Ante el avance de la insignificancia - nuevo modo de la alienación que caracteriza a la sociedad actual - nos reúne la apuesta por la autonomía. Es decir, la apuesta al poder de la imaginación de crear e instituir nuevas formas de lo social y nuevas formas de la subjetividad. Castoriadis sostiene que el hombre es un animal loco, un ser de imaginación, y que eso es lo que le permite pensar. La autonomía es posible mediante la expresión de la imaginación radical, pero sometida siempre a reflexión. Esta primacía de la imaginación cuestiona el pensamiento determinista. Porque la imaginación es lo que no puede ser explicado, no puede reducirse a una causa: es creación.
La psique y la sociedad demandan lo mismo: un sentido garantizado mediante un cerco que lo hace inexpugnable. La autonomía es también y sobre todo la lucha permanente contra ese cerco: la imaginación es lo que permite saltarlo. Dentro del mismo se erige el Amo de la significación: sea en la psique, sea en la sociedad. Este Amo dicta el sentido de la sociedad, de la realidad, y también del sujeto. El camino hacia la autonomía es el de la destitución del mismo, sea psíquico - como lo permite el psicoanálisis -, sea en la sociedad - tarea de la política. Esto es posible mediante la reapropiación del colectivo de su poder instituyente. Ambas actividades, el psicoanálisis y la política, implican la liberación de la imaginación radical y la reflexión sobre sus productos.
Ahora bien: la autonomía no es una utopía, tampoco es arreglárselas solo, ser independiente o tener un yo autónomo. Autonomía no es autismo. Es siempre con el otro, siempre lo involucra. La autonomía siempre es un proyecto, por lo tanto, siempre es algo inacabado. La autonomía es una actividad. En el pensamiento es actividad de interrogación ilimitada apelando a un nuevo modo de la lógica, la lógica de los magmas, que implica establecer una relación no excluyente entre la racionalidad y la imaginación, entre la determinación y la indeterminación. En el psicoanálisis es actividad de autoalteración en la psique al cambiar la relación entre y dentro de sus instancias, al poder entrar el sujeto en conexión con su imaginación radical, y su capacidad de cuestionar lo dado; en la política es actividad de cuestionamiento de lo instituido y de autoinstitución explícita de instituciones ligadas a la autonomía, que incorporadas por los sujetos, permitan producir sujetos y regímenes autónomos. En la creación artística es poder asomarse al abismo, a la ausencia de sentido garantizado, reconocimiento de que el sentido es creación humana. Para estas actividades es necesario el surgimiento de una subjetividad reflexiva y deliberativa.
Piera Aulagnier, ha sostenido algo que entiendo que excede al psicoanálisis, y que bien puede orientar nuestra tarea durante este Encuentro. Ha dicho que «la teoría psicoanalítica puede y debe decir qué tipo de relación la sociedad debe poder establecer y preservar entre ella y las personas que la integran» para que esto no implique un riesgo psíquico para los sujetos. Otro tanto podemos demandarle a la filosofía, el arte, la paideia, la economía, la política, etc., en lo relativo al modo en el cual puede pensarse desde ellas modos de no dañar la subjetividad y tampoco la sociedad, y de favorecer su autonomía.
Pretendemos que este espacio se convierta en un Agora, en un lugar de intercambio, discusión y elucidación crítica: un saber sobre lo que pensamos, un pensar sobre lo que hacemos. Una puesta en acto de la autonomía. En este caso para reflexionar sobre la depredación producida por el capitalismo: en la psique, en la sociedad, en la cultura, en la economía, la educación, el arte, el medio ambiente, etc. Una interrogación que sea al mismo tiempo una resistencia y una propuesta. Una humilde contribución a la tarea de preparación de un despertar de la imaginación que permita salir de la insignificancia, el estancamiento, la privatización y el conformismo generalizado. Para esto trataremos de generar la situación más confortable posible. No digo cómoda, porque la lucha por la libertad genera permanentemente incomodidad. Recuerdo, entonces, que la democracia es el régimen de la autolimitación, régimen en el cual mi libertad comienza donde comienza la del otro. Y que las diferencias no deben soslayarse, pero tampoco es obstinándonos en ellas que podremos avanzar en nuestro itinerario. Democracia como régimen trágico, de los límites, nos dice Castoriadis. También nos dice: se trata de descansar o de ser libres.
[*] Texto perteneciente al libro Insignificancia y autonomía. Debates a partir de Cornelius Castoriadis, Biblos, Buenos Aires, 2007. Originado en el Encuentro Internacional sobre la obra de Cornelius Castoriadis en 2005, en Buenos Aires.
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