Los monstruos nuestros de cada día o lo monstruoso en la cultura[1]
Por Miguel Tollo
migueltollo@yahoo.com.ar
El alma humana es un manicomio de caricaturas.
Fernando Pessoa, Libro del desasosiego
Introducción
El presente trabajo surgió a partir de algunos interrogantes compartidos con mis colegas de la comisión El Malestar en la Cultura de la Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados. A partir de la reiterada calificación de monstruoso que adquieren algunos hechos de nuestro convulsionado tiempo, sucesos por cierto que podríamos precisamente considerarlos fuera de lo común, “anormales”, se nos hizo necesario pensar más a fondo cuáles eran los alcances de ese concepto.
El psicoanálisis y los monstruos internos
“Tengo miedo que mis padres se conviertan en zombies” me decía un pequeño de10 años, angustiado por esas imágenes fantasmales que no lo dejaban dormir. Con algunas señales de pre adolescencia parecía detectar cambios insidiosos en su cuerpo que para él adquieren carácter monstruoso.
Freud nos legó un dispositivo idóneo para desenmascarar y hacer emerger de esas figuras inconscientes aquello que nos atormenta y nos quita los sueños.
El epígrafe con que corona La interpretación de los sueños (2) dice «Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo» que traducido es “Si no puedo inclinar los Poderes Superiores moveré a las Regiones Infernales». (3)
Compete pues al psicoanálisis este esfuerzo y este trabajo por remover aquello que podríamos caracterizar de monstruoso.
¿Qué es un monstruo?
Monstruo (del latín monstrum) es un concepto muy amplio ligado a la mitología y la ficción aplicado a cualquier ser que presente características por lo general negativas. Según la Real Academia Española, es una “producción contra el orden regular de la naturaleza, ser fantástico que causa espanto, cosa excesivamente grande o extraordinaria, persona o cosa muy fea, persona muy cruel y perversa y, persona de extraordinarias cualidades para desempeñar una actividad”.
La palabra monstrare – monstrum, significa mostrar y se decía que era una señal de dios, un presagio del futuro. No es solo un ser que «se muestra», sino también un ser que «muestra”. Para los romanos el monstruo era usado como advertencia por los dioses. El otro componente de monstrum, a saber: strum, hace alusión a «lo que se escucha.» De strum deriva, por ejemplo, el castellano «estruendo». (4) Como un ruido insoportable se estampa sin permiso en nuestra inerme cotidianeidad y adquiere resonancia en nuestros repliegues infernales.
Convivimos desde niñes con los monstruos. Los cuentos, los sueños y las fantasías infantiles dan cuenta de ellos. Las mitologías también son prolíficas en relatos donde el mundo interno humano proyecta sus pasiones en figuras llenas de combinaciones y condensaciones atractivas y aterradoras.
A fuerza de cultura y un malestar concomitante, aparentemente la civilización ha ido sofocando o canalizando nuestros monstruos internos. Sin embargo, hoy nos encontramos con algunos problemas:
- la cultura flaquea en su potencialidad de producir bienestar y disminuir el malestar exigido
- al mismo tiempo una contracultura deletérea promueve desatar las monstruosidades humanas –o inhumanas- sin cauce alguno.
- hay propuestas culturales (¿?) que podrían ser calificadas de monstruosas
¿Acaso la alianza fraterna cede ante la horda primitiva? Las deformaciones actuales de nuestra cultura ¿resultan verdaderamente monstruosas y ponen en crisis el lazo social y la constitución subjetiva?
Comprobamos una actitud a nivel colectivo que agrava el panorama y es la apatía, la negación y la desmentida ante lo monstruoso. Como si la galería de monstruos que habitan nuestra cotidianeidad nos pareciera un escenario normal, natural. A modo de ejemplo y aludiendo a un hecho de nuestros días, es tan monstruoso el lesbicidio a manos de un pirómano como la negación de la carga jurídica que debiera hacer de ese homicidio un crimen más grave aún, en responsabilidad de un juez.
Como el término goza de cierta amplitud, para irnos aclarando o quizás complejizando el tema, propongo recorrer algunos autores y conceptos complementarios.
La normal anormalidad de lo monstruoso
En su seminario sobre los “anormales” Foucault plantea que los individuos peligrosos a quienes se calificaba como anormales en el siglo XIX se los puede clasificar en tres figuras una de las cuales corresponde a los monstruos.
Para el filósofo francés la definición de monstruo es esencialmente jurídica en sentido amplio. ¿Por qué? Porque lo que define al monstruo es “el hecho de que, en su existencia misma y su forma no solo es violación de las leyes de la sociedad sino también de las leyes de la naturaleza” (FOUCAULT, M. pág. 61) El campo de aparición de los monstruos podría así calificarse de jurídico-biológico. El monstruo combina lo imposible y lo prohibido. Por su condición anómala, lo que suscita el monstruo al ser en sí mismo infracción a la ley, no es tanto una respuesta legal sino violenta en búsqueda de supresión o de cuidado médico y piedad, integrando las estrategias del biopoder.
Figuras que resultan por un lado marginales, lejos de lo humano normal, mientras que, por otro, forman parte de nuestras más íntimas fantasías. Así lo aborda Freud en su estudio sobre lo ominoso cuando nos dice que “pertenece al orden de lo terrorífico, de lo que excita angustia y horror” (FREUD, S. 1919 – pag.219) aquello que siendo lo más íntimo resulta lo más extraño, Lo monstruoso que como las pesadillas es inefable, rompe la secuencia simbólica de nuestro pensar.
De lo monstruoso a lo raro y espeluznante
Mark Fisher incorpora con los conceptos de lo raro y lo espeluznante algo diferente al unheimlich freudiano y a lo que venimos hablando acerca de lo monstruoso. Tanto lo siniestro como lo raro y espeluznante tienen en común lidiar con lo extraño, pero se diferencian en la manera en que lo hacen. “Lo unheimlich se relaciona con lo extraño dentro de lo familiar, lo extrañamente familiar, lo familiar como extraño; la manera en la que el mundo doméstico no coincide con sigo mismo, mientras que lo raro y espeluznante a la inversa permiten ver el “interior desde la perspectiva exterior.”
Lo raro es lo que no debería estar allí, algo que va más allá del dominio de lo familiar no conciliable con lo doméstico ni con su negación. Nos dice Fisher que lo espeluznante aplica también a las fuerzas que rigen la sociedad capitalista donde el capital ejerce una influencia inusitada. «Nosotros mismos», nos vemos atrapados en los ritmos, pulsiones y patrones de las fuerzas del capital que no son humanas. No existe lo interior salvo como asimilación de lo exterior; ’el espejo se resquebraja, soy otra persona y siempre lo he sido. Ahí nos provoca escalofríos lo espeluznante, no lo unheimlich.” (FISHER, M. – 2021)
Ambos conceptos se relacionan con la idea más amplia de “ontología fantasmal” donde el pasado, el presente y el futuro se entrelazan de modo complejo y perturbador dando un estado de desorientación y desconexión con el tiempo. La realidad se vuelve fantasmal e inconsistente como cuando salimos del cine luego de una impactante película y el encuentro con el mundo real se vuelve extraño, nos desorienta y hasta atemoriza.
El ejemplo adquiere mayor sentido si consideramos la influencia de la cultura del espectáculo en la subjetividad contemporánea. La simulación como decía Jean Baudrillard por momentos construye un mapa que se confunde con el territorio, escenas que reverberan a nivel subjetivo de tal modo que no se alcanza a distinguir realidad de ficción. Es apropiado traer a colación esa famosa caricatura donde un personaje con paraguas abierto y piloto ve en la TV llover mientras en la realidad se vive un día de sol radiante. Se genera una sensación de irrealidad o inautenticidad en la experiencia cotidiana.
¿No es acaso espeluznante que se diga que nos creímos poder comprar un celular o irnos al exterior cuando en realidad no era posible? ¿No produce una sensación de extrañeza el haber asumido el valor del propio trabajo y sus frutos y que alguien diga que eso no era más que una ficción? (5)
Lo monstruoso y el discurso capitalista
Gibran Larrauri, psicoanalista mejicano, va a señalar la gravitación del discurso capitalista en la subjetividad de nuestro tiempo al convertir todo en mercancía, hasta la vida misma. Cita a Fernández Gonzalo para quien el capitalismo funciona como una pandemia zombi con el pensamiento de la horda de cubrir todo, arrasar todo» (FERNANDEZ GONZALO, 2011)
Cabe señalar que el concepto de zombi encuentra sus orígenes en una figura legendaria del culto vudú haitiano en el cual se hace referencia a un muerto resucitado mágicamente por un hechicero con el fin de convertirlo en su esclavo. El zombi termina siendo un cuerpo sin alma del que se apodera su mentor.
Justamente Larrauri apunta a que el capitalismo parece “titiretear” al sujeto contemporáneo. “Las masas se comportan como hordas zombis: no hacen grupo y reaccionan ante los estímulos publicitarios que las rodean” Hay algo extremadamente superyoico en la masa consumista donde existe una especie de mandato irrefutable por devorar productos. (LARRAURI, G. 2013)
También plantea la hipótesis de que la identificación con el zombie es una reacción ante la sensación de un peligro radical que Anthony Guiddens define como “sociedades de riesgo” Vivimos en sociedades amenazantes por el desastre climático, energético, epidemiológico, bélico, político y económico. “Una de las funciones que encontramos de lo monstruoso al revisar lo que de ellos se ha dicho, es que precisamente constituyen una defensa ante un poder terrible. Desde el psicoanálisis sabemos que el objeto fóbico es un monstruo que protege de la angustia, del goce avasallante. La fascinación y el horror por la imaginería zombi es una manera de simbolizar nuestra angustia, una forma de ponerle un nombre a lo innombrable. (LARRAURI, G. 2013)
Por su parte Enrique Carpintero va a hablarnos de la necesidad de tener en cuenta que, si «los sueños de la razón producen monstruos» -como escribió el genial pintor Francisco de Goya- debemos construir una razón de los sueños para luchar contra los excesos de realidad que padecemos.” (CARPINTERO, E. – 1998)
Julia Kristeva y el límite monstruoso de lo abyecto
Julia Kristeva nos acerca otra perspectiva para evaluar el carácter de lo monstruoso. Se trata del concepto de lo abyecto que se refiere a lo que provoca un rechazo visceral y a su vez pone en crisis la identidad y el orden simbólico del sujeto. Genera repulsión y temor.
El concepto de lo abyecto en Julia Kristeva se explora en su obra «Poderes de la perversión: Ensayo sobre la abyección» (1980). Para Kristeva, lo abyecto se sitúa en los límites de lo que la sociedad considera aceptable y normal, y su confrontación genera una fuerte sensación de repulsión y temor. Se encuentra en un límite ente lo humano y lo no humano, lo interior y lo exterior, lo vivo y lo muerto. Para ella lo abyecto pertenece al orden semiótico que, a diferencia de lo simbólico es prelingüístico, y amenaza con destruir sus estructuras.
Se vincula a la perversión en tanto desafía las estructuras establecidas de poder y de orden. Sería un regreso a la horda primitiva, un recordatorio persistente de la fragilidad de las fronteras que sostienen la identidad individual y colectiva.
Los monstruos que produce la cultura
Lo que nuestra cultura –o incultura- parece haber trastocado en la convivencia humana es que lo monstruoso puede ser vivido como algo excepcional ajeno, extraño, siniestro, extranjero, anormal, una otredad radical que, fruto de nuestra fantasía surge en la vida cotidiana. Pero también la otredad es como tal calificada de monstruosa y por tanto deshumanizada. Los otros de mi existencia pasan a ser los zombies que con su presencia aterrorizan, anuncian una doble muerte: biológica y simbólica. Porque rivalizan, ponen en vilo la supervivencia y descalifican mi pensar. (6)
Parece sin embargo no ser una novedad. Lope de Vega en su famosa comedia del Nuevo Mundo sugiere que América era territorio del demonio, de los monstruos. Deshumanizar al otro ha sido desde siempre una estrategia del poder para la dominación. La ficción retórica del demonio sin alma, justificaba colonización mediante, su cristianización, sometimiento o exterminio.
Como dice Judith Butler la eliminación que los medios hacen de lo humano, el socavar aquello que de humanidad late en los rostros de miles de conciudadanos, tiene que ser pensada en los términos de un problema más amplio a saber, el de los esquemas normativos de inteligibilidad que establecen lo que va a ser y no va a ser humano, lo que es una vida vivible y una muerte lamentable. Estos esquemas normativos funcionan produciendo ideales que distinguen entre quienes son más o menos humanos, más o menos monstruosos. (BUTLER, Judith pág. 183 – 2006)
El otro ¿semejante o monstruo?
Entonces, ¿el otro es un semejante o un monstruo?
Decía Anne Dufourmantelle que “vivir es una invención arrancada al terror” y agregaba en otro de sus textos que “vivimos bajo anestesia local, envueltos en celofán, buscando desesperadamente una sustancia o un amor que pueda despertarnos sin asustarnos” Nos sometemos a la supuesta seguridad con lo cual para Kierkegaard resultamos nuestros mismos enterradores.
La filósofa falleció al sufrir un paro cardíaco luego de rescatar a dos niños en riesgo de morir ahogados en el mar. En esa línea, en un país donde el riesgo es moneda corriente, pienso en nuestros niños y niñas en riesgo, en condiciones de extrema vulnerabilidad a consecuencia de una política criminal, ¿Monstruosa? ¿Quién los rescatará?
Nos dice Judith Butler “Mi relación ética de amor por el otro proviene del hecho de que el yo no puede sobrevivir por sí solo, no puede encontrar ningún sentido dentro de mi propio ser-en-el-mundo. (7) (BUTLER, J. Vida precaria 167)
Para Butler “responder por el rostro, comprender lo que quiere decir, significa despertarse a lo que es precario de vida del otro o, más bien, a la precariedad de la vida misma.” (8) El rostro del Otro viene hacia mí desde afuera e interrumpe el circuito narcisista. Me llama afuera del narcisismo hacia algo finalmente más importante. (9) Me libera de la monstruosidad de mi propio narcisismo inflado por la prédica individualista neoliberal.
Revisión clínica y conclusiones
Los monstruos pues son figuraciones humanas derivadas de rasgos antropomórficos, exagerados deformados que toman elementos culturales podríamos decir como restos diurnos. En ese sentido podemos afirmar que son obra de nuestro mundo interno. Sin embargo, encontramos una categoría de lo monstruoso que es obra de un más allá del malestar en la cultura. Se trata de aquello como decía Kristeva que ya no es del orden de lo simbólico sino de lo semiótico y que nos envía señales, advertencias en vistas a ser leídas, decodificadas.
El Frankenstein contemporáneo de la cibernética con la inteligencia artificial y la robótica, que no cabe duda han sido creación humana, da señales de cobrar una autonomía fuera de su dominio. Es entonces cuando lo monstruoso viene de afuera, se apodera del orden con que pretendemos gobernarnos y gobernar la vida cotidiana. Como la pandemia, el hambre, el calentamiento global o la aceleración financiera, el ser humano genera fenómenos que es incapaz de controlar, vacían de contenido su vida cotidiana, se instalan de modo autoritario escondiendo los hilos del titiritero si es que lo hay.
Benicio ha podido reconciliarse con el sueño. Sus padres por el momento han recobrado para él la humanidad que lo protege. La metamorfosis de la adolescencia no obstante está al acecho. Pero cabe la pregunta de si ¿se trata solo de las fantasías provistas por su mundo interno o acaso él percibe una realidad amenazante que trastoca el sentido de los relatos recibidos acerca de la vida?
Aunque posee un elevado cociente intelectual, es un ávido lector y se encuentra adelantado respecto de los contenidos que le enseñan, no desea ir a la escuela. La escuela para él es un muerto vivo que le devora el tiempo que podría disponer para otras cosas más interesantes. También está enamorado de una personita de su grado que siendo mujer se identifica y quiere ser admitida como varón. De nuevo, categorías en este caso de género que perviven a pesar de resultar inapropiadas, que mentan la existencia de algo que dejó de ser como los relatos lo describían. Si décadas atrás quien no iba a la escuela era un burro y la transexualidad se concebía como monstruosa, hoy la vida cotidiana nos envía señales a decodificar de una transformación incipiente, que nos atemoriza y a la vez nos invita a pensar. En definitiva, un otro que con su alteridad radical nos interpela.
Finalizo con un fragmento de la película La lengua de las mariposas de 1999 en el que dialogan el niño Moncho con su maestro Don Gregorio:
Moncho: Cuando uno se muere ¿se muere o no se muere?
Don Gregorio: ¿En su casa que dicen?
Moncho: Mi madre dice que los buenos van al cielo y los malos al infierno.
Don Gregorio: ¿Y su padre?
Moncho: Y mi padre dice que de haber juicio final los ricos se irían con sus abogados. Pero a mi madre no le hace gracia
Don Gregorio: ¿Y usted qué piensa?
Moncho: Yo tengo miedo.
Don Gregorio: ¿Es usted capaz de guardar un secreto? Pues, en secreto, ese infierno del más allá no existe. El odio, la crueldad, eso es el infierno. A veces el infierno somos nosotros mismos. (La lengua de las mariposas 1999)
- Actividad correspondiente al ciclo El Malestar en la Cultura de la AEAPG del 28/05/2024. Mesa compartida con Juan Carlos Volnovich y la coordinación de María Casariego de Gainza.
- Freud, S. «La interpretación de los sueños«, T. IV, O. C. Amorrortu editores. Buenos Aires, 1.993, pág. 1
- Freud retoma un verso de Virgilio de La Eneida del Libro VII, 310 Y en la traducción inglesa: «If I can not influence the gods I will stir up Acheronta» lo que hace más rica la metáfora es: el stir up (4); stir es revolver, pero stir up tiene una resonancia más, que compromete a las emociones esto es remover el pasado, los sentimientos, el mundo mental Apleton’s. Revised Cuyas English – Spanish., 1962, New York.
- Los monstruos se describen como seres híbridos que pueden combinar elementos humanos, animales y necrológicos, así como tamaño anormal y facultades sobrenaturales. El término se reserva para seres que inspiran miedo o repugnancia. También suele utilizarse como descalificativo, para referirse a personas cuyos actos van en contra de los valores morales propios. Fantasmas, vampiros, brujas, dobles, seres mitológicos, humanos metamorfoseados, animales devoradores, zombis, animales extraños, seres anómalos reales, máquinas asesinas y alienígenas.
- La tesis central de Fisher es que “este presente clausurado, condenado a la repetición y al pastiche, estará siempre acechado por los fantasmas de aquello que ya no es y aquello que nunca fue. Y que es necesario reactivar la memoria histórica y esos futuros perdidos para escapar de la temporalidad detenida en la que vivimos.” Y nos plantea que “si identificamos estructuras sociales allí donde el neoliberalismo solo ve elecciones y responsabilidades personales, seremos capaces de convertir el padecimiento individual en ira politizada.” (FISHER, M. 2021)
- Al respecto es paradigmático el modo de intercambio que vemos en algunas figuras de la política y del espectáculo denostando al decir del otro y elogiando medidas gubernamentales que llevan a literalmente a la muerte a miles de personas (por indigencia, imposibilidad de acceder a asistencia, comida o medicamentos, angustia extrema que agrava problemáticas de salud mental, etc.)
- Emmanuel Levinas y Richard Kearney, «Dialogue witir Emmanuel Levinas», en Face to Face with Levinas, Albany, SUNY Press, 1986, pp. 23-24. Levinas desarrolla primero esta concepción en Totalidad e infinito: ensayo sobre la exterioridad, Salamanca, Sígueme, 1995. Las citas que elijo corresponden a su última obra porque creo que allí da una formulación más madura e incisiva del rostro.
- La no violencia que Levinas parece promover no proviene de un lugar pacífico, sino más bien de una tensión constante entre el temor de sufrir violencia y el temor de infligirla.”
- Es interesante incluir aquí una reflexión de Janine Puget en su preocupación por “descubrir cómo se constituyen las subjetividades en diferentes espacios, intra, inter o transubjetivos” tanto como “postular la diferencia entre la relación con otro presente o la relación con otro pensado cuya presencia se inscribirá como ausencia” [1]O un otro que bien pueda ser un otro plural, grupal o colectivo: Estado, Nación, Patria, Institución, Colectivo religioso, etc. (PUGET, J. pagos. 115 y 116 – 2001)
BIBLIOGRAFIA
BUTLER, Judith (2006) Vida precaria: el poder del duelo y la violencia. Paidós, 2006.
CARPINTERO, Enrique (1998) Los excesos de realidad producen monstruos. Editorial de la Revista Topía noviembre de 1998
DEAZA ACOSTA, Daniel Guillermo (2016) El Monstruo y la Colonia Revista Nova et Vetera volumen 2 Edición No 22
DUFOURMANTELLE, Anne (2019) Elogio del riesgo Nocturna Editora – Paradiso Editores – 2023
FARNEDA, Pablo “Dislocaciones espistémicas: indicios teratológicos para mundos por-venir”
FERNÁNDEZ GONZALO, J., Filosofía zombi, Anagrama, Barcelona, 2011, p. 43.
FISHER, Mark (2017) Fantasmas de mi vida: Escritos sobre depresión, hauntología y futuros perdidos. Editorial Caja Negra 2017
FISHER, Mark (2021) Lo raro y lo espeluznante Ed. Alpha Decay
FOUCAULT, M. (1999) Los anormales Curso en el College de France (1974-1975) Fondo de Cultura Económica. 2007
FREUD, S. (1919) Lo ominoso – Tomo XVII – Obras Completas – Amorrortu Editores
FREUD, Sigmund (1900) La interpretación de los sueños, Tomo IV, Obras Completas. Amorrortu Editores. Buenos Aires, 1993
FREUD, S. Análisis de la fobia de un niño de cinco años, Obras Completas, Tomo X, Amorrortu, Bs. As., 1980.
GIDDENS, A., (2000) Un mundo desbocado: los efectos de la globalización en nuestras vidas, Taurus, Madrid, 2000.
KRISTEVA, Julia (1980) Poderes de la perversión: Ensayo sobre la abyección Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2004.
LACAN, J. El Seminario, Libro 4, La relación de objeto, Paidós, Bs. As., 1996.
LARRAURI, Gibrán (2013) Psicoanálisis y monstruosidad. Consecuencias Revista Digital de Psicoanálisis, Arte y Pensamiento. Edición N° 10 junio de 2013
PUGET, Janine (2001) Nuevas Dificultades: lo idéntico y lo múltiple. Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis N° 4 Julio 2001.
STAROBINSKI, Jean (1974) La posesión demoníaca – Ed. Taurus 1975
[1] Actividad correspondiente al ciclo El Malestar en la Cultura de la AEAPG del 28/05/2024. Mesa compartida con Juan Carlos Volnovich y la coordinación de María Casariego de Gainza.