obra. Me refiero a la irreductible sinergia entre psique y sociedad, esa dinámica bifronte que nos contiene, nos apuntala, nos determina y nos arroja al destino humano de la creatividad.

Sin embargo, esta sinergia queda descolocada frente al error en la Matrix. Es que los automatismos impuestos por la forma de vida capitalista se interrumpen con las consecuencias del caso. La brutal invasión de lo real a raíz de la caída de lo simbólico deja a los sujetos al filo del desamparo psíquico, vincular, social y material.

Entonces, tal como puede apreciarse, no es sólo el efecto de la pandemia lo que convoca la escritura de esta obra. Hay otras cuestiones que no se inscriben aunque no representen un error en la Matrix capitalista, ya que esta produce en la actualidad lo que Yago denomina el paradigma borderline.

Aquí el virus no es una molécula, ni la lengua de los conquistadores sino el abismo que se abre a los pies de lo ilimitado, vaciando de simbolismo a una subjetividad capturada por el imperativo categórico del goce del consumo y de la imagen.

En este contexto que la cantidad de energía improcesable que genera la pandemia, coincidente con una subjetividad con serias dificultades a nivel simbólico, convoca una vez más a la reformulación del paradigma psicoanalítico. El dispositivo conformado por el encuadre, el lugar y la función del terapeuta junto con sus intervenciones se ven transfiguradas por la irrupción de la práctica remota, la teleterapia.

Sin embargo, una vez más la realidad vuelve a imitar a la ficción. Web Therapy es una serie que estuvo en el aire entre los años 2008 y 2015 y en la que Lisa Kudrow interpreta a una terapeuta que implementa un nuevo método, la terapia on line. En su opinión, la versión tradicional de las terapias de cincuenta minutos dejaba espacio para que los pacientes hablen sobre cosas irrelevantes. El acortamiento del período de sesiones a solo tres minutos pretendía lograr resultados más rápidos, ya que en este caso el enfoque de la consulta pretendía volver a lo que es relevante. Empero, a pesar de sostener esta propuesta no resultaba una buena oyente, siempre interrumpía las sesiones con citas innecesarias de sus experiencias personales. Justamente, era en contradicción donde se apoyaba el sentido del humor de la serie.

Esta viñeta nos podría conducir por oposición a los replanteos teórico-técnicos que Yago propone para el psicoanálisis en la pandemia. Los destinos del placer, la posición performativa del terapeuta en el desarrollo del análisis, el sostenimiento de la asimetría en el dispositivo, la evitación de la identificación con el analista, no perder de vista los déficits en las funciones yoicas (atención, memoria, pensamiento, etc.) y los mecanismos defensivos en juego (especialmente la desmentida personal, social e institucional), la creación de nuevos sentidos, generar un inventario de recursos del paciente frente a los sucesivos desapuntalamientos, etc.

Junto con el esfuerzo de recolectar los elementos técnicos que nos ayuden a mantener a flote al paciente y al proceso analítico, Yago hace un despliegue sintético (valga aquí esta suerte de oxímoron), donde en una breve secuencia hace gala de una descripción metapsicológica del engarce psíquico entre los registros intrasubjetivo, intersubjetivo y transubjetivo. Esta abigarrada y brillante síntesis amalgama los desarrollos de autores de diversas líneas psicoanalíticas, echando luz sobre las influencias del Otro del capitalismo no sólo en la producción de subjetividad sino también en la configuración de los psiquismos a la sombra del paradigma borderline.

De este modo, el hilo conductor que se desenrolla a través de las obras de Yago (Magma, Más allá del malestar en la cultura, Paradigma Borderline y ahora Transfiguraciones), permite que los registros de lo intrasubjetivo, lo intersubjetivo y lo transubjetivo se enhebren en un interjuego de relevos donde el protagonismo rotativo de cada uno de ellos enriquece el sinfín de la cinta de Moebius en el que se retroalimentan la teoría y la práctica.

Es, de este modo, como el psicoanálisis de la pandemia se transfigura finalmente en el psicoanálisis en la pandemia. Y como las nuevas figuras de la subjetividad epocal se transcriben en el marco de la teoría y práctica del psicoanálisis.

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