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Gilles Deleuze
Biografía y Bibliografía

 
 
 
Título: Pastora perturbada, de Jacques Prevert
Título: Pastora perturbada, de Jacques Prevert
Deleuze acompañante
en la clínica
Por Osvaldo Saidón
osvaldosaidon@hotmail.com
 

En el país de la psicosis, no soy intérprete, sino explorador y cartógrafo.

J. Polack . “La intima utopia”

 

 


Ordene, para desordenar.
Escuche, divida, separe en segmentos para luego después poder flexibilizar.
El pintor dispone sus colores, los coloca en la paleta, mejor aún, los tiene en su paleta de colores interiorizada. En esa paleta mental se reconoce en sus orientaciones, sus combinaciones, sus insistencias, sus  pensares.
“Pintar es una forma del pensamiento” decía Leonardo, creo.
Pero el pensamiento viene después. Algo lo  arrastra hacia una mezcla a ser inventada; pinta entonces. Produce  un desorden que le presenta otra vez pero con novedades su propia paleta.
¿Será por eso que hay tanta angustia y borrachera entre los plásticos?

Más que una receta le puedo ofrecer una conversación, abrir un poco eso que Uds. llaman de contratransferencia y otras veces de análisis mutuo. Puedo hasta hacerme el muerto llegado el momento, y ver cual es el monólogo, la improvisación que surge .
Volvamos, yo busco una intervención en mis relatos, un  lector que me de órdenes, que me mande a trabajar, y que explotándome, me haga reventar. No eso es demasiado. La clínica, el cuidado, el manejo de las intensidades, ya nos lo enseño Spinoza vía Deleuze, es una cuestión de dosis .
Al final no es esto el esquizoanálisis cuando llama a raspar el inconsciente, a mantener solo la placenta, ese caos inicial, el tiempo suficiente para que ello pueda asomarse.
Recordamos la primera máxima freudiana: “que ello advenga allí donde yo está”.  En pintura no se trata de saturar más o menos, se trata que las dosis sean potentes, que nos fabriquen diversos funcionamientos en el cuerpo sin órganos, que por fin y por un momento habitemos el desierto, la llanura, la pampa.

Pongamos un poco de orden. Llega, se sienta lo escucho, comienza la interlocución, una hora casi de dos personas conversando sobre una de ellas. Trescientos pesos. Ordene entonces, dígame qué hago, algunas indicaciones, para empezar, para salir de la inercia, que me permitan poder hablar, empezar un recorrido. A medida que vaya adquiriendo consistencia entonces sí, podré empezar a desordenar, a flexibilizar .

 “De cada escritor es preciso decir: es un vidente, un oyente, mal visto, mal dicho, es un colorista, un músico.” Gilles Deleuze.
Si ya sé que Picasso dibujaba  tan bien como un pintor renacentista cuando era un pibe, y por eso pudo inventar la cuarta dimensión, el cubismo, la serie rosa, etc., pero yo no tengo talento, ni tiempo de aprender a dibujar como él y quiero pintar, quiero ejercitarme y afectarme con ese modo del pensamiento. Para eso vengo para insistir en las formas, en los colores, en las ideas que me convocan pero de otro modo. Pensar de otro modo como decía Foucault de Deleuze.

No, en realidad no quiero escribir un poema ni buscar donde los tengo. Sólo recuerdo un verso de uno que escribí, después de hacer el amor  con la  viuda de un compañero militante, decía : “Hoy conocí la tristeza”. Creo que lo guardé, tal vez en una memoria deshilachada.

Entonces resumamos, literatura, pintura, matemáticas en la tercera hora. Psicología en la última. No me jodas, eso qué tiene que ver, es Radiolandia. Aquí me encuentro al final decenas de años ejerciendo. En realidad lo único que no se puede hacer sin estudiar y mucho es música. Pintar, inventar , escribir, analizar, filosofar, correr y hasta jugar al tenis es solo una cuestión de insistencia. Música no, hay que estudiar.
Qué sería de nosotros si el siglo veintiuno no fuera deleuziano.  Pero por suerte esta vez como en casi todas las demás Foucault la acertó. Entonces eso es indeterminación, inacabamiento en la presentación de un siglo sin predicciones, que deberá inventar su relato .

El imperio se funda en los micropoderes que produce y controla y el único modo de contrarrestar sus efectos es ….- no sé –. Pero intentarlo es lo que nos ofrece un paradigma estético, un gesto hacia la singularidad,
Una hora todas las semanas, venite y convocamos a Deleuze y sus máquinas deseantes en principio así simplemente conversando. Es la primera orden.

Qué viene pasando con nuestra práctica psicoterapéutica.
Cuál es estadio del arte en este momento. ¿Cual es el devenir que nos arrastra y cómo podemos en ese recorrido sortear las compulsiones y las representaciones? ¿Qué hacemos con las drogas y las abstenciones?
El amor fatuo y el trabajo precarios son una posibilidad para el análisis o una imposibilidad definitiva. Que quiere decir: asignificante, devenir, esquizoanálisis, nomadismo, molecular, transversalidad, multiplicidad, cuerpo sin órganos, línea de fuga en el interior de un dialogo terapéutico.
¿Como hablar de la envidia, de la gratitud del reconocimiento, de la atracción de la sensualidad, de la voluntad, de la tristeza, de la apatía, del cansancio, del aburrimiento en este otro lenguaje?.
¿Quién puede entendernos a no ser los propios iniciados?
¿Cómo dedicarnos a la clínica, a aplicar psicoterapia y psicoanálisis individual y de grupo, sin usar las categorías del psicoanálisis y la psicopatología? En todo caso poder hacerlo pero al mismo tiempo dejar que un pensamiento del devenir suceda. Un aire fresco, una brisa spinocista pase por la sesión, un relato sobre el relato del paciente que se vuelva, más que comprensible, interesante. Cómo conversar entre dos integrando estos amigos comunes, este extraño tipo de amistad que potencian las raras alianzas Deleuze-Guattari, Ulpiano -Espinosa, Beckett-Artaud. Todas alianzas que no estaban preparadas, encuentros de destiempos entre filosofía, biología, arquitectura e inconsciente.

Somos tantos grupúsculos como procesos maquínicos que ponemos en marcha ante cada demanda de terapia, de escritura, de vinculaciones. Cómo hacemos para que comiencen a maquinar, cómo nos dejamos acontecer en cada encuentro que la máquina comienza a generar.

Dos eventos  comenzaron a maquinar. Retomé la lectura de un libro de Arturo Carrera: Ensayos murmurados, y los amigos italianos empezaron a mandar mails advirtiendo que por fin en Europa algo estaba pasando de las manos de un cómico que pedía allí que se vayan todos. Una lectura estimulante, un acontecimiento molecular atravesando la molaridad europea, todo en línea para retomar a Deleuze. Un estilo, un tipo de comicidad  parece ser lo que en su simpleza y contundencia arrastra a millares de nuevos jóvenes citadini italianos a salir a empoderarse después de esa gran siesta del pensamiento político que fomentó el neoliberalismo. Así aparece este cómico  que experimentando nuevos sentidos para la participación, se nutre del teatro, de la literatura y viene con extraños  modos a iluminar la acción política; siempre que se  insista en el fulgor del acontecimiento en lugar de la reiteración de la representación. Los Ensayos  murmurados son los relatos con los que Carrera me impulsa para hacer algo diferente con Deleuze, otra estrategia: en lugar de explicarlo, ponerlo a funcionar en la búsqueda de un estilo.

La siguiente cita de Deleuze - nos dice Carrera - es lo que tal vez hubiera querido para él. ¿Para quien? Para Deleuze, para Carrera, para el circunstancial lector:  “Cuando escribo sobre un autor, mi ideal sería no escribir nada que pueda entristecerlo en caso de que haya muerto, nada que pueda hacerlo llorar en su tumba: pensar en el autor sobre el que se escribe. Pensar en él con tanta fuerza que ya no pueda ser un objeto, y que uno ya no pueda identificarse con él. Evitar entonces la doble ignominia del erudito y del familiar. Devolver al autor un poco de la alegría, de la fuerza, de la vida amorosa y política que él ha sabido dar, inventar”.

Pensar entonces no se da a partir de  una relación de objeto, tampoco a través de  un proceso de identificación, es algo más, es otra cosa también.
Edipo ordena con claridad amar a Mamá como objeto, identificarse con Papá o uno u otro. Te identificarás por un lado y amarás por otro es la ley que estructura la sexualidad,
Y si no fuera axial. Si la psicosis y la neurosis no fueran estructuras absolutamente diferenciadas. Si un mismo impulso vital las recorre .
Hay otro modo de vincularse, acompañando, deviniendo, experimentando, inventando .
Axial parece habernos señalado Guattari en la clínica de la psicosis, en el atendimiento al proceso primario, en el inacabamiento kafkiano, en la crueldad de Artaud. En Crítica y Clínica, Deleuze nos conduce por maravillosas páginas donde literatura y clínica inventan diversas mezclas, raras continuidades.
De la neurosis inglesa al delirio americano, como el Baterbly de Melville. De la neurosis hamletiana al delirio becketiano. De Hamlet a Godot, de Dora al Hombre de las ratas. De Lacan y sus amoríos de salón a la delirante sexualidad de Foucault .

Llega Pablo, no lo conozco, bajo a abrirle. Lo veo desaliñado, un poco gordo. Transpirando me dice ya en el ascensor que un chabón lo miraba en el colectivo sin cesar. Debe ser un pedófilo, me dice con su primera sonrisa, respondo  que el parece tener ya bien más de 20 años, pero bueno – pienso -, el Vaticano en estos días entra por todas partes. Sí los esquizos  deliran, pero deliran con la historia .
Por qué querés entrar a un grupo, le pregunto mientras pienso lo difícil que va a ser  incorporarlo a un grupo de neuróticos. Soy muy tímido con las chicas, nunca estuve con ninguna. Atrevete, dudo.
El tímido soy yo con esto de cuidar al grupo en su refugio neurótico, en ese teatrito de las representaciones. La cita otra vez: “Evitar la doble ignominia del erudito y del familiar”.
Al final termino sosteniendo a un grupo que sea: como uno, familiar, inteligente, churro, donde nos mostramos y nos pavoneamos con nuestros respectivos saberes y así transitamos un análisis sin riesgo. Bueno, me mando. Llamame la semana próxima que hablo con el grupo.

Abrir, intensificar, arriesgar sin fragilizarse tanto, el arte y la política para evitar  al derrumbe. Esas parecen ser las enseñanzas que el contagio del pensamiento de Deleuze va imprimiendo en los clínicos que nos asomamos a su lectura y a las derivas que nos propone.

 
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Textos citados

 
Carrera, Arturo. Ensayos murmurados, Ed. Mansalva,  Buenos Aires, 2009.
Polack J.,  Sivadon, D . A intima Uttopia, en proceso de edición.
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