Datos Biográficos
Ilustrador y dibujante nacido en Buenos Aires en 1978. Estudió en la Escuela
Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón” / IUNA y continuó su formación
de manera autodidacta.
Publicó los libros Artistas irrelevantes (2008), Vicios y virtudes del Carnicero
(2010), El Supervisor (2012), Fuera de Serie (2013), Bagatelas. Dibujos de
Buenos Aires (2016) y Semana Trágica (2018).
Colaboró con diarios y revistas como Clarín, La Nación, Caras y Caretas, Orsai,
Cítrica, Anfibia, Brando, First, Cinemanía y Mavirock Revista.
Ilustró libros de diversas editoriales como Capital Intelectual, Colihue,
Continente, Mandioca, Eudeba, Edelvives y Planeta.
Incursionó en la ilustración de discos y otros proyectos musicales de artistas
como Pappo (Buscando un amor, 2003) y Mavirock (Transmutaciones, 2016),
entre otros.
También se desempeña en el medio audiovisual, realizando ilustraciones,
bocetos y storyboards para diferentes agencias y productoras de TV, cine y
publicidad; entre ellas: Young & Rubicam, J. Walter Thompson, La Comunidad,
FCB, INCAA y Canal Encuentro.
Dictó cursos y talleres de dibujo, ilustración y bocetos urbanos.
Su trabajo ha sido distinguido por la Legislatura Porteña (2° Premio de
Ilustración. Concurso Anual de Arte 2015) y por el Museo de la Caricatura
“Severo Vaccaro” (Premio Valor Destacado 2009).
Últimas exposiciones: Centro Cultural Roberto Fontanarrosa, Rosario (2017),
Galería Bustillo del Banco Nación, Bs.As. (2018), Espacio Pájaros, Bs.As.
(2018).
Sitio Web: www.rodolfofucile.com.ar
- Nos interesa mucho tu producción y nos gustaría saber cómo surge y tu
relación con los temas que aborda.
Tengo básicamente tres líneas de trabajo. La primera es la más ligada a mi oficio
de ilustrador editorial, donde ilustro a partir de un cuento, nota o tema sugeridos
por un editor. No obstante hay proyectos personales (como el de la Semana
Trágica) que se adecuan a ese procedimiento, digamos más convencional,
donde uno intenta representar visualmente una escena o comunicar un mensaje
concreto.
Después hay otro tipo de dibujo que practico, digamos más surrealista, que en
algún momento fue para mí una vía de escape al procedimiento tradicional más
racional. En estos casos empiezo a dibujar sin una idea previa; voy
encadenando líneas, manchas abstractas, hasta que aparece algún símbolo,
algún objeto reconocible. Ahí se empieza a formar un relato, que se construye
sobre la marcha. Por eso esos dibujos tienen temáticas más "oníricas", pueden
ser imágenes absurdas o tener una línea más errática que es producto de la
improvisación.
Finalmente están los croquis y dibujos "urbanos", como los de mi libro
Bagatelas, que nacen de la observación. Los hago en la calle, en los bares, en
las plazas. Me gusta acercarme a la vida de gente común, escucharlos hablar,
imaginarme qué piensan. Yo voy con un cuaderno a todos lados, así que
cualquier lugar puede ser propicio para capturar alguna imagen. Son
anotaciones visuales que sirven para futuros proyectos, pero también tienen un
valor propio, ya que al dibujar rápido y con los condicionamientos del espacio
urbano sale una línea fluida, muy espontánea, libre de especulaciones.
-La represión, las matanzas y genocidios cometidos por gobiernos así
llamados progresistas, son un tema en tu obra. Así, vimos una serie de la
Semana Trágica en relación con la responsabilidad del presidente Hipólito
Yrigoyen; tu interés por la Masacre de los Pilagá en el gobierno del Gral.
Perón; obras que tocan el tema de la represión en el gobierno kirchnerista.
¿Cómo ves ese cruce entre progresismo y represión?
Bueno, la represión es una constante durante todos los gobiernos y regímenes.
No importa si el gobierno se autoproclama progresista, neoliberal, nacional-
popular, social-demócrata... Tampoco si se trata de dictadura o democracia. En
todo caso varían la intensidad y los mecanismos, pero la represión es uno de los
recursos usados por el Estado (que no deja de ser el garante de los negocios de
la clase dominante) para disciplinar a los explotados y oprimidos. El problema es
que las corrientes autodenominadas progresistas (como una rama del
kirchnerismo) nos quiso convencer de que ellos no reprimían y que estaban
democratizado las FFAA. Entonces, se empeñaron en asociar la represión con
“la derecha”, con el “neoliberalismo”, etc. Pero eso es una fantasía que no
resiste ningún análisis. Si un sector de la población la aceptó, fue gracias ciertos
intelectuales y periodistas cínicos que se ocuparon de embellecer a esos
gobiernos y ocultar el aumento de la represión, las miles de causas judiciales de
activistas, el espionaje de organizaciones sociales, el gatillo fácil, los asesinatos
en reclamos por tierra o trabajo. Hay informes de la CORREPI, de la Comisión
por la Memoria, incluso del CELS (que fue oficialista) que son contundentes. Sin
embargo hay un sector que sigue aferrado a una ilusión y repite que la represión
empezó con Macri.
Pero no es un problema exclusivo de la Argentina. Fijate que en Latinoamérica
pasa lo mismo. Lula y Dilma militarizaron las favelas. La represión de Dilma fue
brutal, además sancionó una ley antiterrorista (aunque algunos crean que todo
esto empezó con Temer y ahora se sorprendan con el ascenso de Bolsonaro).
En Venezuela, la policía bolivariana balea a manifestantes que tienen hambre,
pero dicen que son bandas organizadas por “la derecha”. En Nicaragua, Ortega
asesinó a más de cuatrocientas personas que protestaban contra las leyes de
ajuste. Evo Morales también salió a reprimir a comunidades indígenas que
defienden su tierra para favorecer negocios privados. Y así podemos seguir. En
definitiva, si en vez de comparar gobiernos progresistas con neoliberales, vemos
la historia como un proceso, nos encontramos con la continuidad de la represión,
que generalmente tiene picos en momento de crisis y conflictividad social. Sería
mejor dejar de guiarse por discursos y fijarse más en el ciclo económico.
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