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La repetición de las sociedades y los m(i)edos/ med(i)os |
Por Daniel H. Cabrera |
danhcab@yahoo.es
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Las sociedades parecen envueltas en repeticiones incompletas por las que se produce una diferencia que aparece en primer lugar como lo único visible. En este sentido los medios de comunicación son una fuente de amnesia fundamental. Desde sus inicios el periodismo se ha basado en la consigna de la objetividad y la primicia. La primera esconde la necesidad de justificación para existir, como la historia, en un lugar -a la vez epistemológica y políticamente- intocable. La idea de la novedad urgente escondida en la palabra/metáfora de la primicia habla de la constante repetición de la que vive el periodismo. La novedad de un accidente automovilístico o la muerte de un famoso es la contracara de los constantes accidente y muertes. Allí donde la reflexión filosófica reflexiona sobre la condición humana o la sociología sobre los riesgos de la modernidad, el periodismo solo ve la novedad de un hecho que aún repetido de forma cotidiana alimenta sus espacios y justifica su oficio de narrador/contabilizador de la vida cotidiana.
El sistema de medios de comunicación del mundo ha sido modificado a partir del 2004 por la irrupción de las redes sociales. En este momento tenemos un sistema híbrido de convivencia entre los medios tradicionales y las nuevas redes sociales. Uno de los elementos que cambia radicalmente es la participación de “la gente” en la discusión pública, en la formación de la llamada “opinión pública”. Algunos celebran esta situación como un momento que mejora la cantidad y calidad de la opinión de “la gente”, para otros es aumento cuantitativo y cualitativo de la banalidad. Ambos posiciones se basan en la ambivalencia de lo social y en que uno de los resultados la diferencia por repetición.
Los últimos tiempos que vive Argentina no escapan a esta modalidad de lo social. Si se revisan las tapas de los periódicos –disponibles “gracias” a internet- se podrán ver fenómenos de repetición. Se puede comparar de manera sencilla el listado de medidas económicas de mediados de los 70, de mediados de los 90 y hoy, mediados de los 10. “20 años no son nada” porque la mirada errante busca en la sombra y en “la noche todos los gatos son pardos” pero sorprende no tanto el listado de medidas que son fruto de presiones políticas y comerciales. Lo que verdaderamente sorprende son las razones por las que se justifican el voto entendido como una elección informada, libre y racional. La sorpresa tiene múltiples motivos pero solo nombraré uno.
En las sociedades modernas –en el sentido sociológico- el “progreso” y el “desarrollo” se presentan como un avance hacia lo mejor y el discurso explícito de los votantes siempre tiene el “avance” y el “progreso” como melodía y estribillo. Sobre un imaginario temporal de linealidad la acción individual aparece envuelta como la producción de una novedad fruto de la información y la racionalidad. Pero la “luz de la razón” y la información no parece iluminar la oscuridad de la manipulación de los relatos sobre “la realidad”. Aquí aparece una transliteración como fuente de sentido. Los m(i)edos juegan en las noches del alma humana para esconderse durante el día en las pantallas de los med(i)os. La discusión pública alentada por las redes sociales algunas veces expresan ese miedo como pasión política conservadora que solo parece revertirse por la otra gran pasión política que es la ira, la rabia, la indignación. Así entre pasiones conservadoras y revolucionarias la comunicación política con sus diversos instrumentos tecnológicos parece más abocada a la diferencia por repetición que al avance del progreso, sobre todo, si esa diferencia esconde el miedo y la seguridad de la nostalgia de un futuro/pasado.
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