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Hot Line: Historia de una obsesión

Por Francesca Mazzucato

(Selección por María Cristina Oleaga)

Una estudiante trabaja recibiendo llamadas eróticas, pero espera una sola. Algo de la palabra, de la confidencia, aparta esta llamada de la serie repetida y aburrida y la convierte en un encuentro.


Hay una voz que espero todas las noches, una voz susurrante.

-Soy Gabriele.

-Hola, Gabriele, ¿desde dónde me llamas?

-Desde Bolonia.

-Yo también estoy en Bolonia.

Siempre llama después de la una de la mañana, cuando estoy sola. Habla pronunciando lentamente las palabras y con una sintaxis cuidada y precisa. Me hace muchas preguntas, pero no me cuenta nada de él, o casi nada.

-¿Cómo es que trabajas ahí?

Le cuento, trato de explicarle algo que en realidad no sé.

-¿A qué te dedicabas antes?

-Trabajaba a tiempo parcial en una editorial y acababa mis estudios, me licencié en filosofía y letras el año pasado.

-¿Y tú  en qué trabajas?

-Soy licenciado en derecho, trabajo en los ayuntamientos de la región de Emiliana Romagna.

-Siempre estás entre un ayuntamiento y otro?

-Sí, en equilibrio, como un acróbata.

La habitación está en penumbra, descuelgo los demás teléfonos para que no me molesten.

-Estoy tumbado en la cama, desnudo, tengo la polla dura desde que he empezado a hablar contigo. (Tiene un ligero acento boloñés, tierno, familiar, y la voz a veces un poco nasal.)

Me dejo llevar, esto no tiene nada que ver con las otras conversaciones, rutinarias y sabidas: lo intuyo enseguida un poco asustada.

-Me gustaría estar junto a ti Gabriele, arrodillarme y meterme tu polla en la boca …

En el tiempo detenido de una noche insólita, sentimos, casi al mismo tiempo, un extraño e inesperado placer. Nuestra respiración se ha vuelto anhelante y las frases más cortas, interrumpidas por profundos silencios.

-Qué bonito, Lorena.

Continuamos, le pido que no cuelgue y, tambaleándome, voy a beber un vaso de agua a la cocina. En ella todo está como siempre: el café esparcido sobre la mesa y las tazas y las cucharillas manchadas de azúcar, y, sin embargo, me parece un lugar distinto, extraño.

Vuelvo al teléfono. Gabriele, cosa rara, empieza a hablar de sí mismo, como si el orgasmo le hubiera transformado, como si el placer que hemos gritado juntos al teléfono hubiera hecho fluir sus pensamientos al mismo tiempo que su esperma (…)

Me cuenta que su padre se ha arrruinado con los juegos de azar y que ha intentado suicidarse dos veces. La última vez fue él quien le encontró y le salvó. Hablamos del amargo y a menudo embarazoso dolor que nos causan las personas a las que amamos; nos es extraño hablar de  muerte y de dolor después de tener un orgasmo por teléfono, porque ha sido un placer tan doloroso que todavía me hace daño.

-Sigue hablando, Gabriele.

-No, ahora no, tengo que colgar.

-Me gustaría conocerte

-Tal vez algún día podamos conocernos.

Mazzucato, Francesca, Colección de Erótica dirigida por Luis G. Berlanga. Editorial La Página S.A.. febrero de 2000.

El libro es la primera novela de la autora, publicada en 1997, premio La Sonrisa Vertical (104), un relato sobre el mundo de los teléfonos eróticos.

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