Trans-figuraciones: Figuras de la sexualidad

Las fantasías sexuales infantiles son soporte de lo trans…

Me he ocupado en otro lugar de lo que considero que es la transfiguración[efn_note]Franco, Y., Transfiguraciones. Psicoanálisis de la Pandemia. Psicoanálisis en la Pandemia, Buenos Aires, 2022, Magma.[/efn_note]. Sólo retomaré un aspecto de lo allí tratado, que en este caso estará referido a las derivas de la sexualidad del sujeto. Entiendo a la figurabilidad psíquica como una exigencia/trabajo que la pulsión exige a la psique, y, al mismo tiempo, una exigencia que la psique impone a la pulsión para que ésta ingrese a la misma, figurándose en representantes representativos ideativos o afectivos, sea en el lenguaje de lo originario, como de lo primario y lo secundario.

En el origen, los signos perceptivos son la primera transcripción de la percepción. Dicha transcripción deja una huella. Al tiempo que la percepción no es algo en lo cual la psique no deje una marca. Los signos perceptivos se transcriben como indicios, restos tomados en la representación-cosa que -a su vez- se transcriben en la representación-palabra. Cada pasaje, cada transcripción de un estrato a otro, es una transfiguración: lo previo debe transfigurarse en el estrato que sigue para poder habitarlo, ingresa en lo posterior conservando algo y a su vez es sometido a una metamorfosis. Esto será así durante toda la vida del sujeto, más allá de sus orígenes, y habrá movimientos tanto “progresivos” como regresivos. O no los habrá, puede que las transcripciones no se produzcan: Freud mismo alertaba de la presencia de la represión impidiendo los pasajes. Sabemos que no sólo la represión puede afectar los mismos y que, tal vez, no se produzcan todo el tiempo ni sea necesario que lo hagan, más allá de las defensas psíquicas.

Empujes del cuerpo y del deseo del Otro

Respecto de las marcas que el deseo del Otro deja en el infans y en su sexualidad, entiendo que esto es un modo muy parcial de formular lo que ocurre, ya que se trata de un momento de indistinción soma-psique-otro primordial. En ese momento de indistinción se transfiguran-transportan los empujes tanto del cuerpo como del Otro a los signos perceptivos, a posteriori lo serán a las representaciones cosa y se producirá un empuje en la actividad fantasmática de la cual la experiencia de satisfacción es un proto-fantasma. Esos signos perceptivos se traducen y en esa traducción habrá una transfiguración: el placer – dolor a nivel del soma-psique, se traduce-transfigura en fantasmas inconscientes que seguirán su camino hasta ser tomados por la fantasmática edípica, la castración, la erección de los ideales y del superyó.

Las marcas originarias en el soma-psique son indelebles, lo que no quiere decir que no sean sometidas a traducciones por lo menos hasta las metamorfosis de la pubertad. Dichas metamorfosis son transfiguraciones. Y, por otra parte, los encuentros, los accidentes, los imprevistos, pueden revivir esas marcas… o transfigurarlas. Dichos sucesos de la realidad forman parte de la tercera serie complementaria, de la cual también participa la cultura. Sirva de ejemplo lo que el arte cinematográfico muestra en La chica danesa: uno puede preguntarse a posteriori de ver el film (que es sobre un caso real, la primera operación trans-género), qué hubiera ocurrido si no hubiera tenido lugar el encuentro con esa mujer y el deseo (y habilitación) de la misma, que probablemente haya hecho eco en el prehistórico e histórico deseo materno, despertando a los perros que estaban dormidos (Freud, 1973 [1937])[efn_note]Freud, S., Análisis terminable e interminable, Madrid,1973 [1937], Biblioteca Nueva, Tomo III.[/efn_note].

Desfuncionalización, polimorfismo, polisexualidad

Una otra cuestión a tener en consideración: no sólo hay indistinción en los momentos originarios entre psique y soma, sino que ambos son irreductibles e indisociables. Indistinción, irreductibilidad, indisociabilidad: tres propiedades que marchan juntas en el psique-soma.

Aquí es momento de mencionar la desfuncionalización de la sexualidad humana – ya tratada en otros textos[efn_note]Sexo loco, en El Psicoanalítico N.º 8.[/efn_note] – , que se liga a lo polimorfo de la sexualidad, que está “más acá” de la bisexualidad, siendo una polisexualidad. Habrá un intento elaborativo que el infans (luego el niño) realiza respecto de su sexualidad infantil con toda su fantasmática que será reprimida al final del Edipo, configurando – en esa transfiguración – la primera forma de la sexualidad, que será sometida a las metamorfosis puberales. El humano es un animal loco (Castoriadis, 1993)[efn_note]Castoriadis, C., Lógica, imaginación, reflexión, en El inconsciente y la ciencia, Buenos Aires, 1993, Amorrortu.[/efn_note], está desfuncionalizada su sexualidad por la irrupción en la psique de la imaginación radical, que disloca lo percibido, incluyendo en esa dislocación el discurso del portavoz y el impacto del encuentro con el cuerpo y deseo de éste.

La vida anímica infantil es pletórica de fantasías y sexuales – sean autoeróticos o con otros -. Y está también sometida al influjo de los adultos, compañeros de juego, y ahora más que nunca, los medios masivos de comunicación. Si los padres son los primeros seductores, lo son tanto a nivel psíquico como corporal. Y de la represión adecuada de su propia sexualidad depende que los estímulos puedan ser ligados en el infans. Aún así, siempre hay un resto no ligable. Distinto es si la represión edípica – que es consecuencia de la interdicción y al mismo tiempo es causa de la misma y será transmitida a la nueva generación – no ha sido lograda en los adultos. En ese caso el infans queda ubicado como objeto del goce del otro, potencialmente provocador de importantes perturbaciones futuras, en un estado de excitación inmanejable e improcesable, no significable.

La sexualidad, desfuncionalizada, y traumáticamente impuesta por los adultos (seducción originaria para Laplanche, pero que ha caído bajo la barra de la represión primaria y secundaria) implica una enorme exigencia de trabajo para la psique del infans, cuya fantasmática es un intento de realizar dicha tarea, acompañada de curiosidad en lo respectivo a la sexualidad y sus juegos y fantasías sexuales. Todo lo que es sometido a sucesivas transcripciones y transfiguraciones hasta hallar su cenit en la pubertad.

El riesgo de detener las transfiguraciones

El riesgo siempre presente es que ese movimiento se detenga, quede fijado en un punto, anclando al sujeto a uno de las sucesivas pasos de su movimiento identificatorio, pulsional y deseante: su propio proceso de sexuación. Tal como puede suceder en los casos de abuso sexual infantil. En el caso de aquellos niños que manifiestan tempranamente su identificación con el otro sexo, en algunos casos podrá tratarse de algo del orden de lo constitucional (primera serie complementaria), y en otros de un momento de su trayecto identificatorio-pulsional-deseante que no debe ser detenido, permitiendo su continuidad, so riesgo de fijar al sujeto en su trayecto.

En la actualidad el riesgo de que esto último sucedad es mayor, sea por influencia de los adultos a cargo – en una época en la que la interdicción está en crisis[efn_note]Franco, Y., La interdicción en crisis, en Paradigma borderline. De la afánisis al ataque de pánico, Buenos Aires, 2017, Lugar.[/efn_note] – o por las promesas de la ciencia tanto como por la proliferación de una ideología de la “libertad de derechos”, de que “hay que probar todo” (que no es sinónimo de la exploración adolescente), en definitiva, de la influencia de la forma de vida capitalista y sus modelos identificatorios. La crisis de la significaciones imperantes décadas atrás – de las del capitalismo, que va de la mano con la crisis de las significaciones patriarcales – hace que sea más complejo aún el tránsito identificatorio a nivel de la sexualidad, más lábil, más permeable a los influjos de la realidad.

Lo trans

Las fantasías sexuales infantiles – que forman parte de la sexualidad infantil – son soporte de lo trans, hablan de una sexualidad trans a consecuencia del polimorfismo que a su vez deviene de la desfuncionalización de la sexualidad humana. Toda cultura intenta realizar un formateo de ese polimorfismo y desfuncionalización. Es fundamental interrogar si no hay – a partir de la medicina, los avances tecnológicos asociados a la misma y el afán de generar nuevos nichos de consumo – una mercantilización y formateo de lo trans.

No podemos atribuir seriamente a lo constitucional toda deriva de trans-figuración al otro género y conformación anatómica. A propósito de esto último: ¿es realmente algo necesario o – al decir de Catherine Millot[efn_note]Millot, C., La Cuestión Trans en Psicoanálisis.[/efn_note] – es una estafa, a caballo de una histerización generalizada provocada por la cultura capitalista? La que genera todo el tiempo un estado de insatisfacción y frustración. Retomaré todo esto en otra ocasión.

Patriarcado y capitalismo

Punto en el que no me detendré: el patriarcado y el capitalismo son dos cosas distintas, no es que la supresión de una llevaría a la otra, o que el capitalismo no pudiera existir sin el orden patriarcal de sexuación. Ya sabemos que el patriarcado ha sobrevivido a diversos modos de producción. Y que el capitalismo puede no necesitar del orden patriarcal. Otra salvedad: el problema no es la crisis de la significación patriarcal (significación que ha tenido un lugar preponderante en la elucidación psicoanalítica) sino el “aprovechamiento” que el orden capitalista hace de dicha crisis y, al mismo tiempo, que la propia significación capitalista está en crisis – Berardi alerta sobre su extinción (no es el único) – .

La crisis del orden patriarcal es el feliz resultado de las luchas de mujeres, jóvenes y minorías sexuales iniciadas en la década del 60 del siglo pasado. Pero cae bajo la égida de una forma de vida que se ha caracterizado por incluirlo todo para garantizarse la supervivencia.

Para el psicoanálisis nunca debe tratarse de lo políticamente correcto. Es, desde su origen, una modo crítico de analizar la cultura poniendo en relación a la clínica con la misma. No se trata para nuestra disciplina de festejar lo nuevo porque es nuevo y así formar parte de la manada y, a la vez, generar una nueva clientela, ni de desecharlo refugiándonos en un conservadurismo que nos pone por fuera de las coordenadas de nuestra época.