La guerra y lo que anida en cada hombre: el mal. El autor toca estos temas con la delicadeza de quien entona una tenue melodía, sin por ello ahorrarnos el contacto con una crueldad inimaginable, desprovista de disfraces, ya que sus metáforas embellecen el texto pero no disimulan ni lo amargo ni lo terrible.
Un pueblito deposita sus terrores, sus peores historias, en alguien que -no en vano- apodan el Otro. Su destino será inevitable, no hay modo luego, para ellos, de convivir con esa amenaza incierta aunque contundente. Brodeck será el cronista, recogerá indicios y -en ese camino- recordará otros infiernos. Llegará al Otro en él mismo, a lo intolerable.
Este libro es un viaje tortuoso y -a la vez- imposible de interrumpir. La prosa poética de su autor -como ya lo hemos señalado en el número 26 de la Revista al comentar su novela Almas grises-, el análisis profundo de los personajes, la desesperanza frente al horror de que es capaz el hombre, el canto a las cosas más valiosas que también le pertenecen, todo nos conmueve íntimamente. Recomendamos calurosamente su lectura.
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