Reverie: el analista y la representación

¿Cómo posibilitar la representación-inscripción- de un inexistente psíquico? Con confianza me dejo mecer por las olas de la libre asociación para ver adónde me llevan.

Carolina Cesari

pscarolinacesari@gmail.com

Psicóloga. Miembro de la Asociación de Psicoanálisis de Rosario, de la Federación Latinoamericana de Psicoanálisis (FEPAL) y de la Asociación Internacional de Psicoanálisis (IPA). https://aprpsicoros.com/

 

¿Cómo posibilitar la representación-inscripción- de un inexistente psíquico?

Con confianza me dejo mecer por las olas de la libre asociación para ver adónde me llevan.

Pienso en la ensoñación: Reverie . Ensoñar significa vagabundear o delirar, es una errancia del espíritu fuera de los caminos delineados por la razón. Indica una actividad psíquica sin fin preciso, sin rigor metódico, como una boya al capricho de las olas bajo el influjo de las corrientes que animan el mar. ¿Por qué es libre la asociación? La libertad está ligada al hecho de dejarse ir, renunciando, “libremente” a ejercer un control de los acontecimientos.

Pienso en “Alicia en el País de las Maravillas”(1), en el conejo blanco corriendo apurado – Dios mío, Dios mío, ¡qué tarde voy a llegar! pienso su “sueño” dentro de la madriguera, pienso en el cuento contado esa tarde por Carroll en una barca a las tres hermanitas, pienso en cuando Alicia Liddell le pide una historia que tenga un “sin sentido” (nonsense).

Pienso en Alicia en “Detrás del espejo” al meterse en un mundo del revés, tan igual, tan distinto al que ya conoce. Algo de esto ocurre en cada sesión, cada vez que suena el timbre, donde se abre un tiempo sin tiempo, en el que dos personas se vierten a la tarea de ocuparse de lo que ocurre, en ese momento, en la mente de una, y de la relación de las dos. Grata tarea la del analista, que puede perderse un rato de sí mismo y disfrutar el vagabundeo por otra cabeza.

Recibe Alicia el cuento y deposítalo

donde el sueño de Infancia

abraza a la Memoria en lazo místico,

como ajada guirnalda

que ofrece a su regreso al peregrino

de una tierra lejana

¿Cómo posibilitar la representación de un inexistente psíquico? Si se trata de un inexistente ¿cómo sabe el analista que falta?

Reverie o ensoñación de la madre que permite al infans ligar psíquicamente, crear lo psíquico. Los postulados de Bion ponen el acento en que lo psíquico sólo puede nacer de lo otro psíquico.La reverie aparece como soporte del amor o del odio de la madre con el hijo. Dice Green que con la capacidad de ensoñación de Bion el tono se desplaza desde el analizado al analista, representando a la madre. La capacidad de ensoñación se sitúa en la penumbra de asociaciones de la asociación libre, formando el par ensoñación/asociación libre entre paciente y analista y asociación libre/sueño en el paciente.

¿Cómo hacer vivir en sesión la capacidad del paciente de pensar, imaginar, ligar, sentir? La dificultad de generar la penumbra de asociaciones se hace especialmente patente en el paciente de las fronteras, al que podemos entender como una organización con dificultades en los límites. No hay borde entre el funcionamiento del sueño y la vigilia, tampoco está asegurada una membrana que separe al yo del otro. Son más bien largas lonjas de islas desconectadas que flotan en un vacío.

¿Cómo se vive en el vacío? ¿Cómo construir esa “ajada guirnalda” que le regala Carroll a Alicia entre el sueño de la infancia y la memoria?

André Green caracteriza a los estados fronterizos por su falta de estructuración y de organización, a diferencia de las neurosis o psicosis, pero al mismo tiempo los caracteriza como cuadros estables en su inestabilidad. El campo en que debe moverse el analista es oscilante. Por ejemplo ,un paciente puede operar en su vida cotidiana a costa de momificar sus objetos dando poco espacio a que el proceso analítico se desencadene. Puede aceptar las interpretaciones del analista pero considerándolas “locuras suyas”.También podemos encontrar personas con estados de regresión fusional y dependencia del objeto, donde el analista es convocado como objeto transitorio (Joyce McDougall). Jugando con la idea del objeto transicional, piensa al objeto transitorio cubriendo un espacio de necesidad casi concreta.

Las angustias son de pérdida o intrusión, el objeto está muy lejos, inalcanzable, o muy cerca, invasivo. Las dos caras de la moneda dificultan la representación, no hacen posible que alguien pueda construir una representación de la ausencia, preludio de la posibilidad de separación.

La estructura encuadrante de Green es como el marco, la hoja en blanco que permite la escritura de la representación, la versión negativa del remanente psíquico de la experiencia de ser sostenido por los brazos de la madre. La estructura encuadrante es la matriz sobre la que se hará posible la representación.

Un proceso llevado a cabo en estas zonas de frontera, lo que demanda del analista más que su capacidad afectiva y empatía, es su funcionamiento mental. La técnica con las neurosis es deductiva, aquí es inductiva.

¿Cómo ayudar al yo a comprar terreno para hacer la casa en esta tierra-de-nadie? Sus fronteras son lábiles, se confunde, no hay línea clara que separe sujeto y objeto. Nos encontramos con un modo de simbolización dual, en el que el modo de vinculación entre yo y el otro no está “legalizado”, tercerizado al decir de Green, y es necesario que el objeto, posición que también le cabe al analista, lo integre.

Este yo se defiende masivamente y echa mano a mecanismos que lo acercan al cortocircuito psíquico y pueden desencadenar formaciones asimbólicas que terminen en una exclusión somática o en la expulsión por el acto, como evacuación. Desde el soma encontramos desde afecciones respiratorias, problemas relacionados a la piel, episodios vasculares a acciones errantes sin metabolización que involucran la vida por el lado del acto, (accidentes, situaciones de riesgo,consumo de sustancias,etc).

También utiliza la escisión dentro de lo psíquico formando islotes, y la desinvestidura como un estado de vacío de aspiración a la nada y al no ser.

Este modus operandi del yo tiene efecto de ceguera psíquica, el sujeto se desentiende de sus producciones y el analista siente estar fuera de contacto con la realidad del paciente y necesita construirla imaginativamente.

¿Cómo posibilitar el analista un espacio para inventar la representación?

Pienso en el mito y en su valor como construcción en el análisis, conceptualizado por Bion como instrumento de investigación, por tratarse de hechos de una historia con relación constante que permiten ser pensados desde diferentes vertientes. El yo fronterizo se encuentra asediado, falta la construcción mítica sobre el origen o está hecha pedazos. Lo que Freud llamó la novela familiar del neurótico, que daba cuanta de ese entramado simbólico en el que el sujeto tejía y destejía su historia edípica, aquí está en trozos, pedazos desconectados que posiblemente nunca conformaron conjunto.

¿Cómo transformar al yo en un aprendiz de historiador? Se preguntaba Piera Aulagnier.

Pienso en Luigi Pirandello, (2) y sus personajes en busca de autor. El escenario desnudo, ocupado por el ensayo de otra obra, donde aparecen estos personajes que no tienen nombre, sino que se nombran por su ubicación en la familia: el padre, la madre, la hijastra, el hijo, el muchacho y la niña. ¿Quiénes son? ¿De dónde salieron? ¿Podrán armar un mito?

Pienso en Luigi, en la quiebra del negocio familiar y el despliegue de la paranoia de su esposa que la llevó a la locura de la que no se pudo recobrar. En sus seis personajes, escritos luego de internar a su mujer y de la vuelta de sus hijos de la guerra.

¿Cuán locos son estos personajes, que viven sin autor, sin yo que los invente, a pesar suyo? ¿Cuán creativo fue Luigi para inventar, entre la quiebra, la locura y la guerra, un personaje que quiera un autor para poder vivir su drama? Dice Pirandello:

Desde hace muchos años (pero como si fuera desde ayer) tengo al servicio de mi arte una doncella muy espabilada, y a pesar de todo siempre nueva en el oficio. Se llama Fantasía. (…) Se divierte trayéndome a casa, para que yo saque cuentos y novelas y comedias, a la gente más insatisfecha del mundo: hombres, mujeres, muchachos vestidos con extrañas historias de las que no consiguen la forma de salir”.

Sin saber que los había buscado, me encontré ante mí, tan vivos que se les podía tocar, tan vivos que hasta podía oír su respiración. Y esperaban allí, cada uno con su secreto tormento y unidos todos por sus reciprocas vicisitudes. Nacidos vivos, querían vivir”.

¿Se puede representar a un personaje rechazándolo? Evidentemente para representarlo, es preciso acogerlo en la fantasía, y luego expresarlo. Y yo, he acogido y he realizado a estos seis personajes; sin embargo, los he acogido y realizado como rechazados: en busca de otro autor. No he rechazado los personajes sino su drama, su razón de ser, de existir. Bien es verdad que yo les he dado otra función de ser: esta situación imposible de encontrarse en busca de autor, rechazados”.

Magistralmente expresado por Pirandello el drama que aqueja al paciente de los bordes y a su analista. ¿Cómo representar lo rechazado? ¿Cómo se acoge y se rechaza a la vez? Estos personajes han sido excluidos de la mente de su autor nada más y nada menos que en su Ser, quedando a medio vivir, necesitando un autor para poder vivir-sentir su drama.

El psicoanálisis está en crisis dice Green ¿Cuál es la crisis del psicoanálisis? ¿Qué ha pasado en sus 120 años de vida? ¿Qué cambió? ¿Cambiaron los pacientes? Podemos pensar que existen nuevas demandas a la situación analítica, que existe una extensión del primer campo de las neurosis, hacia la psicosis y los estados narcisistas. Green va a sostener la hipótesis que el cambio incipiente en psicoanálisis concierne al analista. Los cambios de los pacientes están subordinados a la sensibilidad y percepción del analista, ya que, si él no comprende y da razón de ello, el cambio no existe.

Una de las contradicciones con que hoy tropieza el analista es la necesidad y la dificultad de hacer coexistir y armonizar en un cuerpo homogéneo el código interpretativo freudiano con la clínica y la teoría psicoanalítica desarrollada en los años posteriores.

¿Qué se sostiene hoy de la teoría de la neurosis? Se preguntaba Silvia Bleichmar. Hoy el analista oye lo que hasta ayer era inaudible, lo que se ubicaba en el umbral de audibilidad.

¿Dónde se sitúa el cambio del analista, en la contratransferencia? La contratransferencia, como la entiende Green, abarca no sólo los afectos producidos por la transferencia, sino todo el funcionamiento mental del analista, tal y como es influido por el material del paciente, por sus lecturas y sus discusiones con colegas.

Entonces ¿Cuál es el límite de analizabilidad? No hay traje hecho a medida, ni límites objetivos y generales por fuera de la experiencia del analista, su talento y su orientación teórica. Sólo funciona determinado paciente con un analista en un encuadre que se piensa para esa dupla.

Considerado desde esta óptica, el analista falla cuando se encuentra con su propia imposibilidad de hacer entrar al paciente en contacto con su realidad psíquica. El verdadero cuidado de la indicación del análisis es la evaluación del analista de la distancia entre su comprensión y la comunicación del paciente y el efecto de lo que pueda comunicar a cambio, para movilizar el funcionamiento mental en la elaboración analítica.

¿Qué le ocurre al analista cuando se encuentra en el terreno de lo fronterizo?

En el mejor de los casos responderá al vacío de pensamiento con un esfuerzo psíquico por tratar de pensar lo que el paciente no puede, que se traduce en un aflujo de representaciones fantasmáticas que luchan para no dejarse ganar por la muerte psíquica. Como Pirandello, atrapado en la escritura de una escena con personajes no nacidos, el analista se compromete en un doble trabajo: dar continente a sus contenidos y dar contenido a su continente.

El proceso interno del analista tiene como objetivo la construcción de la simbolización, apoyado en su capacidad para la ensoñación, su reverie. El verdadero objeto analítico no se ubica ni del lado del paciente ni del analista, sino en la reunión de esas dos comunicaciones dentro del espacio potencial entre ellos, limitado por el encuadre. La noción de ausencia permite salir del dilema de la presencia intrusiva y el vacío del narcisismo negativo, modificando el delirio en juego y la muerte en ausencia dentro de un campo intermedio potencial.

Estas fueron las aguas por las que navegué, recostada en la libre asociación, tendiendo puentes y construyendo guirnaldas, personajes, mundos dentro de la madriguera o detrás del espejo. Pero ya es hora, dejamos acá por hoy.

Notas

1) Carroll, Lewis. (2016). Alicia en el País de las Maravillas. Penguin Clásicos.

2) Pirandello Luigi (1921). Seis personajes en busca de autor.

Bibliografía

Pirandello Luigi (1921). Seis personajes en busca de autor.

Green André. De locuras privadas. 1972. 2- “El analista, la simbolización y la ausencia en el encuadre psicoanalítico”. Amorrortu Editore

La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud. 1990. 5- “La capacidad de ensoñación y el mito etiológico”. Amorrortu Editores.

Carroll, Lewis. (2016). Alicia en el País de las Maravillas. Penguin Clásicos.

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