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La fiesta de la insignificancia
De Milan Kundera
Tusquets, 2014, 144 p.
Por Yago Franco
yagofranco@elpsicoanalitico.com.ar

 

Este es un libro sobre Europa: sobre la experiencia soviética y el efecto de su desintegración y fracaso. Los personajes de La fiesta de la insignificancia son sobrevivientes, sobrevivientes de la caída de una ilusión, que son arrastrados por la insignificancia -entendida como pérdida de sentido- o que hacen de ella una estrategia... destinada a fallar.


La insignificancia: ¿qué quiere decir Kundera con esta palabra, de resonancias castoridianas? Muchas cosas: la insignificancia del narcisismo, una insignificancia dañina; el Poder totalitario mostrado como insignificante, gracias a la insignificancia de sus seguidores ávidos de participar del mismo y dispuestos a reverenciar cualquier estupidez. Es Stalin -inesperado personaje central de la trama- quien le toma el pelo a sus seguidores, tomando decisiones absurdas, quien les hace saber -en un giro a la schopenhawer- que todo ha sido pura representación, tanto como lo es el mundo, impuesta y sostenida por su voluntad... que esta representación se ha agotado junto con la voluntad del líder, y entonces: "¡Eso se llama el fin de una ensoñación! Todas las ensoñaciones acaban un día. Es tan inesperado como inevitable. ¿Acaso no lo sabéis, ignorantes?". Así, el núcleo del libro es Stalin y la absolutamente improbable historia de las 24 perdices, mentira sostenida por sus seguidores tanto por temor, por idealización, como por afán de ser ungidos por él para sucederlo.


Pero también la insignificancia, para Kundera, aparece como un modo de vivir ante lo imposible de cambiar el mundo, restándole sentido, para vivir livianamente: "Comprendimos desde hace mucho que ya no era posible subvertir el mundo, ni remodelarlo, ni detener su pobre huida hacia adelante. Solo había una resistencia posible: no tomarlo en serio"


Pero insignificancia es también la de un mundo insignificante en el cual se ha perdido el humor abriéndose la "era de la posbroma". "Hegel dice que el verdadero humor es impensable sin el infinito buen humor... no la burla, no la sátira, no el sarcasmo. Solo desde lo alto del infinito buen humor puedes observar debajo de ti la eterna estupidez de los hombres y reírte de ella".


Se pregunta uno de los personajes de Kundera ante la caída de la URSS: "¿qué indica esta caída? ¿Una utopía asesinada tras la cual ya no habrá otras? ¿Una época de la cual ya no quedará huella? ¿Libros y cuadros arrojados al vacío? ¿Una Europa que ya no será Europa? ¿Bromas de las que ya nadie reirá?"


Lo maravilloso es que es esto último lo que es crucial para lo que Kundera quiere transmitir y que es retomado en la contratapa en la cual se dice "Menuda risa inspirada en nuestra época, que es cómica porque ha perdido todo su sentido del humor". De ahí que pienso que el phatos de este libro es el de un humor trágico. Como estrategia, o como efecto invisible: reírse de lo que no tiene gracia sin saber por qué se ríe, como un reflejo.

"Es la esencia de la existencia... hay que amar la insignificancia, hay que aprender a amarla. Es la clave de la sabiduría, es la clave del buen humor" Pero siempre con el trasfondo de una época insignificante tal como Kundera la describe, con sujetos entregados a un conformismo generalizado (Castoriadis). Los personajes de la novela están entregados a la decepción, el escepticismo, el conformismo generalizado como respuestas a lo que entienden como la derrota de un proyecto, al mismo tiempo que la desilusión, y el haber sido objetos de un engaño.


Insisto: este libro está dedicado a Europa, aunque ciertamente algunos de estas escenas bien podrían tener lugar en nuestras tierras. Se trata del desencanto de una utopía (pero, ¿qué otro destino puede tener una utopía?) desembocando en la pérdida de sentido.


Finalmente, esta época de la posbroma, es también la época del ombligo: algo que evita toda diferencia, algo que nos masifica, que indica la presencia del narcisismo, de la incomunicación. La era de la insignificancia, de la pérdida del humor y del ombligo. Decía previamente que el pathos del libro es el del humor trágico: tal como el que expresa -en el inicio de El humor, de Freud- ese condenado a muerte la mañana de la consumación de su condena: "mala manera de comenzar la semana".



 
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