De Ariana Harwicz
Por María Serena Sottile
Quedé fascinada con la manera de escribir de Ariana Harwicz: irreverente, loca, incorrecta. Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1977. Pero desde el 2007 vive en Francia, en un pueblito de campo. Desde allí escribe.
Matate, amor (2012) es su primera novela ,forma parte junto con La débil mental (2014) y Precoz (2015) de una especie de trilogía sobre la maternidad.
Fueron editadas por Mardulce en Argentina y hay otras ediciones en Latinoamérica.
La adaptación de Matate, amor (Die, my love) al cine será producida por Martin Scorsese (quien la compara con Sylvia Plath) y dirigida por la escocesa Lynne Ramsay (Tenemos que hablar de Kevin), teniendo como protagonista a Jennifer Lawrence.
“(…) Detrás, en el decorado de una casa entre decadente y familiar, podía sentir las voces de mi hijo y mi marido. Los dos en cueros. Los dos chapoteando en la pileta de plástico azul, con el agua a treinta y cinco grados.
Era un domingo víspera de día feriado. Estaba a pocos pasos de ellos, oculta entre malezas. Los espiaba. ¿Cómo es que yo, una mujer débil y enfermiza que sueña con un cuchillo en la mano, era la madre y la esposa de esos dos individuos? ¿Qué iba a hacer? Escondí el cuerpo adentrándome en la tierra. No iba a matarlos. Dejé caer el cuchillo. Fui a colgar la ropa como si nada. Abroché bien las medias de mi bebé y mi hombre. Los calzoncillos y las camisas. Me miré como una campechana ignorante que cuelga ropa y se seca las manos en la falda cuadrillé antes de entrar en la cocina. No se dieron cuenta. La colgada de ropa fue un éxito.
(…)Brindamos por la felicidad del bebé y bebemos las cervezas, mi hijo sobre su sillita mastica una hoja. Le meto la mano y chilla, me muerde con las encías. Mi marido quiere plantar un árbol para darle larga vida al bebé y yo no sé qué decirle, sonrío como una gansa. ¿Se da cuenta él?
De todas las bellas y sanas mujeres que hay en la región, se vino a enganchar conmigo. Un caso clínico. Una extranjera. Alguien que debería ser clasificada de incurable. Qué día de humedad, ¿eh?, parece que tenemos para rato, dice él. Yo trago la botella en sorbos largos y aspiro por la nariz queriendo estar, exactamente, muerta”.
Ariana logra crear en un clima costumbrista, un suspenso psicológico con tintes oníricos. Su escritura es valiente, no teme meterse en aguas turbias ni deambular por lugares incómodos. Así nos devuelve el alivio que provoca el arte cuando no está atravesado por la moral ni las buenas costumbres.