Jean-Claude Martin, el autor de Tourner la page, Dar vuelta la página, en su versión castellana, se posiciona como un fino observador de la realidad cotidiana, que ennoblece con una mirada un tanto desencantada. No se nos escapa que, tras el sentimiento de seguridad que brinda lo familiar y la previsible mudanza de estaciones, tras los repentinos entusiasmos amorosos que iluminan la existencia, el poeta acusa el paso del tiempo y el carácter irrecuperable del pasado, sólo parcialmente rescatado gracias a la escritura, generadora de otra realidad.
En sus textos, a veces lúdicos, que explotan al máximo las posibilidades de la lengua materna, está presente el eterno cuestionamiento del ser, pequeño ante la inmensidad estrellada, y nostálgico de un paraíso perdido o de un mundo mejor.
Matar el tiempo, In memoriam, El reverso son los otros, Algunos días de mayo, son los títulos de los apartados que componen Dar vuelta la página, y que de alguna manera representan el duelo por los buenos y malos momentos que comporta toda existencia.
Los textos en memoria del padre revelan un dolor púdico, y al mismo tiempo la impotencia frente a la vejez y la muerte, que no son sólo un accidente que toca a nuestros ancestros, sino el lote común de todos nosotros.
Jean-Claude Martin opta por la prosa poética ya que le brinda mayor latitud de expresión. Las historias mínimas se suceden en forma de cuadros, teñidas por la nostalgia que habita al ser en tránsito, que pese a todo goza, se ilusiona, juega con las palabras, y nos dice en un murmullo que estamos en un mundo proliferante de sensaciones y estímulos. Su escritura conmueve al lector, al instalarlo en una realidad conocida, pero efímera y por ello aún más apreciable.
Tres poemas
Selección Héctor J. Freire
hectorfreire@elpsicoanalitico.com.ar
Los años están allí, tan cerca, que bastaría
tender la mano para recuperarlos.
Las carpas bajo el río ¿acaso no se pescan
con un lamento? Tu reflejo en el agua no es
un espejismo. La muerte también está al
alcance de la mano. Cuando llegue, tendrás
la impresión de que nada ha comenzado.
Deja tus venas bajo la piel: ése es su lugar.
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Las cerezas en la copa del árbol. Escapan
a la mano del recolector. Mueren de muerte
natural. Secas, resecas, arrugadas, reducidas
a su carozo. Ya no serán saboreadas por el
fino paladar de un “gourmet”. En la flor de
la edad…madura. Cuando les quedaban
tantas cosas por hacer. Como machimbradas
a su tallo. Temiendo cada día ser violadas
por un chorlito. Las de la copa del árbol se
ponen coloradas de celos al ver a las elegidas
del canasto dar un sentido a su vida. Y las
prisioneras de la bolsa empalidecen de
despecho ante las bienaventuradas de la
copa a las que el sol amará algunos días más
Ninguna, por cierto ha soñado con ser cereza…
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Encuentro viejas fotos. Un álbum de
mi madre. Que no es mi madre. Rodeada
De gente que no conozco. 1936. Primeras
vacaciones del Frente Popular. La gente
posa frente a océanos, montañas. Todo el
mundo se inmoviliza. Todo el mundo está
muerto. Las instantáneas han envejecido.
Mi madre es una joven de cabellos oscuros
que reconozco. Que no conozco. No puedo
dar un nombre a ninguna de las personas.
Cierro el álbum. No les he devuelto la vida.
Jean-Claude Martin: nació en Francia en 1947, y fue conservador de la Biblioteca Universitaria. Actualmente se desempeña como presidente de la Maison de la Poésie de Poitiers. Desde 1981 ha publicado quince libros. Obtuvo los premios Kowalski, en 1986. Poitou-Charentes en 1995, y Louis Guillaume en el 2001. Sus textos han sido traducidos al inglés, español, checo y aparecen en más de sesenta antologías. Jean-Claude Martin ha encontrado su modo de expresión más acabado en la poesía en prosa.
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