Nacido en Messkirch, Alemania el 25 de enero de1889; sus primeros estudios versaron sobre teología pero fueron abandonados (si bien éstos ejercieron siempre una importante influencia en su obra) para dedicarse a la filosofía. Estudió en la Universidad de Friburgo con, entre otros, Rickert y Husserl. Del primero recibió, en sintonía con la filosofía en boga en aquel momento, una formación fuertemente marcada por el neokantismo de la Escuela de Baden.
Fue Edmund Husserl a través de quien Heidegger conoce la fenomenología, las instrucciones recibidas de su maestro marcan un punto de clivaje en el pensamiento del joven Heidegger. Sustituyó a Husserl en su cátedra en 1929 en gran medida a causa del éxito adquirido con la publicación de Ser y Tiempo publicado en 1927, texto en el cual, como veremos, comienza a distanciarse de Husserl. Tomó posesión del rectorado de dicha universidad en 1933 con el discurso La autoafirmación de la Universidad alemana [1] y es en gran medida a partir de este discurso que se relaciona a Heidegger con el nazismo.
A pesar de la más que favorable recepción de Ser y Tiempo nunca pudo substraerse Heidegger de la idea generalizada entre los intelectuales de su época que veían (especialmente en Francia) a alguien que había ya adherido a la ideología nazi, más aún, citando a Jaspers, que inclusive se proponía "guiar al guía" (den Führer führen) [2]
Es cesado como docente a partir de la ocupación aliada y a pesar de retomar su actividad universitaria ésta tiene un carácter intermitente.
Tras su muerte, acaecida en 1976, quedaba en claro que Heidegger había dejado puntillosamente planificada la edición de sus obras completas que se encuentra aún inconclusa. Dado que, en nuestra opinión, todo la obra de Heidegger ha estado siempre orientada por la que, consideramos, su obra fundamental, delinearemos a continuación una serie de bosquejos de la misma.
Ser y Tiempo
El propósito del texto radica en lo que Heidegger considera algo que la filosofía ha olvidado: la pregunta por el ser como pregunta fundamental y fundacional de la filosofía. Es la pregunta fundamental porque todo reconocer entes presupone un cierto modo de entender qué es ser. Todo reparo en la realidad, de lo que es, exige una previa consideración de cuál es el sentido del ser mismo. En los primeros parágrafos del texto Heidegger da cuenta de quienes de sus predecesores han estado, por así decirlo, "cerca" de elucidar tal cuestión. Si bien había mantenido en vilo el pensar de Aristóteles y Platón, la pregunta por el ser permanece, según Heidegger, enmudecida sólo hasta que Hegel en su Ciencia de la Lógica intente volver a plantear la cuestión.
Ser y Tiempo constituye en gran medida un intento de reinstaurar la pregunta por el ser, por el ser de los entes. Pregunta que nunca ha sido correctamente formulada; si su reformulación se hace necesaria, esto responde principalmente a tres prejuicios que han llevado a olvidar dicha pregunta.
Por un lado, el prejuicio de la universalidad: dado que el ser se nos presenta como el más universal y claro de todos los conceptos: "Cuando, así, pues, se dice; el ‘ser’ es el más universal de los conceptos, esto no puede querer decir pues es el más claro y no menesteroso de discusión. El concepto del ‘ser’ es más bien el más oscuro" [3]; en segundo lugar y derivado de lo anteriormente expuesto se concluyó del concepto de "ser" su indefinibilidad, si no se puede definir al ser predicando de él un ente se determinó que: "el ser no es lo que se dice un ente", esto lleva a Heidegger a afirmar que es menester reiterar la pregunta por el ser. Por último, dentro de los prejuicios que han hecho que la pregunta por el ser permanezca oculta se encuentra que el ser es el más comprensible de todos los conceptos. Siempre es mencionado el término ser: "Yo soy un profesor", "Este martillo es para clavar", etc. Pero esta aparente comprensibilidad termina no interrogando por el ser sino que ella misma carece de sentido y dirección. Al respecto dice Heidegger: "(...) esta comprensibilidad de término medio no hace más que mostrar la incomprensibilidad. Hace patente que en todo conducirse y ser relativamente a un ente en cuanto ente hay a priori un enigma. El hecho de que vivamos en cierta comprensión del ser, y que a la vez el sentido del ser sea embozado en la oscuridad, prueba la fundamental necesidad de reiterar la pregunta que interroga por el sentido del término".
De manera tal que la temática de Ser y Tiempo estará signada por responder a la pregunta por el sentido del ser en general, no por el ser de esto o aquello ya que Heidegger entiende que estaríamos respondiendo una pregunta por el ente y no por el ser. Motivos sobran para criticar que el propósito inicialmente prometido por el autor nunca llega a cumplirse; en buena medida porque el camino que Heidegger propone si es que se quiere reformular la pregunta ontológica por excelencia, la que pregunta por el ser o más precisamente por el ser de los entes, debe encontrar una correcta dirección, "algo" al que se le pregunta y que él encuentra en los entes mismos, dado que son ellos mismos los que muestran sus caracteres de ser, es su accesibilidad la que los hace plausibles de ser interrogados. Basta ahora pues la elección del ente que sea capaz de formular dicha pregunta: "Desarrollar la pregunta que interroga por el ser quiere, según esto, decir: hacer ver a través de un ente, el que pregunta bajo un punto de vista del ser. El preguntar de esta pregunta está, en cuanto modo de ser de un ente, él mismo determinado esencialmente por aquello que se pregunta en él por el ser. Este ente que somos en cada caso nosotros mismos lo designamos ser-ahí".
Pero para que la pregunta de cuenta del cómo del mostrarse de los entes, es importante aclarar la forma en que la fenomenología, tal es el método que Heidegger indica que seguirá, entiende esa mostración. De hecho los entes pueden mostrase de diversas formas incluso pueden mostrarse como lo que no son sino meramente como lo que "parecen ser" o lo que "tiene aspecto de…". Pero si tomamos la palabra fenómeno como se ha venido utilizando hasta ahora, es decir, como lo que se muestra en sí mismo, como mera apariencia, quedaría sin elucidar que ente puede ser considerado como fenómeno, ya que precisamente fenómeno, entendido ya fenomenológicamente, nos lleva a pensar algo absolutamente diferente a lo que se entiende vulgarmente por como tal. Por su parte Kant lo había entendido, dando por supuesto que los entes eran hospitalarios de una intuición empírica, que podían los entes ser definitivamente inteligidos de esta manera. Precisamente lo que allí está es la concepción formal de fenómeno. Heidegger señala que la tarea de la fenomenología es preguntarse por el cómo de las "cosas mismas", pregunta que Kant considera que no tiene sentido plantearse, que el fenómeno es el límite del conocimiento, que el conocimiento de la "cosa en sí" pertenece al reino de lo nouménico, es decir, escapa a nuestras facultades cognitivas.
Pero Heidegger, como señalábamos, radicaliza la intencionalidad husserliana y muestra como el mundo es el lugar de la trascendencia de los entes y del ser, por lo tanto no es necesario una conciencia que intencione los objetos del mundo, así lo que hará es precisamente desprenderse de esa intencionalidad, dado que, diferenciándose de Husserl, no cree que haya algo así como “dos tipos de actitudes” una de tipo natural y una de tipo reflexivo-filosofante. La precomprensión que el ser tiene de los entes lleva implícita una actitud para relacionarse con ellos.
Heidegger hace ver cómo en el mismo comienzo griego de la filosofía esta pregunta está presente. Ahora bien: que la pregunta por el sentido del ser se muestre fundamental no significa que toda filosofía lo haya hecho así: es lo que Heidegger denomina olvido del ser entendiendo como olvido el hecho que su cuestionamiento constituye la pregunta fundamental de la filosofía, este olvido, sin embargo, no es en absoluto trivial, se debe, en todo caso, al hecho de que la tradición ha considerado ya respondida la pregunta por el ser.
Lo que está diciéndonos Heidegger aquí es que la reformulación de la pregunta por el ser nos revela limitaciones y que éstas implican una esencial diferenciación de nivel entre el ser y lo ente, entre lo ontológico y lo óntico, diferencia que hace necesario encontrar un lenguaje particularmente adecuado a la investigación del ser para diferenciarla de las encaradas por la filosofía tradicional, investigación que Heidegger denomina "ontología fundamental" (Fundamentalontologie).
Toda la investigación encarada (su posible éxito o su fracaso) tienen como punto de partida la noción de ser-ahí (Dasein). Este concepto designa a aquél que somos en cada caso cada uno de nosotros, pero no al hombre entendido como un género o como un ente más alque le es ajeno su propio ser, sino a aquel ente eminente al que precisamente le es esencial una pre-comprensión de su ser y así lo hace precisamente a él, el ente que se encuentra en condiciones de formular la pregunta por el sentido del ser en general.
Así, será necesaria una analítica existenciaria, no un análisis categorial. A diferencia de las ontologías tradicionales que entendían el sentido del ser como un sistema de categorías aplicable por igual a cualquier ente, en la analítica existenciaria Heidegger describe los caracteres ontológicos (denominados existenciarios) que le son propios a aquel ente que se diferencia de los demás precisamente por su comprensión de ese sentido del ser. Esta etapa del análisis no aspirará a elucidar la cuestión del ser, sino que el intento heideggeriano radica en un esfuerzo por dar cuenta de la relación del ser-ahí con dicha relación, es así pues una preparación, necesaria sí, pero meramente provisional. |