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El símbolo, la creación simbólica y una articulación práctica desde la perspectiva energetista de C.G. Jung
Por Sofía Degaudencio
Lic. en Psicología por UNLP. Analista Junguiana en Formación de la IAAP – SUAPA (International Association for Analitical Psychology – Sociedad Uruguayo Argentina de Psicología Analítica).
sofiadegaudencio@hotmail.com

“Todo arte es, a la vez, superficie y símbolo.
Los que buscan bajo la superficie, lo hacen a su propio riesgo.
Los que intentan descifrar el símbolo, lo hacen también a su propio riesgo.
Es al espectador, y no a la vida, a quien refleja realmente el arte.”
                                                                                                   Oscar Wilde


Introducción

En este trabajo me propongo abordar de manera preliminar el concepto de símbolo de manera teórica y práctica, a través del análisis de textos de primera fuente. Para eso haré un recorrido por el modelo energetista que utiliza Jung al pensar la psique, y luego me centraré en los conceptos de símbolo, creación simbólica y función trascendente. Por último, intentaré hacer una articulación práctica de los conceptos a partir del análisis que hace Jung de la obra de Pablo Picasso.

El modelo energetista

Dentro de los modelos psicológicos-epistemológicos de su tiempo, Carl Jung distingue dos perspectivas, una mecanicista y otra energética, a la que adhiere. La primera es causal; las causas son concebidas “como un medio para lograr un fin” (1) y el acontecimiento como la consecuencia de una causa. Su base es el concepto de substancia. La segunda es finalista, a diferencia de la anterior, para comprender un acontecimiento, parte de la consecuencia y de allí se dirige a la causa, y se centra en el concepto de energía. Si tuviéramos que resumir en una pregunta guía cada modelo podríamos hacerlo con por qué para el modelo mecanicista y con para qué reaspecto del modelo energetista.

Jung sostiene que la psique tiene un sistema de valores psicológicos que permite estimar la cantidad de energía psíquica, es decir, la intensidad de los valores inconscientes de manera objetiva. Llega a esta afirmación a través del estudio de los complejos, que son definidos como contenidos sentimentalmente acentuados”(2). Los complejos, tienen un núcleo, y en torno a él, asociaciones secundarias. El núcleo del complejo, a su vez, tiene un elemento vivencial, experiencial, y un elemento individual, una disposición natural. Se caracterizan por la acentuación del afecto, el tono sentimental. Esto es lo que le permite a Jung pensar en cantidades y no solo en cualidades, y establecer un método objetivo. Así, puede explicar las asociaciones que se producen en torno al núcleo del complejo, a través del concepto de fuerza consteladora -lo que constela las asociaciones secundarias es la acentuación del afecto, la cantidad de energía-. Es importante aclarar que libido y energía psíquica son sinónimos (3), y que se refieren a la intensidad del proceso psíquico, su valor psicológico.

De la termodinámica Jung toma dos principios complementarios:equivalencia yentropía. Sin embargo, el psiquismo es un sistema relativamente cerrado, nunca se observa una entropía absoluta. Cuánto más cerrado es el sistema más se acerca a un fuerte aislamiento del entorno, que en un grado extremo se presenta como el síntoma de imbecilidad afectiva (4) en la esquizofrenia. ¿Por qué Jung se interesa en este aspecto a diferencia de otros autores que teorizan sobre la psicosis en esa época? Porque está poniendo el acento en la perspectiva energética, es decir en el valor medible y no en la cualidad del síntoma. En este síntoma, lo que se ha producido es que se han ido allanando las diferencias de intensidad al interior del sistema, del psiquismo y se ha alcanzado una temperatura homogénea, lo que hace que el afecto baje y se pierda interés en el mundo exterior.

Entonces, si el estado de aislamiento es patológico, el funcionamiento del psiquismo en condiciones saludables, debería implicar un dinamismo de la energía, es decir que haya un intercambio con el ambiente (6), pero también que la energía se mantenga en movimiento al interior del sistema. En relación a esto, dentro de lo que denomina la Teoría de la Libido, incluye dos conceptos fundamentales, progresión y regresión, que contribuyen no solo a hacernos comprender como piensa el funcionamiento de la libido, si no a diferenciarlo a la teoría freudiana.

La libido, para Jung va a ser un concepto más amplio que para Freud, quien antes de Introducción del Narcisismo (1914), asimilaba la energía psíquica, o libido a la energía sexual. A partir de este concepto, Freud distinguirá entre pulsiones sexuales y pulsiones de autoconservación, o yoicas. Las segundas son la expresión de la sublimación de una única energía, sexual, que cambia su meta, la obtención de placer, por una nueva: la conservación de la vida y el desarrollo del Yo. Así, puede explicar cómo el infans comienza a desarrollar partes diferenciadas en su psiquismo específicamente humano, pero siempre como un epifenómeno.

Para Jung, en cambio, la libido es una energía psíquica inespecífica, en la que se incluyen todas las dimensiones de lo humano, distinguiendo cinco grandes grupos de instintos: hambre, sexualidad, actividad, reflexión y el último, el impulso creativo -que si bien no es un instinto en términos estrictos-, tiene una naturaleza similar a ellos y es central para comprender al símbolo, como veremos más adelante.

La progresión es el movimiento de la libido desde el interior del psiquismo hacia el exterior, mientras que la regresión es el movimiento inverso. Cuando la progresión se vuelve imposible, no se logra la adaptación al ambiente y se produce el estancamiento de la libido -la desintegración de los pares de opuestos-. Cuando se inicia la lucha entre los opuestos desintegrados, el conflicto puede poner en marcha la represión mutua de los opuestos, dando lugar a la disociación (6). O se puede poner en marcha el proceso de la regresión, proceso que se detallará más adelante. Tanto la progresión como la regresión son procesos dinámicos. Ambas son definidas en relación a la adaptación, la primera en relación a las condiciones del entorno; la segunda al mundo psíquico interior, “a la necesidad vital de satisfacer las exigencias de individuación”. (7)

Finalmente, dentro de esta teoría incluye el concepto de desplazamiento de la libido, como “la transformación o conversión energética”(8). Lo que se desplaza es el valor psíquico entre los distintos contenidos (substancia); se transfiere a un analogon del objeto del instinto. En este punto es en donde aparece el símbolo definido como “la máquina psicológica que transforma la energía”. (9)

El símbolo y la creación simbólica

Jung distingue el símbolo del signo. La significación semiótica se refiere a la “analogía o designación abreviada”; la significación simbólica se refiere a que“la expresión elegida es la mejor designación o la mejor fórmula posible para un estado de cosas relativamente desconocido, pero reconocido como existente o reclamado como tal” (10). Mientras es la mejor expresión de “algo” el símbolo se mantiene vivo, cargado de significación. En cuanto se encuentra el sentido, el símbolo muere y se transforma en signo. Los fenómenos psicológicos pueden ser entendidos como símbolos cuando significan más o menos algo que desconocemos hasta el momento. Los símbolos pueden ser sociales o individuales. Son complejos, porque conjugan elementos de todas las funciones psíquicas, conscientes e inconscientes.

La función de la creación simbólica es la transformación de la energía. Solo es posible esta cuando hay un exceso de libido, es decir que hay un quantum que sobrepasa ese curso natural, y que es desviado por el psiquismo a la creación de símbolos, dando lugar a actividades culturales. Existen símbolos de representación -las ideas religiosas- y símbolos de acción -las ceremonias y los ritos-.

Los símbolos son intentos del psiquismo para unir los opuestos que han entrado en contradicción. En los pueblos originarios que no han sucumbido a esta diferenciación entre razón y cuerpo, Jung observa que no hay problemas para integrar los conceptos instintivos en un esquema psíquico coherente. Para el hombre moderno, todo lo que no pueda ser explicado en términos racionales es despreciado, desechado. La energía psíquica correspondiente a estos contenidos, es derivada al inconsciente, cargándolo; se produce una disociación de la psique colectiva e individual. Durante los siglos XIX, XX y XXI, con la primacía del pensamiento científico positivista, el mundo ha  perdido su tradición espiritual (11) hasta un grado peligroso. El hombre ha perdido el contacto con la naturaleza, y la fuerza emotiva que le proporcionaban esas relaciones simbólicas.

La creación simbólica le permite a Jung profundizar su idea de energía psíquica inespecífica; la sexualidad también es una fuerza creadora, es el portavoz de los instintos. También lo espiritual es un instinto que impulsa la creación simbólica; la creación simbólica puede partir de ambos instintos. En este caso, a diferencia de Freud, el progreso cultural no será por la sublimación de la pulsión sexual, si no que partirá de la individuación; un individuo, se hará consciente de su diferencia, ampliará de esta manera su conciencia, y provocará la tensión entre los opuestos con el resto del colectivo. Esta tensión dará el impulso necesario (el quantum) para que se produzca el progreso cultural.

Anteriormente se mencionó la posibilidad de que se produzcan estancamientos de la libido, como la psiquees un aparato autorregulador, pone en marcha la regresión, ya que la progresión se ha vuelto imposible por circunstancias externas. Entonces, la libido refluye a las fuentes. La conciencia pierde energía psíquica, y el inconsciente recibe mayor valor energético. Se produce una tensión entre contenidos opuestos, por ejemplo, contenidos sensuales y contenidos espirituales. Ambos querrán ser la alternativa que solucione la desadaptación al exterior, y a su vez transformar al otro a su condición. Si el yo no está totalmente dividido puede prevalecer una opción sobre la otra. Si está suficientemente dividido adviene una tercera opción que no es ni lo uno ni lo otro. Este producto inconsciente, que puede ser una mixtura entre ambas tendencias, o puede tener más energía de uno de los opuestos, entrará en disensión con el yo. Se produce una nueva lucha entre yo e inconsciente. Si de esta lucha nace un contenido nuevo que anula la tensión e impone un cauce común de la libido, desaparece el estancamiento y la libido vuelve a fluir. De esta manera se forma un símbolo vivo, que conjuga elementos conscientes e inconscientes.

El proceso descrito en el párrafo anterior recibe el nombre de función trascendente. Según Jung, deriva de la unión de los contenidos conscientes e inconscientes. Utiliza el término trascendente, tomado de la matemática, porque “posibilita orgánicamente el paso de una actitud a otra, es decir, sin perjuicio de lo inconsciente” (12). Esta función psicológica se constituye a partir de la fluctuación de argumentos y afectos.

Este concepto tiene importancia práctica, para Jung es una herramienta técnica. Sostiene que el analista es quien transmite la función al paciente, ya que éste espontáneamente no ha podido acceder a ella, como se evidencia en el estancamiento de la libido. Lo esperable es que el analista actúe como un auxiliar en el proceso de unir la conciencia a lo inconsciente, pero que con el tiempo el paciente llegue a valerse por sí mismo. El procedimiento consiste en despertar a la conciencia contenidos inconscientes que estén cercanos a influir la conducta del paciente. Se busca evitar la intromisión secreta de lo inconsciente. Los contenidos que aparecen son tratados constructivamente. Esta interpretación trata al símbolo de manera simbólica, suponiendo que es la mejor representación de una situación compleja que todavía no es conocida totalmente por la conciencia.

Un caso de creación simbólica

Veamos un caso presentado por Jung en su obra Realidad del alma (1940), donde analiza la obra de Picasso, a nivel de la creación simbólica. Pablo Picasso fue uno de los fundadores del movimiento cubista. En las representaciones cubistas, desaparece la perspectiva tradicional, prevalecen las figuras geométricas, las líneas fragmentadas, no hay sensación de profundidad. Aparecen perspectivas múltiples y predomina la representación abstracta. Podríamos pensar que es una representación simbólica mucho más parecida a la lógica inconsciente, donde las leyes que organizan la percepción consciente desaparecen

Jung establece dos formas de representación, tomando como parámetro los mecanismos que prevalecen en las estructuras de la neurosis y de la psicosis. Esto no quiere decir que en un individuo predomine un tipo de representación exista una u otra estructura psíquica, simplemente está categorizando los tipos de representaciones. En el caso de la forma de representación neurótica, hay una tendencia a las figuras de carácter sintético, de emoción directa y sentido armónico. Si prevalece lo abstracto, son figuras simétricas o evidencian un sentido certero.  En la forma de representación psicótica aparecen las formas que remiten a sentimientos contradictorios o ausentes de sentimientos. En cuanto a lo formal, aparecen las “líneas de fractura”, que al neurótico le parecen grotescas u horribles.

Aquí podemos establecer dos hipótesis: que la forma de representación psicótica tiene mayor acceso al material inconsciente que la forma neurótica; y que Picasso tiene mayor contacto con sus contenidos inconscientes.

Sin embargo, como señala Jung en la obra antes citada, esta forma de representación prevalece en un primer momento de la obra de Picasso, y luego empiezan a aparecer formas más sintéticas y dotadas de sentido “neurótico”, principalmente en torno a la figura del Arlequín. En este punto Jung hipotetiza que este Arlequín es “el héroe que ha de atravesar los abismos del Hades”(13).  Hades, el Dios del inframundo de los griegos, sería una representación del inconsciente del individuo. A su vez utiliza la palabra héroe, entendiendo que es quien emprende el camino de la individuación; con lo cual podemos establecer una última hipótesis: que la figura humana del Arlequín, debido a su ambigüedad, conjuga elementos conscientes e inconscientes, y es un símbolo de Picasso iniciando su trabajo de individuación a partir de haber puesto en marcha la función trascendente.

Reflexiones finales

En este breve escrito intenté mostrar algunos de los elementos centrales para pensar el modelo de psique propuesto por C.G.Jung, centrándome en el aspecto energético del mismo, y prescindiendo de otros elementos centrales como inconsciente colectivo y arquetipos. Esta decisión se basa en la complejidad de los mismos y la imposibilidad de desarrollarlos e integrarlos de manera coherente sin caer en reduccionismos.

Asimismo, a través del análisis de la obra de Pablo Picasso, intenté demostrar la relevancia y la riqueza de los conceptos de función trascendente, y de símbolo como una herramienta teórica y práctica esencial a quienes nos dedicamos al trabajo clínico.

Invito a lxs lectorxs a profundizar en la comprensión de los conceptos de inconsciente colectivo y arquetipos en mi escrito Carl G. Jung: inconsciente colectivo y arquetipos.


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Notas item
(1) Jung, C.G. (1948) Sobre la energética del alma, en Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 1 #1-130 p-25
(2) Jung, C.G. (1948) Sobre la energética del alma, en Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 1 #1-130 pp-12.
(3) Jung, C.G. (1921) Tipos Psicológicos. Buenos Aires: Sudamericana.
(4) Jung, C.G. (1948) Sobre la energética del alma, en Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 1, pp-28
(5) Jung se ve influido por el concepto de homeóstasis -de gran pregnancia en su época-, suponiendo un psiquismo autorregulatorio en función del intercambio energético del interior con el exterior.
(6) La disociación o disociabilidad de la psique es un mecanismo psíquico que para Jung, -a diferencia de otras corrientes de la Psicología Profunda- es “normal” y no patológico en sí mismo. Lo patológico, en la perspectiva energética está dado por el grado, es decir, una disociación muy grande correspondería a una psicosis mientras que una disociación pequeña a una neurosis.
(7) Jung, C.G. (1948) Sobre la energética del alma, en Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 1 #1-130 p-41.
(8) Ibíd. P-43
(9) Ibíd. P-47
(10) Jung, C.G. (1921) Definición de Símbolo. Jung, C.G. (1954) en Tipos Psicológicos. Buenos Aires: Sudamericana, Pp 552-561
(11) “Espiritual” en sentido de alma. Véase Jung, C.G. (1940) Realidad del alma, Buenos Aires: Losada.
(12) Jung, C.G. (1948) La función trascendente, en Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 2 #131-193 p-77.
(13) Jung, C.G. (1940) en Picasso, en Jung, C.G. (1957), Realidad del Alma, Buenos Aires: Losada, Pp 131-137.
   
Bibliografía
 
item Freud, S. (1914) Introducción del Narcisismo. Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires
item Jung, C.G. (1950) Instinto e Inconsciente, en Jung, C.G. La dinámica de lo inconsciente. OC 8, 6. Trotta, Madrid, 2004
item Jung, C.G. (1940) Picasso, en Jung, C.G. Realidad del Alma. Losada, Buenos Aires, 1957
item Jung, C.G. (1948) Sobre la energética del alma, en Jung, C.G. La dinámica de lo inconsciente. OC 8, 1. Trotta, Madrid, 2004
item Jung, C.G. (1921) Tipos Psicológicos. Sudamericana, Buenos Aires
item Jung, C.G. (1948) La función trascendente, en Jung, C.G. La dinámica de lo inconsciente. OC 8, 2. Trotta, Madrid, 2004
item Jung, C.G. (1964) Acercamiento al inconsciente. Ap: el papel de los símbolos, El hombre y sus símbolos. Caralt, Barcelona
item Laploanche ,J. y Pontalis, J-B. Diccionario de psicoanálisis. Buenos Aires: Labor, Buenos Aires, 1971
item Sharp, D. Lexicón Junguiano. Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1994
 
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