Es muy interesante incluir un panel sobre economía o sobre mitos del desarrollo, porque estos mitos eran para Castoriadis el principal obstáculo para la reconstrucción de la vida humana y porque para los defensores del capitalismo el desarrollo es una cualidad del sistema, cuanto más capitalismo más desarrollo, más progreso, más bienestar, más realización personal. El neoliberalismo encarna la forma actual de esa mistificación.
Los neoliberales afirman que un desarrollo promisorio se logra desarreglando, flexibilizando, anulando las conquistas sociales, favoreciendo la globalización que manejan 200 empresas transnacionales, dicen que hay desarrollo si se adula al empresario, si se enaltece la firma, celebran al mercado como el principal ámbito de realización humana, convocan al individuo a consumir, a entretenerse, a privatizar todas las áreas de la vida social.
Yo creo que el interés de la obra de Castoriadis es su crítica vigorosa, despiadada, a estos mitos, especialmente cuando cuestiona el avance de la insignificancia, el conformismo, la banalidad, la pérdida de sentido, la destrucción de la solidaridad comunitaria. Y es una critica muy actual porque esencialmente en América Latina los neoliberales nos dicen que no sabemos valorar el desarrollo capitalista, que no sabemos competir, que somos proteccionistas, que somos insolentes con la empresa, que somos estatistas y por eso proponen el libre comercio cuando es evidente que los que ganan son las empresas transnacionales y no la mayoría de los pueblos. O promueven la apertura de mercados de capitales olvidando que América Latina termina dependiendo por esa vía de los ciclos del capital especulativo. o nos llaman a seguir privatizando, es decir a seguir sosteniendo una subvención estatal encubierta de grupos concesionarios.
Hay una vigencia de la obra de Castoriadis ya que hay una critica muy actual al neoliberalismo, pero quiero recordar que esta critica radical no es la que predomina en la actualidad. Lo que prevalece hoy es una crítica pero desde una óptica de defensa de otro modelo capitalista, de un modelo heterodoxo keynesiable, sustentable, ortodoxo, humano, equitativo desde un enfoque que es opuesto al cuestionamiento radical que hacía Castoriadis porque la heterodoxia objeta al liberalismo extremo, pero acepta la veneración de la empresa, del mercado, del individualismo frente al libre comercio y postula la integración regional como si la asociaciones zonales en América Latina fueran totalmente viables y favorables a la mayoría popular.
La heterodoxia cuestiona la regulación del sistema financiero, pero no el endeudamiento externo y el nuevo dogma del superávit fiscal objeta las privatizaciones descontroladas pero no los subsidios a sus beneficiarios. Y sobre todo la heterodoxia mantiene el modelo de ajuste perpetuo que padecemos todos y que no redistribuye ingresos, que no permite conquistas sociales y que consolida la segmentación social, es decir la heterodoxia actual es conservadora, es temerosa y está disgustada con el modelo que preserva, pero alega que en el mundo de hoy no es posible otra cosa.
Yo creo que por esta vía la heterodoxia difunde hoy su propio mito del desarrollo, que es un mito mas resignado, es un mito con nuevas ilusiones, es un mito diferente al neoliberalismo, pero mito al fin y recoger la obra de Castoriadis es recoger una postura crítica que sale de la oposición actual de ortodoxia neoliberal versus heterodoxia y se sitúa en una transición anticapitalista que hoy tiene diversas expresiones de autores, de corrientes autonomistas, libertarios, socialistas, marxistas y que es una tradición que hay que recoger. porque la obra de Castoriadis brinda elementos básicos para el análisis del capitalismo contemporáneo, especialmente su denuncia de la depredación ecológica, del desempleo, de la pauperización aunque esas reflexiones deben ser complementadas porque el capitalismo de hoy es muy diferente del capitalismo de posguerra.
Castoriadis hablaba de una declinación capitalista desde los años 50, pero es evidente que el modelo actual es muy diferente al de esa época, hay una preeminencia del modelo social regresivo y de la expansión geográfica del capital, hay una salto cualitativo de la mundialización, hay un ensanchamiento de la brecha entre centro y periferia.
Y hay otro desafío hoy, desde una crítica anticapitalista, y es realizar una crítica a los nuevos mitos que genera este capitalismo que es un capitalismo muy transformado.
Para avanzar en esta crítica me parece que tenemos que tener siempre algunos cuidados e incluso algunas prevenciones que tuvo el propio Castoriadis, tenemos que evitar una imagen del capitalismo como pura descomposición y reconocer la dinámica y las contradicciones de este sistema, tenemos que tener cuidados y esto vale también para Castoriadis, en focalizarnos excesivamente en la esfera financiera y no analizar las contradicciones en la esfera productiva.
El sistema actual es el reinado de Soros y de Bill Gates y tenemos que poner la atención en la esfera de la explotación del trabajo asalariado y no solo en el análisis genérico de la opresión. Y sobre todo me parece que no tenemos que tener aversión a estudiar, a reconocer y a analizar la lógica económica del capitalismo, estudiando de nuevo sus leyes, sus principios, sus contradicciones, porque este tipo de análisis no es para nada sinónimo de determinismo económico.
Dos conclusiones, la primera, tan importante como la caracterización de los mitos del capitalismo actual, es discutir la alternativa. Ayer se hablo de pesimismo y optimismo, el mejor antídoto contra el pesimismo es formular siempre qué alternativa es factible y es deseable y Castoriadis cuando habla de una sociedad autónoma que se dé su propia ley, cuando habla de un imaginario auto instituyente esta fijando una pista, esta fijando un norte. El problema es que no alcanza el norte, también hay que ver los caminos y los caminos en el sistema actual no pueden ser la abrupta creación de una nueva economía libertaria y no puede ser solo la alternativa de expandir las cooperativas, la autogestión, los contrapoderes y menos aún imaginar formas de autoabastecimiento que frenen el desarrollo.
En nuestra critica a los mitos del desarrollo evitar el romanticismo, evitar el supuesto de que especialmente en los países periféricos podemos frenar la taza de crecimiento porque esto nos conduciría a una perpetuación del subdesarrollo.
Hay que pensar la alternativa todo el tiempo, la alternativa en términos inmediatos, la alternativa en términos estratégicos. En mi modesta y humilde opinión cuando se piensa una alternativa, incluso en los términos históricos que lo piensa Castoriadis, por lo menos yo creo en una estrategia de desarrollo alternativo, popular, incluyente.
Creo que conviene seguir pensándolo en términos socialistas, que significa pensar un modelo no en términos de un socialismo ingenuo, no en términos de un modelo que repentinamente emergerá bajo un colapso terminal del capitalismo o que dará lugar a un régimen sin contradicciones o de gestión sencilla.
Un proceso histórico hacia una sociedad sin explotados, sin explotadores cuya evolución pueda mensurarse por el traspaso progresivo de la actividad mercantil hacia la gestión planificada y sobre todo a través de formas crecientes de auto administración popular que superen todas las deformaciones que también denunció Castoriadis de lo que fue el socialismo real.
Retomando el legado de Castoriadis, nuestra crítica a los mitos del desarrollo es también un proyecto de desarrollo diferente, favorable a la mayoría oprimida, un proyecto no capitalista, emancipatorio y a mi juicio socialista.
¿Cuál es el principal mito del desarrollo, no en el mundo, no en la periferia, no en el análisis abstracto, cuál es el principal mito del desarrollo hoy en la Argentina?
Yo creo que luego del fracaso del neoliberalismo, de la década del 90, es el mito de reconstruir un capitalismo nacional, es el mito de forjar una verdadera burguesía argentina, de gestar un capitalismo productivo, eficiente, reconstruido en el plano nacional. Y creo que esta idea de reconstruir el capitalismo nacional es el mito del desarrollo hoy en la Argentina, que es un mito porque es una creencia ideológica en todas las acepciones del término, es una ideología como ilusión, porque otra burguesía es imaginaria, porque otro capitalismo es imaginario. La burguesía que todos conocemos, la rentista, reprimarizada, transnacionalizada, es la burguesía que tenemos y reconstruir el capitalismo nacional es una ideología como ilusión y también como interés de la clase dominante que quiere competir en el mercado internacional, reinsertarse y apuntar a ese objetivo que no puede lograr. Es una ideología como programa concreto de subvenciones fiscales a la clase dominante nacional y sobre todo es una ideología como fetichización en el sentido del único horizonte posible para los argentinos.
Reconstruir una burguesía nacional que es el proyecto de la clase dominante convertido en proyecto de toda la sociedad, transformado en lo que debe ser el ideario de la mayoría de la población argentina.
Y por eso me parece que hoy en esta ocasión mas que discutir si es factible o no es factible reconstruir una burguesía nacional, lo que tenemos que debatir en los términos de Castoriadis es si es deseable o no construir una burguesía nacional y creo que el proyecto nuestro de la mayoría de los profesionales, de los asalariados, del país, dudo que sea construir un régimen de explotación, de alienación, de desigualdad, ese no era el proyecto de Castoriadis y el mejor homenaje es recordar hoy en este encuentro que ese proyecto tampoco es nuestro proyecto.
[*] Texto perteneciente al libro Insignificancia y autonomía. Debates a partir de Cornelius Castoriadis, Biblos, Buenos Aires, 2007. Originado en el Encuentro Internacional sobre la obra de Cornelius Castoriadis en 2005, en Buenos Aires.
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