La pandemia capitalista y el Aprendiz de Brujo: el enemigo invisible * **

El Otro capitalista

He visto ayer (24-04-2020) imágenes de una multitud atropellándose para ingresar a un shopping en Santa Catarina, Brasil. Días después, centenares de contagiados. El afán de consumo, ligado al siempre más (consumo, producción, acumulación, experiencias, velocidad, etc.) de la forma de vida de las sociedades contemporáneas – que se corresponde con el magma económico, político, social y cultural capitalista – se expande como un virus y parasita a los sujetos, tal como se puede ver en el film “Parasite”..(1) Afecta a todas las clases sociales, hasta casi lograr – desde los años 90 en adelante – el desvanecimiento del antagonismo explícito entre las mismas. Casi.

Infecta y parasita lo más profundo de la psique humana, allí donde anida el rechazo a la incompletud debido al deseo de volver al estado originario del psiquismo, en el cual reina la omnipotencia. Al hacerlo, esta forma de vida logra que el sujeto desarrolle reflejos, automatismos: la pulsión descargándose en objetos – a los cuales el semejante puede pasar a formar parte – a partir de las señales emitidas por el Otro, las cuales son transmitidas en su discurso. Un discurso que empuja al consumo irreflexivo y vertiginoso.

La significación imaginaria social capitalista contiene un afán sin límites que hace que en distintos lugares del planeta se críen los animales en condiciones que favorecen el surgimiento de virus diversos, al inyectarles todo tipo de substancias para mejorar su rendimiento, velocidad de crecimiento y reproducción, etc. Esto sucede de la mano de la deforestación, la industrialización y la generación del calentamiento global, etc. (2)

Diversas voces alertan ahora acerca de que esta puede ser la primera de numerosas pandemias que recorran el mundo. La liberación irrestricta e irreflexiva de las fuerzas productivas orientadas hacia la producción y el consumo sin límites está mostrando sus resultados, dignos de los desvaríos omnipotentes de un aprendiz de brujo.

Franco «Bifo» Berardi exclama: “¡No podemos volver a la normalidad!”.(3) También dice que se trata de una buena ocasión para ir desarmando los automatismos impuestos por la forma de vida capitalista. Agrego: se trataría de aprovechar este momento de detención de la producción y consumo sin límites (4) que empujan a una vertiginosidad que impide la reflexión, al tenernos a todos aturdidos. Esos automatismos – diré – son producidos por la agitación cada vez mayor del mundo pulsional que impone el Otro. Tengo mis dudas acerca de que estos automatismos se detengan. Son una expresión de la pulsión de muerte. En todo caso, no alcanza con un virus para detener al capitalismo en su carrera mortífera; pero podría tratarse de una oportunidad, sobre todo si su presencia empujara a una apertura del pensamiento crítico en los sujetos y éstos se asomaran a visualizar su forma de vida y los estragos que ésta produce.

Los sujetos estamos socializados por un Otro que es una creación colectiva, anónima, que ordena modos de pensar, sentir, hacer, y desear, cuya función es homogeneizar la vida social. Tiene un discurso explícito y otro implícito para lograr su cometido. Si bien el campo histórico social es heterogéneo, en el Otro podemos apreciar que un sector (la clase dominante) se apropia de él y habla a través de él, aunque sin poder eliminar a los otros componentes de su discurso. Así, desde hace 500 años el que domina la sociedad es el Otro del capitalismo, siendo la burguesía la que se apropió de él y habla a través de él, sin poder acallar del todo las voces discordantes que emanan del colectivo.

Pero, ¿cómo es este Otro, cómo es su accionar? Observémoslo más de cerca:

Las voces del Otro

… El Otro actual te mira. Con su ojo de cíclope que se abre hasta el límite mientras inclina hacia atrás su cabeza y luego – volviéndose de golpe hacia delante – te clava su mirada. En el centro del ojo brilla el reflejo de las mercancías. Y sonríe, sonríe sardónicamente. Promete, ¡ordena!: si cumplimos Su deseo, promete amarnos en la medida en que gocemos consumiendo. Consumiendo todo, a causa de que todo es transformado en mercancía: y esa mercancía es el fetiche que oculta la falta que anida en el ser de cada sujeto. La falta originada en el sentido perdido: aquel que brilló en el origen de la vida psíquica en el cual el infans era el pecho, tal como Freud escribió el 12 de julio de 1938.(5)

Ese Ojo es el que brilla en las pantallas: Gran Hermano que nos mira. Creemos mirar, mientras en realidad somos mirados por ese brillo hipnotizador. ¡Brilla diamante loco! Las mercancías brillan en un fulgor que desmiente aquello que es nuestro imposible, esa completud imposible. Brillan, encandilan por la luz que emite ese Ojo y que las baña. Al brillar también encandilan a quienes las producen y consumen, haciéndolos invisibles unos para otros.

«Recuerda cuando eras joven
Brillabas como el sol.
Sigue brillando, diamante loco.
Ahora hay una mirada en tus ojos,
Como agujeros negros en el cielo».

Pink Floyd (6)

En ese vértigo, por un lado se oculta la falta, por el otro se recrea para seguir consumiendo; en ese vértigo encandilante y desorientador, con su brillo hipnótico, el Inconsciente se satisface fugazmente: no hay falta, la Cosa está ahí, colmándonos: somos el pecho, para luego perderse y angustiarnos y arrojarnos de nuevo a buscar lo que el Ojo nos señale. Estamos perdidos. Podríamos haber brillado como el sol pero nuestro brillo fue arrebatado por el ojo del Otro que nos lo devuelve hipnotizándonos. Se apropió de nosotros. Caemos en ese agujero negro, caemos infinitamente. Y caemos para ser escupidos y volver a caer.

El brillo del ojo del Otro produce también un tiempo escandido, apartado de la historia y sin futuro. Las cuotas, la vida en cuotas, hablan de un presente eterno lleno del goce en objetos, actividades y lleno de frustraciones por la obsolescencia calculada que nos lanza, a su vez, a nuevas incorporaciones. La pulsión gira y gira enloquecida. Está sin brújula, o tiene la brújula enloquecida.

El Ojo devora el tiempo. Su promesa/orden es lo que no tiene límites, hasta que la muerte, la pérdida, la catástrofe advienen y nos sumergen en un presente eterno. Como ahora en la pandemia.

No perdemos el tiempo: nos perdemos en este tiempo. Nos consumimos consumiendo lo que el Otro nos ordena. Lo que el Otro nos ordena y cómo nos ordena consumir. Haríamos cualquier cosa para satisfacerlo, para obtener su sonrisa.

Ha conseguido que en lo profundo de la psique se haya producido una compleja operación que impone una ecuación que dice que consumir compulsivamente es bueno y conduce a la felicidad. Lo que en esta época queda ligado a ser completo, completud que -a su vez- se significa como ligada a lo ilimitado. Si el sujeto consume ilimitadamente puede llegar a la completud. Claro que hay una trampa en todo esto: ya que si algo es ilimitado, por consecuencia lógica, la completud no es posible. Solamente en el campo de algo que es mensurable puede haber completud. Y, en la vida social – también en la consulta – , se observa en muchos sujetos un estado de insatisfacción y frustración casi constantes, ya que el Otro lo que les señala permanentemente es el estar en falta. Siempre falta algo para estar completo, pero puede adquirirse. Aunque producida la adquisición volverá a abrirse el circuito.

Sabido por todos es que para lograr Su cometido, que es producir y sostener esta forma de vida, es necesaria la explotación de la mayor parte de la humanidad para extraerle la plus valía, lo cual – en un solo movimiento – hace posible el sometimiento de la misma y el enriquecimiento de unos pocos, metamorfoseando a los ciudadanos en consumidores. La depredación medioambiental se hace inevitable… y ahora sabemos que el desarrollo de pestes también… Y además, en las últimas décadas la explosión del capital financiero (la llamada financiarización), de la mano de lo tecnocomunicacional, ha acelerado todos los ritmos: de producción, consumo, acumulación, crisis económicas, etc.

Malestares del Otro

Entonces, la pretensión de ser ilimitado es una trampa que en realidad consigue un estado de insatisfacción constante cuyos efectos son la hiperactividad, el insomnio, las patologías psicosomáticas, los estados de angustia sin objeto (a veces ligados a los llamados ataques de pánico), las anorexias y bulimias, las adicciones, la predominancia del acto, etc.(7)

Son la consecuencia de un empuje sin límites: eso es goce, goce mortífero. Si lo que se hace presente es el goce en lugar del deseo, estamos ante los estragos de la pulsión de muerte, en una sociedad en la que coexiste el malestar con lo que está más allá de éste. (8) Si el malestar tiene que ver con la renuncia, lo que se hace presente hoy es la exigencia de ninguna renuncia.

A la depredación medioambiental, social, y económica debemos sumar la psíquica. El psiquismo empobrecido es, al mismo tiempo, una suerte de daño colateral y asimismo una necesidad de este sistema para existir. Ahora, debido a la pandemia, sabemos que, claramente, debemos sumar a lo ya señalado la depredación de nuestra salud física.

Estamos tabicados y al mismo tiempo expuestos. El ojo del Otro y su brillo encandilante, y nosotros enceguecidos y tabicados. Podríamos haber brillado…

Se trata de destruir el Ojo y su brillo… Algo tenemos para aprender de Ulises, el astuto. Recordemos que para no ser engullido por el cíclope Polifemo –como lo hizo con dos de sus camaradas-, Ulises lo emborracha y entonces responde a su pregunta acerca de cuál es su nombre, que el mismo es Nadie. Y borracho Polifemo se duerme y Ulises destruye su ojo. Dolorido, al despertar llama a los otros cíclopes quienes preguntan por lo ocurrido, a lo que Polifemo responde que Nadie lo ha lastimado… Ulises y sus camaradas huirán riendo y Polifemo le pedirá a Zeus que lo castigue y así es como Ulises vagará por años hasta poder volver a Itaca. Tal vez sea preferible que la humanidad navegue un tiempo de incertidumbres a que continúe navegando en un océano mortífero para la mayoría.

Pero, ¿cómo detener al Otro del capitalismo? ¿Cómo evitar la destrucción del ecosistema planetario y la creación constante de una población sobrante(9) arrojada al abismo? ¿Cómo evitar la continuidad de una vida tomada por el vértigo, la insignificancia, el dominio de un pequeño sector de la sociedad sobre el conjunto con la mira en cumplir a rajatabla con el proyecto de desarrollo ilimitado?

Y de golpe… ¡¡STOP!!

Entonces, repentinamente… todo se detuvo. Un arma llamada o SARS-CoV-2 le puso cadenas al Otro, llevó a un mínimo a la producción y el consumo, dejando a los sujetos pedaleando en el aire al detenerse el reflejo capitalista. Para Bifo es una oportunidad para sacar partido de esta detención. Aprovechar el brusco y prolongado freno que impone la cuarentena (10). Se trata de no querer volver a la normalidad de esta forma de vida. Aquí y allá se clama “Tenemos que volver a la normalidad”. Pero, ¿a qué normalidad quieren volver los que dicen que quieren volver a la normalidad? Por empezar, toda normalidad es artificial, es creada por la sociedad, es arbitraria por lo tanto. No hay normalidad natural. ¿Se trata de volver a una normalidad que ha probado ser depredatoria, mortífera? Conviene pensarlo un poco, ¿no? Pero dicha normalidad capitalista es ya un imposible por el estrago económico que produce la pandemia. Ya no es posible que la forma de vida capitalista pueda volver a funcionar tal como la conocíamos. De mínima, por un largo tiempo.

Entraremos en una nueva fase cuando se clame por la vuelta a la vida habitual. ¿Pero cómo será esto? ¿Qué ocurrirá en los sujetos llamados a volver masivamente a sus lugares de producción y estudio? Ese será un momento clave. Porque se podría hacer un balance de los siglos de dominio del capitalismo y de los desastres que ha producido en la naturaleza, en la vida social, en el psiquismo y, ahora, en la salud. Esta es una novedad por quedar ligada a una pandemia: será imposible eludir que este Otro es el que nos ha enfermado, es el responsable de haberlo hecho con su quimera; para conseguir la cual ha infestado nuestra subjetividad y nos ha hecho caminar hacia el abismo. Que sigue estando allí y en el cual la humanidad toda puede caer si no se le pone freno.

Ningún enunciado -como lo ha sido el del “enemigo invisible”- debiera lograr que se desvíe la mirada del hecho que es el Otro quien ha impuesto esta forma de vida mortífera: ese es el verdadero enemigo invisible, gracias a la naturalización de esta forma de vida, que se pretende como la única posible.

No sabemos si esta pandemia hundirá a esta forma de vida, o bien, si ésta se hunde y -al hacerlo- arrastrará consigo a la humanidad toda. O si puede ser el punto de partida de un modo totalitario de vida con un enorme control sobre nuestras existencias con la excusa de combatir probables futuras pandemias, obligándonos a sobrevivir con lapsos de confinamiento que hagan imposible toda protesta, toda rebelión, produciendo un capitalismo renovado, tal vez hasta aliado del medioambiente, pegando una voltereta que lo haga caer parado.

Lo que es seguro es que nada será como hasta ahora y lo más probable es que asistamos a formas mestizas: intentos de control, descalabro económico, mayor lucidez en el colectivo social con la posibilidad de que éste rechace esta forma de vida, confinamientos que reafirmen dicho rechazo al sumirnos cada vez más en un posible estado de observación y que -de este modo- la reflexión y la rebelión cobren fuerza en las redes sociales y en las calles… con un psiquismo y una vida social por un lado dañadas por la pandemia y el confinamiento y, por el otro, enriquecidas – en buena parte de la humanidad – por haber tenido la posibilidad de pensar y reflexionar colectivamente, habiendo también hecho la experiencia de frenar la agitación pulsional alienante (11).

* Adelanto del libro Transfiguraciones. Psicoanálisis de la pandemia. Psicoanálisis en la pandemia

** Una primera versión de este texto fue publicado previamente en ¡STOP! COVID 19 ¿Volver a la normalidad?, editado por El Psicoanalítico en mayo de 2020.

  1. Película de Bong Joon-Ho, 2019.
  2. Ribeiro, S. en Korol, C., No le echen la culpa al murciélago, 03-04-2020, Buenos Aires, Página/12.
  3. Berardi, F., El virus como metáfora y como agente material, en ¡STOP! Covid-19. ¿Volver a a normalidad?, 2020, El Psicoanalítico Ed., https://www.elpsicoanalitico.com.ar/volver-a-la-normalidad.pdf
  4. Abril de 2020
  5. Freud, S., Conclusiones, ideas, problemas, 1973, Madrid, Obras Completas, Biblioteca Nueva.
  6. Pink Floyd, Sigue brillando diamante loco, en Deseo que estuvieras aquí, 1975, Harvest/EMI.
  7. Franco, Y., Paradigma borderline. De al afánisis al ataque de pánico, 2017, Buenos Aires, Lugar. http://www.yagofranco.com.ar/paradigma-borderline.htm
  8. Franco, Y. Más allá del malestar en la cultura. Psicoanálisis, subjetividad y sociedad, 2011, Buenos Aires, Biblos. http://www.magma-net.com.ar/mas-alla-del-malestar-en-la-cultura-presentacion-virtual.htm
  9. Franco, Y. Población sobrante, en El Psicoanalítico N.º 27, 2016, Buenos Aires, https://www.elpsicoanalitico.com.ar/num27/clinica-franco-poblacion-sobrante.php
  10. Decretada en Argentina el 20 de marzo de 2020 y que se prolongó casi hasta fin de año.
  11. Claro que un enorme número de la población habrá caído en la pobreza y la indigencia sumándose a la ya existente, y la lucha por la supervivencia difícilmente pueda dejar en muchos sujetos el lugar para una praxis emancipadora.
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Yago Franco

Licenciado en Psicología – Universidad de Buenos Aires. Psicoanalista y escritor. Editor de El Psicoanalítico. Miembro del Colegio de Psicoanalistas -colegiodepsicoanalistas.com.ar- Presidente 2019-2021. Secretario científico 2013-2015.
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