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Título: Sin título, Tetsuya Ishida, 1998.
Título: Sin título, Tetsuya Ishida, 1998. Imagen obtenida de: http://aktuel.mynet.com/galeri/yasam/modern-dunyanin-karanlik-yuzu-tetsuya-Ishidanin-tablolari/13144/2226198/
Luces y sombras de lo fraterno
Por Leonel Sicardi
leonelsicardi@elpsicoanalitico.com.ar
 
Introducción

Dice Alberto Eiguer [1], que el vínculo entre hermanos, como un pariente pobre del psicoanálisis, no mereció un lugar de importancia como el otorgado al vínculo filial, presentado como vital en el funcionamiento psíquico y familiar, siendo relevante en el origen del ser.

Considero importante interrogarnos sobre el vínculo fraterno, vínculo de proximidad y oposición, de disimetría (Eiguer 2001), de compartir y competir, dinámica presente en todas las configuraciones familiares y sociales y, a menudo, no tan revisado y estudiado.

La primera situación que podemos ver es que en el inicio de dicho vínculo, está la pareja de progenitores que tiene-adopta-cría, dos o más hijos, dando origen al vínculo entre hermanos, lo que no garantiza nada acerca de cómo se va a construir dicha relación.
Podemos decir, como dice Susana Matus [2], que la relación-paterno filial, medie o no la biología, produce filiación y el vínculo construido por los mismos hermanos, con sus similitudes y diferencias, produce lo que la autora llama afiliación.

Dice también Eiguer que el psicoanálisis subrayó la rivalidad y los celos despertados por un nuevo nacimiento, los cuales derivarían de los celos del niño hacia el padre y la madre, que quedan reprimidos.

Ya en la Biblia aparecen los representantes de la fraternidad en la figura de Caín y Abel. Caín se dedicaba a trabajar la tierra y Abel a la cría de ovejas. Siguiendo el relato bíblico, cuando ambos llevan al Señor como ofrenda el producto de su trabajo, el Señor miró con agrado a Abel y a su ofrenda,  pero no miró así a Caín ni a su ofrenda, quedando Caín muy enojado por no ser aprobada-preferida su ofrenda ante la mirada del padre, quedando Abel en el lugar de lo bueno a los ojos del padre.

Luego, Caín invita a pasear a Abel y lo mata por celos, y cuando Dios le pregunta por él, dice: ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?

El compartir y competir que se da en el caso del vínculo fraterno, de pelear por el propio espacio, puede dar lugar al deseo de aniquilar al otro, en un extremo, o a poder dar y tomar aspectos del otro como una posibilidad de compartir, partir con el otro lo que hay, generando una posibilidad de vínculo.

Podemos interrogarnos acerca de cómo inciden la ley y la culpa en esta pendulación del sujeto entre el deseo de matar a ese otro que nos impide sentirnos únicos y con todo el espacio nutricio para nosotros, y la posibilidad de aceptar la castración, el no-todo, lo incompleto, y partir con un otro diferente los aspectos nutricios y afectivos de una madre, de una familia, de un grupo, de un país.

Podemos pensar que en la incorporación de la ley del padre, que es parte constitutiva del Super yo, está la represión de este aspecto asesino de un otro diferente, que podría ejemplificarse como supresión de impulsos agresivos, en miras a que haya predominio de energía libidinal.  Dado que la relación entre psique y sociedad es indisoluble [3], este movimiento interno del aparato psíquico da origen a la cultura.

Desde otra perspectiva, trasladado esto a la clínica, este dilema se da en los grupos terapéuticos, donde hay una renuncia de ciertos aspectos individuales, de centramiento narcisista a fin de poder armar grupo, ser parte y enriquecerse con lo que los otros, y el grupo aportan.

Si el compartir un mismo espacio catectizado como valioso, lleva necesariamente al deseo inconsciente de eliminar al otro-rival, podemos convenir que esta fantasía está presente en la base de los grupos terapéuticos, donde los compañeros de grupo, como si fueran hermanos, rivalizan por el espacio nutricio y el afecto de los coordinadores. 

Asimismo cada grupo tramita esta fantasía de forma diferente porque estos afectos conviven y colisionan con otros de diferentes calidades, como ser la posibilidad de compartir además de competir, poder tomar de los otros pares y dar espacio a la alianza, asumiendo la renuncia a ser único que la misma requiere.


Algunos ejemplos clínicos

En un grupo terapéutico que funciona hace aproximadamente dos años [4], una integrante, cuya participación en el grupo es muy activa, dice que deja el grupo, manifestando que siente que ya cumplió un ciclo, habiendo mejorado en los aspectos que la trajeron a consulta. Los cuatro compañeros restantes se muestran impactados, afectados y un integrante dice: “si se va Marta, (que así la llamaremos), el grupo no va a funcionar, los demás tenemos un estilo más pasivo, menos participativo, no vamos a lograr movilizar, dinamizar el espacio grupal”.

Este momento clínico puede tener diferentes lecturas, desde diversos ángulos, pero este comentario, que insistió bastante en las sesiones siguientes, asociado con comentarios respecto de otros que se habían ido anteriormente, nos permiten interrogarnos acerca de la presencia de la fantasía de haber matado - destruido a los que se fueron del grupo y a causa de la culpa no poder disfrutar del espacio nutricio que queda, con más tiempo y espacio para los que están.

Cabe aclarar que estas sesiones grupales estuvieron pobladas de asociaciones referidas a los sentimientos de celos y rivalidad hacia los hermanos: un integrante comenta que siente mucha rabia hacia su hermano porque no colabora en el cuidado de sus padres, ya mayores, pero sí recibe muchos beneficios, ya que comparte el consultorio médico del padre. Al preguntarle sus compañeros de grupo, si había hablado algo de esto con su hermano, dice que no, que la relación está bien así, porque no quiere que haya discusiones familiares.

Otro momento clínico:

Pablo de 25 años, es el mayor de cinco hermanos, dos varones además de él y dos mujeres, relata en sesión un sueño recurrente que tiene hace tiempo, que más que un sueño es una pesadilla:

Un montón de globos se le vienen encima, a carradas, es un alud, una avalancha de globos y el sin poder reaccionar..., repitiéndose este sueño muchas noches y despertándose Pablo con una sensación angustiosa.

Demás está decir que a partir de la asociación con los embarazos de su madre, todos muy seguidos, además, logró aliviar parte de su angustia y pudo reconocer sus sentimientos ambivalentes hacia sus hermanos.

Un tercer ejemplo clínico:

Lucio, de 30 años relata un ritual que tenía de chico y adolescente todas las noches: se despertaba a la madrugada y tenía la necesidad de controlar si sus dos hermanos menores que él, respiraban mientras dormían, no podía dominar el impulso de acercar una mano a la nariz de sus hermanos y constatar si el aire salía - pasaba normalmente.

La herida narcisista de no ser únicos, de que no es todo para mí, está presente en lo fraterno, desde su origen, y haciendo una traspolación a otros vínculos de paridad, podemos pensar que en los mismos, según como esto sea tramitado, se podrá convivir o no, en una relación, aceptando las diferencias y la castración, pudiendo tener el aporte del otro como algo enriquecedor.


De lo fraterno a lo social

Dice Yago Franco [5] citando a Castoriadis: “En la fase monádica, la psique se autorrepresenta, es el mundo, al cual desconoce, pero de cuyos efectos - que vendrán desde su ser biológico y desde el otro- no conseguirá escapar. Estas presiones producirán su ruptura y la emergencia de un afuera –donde lo malo quedará alojado -y un adentro”. 

Si entendemos que la ruptura de mónada psíquica es un primer corte que es el origen del rechazo a lo externo y raíz psíquica del odio. Esto que sucede a nivel intrapsíquico, traspolado a lo social, está en la base del odio a lo diferente y puede promover confrontaciones y guerras.

Un ejemplo de esto es la conmovedora y devastadora película Antes de la lluvia de Milcho Manchevski, en la que tres historias se suceden con el trasfondo de la guerra:

“Un monje macedonio decide ayudar a una joven musulmana de origen albanés para protegerla de la persecución por parte de los cristianos. La gerente de una agencia de viajes se embarca en una complicada relación con un fotógrafo de Macedonia que está a punto de volver a su país. Y este fotógrafo vivirá en primera persona el horror de la contienda, donde coincidirá con la joven a la que el religioso ha dado cobijo. La guerra acaba con muchas cosas, pero el amor y el desamor no se detienen ante ella” [6].

Esta guerra entre hermanos, vecinos, amigos, el conflicto de Macedonia de 2001, fue descrita en esta película con toda la dimensión de su horror y su costado absurdo como toda guerra tiene.


Comentarios finales

Si Eros implica poder generar lazo con un otro, hecho indispensable para la vida psíquica, Tánatos es la destrucción de dicho lazo.
El aspecto tanático, donde predomina el aspecto de destrucción del lazo, puede generar la destrucción física o arrasamiento subjetivo del otro, y el aspecto en el que predomina Eros, en el otro extremo, implica la aceptación del otro, el poder enriquecerse con el lazo, partiendo con y aceptando las diferencias.

Considero que estos aspectos, presentes en todo sujeto, pueden ser representados como el Caín y el Abel que todos llevamos dentro, que permitirán que predomine la imposibilidad o destrucción del lazo o que haya posibilidad de construir un lazo con los otros, pudiendo llegar a tener lo enriquecedor de formar parte de una red vincular.

Como corolario, podemos convocar a la poesía y a los poetas que pueden dar luz sobre estos aspectos tan básicos e inherentes a la condición humana. La poeta Silvia Beigbeder [7], en su poema Los Caínes, con lacerante ironía no exenta de ternura, dice:


"Los Caínes"
Dedicado a los Abeles

Nosotros,
los Caínes,
seres sin remitente, sin postdata,
seres en cuatro patas,
hermanos de los zócalos
y de las cucarachas...
Nosotros,
los Caínes,
los borrachos,
los locos,
los maricas,
reunidos en el sótano del llanto
les pedimos perdón
por parecernos tanto
a ustedes, los Abeles,
a ustedes, los humanos...


 
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Notas
 
[1] Eiguer, Alberto. Y si Narciso tuviera una hermana?. Revista de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo. Hermanos. Buenos Aires, Abril 2001.
[2] Matus, Susana. ¿Los hermanos sean unidos? Como pensamos hoy la transmisión entre generaciones.
[3] Franco Yago. Magma, Cornelius Castoriadis: psicoanálisis, filosofía, política. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003. 
[4] Grupo terapéutico, con abordaje psicodramático, en co-coordinación con la Lic. Rosa Gremes.
[5] Franco Yago. Magma, Cornelius Castoriadis: psicoanálisis, filosofía, política. Editorial Biblos, Buenos Aires, 2003
[6] Página web Estamos rodando.
http://cine.estamosrodando.com/filmoteca/antes-de-la-lluvia/
[7] Beigbeder, Silvia, Buenos Aires 1976.
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