Presentación
Por Cristina Madero
Estas obras de Mario Buchbinder, exploran situaciones particulares, ocurridas en medio de circunstancias histórico-políticas que acarrean cambios fundamentales en las conductas de uno y otros. En las dos primeras, uno de los personajes trata de arreglar sus cuentas con un progenitor ausente, a través de diálogos y juegos escénicos con muñecas, o a través de un mediador, como es la abuela de Siempre te esperaré. La tercera de las obras, Amor clandestino, se plantea, más allá de la anécdota, como una reflexión sobre un tipo de amor, que suple y prolonga el estado de exaltación de lo socio-histórico, al conferir a la vida una dimensión fuera de lo ordinario. En las tres hay un trabajo sobre el tiempo, un volver al pasado para revisitarlo y encarar el porvenir con sabia esperanza. El conjunto está impregnado de penetrante poesía.
“El patio” remite a un espacio familiar en el que Ismael mantiene diálogos imaginarios con su padre y otros personajes. Salen a la luz los conflictos que los han unido y distanciado a lo largo de sus vidas y se percibe cierta correspondencia entre la situación de ese padre inmigrante, encerrado metafóricamente en su propio pasado de guerras europeas, y el hijo, imbuido en los avatares de la vida en años recientes y en el Nuevo Mundo. Las escenas trágicas alternan con cuadros de muñecas, música, danza y cuentos en los que no falta el humor. El padre, fabricante de muñecas, mantiene diálogos silenciosos con las mismas y las hace vivir y dramatizar situaciones de amor y odio. Paralelamente, el hijo también se halla involucrado en escenas con muñecas-mujeres-símbolos y es significativo que al final, cuando el mundo de la infancia se desvanece, sólo quede una muñeca que lo acompaña como consuelo.
La temática de “Siempre te esperaré” es resueltamente política y está referida a los sucesos acaecidos en la Argentina durante la última dictadura. Se construye en base al diálogo entre una abuela, madre de una desaparecida, y su nieta. La joven Laura experimenta un sentimiento de orfandad, y a partir de él interroga el compromiso político de sus padres, que resignaron, en parte, su responsabilidad familiar. Se cuestiona la lucha de la abuela por la Memoria, y se mantiene en la negación de la muerte y en un actitud casi rebelde de espera indefinida. El autor analiza finalmente los sentimientos de pérdida y abandono que sufre Laura, y la responsabilidad que incumbe a unos y a otros.
Amor clandestino nos sitúa en un plano más íntimo, en el que se juegan las relaciones amorosas entre un hombre y una mujer. Las despedidas y sucesivos reencuentros de la pareja dan lugar a finos análisis de emociones y posturas de uno y otro amante. El amor clandestino aparece como una forma de amor, a salvo de la cotidianeidad, no exenta de sufrimiento, de malentendidos, frustración y de una intensa ternura. Es el espacio de los fantaseos, especulaciones y juegos compartidos que hacen a ese sentimiento inasible, que no se deja encerrar en definiciones. Salir de la clandestinidad, permanecer indefinidamente en ella, tal es el dilema de esta pareja que permanece fiel a cierta idea del amor y no querer perderlo. Se hace presente la legalidad de los distintos modos de las relaciones entre los seres humanos.
Prólogo
¿Cuándo comenzó la escena?
Por Elina Matoso
Quién sos, que no puedo salvarme
Muñeca maldita, castigo de Dios…
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E. S. Discépolo |
La intensidad de estas tres piezas teatrales pude ser vislumbrada desde diferentes enfoques. Uno de ellos, el estilo del autor, otro la imperiosa necesidad con que se hacen presentes diálogos fluidos, que como en toda escritura ficcional y especialmente en estas páginas, al desafiar los bordes, potencia en profundidad un sobrevuelo.
Las obras se recuestan en el ir y venir del tiempo, como si un vaivén de interrogantes, generaciones, dudas, verdades y misterios, se anclaran o desvanecieran según el instantes en que se hacen presentes en los textos. La temporalidad se detiene justamente en la profundidad del instante.
Temas como el amor, la muerte, el exilio, hacen del odio, la vida y las raíces una trama efímera, mutante y esa mutabilidad atrapa, desconcierta e ilumina la vida de esos personajes. Como si el tiempo se hiciera perentorio ara desentrañar diálogos que no dejan de interrogar huesos, piel y carne rumiante.
Una de las mayores oscuridades luminosas de las piezas teatrales es el juego de enmascarar y desenmascarar el secreto, la intensidad de lo cotidiano, de lo clandestino, de la impermeabilidad de las muñecas, de otro lenguaje. Lo que se oculta, se ve o se deja ver tintineante, es el motor que mueve al autor a sumergirse en historias que parecieran tener un eterno retorno y que nunca dejan de golpetear en palabras vendadas, ya que correr aquello que las vela es matarlas. La pasión en el texto ilumina vida.
Por clandestinidades cómplices
Elina Matoso
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