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Por Gloria Luz Rascón Martínez
Maestra en Psicología Clínica UNAM. México. Psicoanalista independiente.
Publicaciones colectivas:
Encrucijadas de lo imaginario. Coordinador Jiménez Marco UACM. México 2007.
Insignificancia y Autonomía. Coordinadores Yago Franco, Hector Freire, Miguel Loreti. Editorial Biblos Argentina 2007.
lambdinyeco@ gmail.com
 

Autonomía, poder y proyecto político en el movimiento revolucionario de los zapatistas de Chiapas México

La cosmogonía y cosmovisión que rigen a los grupos indígenas de Chiapas operan según los deslizamientos del poder institucional mencionados por Castoriadis, como infrapoder implícito implantando en el psiquismo las significaciones imaginarias sociales [1] de la comunidad. Vía usos y costumbres el poder explícito establece la permanencia de dichas significaciones, evitando su transformación. En cuanto a las significaciones de género, estas favorecen el poder de dominio de los hombres sobre las mujeres.

Frente al poder institucional, encontramos al imaginario instituyente [2], registrado por la institución como rebelión, transgresión, sueño o utopía, así la revolución zapatista chiapaneca, ha sido interpretada por el gobierno, como una rebelión transgresora. Para Castoriadis el poder institucional entra en lo político y señala como su contraparte a la acción política ciudadana, que reformula las normas instituidas, creando otra relación entre instituido e instituyente, rompiendo el cerco de sentido en un acto de autonomía y libertad.

En el año 2001 los zapatistas en su entrada a la ciudad de México enunciaban:

“Convocamos con nuestros sueños a todos los sueños del mundo”.

El sueño, de poner fin a más de 500 años de opresión indígena, extendiendo la invitación a todos los ciudadanos del mundo, para caminar hacia lo instituyente mediante la acción política.

Castoriadis nos dice que la política es el por hacer haciendo, como seres autónomos. Esto se refleja en el movimiento zapatista Chiapaneco, que a partir de 1994 presento un frente de lucha contra el estado. Esta práctica permitió a las mujeres zapatistas involucradas, interrogar su situación alienada triplemente como: mujeres, indias, pobres, con ello empezar a promover nuevos, significados y sentidos de ser mujer.

Sin embargo el autor también señala: “Lo que llamamos política revolucionaria es una praxis que se da como objetivo la organización y la orientación de la sociedad con miras a la autonomía de todos… transformación radical de la sociedad que no será, a su vez, posible sino por el despliegue de la actividad autónoma de los hombres. Se convendrá fácilmente…que semejante política no ha existido hasta ahora”. [3]

Tal señalamiento nos convocó a reflexionar sobre lo que ha pasado en la recuperación de la autonomía por las mujeres indígenas que lo integran, ya que como lo mencionan los mismos zapatistas en la sexta declaración de la selva Lacandona en el 2005 [4], al confrontar los imaginarios de lo femenino dentro de la tradición de su cultura, se generaron, serios conflictos y violencia hacia las mujeres.


Breves antecedentes de las mujeres indígenas chiapanecas

Desde la conquista española, las mujeres indígenas han sido objeto de denigración y violencia sexual. Sometidas por más de 500 años bajo los usos y costumbres de sus comunidades, es hacia 1970 con el rescate de la cultura indígena y el trabajo de la teología de la liberación, que se abrieron a las mujeres, espacios para pensar, preparando el camino hacia la toma de conciencia política y su integración en los años ochenta en el proyecto revolucionario zapatista, cuyo ejército EZLN [5] apareció en 1994 y desde entonces creó municipios autónomos, con juntas de buen gobierno que las incluyó. Actualmente el gobierno federal, mantiene una guerra de baja intensidad en la que las mujeres han sido nuevamente tomadas como blanco de ataque mediante violaciones sexuales e incluso la muerte.


Construcción de la autonomía por las mujeres zapatista de Chiapas

Al incorporarse al movimiento zapatista las mujeres empezaron a reformular las tradiciones culturales que las mantenían en la pobreza, y exclusión. Esto constituyó todo un trabajo de concientización y acción política, consigo mismas, dentro de sus familias y comunidades, obligando al poder explícito a cumplir en su favor las normas surgidas del proyecto revolucionario que promueven la equidad con autonomía para todos.

Al respecto citamos el fragmento de un testimonio:
“Anteriormente cuando no éramos zapatistas nosotras no nos alterábamos de nada, estábamos como siempre. No sabíamos si podíamos o teníamos este valor de participar o de hacer algún trabajo o de hacer algún colectivo. Pero ya cuando empezó la lucha, ahí fue como que las mujeres empezamos a saber cómo se puede tener libertad o cómo nos podemos tratar con los hombres”. [6]

La identificación y cambio de las formas de sometimiento femenino han sido difíciles por la naturalización de las costumbres, además la participación política que requiere la salida del hogar y la transformación del trabajo cotidiano, no siempre encontró el apoyo familiar, surgiendo fuertes críticas y en ocasiones violencia familiar.

El proceso de cambio ha sido más flexible en algunos grupos por ejemplo dentro del ejército zapatista esta práctica alcanzó la creación de una “ley revolucionaria de mujeres indígenas” [7] donde se plasmaron: el derecho a la libre elección de pareja, la tenencia de la tierra, la participación activa en la política. Las mujeres buscaron la reivindicación de su identidad indígena, manteniendo los valores tradicionales que respetan sus derechos en la forma de ser y convivir en la vida pública y privada.

A lo largo de más de 17 años de lucha zapatista, muchas mujeres han alcanzado cargos importantes dentro del consejo de la junta del buen gobierno, un logro significativo fue su participación en el tercer encuentro internacional de los pueblos zapatistas con los pueblos del mundo, realizado en diciembre del 2007, dedicado a revisar el tema de las mujeres.

Ahí se analizaron los cambios hacia la equidad y autonomía de todas las comunidades en resistencia, hubo testimonios de abuelas, madres, hijas, nietas, en las que se vio reflejado el cambio de vida en las cuatro generaciones, producto de su trabajo de concientización y la toma de poder en la acción personal y política dentro de sus comunidades.

Es importante señalar que aunque sus demandas coinciden con otros movimientos de mujeres, guardan diferencias, ya que las indígenas presentan requerimientos económicos y culturales que tienen como antecedente el racismo, la esclavitud, la marginación, la explotación.

Castoriadis nos dice que si se crean nuevas significaciones que alteran el sentido determinado, se las observa como lo otro, lo extraño, por lo tanto lo amenazante, lo inaceptado, lo despreciado, lo odiado [8]. Por ello, a la lucha frente a la clausura institucional, se sumo la lucha frente a la clausura psíquica interna, ambas partes dificultaron la aceptación de los nuevos sentidos de ser mujer.


Reflexiones finales

Alcanzar la autonomía de las mujeres zapatistas ha requerido: en lo íntimo hacer frente a lo incorporado psíquicamente desde el infrapoder, en la lucha colectiva enfrentar tanto al poder de dominio que se resiste a la equidad entre géneros, como al poder explícito que desconoce su capacidad de autonomía y convierte sus cuerpos en símbolo de ataque en la guerra de baja intensidad.

Hay que reconocer el profundo trabajo de transformación interna para cambiar el sentido de ser y ver el mundo y al mismo tiempo abordar la culpa ante la ruptura con la de la institución social, además enfrentar la confrontación con la sociedad heterónoma, que las desconoce como sujetos autónomos y creativos.

Por ello requieren seguir trabajando en la constitución de su nueva identidad y paralelamente transformar la tradición étnica que confiere al pasado una autoridad reguladora del presente.

Ante la duda de Castoriadis para lograr un proyecto revolucionario con equidad y autonomía, el proceso de las zapatistas abre la posibilidad al reto del imposible, al ver un buen número de mujeres sembrando la semilla de la transformación de los imaginarios, especialmente de género, defendiendo sus derechos y los de sus hijos e hijas en su comunidad, en el resto de las comunidades y frente al gobierno federal.



 
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Notas
 
[1] Las significaciones son producciones de sentido organizador, ya que instituyen el modo de ser de las cosas y orientan la vida de los individuos por el contenido de sus significados; así operan en lo implícito de la sociedad que las ha inventado. Son imaginarias porque son dadas por invención y no corresponden a elementos racionales o reales; son sociales porque sólo existen estando instituidas como objetos de participación de un ente colectivo impersonal. Rascón Gloria Luz, El proceso de Identificación Femenina y su Relación con el Imaginario Social. Capítulo III Tesis de maestría en Psicología clínica. Facultad de Psicología UNAM. México 2000. página 53.
[2] Castoriadis llama imaginario instituyente a lo que se opone a lo establecido y, por lo tanto, a las formas de poder y dominación; que apuntan especialmente hacia el orden de las significaciones que operan en calidad de normas. Dar paso al cuestionamiento de lo instituido significa problematizar lo impensado que, por próximo, obvio o por costumbre, se ve como natural o ya no puede verse. Las diferencias que surgen ante lo instituido operan como una resistencia en la que juega un papel fundamental la imaginación, la creación y principalmente la autonomía, que se apoya en el potencial humano para preguntarse y cuestionar lo establecido como deber, para darle nuevas formas, nuevos valores, nuevo orden, nuevo sentido a la vida, a la evolución de la sociedad y la cultura dentro del proceso histórico. Piña Juan. La subjetividad de los actores de la educación. CESU. UNAM. México 2004 página 186.
[3] Cornelius Castoriadis, La Institución imaginaria de la sociedad, Vol.1 Editorial TUSQUETS 2003 Pag. 132-133.
[4] “Sexta declaración de la selva lacandona” en www.ezln.org.mx
[5] EZLN-Ejército Zapatista de Liberación Nacional que se presenta el 10 de enero de 1994 declarando la guerra al Estado, con la primera declaración de la selva Lacandona y reivindicando su carácter indígena da a conocer razones y demandas de su levantamiento armado, cuyos puntos básicos para una vida digna son: techo, tierra, trabajo, pan salud, educación, independencia, libertad, justicia, democracia y paz.
[6] Violeta Zilberberg Panebianco. Etnografías e Historias de resistencia. Mujeres indígenas, procesos organizativos y nuevas identidades políticas. ¿queriendo se puede cambiar todo? entrevista a Angélica Editorial Ciesas México 2008 página 306
[7] “Ley revolucionaria de mujeres” en www.ezln.org.mx
[8] Cornelius Castoriadis, Figuras de lo Pensable. Las raíces psíquicas y sociales del odio. Fondo de cultura Económica. Buenos Aires. 2001. p 190.
 
Bibliografía
 

Castoriadis Cornelius.
- Ciudadanos sin brújula. Editorial Coyoacán México 2005
- Psicoanálisis proyecto y elucidación. Nueva Visión. México 1992.
- Figuras de lo Pensable. Fondo de Cultura Económica. Argentina 2001.
Gilly Adolfo. Chiapas la razón ardiente. ERA. México 2002.
Guiomar Rovira. Mujeres del maíz. ERA. México 1997.
Hernández C. Rosalía. La otra palabra. CIESAS. México 1998
Hernández Rosalva. Etnografías e historias de resistencia. CIESAS. México 2008
Lenkersdorf Carlos. La semántica del Tojolabal y su cosmovisión. Editorial IIFL. UNAM. México 2006
Piña Juan. La subjetividad de los actores en la educación. CESU. UNAM. México 2004.
Rascón Gloria. El proceso de identificación femenina y su relación con el Imaginario social. Tesis maestría Facultad de psicología. UNAM. México 2000.
Hermann Bellinhausen. En Política. número 8718 Periódico la Jornada.México 2008 pag. 16
Revista metapolítica volumen 5, número 18, Visiones sobre el México finisecular. Conversación con Cornelius Castoriadis.
Página web: www.ezln.org.mx

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