Virtudes virtuales

Desde hace tiempo hablamos de la virtualidad como un espacio de producción y construcción subjetiva. Considero necesario trabajar el concepto y el alcance que, más allá del supuesto dominio personal, va teniendo a nivel social.

¡Oíd virtuales el grito sagrado! Consumir, consumir, consumir

Miguel Tollo

Psicoanalista

migueltollo@yahoo.com.ar

Desde hace tiempo hablamos de la virtualidad como un espacio de producción y construcción subjetiva. Considero necesario trabajar el concepto y el alcance que más allá del supuesto dominio personal va teniendo a nivel social. ¿Cómo pasar de una mirada crítica anclada en el pesimismo a una perspectiva esperanzadora? ¿Cómo hacerlo sin desconocer la complejidad del fenómeno?

“Solo las imágenes de la mente motivan la voluntad”

Walter Benjamin. 1929

El título juega con la ambigüedad de concebir la virtualidad como una virtud, un valor subjetivo y social o, por el contrario, como una producción imaginaria, evanescente, que no termina por actualizarse en la realidad con beneficio para el sujeto. Una virtud que se degrada con la virtualidad.

Y no es que estemos en posición de elegir aceptarla o no porque la virtualidad ha pasado a formar parte de nuestra vida o hablando con propiedad diríamos que ha pasado a formar nuestra vida. Hemos incorporado una multiplicidad de recursos interconectados como ocurre con el celular, con todas sus aplicaciones lo que hace que pasemos gran parte de nuestro tiempo en actividades y espacios virtuales. Por eso subrayo el hecho de que hemos incorporado esa tecnología, la hemos hecho cuerpo a tal punto que es vivida como una suerte de prótesis subjetiva. La sigla f.o.m.o. empleada para caracterizar un supuesto síndrome psicopatológico significa fear of mising out, o sea, el terror por quedar fuera del intercambio virtual.

A medida que fui pensando este trabajo se sucedían acontecimientos relativos a las nuevas tecnologías de los cuales destaco dos: la paulatina instalación social y cultural de la Inteligencia Artificial (IA) y a la vez, incesantes progresos en el área de las investigaciones médicas que le hacen pensar al filósofo Yuval Harari en que la humanidad va en camino de la extensión de la vida. (Harari, Y., 2021)

Se trata de fenómenos que no solo comprometen la estricta relación sujeto-virtualidad ya que el manejo de sus resortes excede el dominio personal. Es decir, en términos de la abogada argentina Cecilia Danesi, nos encontramos con “el imperio de los algoritmos” y una lógica de reproducción social que aún no está al alcance de las mayorías comprender. Nos dice ella:

“En la era de la Cuarta Revolución Industrial, el poder está en manos de enigmáticos, silenciosos e inexplicables algoritmos que, por el momento, parecerían ser los únicos que están por fuera de la Ley, Crearon un nuevo imperio, de facto y en manos de unos pocos pero muy poderosos. Bajo este nuevo paradigma, el humano, fuertemente atravesado por la tecnología y el cambio climático, experimenta una crisis de identidad y una re configuración de sus cimientos.” (Danesi, C. 2023)

Vale decir, esto que se insinúa como una herramienta, un medio neutro al servicio de la libre manipulación de cada uno, resulta estar manejado por hilos invisibles que digitan nuestra subjetividad.

Como los tiempos en que el dios occidental ilusionaba en América y lograba el vasallaje pacífico de los pueblos, ahora el dios tecnológico parece estar cumpliendo un papel similar, con la complicidad de una conciencia desorientada y acrítica.

Se trataría de una nueva era marcada por un capitalismo cibernético o como algunos llegan a aseverar, la muerte del capitalismo a manos de la cibernética ya que la clase dominante de nuestro tiempo es aquella que posee y controla la información (Mckensie Wark 2022).

¿Qué es lo virtual?

Puedo referenciar en principio dos acepciones. Una que define lo virtual en relación a su etimología, del latín virtus, potencia o fuerza. Lo virtual es lo que está en potencia de ser. Una semilla respecto de un árbol. Aquí la potencia está en lo real.

La otra corresponde a Sigmund Freud quien se figuró la vida anímica como un aparato óptico (un microscopio, un telescopio) “donde cada sistema psíquico podría ser representado por uno de los lugares ideales del aparato en los que se va constituyendo la imagen. Lugares ideales o virtuales, porque en ellos no se encuentra situado ningún espejo, ninguna lente, ningún elemento concreto” (Freud, S., 1899, pag 672). Como se ve, en la metáfora freudiana, lo virtual adquiere potencia, tiene fuerza de determinación, aunque no como un real o resultante lineal de la realidad material.

Las dos acepciones resultan referenciadas a diferentes marcos teóricos y aunque podríamos aplicarlas a lo que nos concierne son evidentemente contrapuestas y eso nos advierte el riesgo de obrar desde interpretaciones equívocas acerca de lo virtual. ¿Estamos hablando de un simulacro? ¿Una ficción? ¿Algo accesorio o de lo que el sujeto hoy puede prescindir? ¿O es un fenómeno necesario constituyente de la realidad y de la subjetividad que no podríamos descartar sino a costa de una mutilación dolorosa e invalidante de nuestra existencia?

Pensemos que la virtualidad es una vertiente planetaria que actualmente cobra una significación tal que para muchos teóricos puede ser considerada un verdadero giro antropológico de la humanidad. Al respecto nos dice Pierre Levy que lo virtual o como él prefiere llamar la virtualización:

“afecta no sólo a la información y a la comunicación, sino también a los cuerpos, al funcionamiento económico, a los marcos colectivos de la sensibilidad o al ejercicio de la inteligencia. La virtualización alcanza incluso a las formas de estar juntos, a la formación del “nosotros”: comunidades virtuales, empresas virtuales, democracia virtual, etc. Si bien la digitalización de los mensajes y la extensión del ciberespacio juegan un papel capital en la mutación en curso, se trata de una marejada de fondo que desborda ampliamente la informatización.”

“…lo virtual, en un sentido estricto, tiene poca afinidad con lo falso, lo ilusorio o lo imaginario. Lo virtual no es, en modo alguno, lo opuesto a lo real, sino una forma de ser fecunda y potente que favorece los procesos de creación, abre horizontes, cava pozos llenos de sentido bajo la superficialidad de la presencia física inmediata” (Levi, P. 1995 pag.11)

Como vemos, Levy incorpora una noción, mucho más abarcativa y compleja, que involucra una vertiente positiva de la virtualización relacionándola a la creatividad. No es meramente lo posible porque en lo posible está determinado o prefigurado lo que será. Lo virtual invita a la creación, al acontecimiento, aquello que a posteriori podrá ser interpretado en su significación, pero que es difícil de prever o anticipar.

Por su parte Renee Käes dirá retomando a Deleuze que la realidad virtual no es un simulacro y que posee plena realidad ya que “un objeto virtual cumple una función asociada a la realización de un acto, que produce efectos y puede suscitar una relación sin ninguna interacción física”. (Kaes, 2017)

Miradas optimistas que parecen omitir lo que señalábamos al comienzo. ¿Es tan cierta como efectiva esta caracterización?

Una historia imaginaria o lo imaginario al poder

Me interesa traer a colación la película Her de Spike Jonze estrenada en el año 2013, ya que puede funcionar como una alegoría del impacto y la influencia que van cobrando las nuevas tecnologías en lo seres humanos y permitirnos una aproximación analítica.

Cuenta la historia de un sujeto que contrata un sistema operativo de inteligencia artificial, con el beneficio de que le ofrece la resolución de diversas cuestiones de la vida cotidiana. Elige que el interlocutor ofrecido por el sistema sea mujer y se da el nombre de Samantha. Tal personaje, de quien sólo escucha la voz, cobra tal dimensión que el protagonista se termina enamorando de “ella”. Al cabo de muchas situaciones, el vínculo comienza a desvanecerse cuando Samantha o el sistema operativo le confiesa al incauto que mantiene el mismo tipo de relación simultánea con otros 800 clientes. Aquello que se estimaba personal, singular, termina siendo un engaño, una suerte de infidelidad virtual, aunque nunca estuviera explicitado lo contrario.

Reseño algunos aspectos de lo subjetivo y relacional que parecen quedar de lado en ese vínculo con lo tecnológico y que podríamos aplicarlo a lo que venimos pensando:

  • El protagonista se encuentra solo, deprimido. Ansía un vínculo íntimo tras el divorcio. Su situación se corresponde con los efectos del individualismo y el aislamiento que la cultura neoliberal genera.
  • Aparentemente logra compañía con la “persona” propuesta por el sistema operativo. Pero al ser un personaje no real, aunque le resuelve problemas de la realidad, todo aquello que no tiene un soporte real como su corporeidad, requiere un soporte imaginario. Por ejemplo, tienen relaciones sexuales desde luego sin contacto, pero ese soporte imaginario no se elabora a la manera del sueño a partir del proceso primario inconciente que responde al deseo del sujeto. Su deseo termina siendo convocado a jugar un “sueño” que es de otro. Sutilmente se establece un sometimiento.
  • Cynthia Tombeur en un artículo sobre la película nos dice que “la estimulación recibida a través de las computadoras o, en este caso, del Sistema Operativo provoca un dormir parcial, donde la voz de Ella lo transporta a Theodore a una forma de soñar trayéndole sentidos y sin sentidos inesperados, mostrando sus fisuras. Pero la relatividad no se soporta. Todo el tiempo mantenemos la ilusión de completud, de plenitud. Pero, el mantener el conflicto y el ser sujetos deseantes es algo inherente a la condición humana y nada de lo que ha surgido o surgirá podrá evitar esas condiciones.” (Tombeur, C.)
  • Viene aquí la pregunta que se hace Esteban Levín respecto del vínculo del niñe con el universo digital: “Será posible que esta “realidad irreal” reemplace el funcionamiento deseante del Otro?” […] “La imagen del cuerpo se desprende del esquema corporal, de su anclaje en él, para “liberarse” en el ciberespacio. Es un imaginario que siniestramente se opone y contrasta con el simbólico. Todo esto les confirma a los niños que se puede pensar y experimentar en imágenes, sin por ello detenerse a pensar en ellas.” (Levin, E. pag.88)
  • Al no ser un vínculo con otro real, se trata de un otro carente de todo lo que el cuerpo provee en lo presencial: imágenes visuales tridimensionales, olfativas, táctiles, de movimiento, modulaciones de la voz, expresiones y gestos de todo el cuerpo que dramatizan y superan la verbalización. Como dice Bernardo Yazlli “El amor con el ordenador es un amor aséptico como la vida en la que se encuentra sumergido; en términos psicoanalíticos es un amor con un Otro privado de ser otro.” (Yazlli, B. 2016)
  • Aunque el vínculo amoroso se base en una ficción, los elementos en juego como la voz y la inteligencia artificial del operador percuten la credibilidad dispuesta en Theodore, personaje enamorado. Aquí juega entonces algo que se constituye desde la realidad psíquica. Tanto el deseo, como el deseo de ser deseado por el Otro son patrimonio del sujeto y no de la virtualidad. Aunque es pertinente observar que manipula esa condición subjetiva.
  • La fascinación por Samantha es tal que Theodore llega a rechazar una compañía sexual contratada, lo que nos advierte acerca del poder de lo imaginario e ilusorio que el sistema ha desatado alimentado por una elección narcisista.
  • La espera, el tiempo del otro y el tiempo propio no son parte del vínculo. La inmediatez constituye el vínculo de tal modo que cualquier dilación es vivida como falta de amor o posible pérdida de la relación. Algo así constatamos a menudo en los intercambios por wapp u otras aplicaciones similares. Hay un puro presente, no hay historia ni proyecto.
  • El otro, o mejor dicho el personaje que emite voz del otro lado, no aparece en su dimensión deseante o lo hace de modo tal de no generar conflicto ni oposición.
  • La vida del sujeto gira en torno a este sistema operativo. El resto del mundo queda supeditado a lo que allí ocurra y en cierta forma secundarizado. Se darán cuenta que con esto el sujeto colectivo queda también “desprogramado” en lenguaje informático. ¿Dónde entonces quedarían la política? ¿Dónde la sorofraternidad que establece la trama del hacer político?
  • Se desmiente de entrada la posición de poder del otro tanto como la simulación que lo constituye. O sea, lo virtual tiene consecuencias en lo real pero desde una consistencia irreal.

Virtualización, siliconización, pantallización, infodemia, distintas denominaciones para dar cuenta de un giro antropológico que nos afecta pero que no necesariamente nos debería sumir en la pasividad o lo negativo.

Eric Sadin uno de los filósofos de lo que él ha denominado la “siliconización del mundo” da cuenta de cómo se ha ido constituyendo una subjetividad digital donde la “inteligencia artificial” ha pasado a ser el nuevo superyo del Siglo XXI. Sadin habla del carácter performativo de la verdad. Los medios tecnológicos por primera vez en la historia de la humanidad y en la historia de la técnica han incorporado la función de decirnos qué tenemos que hacer (vg. waze).

Desde la perspectiva de un pensamiento crítico no está de más advertir los riesgos de este mundo virtualizado. El teórico y crítico literario Frederic Jameson habló del “mundo de saturación de las imágenes” y que “lo imaginal no es el mundo o lo social concebido como imagen, no significa que el mundo se ha vuelto imagen, sino, con precisión, que las imágenes devienen instancia de conformación de experiencias de sociabilidad concretas que redefinen procesos y prácticas normativas caracterizados por sus formas efímeras y volátiles.” De ahí que “toda relación social es, sencillamente, una relación imaginal” (Dipaola, E. 2017 pags 8 y 9)

El estudio de los procesos imaginarios a nivel subjetivo nos puede brindar una clave para comprender el impacto de la virtualidad en la constitución psíquica como los posibles caminos para encauzarla.

Analía Wald considera que la imaginación se encuentra entrelazada en la complejidad de los procesos simbólicos que requiere el aprendizaje. Desde los aportes de Castoriadis entiende que “el objeto imaginativo comporta una innovación semántica, es una condensación de la fuerza pulsional y el narcisismo del creador en un objeto vinculante y potencial que permite una comunicación a través de un código semiótico particular.” (Wald, A. 2015)

Ante la virtualización planetaria, nuevamente educación como práctica de la libertad

Lo anterior nos envía al mundo de la educación como posible ámbito de construcción de subjetividades capaces de comprender y ubicar el lugar de la virtualización en su existencia.

Si trazamos una semejanza con el papel de la lectoescritura en la historia que produjo un antes y un después a nivel social y cultural con la difusión del libro, esa herramienta fundamental que proveyó la imprenta, observamos que fue necesario extender la enseñanza y el dominio sobre ese recurso fuera del ámbito eclesiástico, lo que devino clave en el modelado de la educación en la modernidad. De esta manera, así como durante siglos se habló de analfabetismo, hoy se habla de analfabetismo digital en cuanto al manejo de las nuevas tecnologías.

Sabemos que el aprendizaje de la lectoescritura no constituyo solo la mera adquisición o el conocimiento de un recurso sino su integración a la vida psíquica y la sociabilidad. Del mismo modo el manejo de todo aquello vinculado a la virtualidad excede el mero saber acerca de lo utilitarios, las redes o las aplicaciones.

Una vez que las masas se alfabetizaron el sujeto quedó adentro del colectivo de pertenencia, con variantes según su condición educativa, pero con la salvedad, siguiendo a Paulo Freire, de no necesariamente construir una práctica hacia la libertad y la transformación social. Algo de esto ocurre con la virtualidad. A pesar de que parezca ser un medio democratizado, el acceso al dominio del mismo, de su utilización a los efectos de una acción transformadora de sí, de la cultura y de la sociedad, parece trazar divisorias entre opresores y oprimidos en los términos del gran maestro brasilero.

Es que los procesos ligados a la virtualidad reinstalan los términos en que él pensó la educación como práctica ya sea como forma de reproducción social al servicio de la explotación o bien a favor de la concienciación, la salida de situaciones de opresión y colonialidad. Por eso ante la virtualización planetaria nuevamente apostemos a la educación como práctica de la libertad.

Bibliografía

Benjamin, Walter (1929) “El surrealismo.La última instantánea de la inteligencia europea”, en Michael W. Jennings, Howard Eiland y Gary Smith (eds.) Selected Writings II. Cambridge, Belknap Press of Harvard University Press, pp. 207-221 1999.

Berardi, Franco Bifo (2007) Generación Post-Alfa: patologías e imaginarios en el semiocapitalismo. – 1a ed. – Buenos Aires: Tinta Limón, 2007.

(2021) “Hay una crisis de la mente crítica” Entrevista por Dolores Curia para Semanario Universidad – 10 de agosto de 2021. Disponible en https://semanariouniversidad.com/suplementos/loslibros/hay-una-crisis-de-la-mente-critica/

Danesi, Cecilia (2023) El imperio de los algoritmos. Inteligencia artificial inclusiva, ética y al servicio de la humanidad. Ed. Galerna. 2023

Dipaola, Esteban (comp.) (2017) Producciones imaginales. Cultura visual y socialidad contemporánea. La Cebra 2017

Freire, Paulo (|965) La educación como práctica de la libertad. Siglo XXI Editores. 1975

Freud, S. (1899) Interpretación de los sueños. En: Obras completas (4 ed.) Editorial Biblioteca Nueva: Madrid.  Tomo I. pp. 343 – 720.

Gozlan, Angelique (2016) La virtualescencia: aspectos psíquicos de la relación de los adolescentes con los espacios virtuales Psicoanálisis Vol XXXVIII N° 2 y 3 pp. 437-456. 2016

Harari, Yuval Noah (2021) Homo Deus. Breve historia del mañana. Debate. 2021.

Levy, Pierre (1995) ¿Qué es lo virtual? Paidós 1998

Levin, Esteban (2018) ¿Hacia una infancia virtual?: la imagen corporal sin cuerpo. Noveduc. 2018

Mckenzie Wark (2022) El capitalismo ha muerto. Junio de 2022. Holobionte Ediciones. 2023

Muras, Valeria La realidad virtual. Un “interjuego” con la clínica actual. Relato del análisis de una adolescente. Cuestiones de Infancia. Revista de psicoanálisis con niños y adolescentes. Vol 23 N°1 2022

Sadin, Eric. (2018). La siliconización del mundo. La irresistible expansión del liberalismo digital. Buenos Aires, Argentina: Caja Negra.

Tiqqunim (2015) La hipótesis cibernética disponible en https://tiqqunim.blogspot.com/2013/01/cibernetica.html

Tombeur, Cynthia (2014) ¿Her… o no her? Una lectura posible sobre el film en Psicoanálisis, ayer y hoy Revista digital de la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados N° 11 de noviembre, 2014

Wald, Analía (2015) El concepto de imaginación en psicoanálisis. Aportes teóricos a partir de problemáticas clínicas en contexto. Revista de Psicoanálisis l Tomo LXXII l Nº 4 l 2015

Yazlli, Bernardo (2016) Her o la subjetividad del presente en Revista Topía de marzo de 2016

¿Puede ser desechada la información sobre las evidencias políticamente renegadas como una herramienta de intervención? ¿Incluirlas implica necesariamente una politización…
¿Estamos ante una posible mutación antropológica?…
La serie animada “Gente rota”, de Gabriel Lucero, muestra una subjetividad desfondada. Una subjetividad rota que ha terminado eligiendo a…