Leyendo o escuchando los poemas de
este libro, creo que sentir es profundo y
comprender es superficial, porque siento muchísimo
y casi no comprendo.
Y por lo breve de este libro profundo, recuerdo:
"quien dice la verdad casi no dice nada”.
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Antonio Porchia |
Roberto Juarroz nació en Dorrego, provincia de Buenos Aires, en 1925. Poeta, ensayista y profesor de letras. Dirigió la revista "POESIA=POESIA" desde l958 hasta l965. A los 70 años de edad, en los primeros días de abril, y después de padecer, por más de un año una grave enfermedad, “dejó de existir”.
Esta "escuetísima" necrológica, salvo la sintética nota publicada en el Suplemento Cultural del diario La Nación, del domingo 9 de abril de 1995, escrita por el gran poeta Octavio Paz desde México, fue quizás, el único recordatorio digno que los diarios y revistas locales dedicaron a quien fue uno de los más altos y hondos poetas argentinos de estos últimos 50 años.
El 3l de Marzo de l995 moría en la capital de la República Argentina el poeta Roberto Juarroz, autor de Poesía Vertical. Esta evocación trata de rescatar su figura y la excelencia de una poesía original y de fuerte contenido filosófico. Empezar‚ pues por focalizar a Juarroz dentro del árbol genealógico de la poesía Argentina se hace más que necesario:
En la mayoría de las antologías, como por ejemplo, la seleccionada por Daniel Freidemberg [1], se lo ubica dentro de la Generación del 50, ya que su primer libro es del 58. Recordemos también que el principio de los años 50 marca para la poesía argentina la definitiva consolidación de las vanguardias surgidas en la década anterior: el invencionismo de Bayley en el 44, el surrealismo motorizado por Pellegrini, y el neorromanticismo de la generación del 40. Y a partir de Poesía Bs.As. (Aguirre, Móbile, Alonso, Trejo) entre l950 y l960, la definitiva autonomía de la escritura poética. De su tronco se desprenden cinco grandes ramas: La impresionista (Gola, Nicotra, Padeletti). La Prosística: irónico-escéptica (Urondo, Trejo, Vanasco, Brascó). La rama de los “alucinados y malditos” (Pizarnik, Cranwell), la objetivista: César Fernández Moreno, Veiravé, Gianuzzi, y la última: que tranquilamente, se la puede ubicar en la generación del 60. Y es representada básicamente por Juarroz: la llamada poesía de "indagación metafísica". No vinculada directamente a Poesía Bs. As. Ésta es una escritura, según Freidenberg, aparentemente “fría” e intelectual, que opera mediante paradojas y un tono reflexivo e interrogativo. Para acuciar al lector con preguntas, más que con respuestas. En este sentido, Juarroz rescata la tradición borgeana de considerar a la filosofía como un verdadero estímulo a la imaginación poética. Desde esta perspectiva, Juarroz suma crítica más poesía, reflexión y pasión, razón e intuición. Sus poemas parecieran “pensar con el corazón” y “sentir con la cabeza”.
Creador elogiado por escritores de la talla de .Porchia (cuya obra es determinante para Juarroz), Cortázar, Char, Paz, y Aleixandre, entre otros.
Varias veces premiado, tanto en la argentina (distinguido con el Gran Premio de Honor de la SADE), como en el extranjero (Gran Premio de la Bienal Internacional de Poesía, en Bélgica) traducido a varios idiomas, y sin embargo, su muerte pareciera haber pasado desapercibida para la cultura, los poetas, y los "intelectuales" argentinos, más preocupados por su coyuntural y fugaz trascendencia, que por el reconocimiento merecido a una obra poética única.
"Poesía de una abrasadora transparencia", al decir del Premio Nobel, Aleixandre. O las opiniones de Cortázar a propósito de sus textos: “Sus poemas me parecen de lo más alto y lo más hondo (lo uno por lo otro, claro) que se ha escrito en español en estos años. Hacía mucho que no leía poemas que me extenuaran y me exaltaran como los suyos.”
Este pequeño comentario de algunas de las peculiaridades de su obra, pretende ser también, un humilde homenaje, donde la pesadumbre y la admiración se unen ante lo inevitable de la indiferencia y el desconocimiento, por parte de un gran sector de la actual poesía argentina.
Roberto Juarroz publicó trece libros de poemas, curiosamente todos con el mismo título unificador y sugerente a la vez: POESIA VERTICAL.
Estaba enamorado del arriba y del abajo, del agua profunda y quieta del pozo, y de los astros que vislumbramos en lo alto de una torre, comentó su amigo Octavio Paz.
Y en este título, que en realidad es una especie de visión integral y totalizadora (el arriba y el abajo, "el pozo" y "la estrella"), estaría concentrada, no sólo la poesía, sino también la poética de Roberto Juarroz. Creación y reflexión: vasos comunicantes. El carácter necesario que tiene para Juarroz esta doble actividad: para penetrar en la realidad y par huir de ella, para preservar un gesto y para conversar con uno mismo (ese desconocido), para detener el instante y para hacerlo volar. Esa “incurable unidad que padece lo otro”.
Mi pensamiento ha creado
otra forma de pensar para pensarte.
La ha creado en mí,
como si una sombra se inventara otro cuerpo.
Cada poema de Juarroz implica, de modo implícito o explícito, una poética, una apasionada declaración de principios, una determinada visión filosófica.
Hacia arriba y hacia abajo, pozo por donde sube el agua potable del espíritu y torre por donde desciende el aire libre del pensamiento. Esta verticalidad coincidente por cierto con el segundo principio de la Filosofía Hermética, es anunciada a modo de prólogo por el mismo Juarroz en su primer Poesía Vertical (l958): ir hacia arriba no es nada más que un poco más corto o un poco más largo que ir hacia abajo.
El otro referente obligado, y de donde Juarroz pareciera haber tomado esta noción de Poesía Vertical (verdadero leit motiv de toda su obra), es el filósofo-poeta Gastón Bachelard que en su texto, Instante poético e instante metafísico del libro El Derecho de Soñar, y que también podemos rastrear en otro libro, íntimamente relacionado con éste, La Intuición del Instante, a propósito nos dice:
“La poesía es una metafísica instantánea. En un breve poema, debe dar una visión del universo y revelar el secreto de un alma, del ser y de los objetos al mismo tiempo....
.....En todo poema verdadero, se pueden entonces encontrar los elementos de un tiempo detenido, de un tiempo que no sigue la medida, de un tiempo que nosotros llamaremos Vertical para distinguirlo del tiempo común que huye horizontalmente con el agua del río, con el viento que pasa. De ahí una paradoja que debe enunciarse claramente: en tanto que el tiempo de la prosodia es horizontal, el tiempo de la poesía es vertical.....
....El fin es la verticalidad, la profundidad (el pozo-el abajo) o la altura (la estrella-el arriba); es el instante estabilizado en que las simultaneidades prueban ordenándose que el instante poético (vertical) tiene una perspectiva metafísica”.
En el caso de Juarroz, toda su poesía está compuesta de esos "instantes absolutos" e intensos del que nos habla Bachelard. Doble verticalidad: la de un lenguaje exigente sin ser para iniciados y que bien parece un idioma del alba; tal es la transparencia de la poesía de Juarroz, y la de una actitud ética, solitaria sin dejar de ser solidaria. Y ambas actitudes constituyen las claves para comprender uno de los pensamientos poéticos más lúcidos y estimulantes de la poesía hispanoamericana.
Sus breves textos, verdaderos "poemas-semillas" impresionan por su síntesis, concentración y precisión. Y también por su visibilidad, que termina siempre por revelarnos aspectos desconocidos de la realidad.
En este sentido, los poemas de Juarroz son epifanías de sorprendente cristalización verbal: lenguaje reducido a una gota de luz. Sabios y caprichosos como el viento y el tiempo, los poemas de Juarroz, parecen que no saben lo que hacen y, no obstante, pocas veces se equivocan.
El poema y la reflexión (poética) surgen de una misma necesidad. Estos poemas, son también una pregunta por la poesía.
Juarroz vivía el poema como una explosión de ser por debajo del lenguaje. Descubrimos aquí cuatro elementos básicos, al decir del poeta: explosión, ser, lenguaje y debajo. Partiendo de aquí (o tal vez llegando) he buscado entonces una poesía más concreta en su esencia, con peso propio, sólida, vertical.
Juarroz, geólogo del ser, astrónomo del espíritu, vidente que ve hacia abajo desde arriba y desde abajo hacia arriba, de la mente al cuerpo, de la razón a la pasión. Es un verdadero "Contemplador vertical" del diálogo del hombre consigo mismo y con el universo.
“El lenguaje es la casa del ser. Más allá de las cosas y detrás de los hombres”: estas dos frases de Heidegger, nos remiten en la obra de Juarroz a un desplazamiento de interrogantes, desde las cosas a los hombres, en su misión de ir siempre más allá, como lo hizo el poeta en su pasión por dibujar ventanas en los hechos más simples, para mirar por encima de las apariencias.
Dibujaba ventanas en todas partes. En los muros demasiado altos, en los muros demasiado bajos, en las paredes obtusas, en los rincones, en el aire y hasta en los techos. Solamente quería ver: Ver, nos dice Juarroz.
Autor de un solo libro, unitivo desde l958 hasta su decimotercera Poesía Vertical. Sin embargo, creo, que la de Juarroz no es una poesía meramente racional, sino lírico-especulativa, expectante, que cuestiona sobre el ser, el lenguaje poético y el conocimiento. Una poesía que aporta voz al silencio del hombre y luz a los ojos para ver en la oscuridad. Su itinerario poético casi no registra “evolución”:
Yo no me repito, me aumento...y siempre hay un grano de polvo de luz que quiebra el engranaje de las repeticiones.
Es como si su búsqueda se hubiera ido paralizando hasta quedarse inmóvil en un marco. En la poesía de Juarroz hay, según el mismo: Unas puertas tan perfectas como para quedarse, para siempre en una puerta. Y desde allí ver pasar todas las cosas. Sin entrar ni salir.
A propósito, comenta Guillermo Sucre [2]: “el suyo es un discurrir que se repite incesantemente, un lenguaje que no varía de manera sensible –que no evoluciona, dirán ciertos críticos, que, por lo general, siempre involucionan-. Su primer libro podría ser el último, y viceversa. Si, como se cree lo estimable, una obra es sobre todo expansión y diversidad, la suya, aparentemente, no sería una obra. No obstante, es una obra que se hace –o se hará- cada vez más presente en nuestra experiencia de la poesía. Lo mejor de esa obra merecería, en verdad, una frase de Baudelaire: “Como no ha progresado, no envejecerá”. Paradoja, sin duda, fascinante: ¿no supone otra forma de “modernidad”, a la vez que resulta su crítica?”
Su poesía, es en este sentido un Obstinado Visor. Un ejercicio infrecuente de pensamiento dentro del panorama de la poesía argentina de los últimos 50 años. Compleja y densa. Ambigua y dual: inquietante. Pero ¿no es esta ambigüedad de inquietante dualidad el soporte mismo de la existencia? El pensamiento nos traiciona/ y el yo también nos traiciona, somos leves señales de humo, que tal vez no dejan un código, remarca el poeta. Poesía que da cuenta del ser y del no ser, del adentro y el afuera, del derecho y el revés, del camino y su sombra, del silencio de cualquier mirada. El don de su existencia está dado por la suma del ser y el no ser, la suma, no la síntesis. En los poemas de Juarroz blanco más negro no devienen gris. Se trata más bien de un sistema, del género presocrático: cada ser suscita su contrario, su no ser contenido implícitamente en sí mismo. Cada palabra va detrás de su silencio. Palabra y silencio, rama y raíz, luz y sombra. Lo posible es sólo una provincia de lo imposible, es más, sólo es posible dice Juarroz, lo imposible. Un pensamiento poético naturalista y metafísico a la vez. Poemas Heraclitianos: suma de fragmentos o sucesión de acertijos y fórmulas aforísticas. No es casual que los poemas de Juarroz le recuerden a Cortázar, el pensamiento poético de los presocráticos. También evocan la démarche detextos de Heidegger o los poemas de René Char.
Inmediatamente, después de la lectura de la poesía de Juarroz surge la siguiente cuestión, la misma que plantea Heidegger [3], en relación con la esencia de la poesía: ¿cómo empieza este diálogo que nosotros somos? ¿Quién realiza aquel nombrar de los dioses? ¿Quién capta en el tiempo que se desgarra algo permanente y lo detiene en una palabra? Esta palabra forma la conclusión de la poesía y dice: “mas lo permanente lo instauran los poetas”. Esta palabra proyecta desde los poemas de Juarroz, una luz sobre la pregunta acerca del origen de la poesía. Y la poesía, al decir de Heidegger, es instauración por la palabra y en la palabra. Y ¿qué es lo que se instaura? Lo permanente: La poesía: es la instauración del ser por la palabra.
En cuanto al poema que abre poesía Vertical I, y que reproducimos a modo de recordatorio, es casi un Arte Poética, allí se postulan dos miradas: una que mantiene unido al mundo y no lo deja caerse, es decir la de las convenciones que manejamos y a la vez nos sostiene como una red; y otra mirada, la del poeta, que se suelta, infiel de la primera y busca el fundamento último de las cosas. La verdadera red. En esa búsqueda su deseo es ver, averiguar, saber, y comprobar algo más. En efecto, la poesía vertical de Juarroz, empieza por el ver, y no por lo visto. Es decir, empieza por un acto: La Mirada. Y que en Juarroz es construir con las palabras, hacer algo con lo visto. Por lo tanto, es también una forma de imaginación, y una vía de conocimiento interior-exterior. Una red demiradas, una trama, un texto que abarca al mundo.
Para finalizar, es difícil elogiar a quien merece más que elogios. De ahí que este breve homenaje, concluya con la reproducción de dos poemas tan distantes en el tiempo, y a la vez tan cercanos dentro del espacio textual que constituye la totalidad de Poesía Vertical , esa geometría del ser que no tiene espacio. En estos poemas cualquier palabra podría ser la última y/o la primera. Para ellos no existe la muerte ni el tiempo, porque la Poesía de Roberto Juarroz es, fue, y seguirá siendo.
1
Una red de mirada
mantiene unido al mundo,
no lo deja caerse.
Y aunque yo no sepa qué pasa con los ciegos,
mis ojos van a apoyarse en una espalda
que puede ser de dios.
Sin embargo,
ellos buscan otra red, otro hilo,
que anda cerrando ojos con un traje prestado
y descuelga una lluvia ya sin suelo ni cielo.
Mis ojos buscan eso
que nos hace sacarnos los zapatos
para ver si hay algo más sosteniéndonos debajo
o inventar un pájaro
para averiguar si existe el aire
o crear un mundo
para saber si hay dios
o ponernos el sombrero
para comprobar que existimos
(1er.poema de POESIA VERTICAL I, l958)
POESIA VERTICAL
Un día ya no podremos partir.
Repentinamente, se habrá hecho tarde.
No importa de dónde
o hacia dónde era el viaje.
Tal vez hacia el otro extremo del mundo
o sólo desde uno hacia su sombra.
Dibujaremos entonces la figura de un pájaro
y la fijaremos encima de la puerta
como blasón y memento,
para recordar que tampoco existe
la última partida.
Y la lanza,
que ya estaba clavada en el suelo,
sólo se hundirá un poco más.
Temperley, Buenos Aires, l994
(Diario La Nación, uno de sus últimos poemas publicados)
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