Milei es un virus

“¿Qué es lo que no vimos? Recorrido por algunas omisiones que anteceden al surgimiento de Milei.

Por Yago Franco

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La ultraderecha y la Pandemia

El líder de la ultraderecha neoliberal (ver sobre este término La ilusión de un porvenir, de Franco Berardi) se ha convertido en un objeto causante de tal turbulencia que sumamos textos y más textos tratando de entender de qué se trata. Este no es la excepción. Pero cualquier intento de hallar explicaciones totales y plenas está llamado al fracaso, sea que estas vengan de la economía, la sociología, la historia o el psicoanálisis, ya que es algo que parece estar emergiendo como un acontecimiento (Badiou), que es una alteración profunda de la matriz de la vida en común, una creación ex-nihilo en el histórico social (Castoriadis), atravesando condiciones previas, pero sin poder reducirse a las mismas, o sea, que es irreductible a las condiciones de origen. Como planteara Freud para la interpretación de un sueño, la misma, de modo total es imposible, ya que en su núcleo hay algo que lo liga a lo desconocido.

“¿Qué es lo que no vimos?”

Esta es una pregunta recurrente en estos días. En La ilusión funda el mundo me ocupé del estado de la subjetividad, siendo que ésta es un dato insoslayable para poder abordar algo de lo que sucede.

Podemos indagar en algunas otras condiciones previas, más que nada en lo que venía manifestándose, eso que estaba a la vista y que fue omitido.

Sostuve que la Pandemia hallaba su origen a partir de una Omisión Universal (Transfiguraciones. Psicoanálisis de la Pandemia. Psicoanálisis en la Pandemia), una omisión de las advertencias existentes en decenas de papers y declaraciones de organismos de salud que no fueron recogidas ni por gobiernos, partidos políticos, medios masivos de comunicación, ni por los diversos colectivos atentos a las amenazas para la vida en común.  Lo que se inicia como una suerte de forclusión de la percepción de algo de la realidad -de la significación de ese algo-, y, luego su regreso desde la realidad y su continuación en una renegación (negacionismo). En el caso que nos ocupa, un claro ejemplo ha sido la omisión los datos que ofrecieron las votaciones previas, que preanunciaban lo que está sucediendo ahora. (1)

La ilusión que cae, lo ilusorio que surge

Si estamos ante un desierto de ilusiones, tal como sostuve en La ilusión funda el mundo, esto se debe a la caída de la ilusión del proyecto neoliberal: la misma es la promesa del goce permanente en el consumo sin límites, liberando absolutamente las fuerzas productivas, la promesa de un mundo ilimitado en sus posibilidades. Los resultados están a la vista: marginación de enormes sectores de la población, destrucción del medio ambiente, migraciones forzadas, fallas en las matrices simbólicas, etc. Y las consecuencias psíquicas inevitables, tal vez sólo comparables a las acaecidas a los pueblos sojuzgados de América durante la llamada Conquista. La matriz de este proyecto lleva a la destrucción.

Así, entre las condiciones previas está el daño producido por la forma de vida capitalista, que al mismo tiempo parece negada y normalizada, y la caída de sus ilusiones. Además –como sostuve- esa forma de vida ha dado lugar a una subjetividad que tiende a padecer un déficit o falla cognoscitiva dado que su Yo está afectado; la memoria, el juicio, el pensamiento, el juicio de realidad y la atención están disminuidos notoriamente. Ya dije que estamos ante un Déficit de Atención Generalizado a nivel del colectivo. Presente desde antes y durante la Pandemia de Covid-19. Diversos autores hemos advertido sobre la alteración del Yo a la cual lleva esta forma de vida, y las consecuencias de dicha alteración. Pero esto ha sido en general omitido hasta por los organismos de la llamada Salud Pública.

¿Por qué Milei?

Ahora bien, la pregunta inevitable: ¿Por qué se lo vota a Milei? Es imposible generalizar, y menos se puede sostener desde el psicoanálisis que la explicación es una suerte de autocastigo de los votantes (vuelta contra sí mismo: odio autodirigido) o su masoquismo (2). Mecanismos psíquicos que no debieran utilizarse para explicar comportamientos sociales. Y que además simplifican la complejidad del tema, reduciéndolo a dichos mecanismos. Tan errada es esta posición como la de querer impugnar al candidato Milei apelando a la psicopatología.

Es probable que se trate del hartazgo ante el desamparo (y la angustia sin nombre que lo acompaña) y de castigar a quienes son percibidos como los causantes del mismo, su impericia, su distancia en relación al sufrimiento que ocasionan, que lleva a la sensación de estar en el mundo sin Otro, un mundo sin ilusiones. Entonces los sujetos se encuentran con que alguien dio lugar a sus sentimientos (a la ultraderecha se la elige sobre todo a partir de sentimientos, aunque algunos pocos lo hacen por convicción ideológica) – ciertamente haciendo una utilización perversa de las demandas colectivas -. Pero esto merece un desarrollo más profundo.

Desamparo, pandemia, resonancia y circulación fantasmática

El fantasma de destruir a la fuente del desamparo ha encontrado un lugar central en la adhesión a proyectos de las ultraderechas, para lo cual es importante tomar en consideración los conceptos de resonancia y la circulación fantasmática de Didier Anzieu. Si bien son utilizados para el análisis de los grupos, extendido al colectivo social en determinadas circunstancias, permite entender cómo estas funcionan, cómo se estabilizan.

No hay realidad sin fantasmatización de la misma, ni fantasma que no contenga algo de la realidad. Sobre todo cuando de hechos traumáticos se trata. Y estamos, indudablemente, ubicados en el tiempo posterior a un trauma colectivo como lo ha sido la Pandemia, cuyas consecuencias están entre nosotros (3). La afectación del Yo se profundizó con ésta y el trauma se continuó en una forma de vida que se hizo más traumática de lo que ya era. Pero, además y, sobre todo, se hizo presente algo que comenzó a alimentar lo que llamo una Disforia generalizada: la desilusión producida por ésta –una desilusión que se aceleró con la Pandemia- ante el hecho de no encontrarse con una vida que generara ganas de ser vivida.

Hubo también otras características de la subjetividad y del colectivo que se profundizaron. La fragmentación psíquica (efecto del trauma) y del colectivo es un dato central (también omitido, más allá de las advertencias que venimos realizando al respecto), una fragmentación que permanece y, con la misma, la creación de vías virtuales para hacer lazo. Un lazo que es otro lazo que el que los sujetos establecen en presencia de sus cuerpos. Esto podría explicar la transversalidad, etaria y de clase de los votos a la ultraderecha, que rompe con los moldes de análisis.

Redes e inconsciente

Otra de las marcas de la Pandemia ha sido el gran grado de frustración producido por el encierro –en medio de un pánico generalizado-, la desconfianza hacia el Estado, el enojo por los privilegios de algunos dirigentes. Eso ha sido un caldo de cultivo de odio que se incrementó una vez finalizadas las restricciones sanitarias. Un odio que circuló y circula por las redes sociales, produciendo esa resonancia y circulación fantasmática, que genera identificaciones transversales.

La vida cambió con la Pandemia; lo virtual se entronizó y parte de la vida pasó a transcurrir en las redes sociales. Allí nos encontramos con que las mismas afectan a la psique con consecuencias que alcanzan a la vida social.

Podemos decir que las redes sociales tienen la capacidad de externalizar el inconsciente de los sujetos: generan el hundimiento de la censura, de todo filtro, de la metáfora, de lo simbólico finalmente. Profundizan la precarización simbólica. Permiten que se manifieste el inconsciente sin castración, sin tope. Eso es lo que las hace atractivas. El odio puede expresarse sin ambages. En este punto, Javier Milei encarna a la perfección una subjetividad surgida de lo virtual, y hace una performance de carácter performativo. No es casual que entre sus asesores se encuentre una cosplayer. El otro es un experto en redes, un profesional de la viralización.

Ese odio, entonces, genera lazo en un medio facilitador de circulación y resonancia fantasmáticas. Esto también forma parte de lo que no se vio, sobre todo en lo relativo a sus consecuencias.Además, son habitantes naturales de las redes los Trolls. De los cuales es interesante ver su origen: esta es una palabra de origen noruego. que designa a monstruos mitológicos, seres dedicados a hacer travesuras y malicias. 

El odio se viraliza en las redes: la viralización como significante va de la mano del virus que azota a partir de la Pandemia. Un virus que provoca una reacción autoinmune desmesurada y que a nivel social se expresó como una reacción inmune ante el otro, portador de la peste. Razón de más para establecer una defensa sea virtual en las redes, o segregatoria en la vida real. Es que un riesgo es que entre los simpatizantes de Milei se organice eso que Anzieu denomina como Ilusión grupal, que vale la pena extender a grupos amplios. En esta, el grupo se satisface narcisísticamente a sí mismo, se considera lo mejor, lo más completo, lo perfecto y segrega a todo lo que no forme parte de él. Esta clausura identitaria está presente en la xenofobia (la fobia –pánico- al xenos, el extraño), y puede conducir o a su conversión (que es lo menos frecuente) o a su exterminio. La motosierra que Milei suele blandir bien podría transformarse en un arma ya no exclusivamente dirigida a lo que denomina casta política, o al estado, sino a los oponentes.

Milei es un virus

Los Trolls, las Fake News, la pos verdad, ahora la Inteligencia Artificial -que genera una imposibilidad de diferenciar la realidad de la realidad virtual- forman una serie, un ejército cuya función es empujar a una caída-alteración del acceso a la realidad que está ante nosotros. Generando una vida digital que está dirigida por algoritmos.

Lo que se expande a través de este ejército, de la inundación de estímulos y de la vertiginosidad, es la omnipotencia de la psique –ya alimentada por el ideal de lo ilimitado de esta forma de vida-, que nada quiere saber de la realidad (por ejemplo, de las consecuencias de que el líder de la ultraderecha concrete sus planes de gobierno), al tiempo que se produce una degradación de la vida psíquica, un déficit cognitivo que arroja a los sujetos a una suerte de Alzheimer generalizado. Todo se olvida, nada se reconoce, la percepción está empobrecida y afectada por los fantasmas; el pensamiento claudica junto con el juicio de realidad, los impulsos encuentran campo libre para expresarse, la labilidad afectiva está a la orden del día. Se puede apreciar así una asociación entre una Disforia y un Déficit cognitivo generalizados.

En medio de todo esto, se ha fundado un nuevo territorio para la militancia: la red digital, ya no más el contacto personal con los votantes, que de modo muy escaso asisten a actos políticos, en una sociedad desmovilizada salvo en las redes, pero movilizada en las mismas en torno al registro imaginario. Con la caída de lo metafórico y el privilegio de lo metonímico, mostrando así una claudicación de lo simbólico. Como sostuve previamente, el más eficaz en la utilización de la red es Milei.

Así, Milei se propaga como un virus. Un virus complejo, que se expande de modo rizomático y como una metástasis. Un ejército de Trolls es la vanguardia de Milei, y como tal se encarga de expandir discursos de odio en las redes.

De hecho, su presencia en éstas está absolutamente viralizada, sobre todo a través de Tik Tok. Ha sido el que ha entendido antes que nadie que ese era el territorio por excelencia para propagarse. Allí es donde creció el huevo de la serpiente, algo también omitido. No se le prestó atención al papel de las redes en el triunfo de un negacionista que llevó a la muerte a miles de personas.

Milei surgió como un virus habitado por el Kakon. Así se denomina a un demonio en griego, el Mal; diríamos: lo insoportable propio externalizado y depositado en el otro, que satisface la pulsión anal, excretoria de lo malo, del desecho. Pulsión de muerte disfrazada de ilusión. Javier Milei es un virus que saltó de un ambiente infectado de insignificancia a la psique de quienes lo eligen. Se trata –ahora- de encontrar la vacuna eficaz contra esta virosis.

Una cuestión es cierta: si esto llegara a estabilizarse –y lo haría alrededor de la turbulencia que como causa hace girar todo alrededor de sí (aún de aquellos que no participan de la idea)-, estaremos ante un nuevo período histórico, imprevisible en su desarrollo.

Reírse de Milei

Confieso que Milei me provoca risa. Así como Hitler me ha parecido una versión mejorada de Chaplin, sobre todo en su Gran Dictador, Milei es una versión degradada, una especie de personaje de historieta. No puedo dejar de asimilarlo al personaje de Violencia Rivas, de Diego Capusotto. Claro que sería gracioso si no preanunciara una catástrofe si llegara al poder. Pero no puedo contener la risa que me causa. Hasta he pensado, he imaginado, grupos de personas yendo a sus actos con narices de payaso y allí reírsele a carcajadas. Tal vez se trate de reírse de Milei para desacomodarlo, para devolverle en espejo su ridiculez. Transformarlo en un payaso. Alguien dirá: claro, el payaso de It, uno terrorífico. No creo. Hay que tomar en serio lo que dice, pero no hay que tomarlo en serio a él. Reírse de Milei, en sus actos, en las redes, en los medios. Una estrategia posible. La risa como vacuna. Reírse en lugar de tenerle miedo. Enrostrarle nuestras carcajadas.

  • Hubo un descenso pronunciado de los votos de los partidos hegemónicos y de la votación en general. El kirchnerismo fue perdiendo de votación en votación desde 2019 6 millones de votos. Cayó de 13.000.000 a 6.400.000. Juntos por el Cambio, perdió 4 millones de votos. Pasó de 10.800.000 en 2019 a 6.600.000, o sea, perdió 4 millones de votos. Y hay aumento del voto en blanco y nulo, de 670.000 en 2019 a 1.400.000. Y se incrementó notoriamente la abstención, de 6.700.000 en 2019 a 11.500.000 ahora, o sea, aumentó casi 5 millones. Entre votos en blanco y nulos y la abstención suman 12.900.000.

En las PASO Milei sumó 7.350.000, Juntos por el cambio, 6.900.000, Unidos por la patria 6.720.000. Pero el voto en blanco y nulo y la abstención superaron a la sumatoria de esos votos. De modo que la suma de sus votos con los de voto en blanco, anulados y abstención, se llega a 20 millones de personas que no eligen a los partidos mayoritarios.

  • Vuelta contra sí mismo es el autodirigir la pulsión de muerte, y está presente en el masoquismo, que es el placer en el sufrimiento.
  • En un hecho sin precedentes, en este último año los consultorios psicoanalíticos están estallados de consultas, es casi imposible encontrar a algún profesional que tenga horas disponibles.
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Yago Franco

Licenciado en Psicología – Universidad de Buenos Aires. Psicoanalista y escritor. Editor de El Psicoanalítico. Miembro del Colegio de Psicoanalistas -colegiodepsicoanalistas.com.ar- Presidente 2019-2021. Secretario científico 2013-2015.
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