SUBJETIVIDAD
OTROS ARTÍCULOS
La perversión en las relaciones de género
Por Irene Meler

Sobre lobos con piel de ovejas…
Por Juan Manuel Otero Barrigón
 
 
 
How the Queen Guinevere made her a nun, 1893-94. Aubrey Vincent Beardsley (1872-1898)
How the Queen Guinevere made her a nun, 1893-94. Aubrey V. Beardsley (1872-1898) Imagen obtenida de: https://es.pinterest.com/pin/484559241129395174/
¿Hay luz al final del túnel? Las violencias y sus testigos
Por Leonel Sicardi
leonelsicardi@elpsicoanalitico.com.ar
 
Introducción

Podemos pensar que la lógica de este capitalismo salvaje propone un borramiento de fronteras, regido por lo económico, formando una red de corporaciones que van más allá de los límites de los países, donde los bordes en caso de haberlos, están pautados por las leyes del mercado.

Un ejemplo de esto es el negocio de la venta de armas, donde se llega a vender armas a potencias enemigas que matan a los propios conciudadanos, tal como relata la película La guerra de Charlie Wilson, de Mike Nichols (2007), basada en un hecho real. Sumado a esto, el aniquilamiento que esta política produce en la población, empobreciéndola, además de en lo económico, en lo socio-cultural, afectando especialmente a los grupos más vulnerables.

Esta impronta de lo macro social se derrama y atraviesa lo micro social institucional, ya que como podemos percibir, los momentos de crisis socio económica, producen estallidos en diferentes instituciones, lo macro impregna lo micro.

Dice Ana M. Fernández: “Las operaciones de desarticulación, operan en puntos concretos del ordenamiento simbólico que estuvo vigente hasta unos años atrás, producen de hecho un desbaratamiento de las configuraciones institucionales existentes” [1], refiriéndose al cambio de reglas y de sentidos que produce con su política el neoliberalismo. Este cambio de reglas y legalidades, propone un juego perverso que reverbera en muchos niveles del entramado social, en lo institucional y vincular.

A modo de ejemplo, con respecto a dos leyes que constituyen la base de la cultura, el tabú del incesto y el cuidado de la progenie, cuando ambas son transgredidas, se producen efectos mortíferos en las subjetividades de la época [2]. Esto sucede en los casos de abuso incestuoso y en muchos casos de violencia doméstica, en los que hay varones violentos que para dañar a sus parejas, llegan a asesinar a sus propios hijos.


¿Borrar o ensanchar fronteras?

El borrar fronteras en lo socio económico, tiene un correlato en lo subjetivo e intersubjetivo, dando lugar a la violencia hacia el otro; física, que puede llegar a la muerte de ese otro, o emocional, que implica arrasarlo, no registrarlo, no considerarlo.

Paradójicamente, o como otra cara de la misma moneda, las fronteras se rigidizan con respecto a las poblaciones migrantes, que son rechazadas en diferentes países de Europa, condenándolos a la muerte, si no son alojadas, o al aislamiento, al encierro, a vivir en guetos.

El tema que nos convoca, el túnel oscuro, es la violencia hacia el otro diferente, por género, por origen, porque no es como yo y mi narcisismo desean, porque no hace las cosas como yo creo que deben hacerse, llegando a ignorarlo, agredirlo, marginarlo y hasta matarlo.


Los testigos de la violencia

Haciendo un recorte en la violencia vincular, en los equipos multidisciplinarios que trabajan con víctimas de violencia doméstica, aparece constantemente el hecho de que los violentos no tienen registro del otro, lo cosifican, lo consideran una propiedad, plasmando así la desigualdad de poder, que hace que arrasen al otro, sea este la pareja o el propio hijo o hija.

Dichos equipos están afectados por su implicación en relatos que escuchan constantemente, de victimas que fueron violentadas numerosas veces y/o que tienen amenazas y riesgo de muerte. Podemos interrogarnos acerca de cómo afecta a las personas que trabajan escuchando a las víctimas, el hecho de ser testigos y depositarios de los relatos de estas subjetividades en riesgo.

Dice Eduardo Müller [3]: “Es que la clínica de lo traumático muchas veces incluye dos traumas, el del que lo padeció y el del que lo escuchó. Pero si ese trauma se volvió relato una vez, requiere que se lo vuelva a contar. Y que se lo vuelva a escuchar”.

Creo que, por ser testigos de lo siniestro de la cultura, pueden estar en riesgo también los profesionales y operadores que trabajan con lo traumático y que, si no son cuidados por la institución, si no son escuchados, pueden llegar a padecer lo que trabajan para solucionar y erradicar en sus consultantes.


El factor institucional

El atravesamiento de lo institucional en los equipos que trabajan en temáticas de violencia, incide en gran medida en la producción de burnout (estar quemado), que suele manifestarse en forma de queja, por el modo de comunicación, los horarios de trabajo, los turnos a cumplir, la remuneración, las modalidades de contratación, las zonas donde trabajan, los espacios físicos donde se desempeña la tarea, etc.

Este aspecto es importante a tener en cuenta porque produce malestares, pero también, hay que tener en cuenta que, cuando insiste como un monotema, es un aspecto resistencial frente a lo que produce el trabajo con temáticas como: atender víctimas de violencia doméstica, sobrevivientes de catástrofes, poblaciones vulnerables por exclusión social, marginalidad, migración, corriendo el riesgo las/los operadores, como las víctimas, de naturalizar el padecimiento que proviene de la tarea.


Estrategias psíquicas y sus derivaciones

Dice Christofhe Dejours: “En la vivencia obrera, en el discurso de los trabajadores, describiremos provisoriamente dos sufrimientos fundamentales, organizados detrás de dos síntomas claves: la insatisfacción y la ansiedad” [4]. Ambos aspectos pueden intentar ser tramitados mediante diferentes estrategias que, a su vez, producen otros síntomas que es necesario concientizar para su elaboración. 

Ejemplo de esto es la naturalización defensiva del malestar producido por la tarea que, desde la perspectiva de Maslach y Jackson [5] que describen el síndrome de burnout, produce una tendencia a la automatización de las/los profesionales en su tarea diaria.

Esto puede dar, por el mecanismo de desplazamiento, diferentes padecimientos psíquicos y/o enfermedades orgánicas, por negar la afectación emocional. Este mecanismo de negación puede tener diferentes modos de manifestarse, maníacamente: “salgo del trabajo y voy a bailar salsa”, “me quiero olvidar de todo” o en su contraparte depresiva: “ya no puedo aportar nada”, “estoy re quemado”, “estoy llena de mierda”, verbalizaciones que surgen por ser depositarios del horror de la cultura, con aspectos denigratorios de sí y de la tarea.

Otro de los aspectos que ven Maslach y Jackson, es el cansancio emocional, que consiste en cargar sobre las espaldas el efecto enfermante proveniente de la tarea y llevarlo como una mochila de agobio y saturación constante, como un camino sin salida, sino se registra para darle un espacio de elaboración.

Con lo anterior se conecta la desilusión del ideal profesional; refiriéndose a la elección profesional, en función de los intereses o ideales vocacionales, soñando con una determinada trayectoria a desplegar a futuro y que, llegado ese futuro, se produce una gran distancia entre lo ideal/ deseado/fantaseado y lo que hago y tengo con mi profesión. Esto es un aspecto depresivo y hasta melancolizante al nivel del rol y la tarea: soñé con aquello y tengo esto.


Un primer destello

No todas son sombras en este derrotero, también hay aspectos de realización personal y satisfacción con respecto a la tarea que, según el caso, predominan sobre lo frustrante de la labor profesional. La realización personal, tiene una fuerte conexión con dos aspectos, el primero es la elección de la temática de violencia doméstica como un interés genuino ligado a los propios ideales y amarres vocacionales, ideología y/o militancia, manifestando varias profesionales y/o operadoras que siguen trabajando porque les interesa la tarea y si aportan una mínima huella sienten que “valió la pena el esfuerzo”.

Si bien algunos de estos aspectos los he mencionado en trabajos anteriores (Ver: El Psicoanalítico N°4, Enfermar como efecto de ser testigo y El Psicoanalítico N°6, Crisis del ideal profesional. El síndrome de la desilusión), no puedo dejar de reiterar y reforzar la importancia que tiene en la instalación o no del síndrome de burnout, el modo de integrarse y funcionar el equipo que conforman, que es el segundo de los aspectos importantes que mencioné, que inciden en el estar quemado o no.

Algunos equipos cuentan con psicólogos y abogados, otros suman trabajadores sociales, así como también los hay con médicos, según la institución, la política institucional, su estrategia de abordaje y los recursos con que cuente. El modo de co-constituir red-lazo al interior del equipo, será fundamental para el grado de contención y sostén que tengan sus integrantes ante los aspectos enfermantes de la tarea y la incidencia que tenga esto para cada profesional-operador.

El modo de trabajo con estos aspectos y ansiedades provenientes de la tarea, son los espacios de reflexión sobre el rol profesional, que denomino grupo-taller de elaboración y prevención del burnout, en los cuales es importante que participen todos los integrantes del equipo, incluyendo al personal administrativo y/o auxiliar, de cada dispositivo.

Esto último es especialmente importante en dispositivos convivenciales, dado que aspectos disociados, evitados o negados por el equipo técnico, pueden ser restituidos o registrados para su comprensión y elaboración. Si el equipo es consistente y apuntala a sus miembros, habiendo lazos que promueven ligaduras de afectos y de significaciones, el riesgo de burnout es menor y favorece la vivencia de realización personal.

Dice la psicodramatista Carolina Pavlovsky, refiriéndose a la importancia de contar con el sostén de los pares ante una contingencia difícil: “Drásticamente me curé gracias a los otros, a dejarme afectar por los otros. Los otros, mis colegas de trabajo, fueron mis acompañantes terapéuticos” [6].

A su vez, si tienen red de soporte y contención, los operadores, facilitadores, profesionales o no, podrán a su vez, sostener a las personas que consultan. Podemos concluir que ante tanta violencia social y vincular, con destrucción de lazos, la luz al final del túnel es la red de sostén, poder armar lazo con un otro y con otros.



 
Compartir
 
Notas y Bibliografía
 
[1] Fernández A. M., Instituciones estalladas. Editorial Eudeba, Buenos Aires 1999.
[2] Fridman I., “Poner palabras a lo traumático. Mujeres sobrevivientes de abuso sexual”. Revista del Seminario Interdisciplinar de los Estudios de la Mujer. Universidad de León 2007.
[3] Müller E., “Lo traumático en hospitales públicos. Novela negra en salud mental” Página 12, Psicología, 23 de Julio de 2015.
[4] Dejours C., Trabajo y desgaste mental. Una contribución a la psicopatología del trabajo. Grupo Editorial Lumen, Buenos Aires, 2001.
[5] Maslach, C., & Jackson, S.E. (1981). The measurement of experienced burnout. Journal of Occupational Behaviour, 2, 99-113.
[6] Pavlovsky C., “Experiencia liberadora. Enfermedades de lujo”, Pagina 12 Psicología, 22 de Junio de 2017.
subir