Introducción
C. G. Jung es reconocido globalmente como el creador del concepto de inconsciente colectivo y de los arquetipos. En nuestro lado del planeta, poco se sabe de a qué se refieren estos conceptos y qué implicancias tienen para la psicología clínica en la actualidad.
Existen razones históricas que justifican este desconocimiento y la prevalencia del psicoanálisis freudo-lacaniano como marco teórico para la identidad de lxs psicólogxs argentinxs. En otro trabajo (Kierbel & Degaudencio, 2018) intentamos establecer una hipótesis que echa luz sobre la caída “en sombra” de la teoría junguiana en Argentina, y una de las razones históricas que establecimos allí como causales, se relaciona con la operación política de Freud en su escrito Contribución a la historia del Movimiento Psicoanalítico, de 1914, donde establece explícitamente quienes son los desertores del movimiento –C.G. Jung y A. Adler- y qué es psicoanálisis y qué no. Teniendo en cuenta que accedemos a Jung a través de la lectura freudiana, no resulta tan raro la poca pregnancia de la teoría en nuestro país. Sin embargo, por fuera de la academia, existe una tradición artístico-literaria que recepcionó la teoría junguiana y que la hizo circular en los márgenes del campo psi.
En este trabajo nos proponemos rescatar los dos constructos teóricos más difundidos de la cosmovisión junguiana: inconsciente colectivo y arquetipos.
El encuentro con la teoría freudiana
En Recuerdos, sueños, pensamientos (1961), C.G. Jung nos cuenta su encuentro con la teoría freudiana, pero también con el mismo Freud. En 1900, un joven Jung se encontraba haciendo su formación en psiquiatría en el hospital de Burghölzli, en Zürich, cuando su profesor, Eugen Bleuler, le encarga una reseña de La interpretación de los sueños. Este será el primer encuentro con la obra freudiana, sin embargo, según Jung, todavía era muy temprano para poder comprender esta obra. En 1903, lo vuelve a leer y llega a la conclusión de que se relaciona con sus propias ideas.
La elección de psiquiatría para Jung fue muy aliviadora. Como relata en su autobiografía, desde la infancia había sentido un fuerte interés tanto por los temas ligados a la naturaleza como por los temas ligados al espíritu –asignándolos a sus “personalidades 1 y 2” (1) -, pero hasta este momento no creía que fueran conciliables, y esta contradicción le provocaba un gran malestar. Es a través de la psiquiatría que el joven Jung encuentra una vía donde confluye el desarrollo de los dos campos de su interés. De hecho, su tesis doctoral, presentada en 1902, se titula Acerca de la psicología y patología de los llamados fenómenos ocultos, dando cuenta desde el inicio de su carrera de la importancia que le dará a los fenómenos del espíritu comprendidos desde una perspectiva científica.
Para 1903, Jung hacía un tiempo que se encontraba trabajando en su conocido Experimento de Asociación de Palabras, a partir del método de Wundt. Jung buscaba darle una base amplia y experimental a la hipótesis del complejo, partiendo de la premisa de un psiquismo inconsciente. Encontró que los fenómenos de perturbación de la consciencia –errores al hablar, al escribir, al llevar a cabo una acción- que se producían como respuesta a estímulos verbales, podían referirse a asociaciones inconscientes. Esta tesis era compartida por Freud en La Interpretación de los sueños. Se interesó en determinar por qué la atención o la capacidad de reacción disminuían o desaparecían ante determinados estímulos verbales, y encontró que estos estímulos se relacionaban con temas de la vida privada e íntima de los sujetos. A pesar de que eran contenidos inconscientes, eran los responsables de las conductas inhibitorias. Jung, entonces, estableció la hipótesis de que estaba actuando el mecanismo de la represión. Escribió a Freud dando cuenta de que sus resultados corroboraban las hipótesis psicoanalíticas.
En febrero de 1907 se produjo el primer encuentro en la casa de Freud, en Viena. Según los testimonios hablaron durante 13 horas seguidas. Este encuentro inauguraría una profunda relación de amistad, colaboración y rivalidad entre ambos. En 1909 son invitados a disertar por separado en la Clark University, en Estados Unidos. Deciden viajar juntos y este acercamiento pone de manifiesto la rivalidad entre ambos, a partir del análisis de sueños mutuo.
En 1910, Jung es elegido presidente de la recién inaugurada IPA (Asociación Internacional de Psicoanálisis, fundada por Freud); algunas versiones sostienen que la elección, frente al antisemitismo creciente en Europa, fue principalmente política –Jung era suizo y no era judío-, aunque el mismo Jung en su autobiografía menciona en varias oportunidades que Freud le decía que era su heredero, cosa que a Jung no le agradaba. Finalmente, luego de la publicación de Transformaciones y símbolos de la libido (1912), en 1913 rompen la relación. En 1914, Freud publica Introducción del Narcisismo, donde introduce la distinción entre libido de objeto y libido yoica o de autoconservación probablemente en respuesta a las críticas de Jung.
El eje principal de la disputa teórica entre ambos fue el concepto de libido. Mientras que para Freud, era una energía sexual, para Jung era una energía inespecífica, psíquica, que podía tomar diferentes formas en función de los grupos de instintos involucrados: hambre, sexualidad, actividad, reflexión y creatividad. En 1910, Freud le dice: “Mi querido Jung, prométame que nunca desechará la teoría sexual. Es lo más importante de todo. Vea usted, debemos hacer de ello un dogma, un bastión inexpugnable, contra la negra avalancha... del ocultismo” (2). Para Jung, este fue el principio del fin; ya no pudo sostener una relación de cordialidad ante las discrepancias teóricas. Para él, la teoría sexual era igual de “oculta” que las disciplinas de las que Freud se defendía –la filosofía, la religión y la parapsicología-. Con una actitud digna de los epistemólogos de los años 70, Jung nos dice que era “una hipótesis satisfactoria por el momento, pero no un artículo de fe para todos los tiempos”. (3)
El descubrimiento del inconsciente colectivo
Durante el viaje a Estados Unidos en 1909, Jung tiene el siguiente sueño, que reconoce como el primer esbozo del concepto de inconsciente colectivo:
“Me encontraba en una casa desconocida para mí que tenía dos plantas. Era ‘mi casa’. Yo me hallaba en la planta superior. Allí había una especie de sala de estar donde se veían bellos muebles antiguos de estilo rococó. De la pared colgaban valiosos cuadros antiguos. Me admiraba de que tal casa pudiera ser la mía y pensé: ¡no está mal! Pero entonces caí en que todavía no sabía qué aspecto tenía la planta inferior. Descendí las escaleras y entré en la parte baja. Allí todo era mucho más antiguo y vi que esta parte de la casa pertenecía aproximadamente al siglo XV o XVI. El mobiliario era propio de la Edad Media y el pavimento era de ladrillos rojos. Todo estaba algo oscuro. Yo iba de una habitación a otra y pensaba: ¡Ahora debo explorar toda la casa! Llegué a una pesada puerta, que abrí. Tras ella descubrí una escalera de piedra que conducía al sótano. Bajé y me hallé en una bella y abovedada sala muy antigua. Inspeccioné las paredes y descubrí que entre las piedras del muro había capas de ladrillos; la argamasa contenía trozos de ladrillos. Ahora mi interés subió de punto. Observé también el pavimento, que constaba de baldosas. En una de ellas descubrí un anillo. Al tirar de él se levantó la losa y nuevamente hallé una escalera. Era de peldaños de piedra muy estrechos que conducían hacia el fondo. Bajé y llegué a una pequeña gruta. En el suelo había mucho polvo, y huesos y vasijas rotas, como restos de una cultura primitiva. Descubrí dos cráneos humanos semidestruidos y al parecer muy antiguos. Entonces me desperté.”
Para comprender el sentido que Jung le dará a este sueño, debemos revisar cómo piensa al inconsciente. Una de las tantas definiciones desperdigadas a lo largo del tomo VIII de las Obras Completas es que lo inconsciente aparece como el conjunto de todos los estados anímicos que se encuentran in statu nascendi (4). En el ámbito del derecho, esta expresión en latín se utiliza como sinónimo de “en proceso de nacimiento o formación”, y justamente esta elección de Jung contempla ambos aspectos de los contenidos inconscientes, la represión y la creatividad. En lo inconsciente hay contenidos que han sido insoportables para la consciencia, por lo tanto han caído bajo represión, hay contenidos que simplemente han sido olvidados, pero también hay contenidos, que por así decir, nunca han visto la luz. No han sido reprimidos, sino que son nuevos, han sido creados y esperan ser conocidos por el yo a través de la conciencia.
Esto complejiza el concepto de inconsciente y Jung lo resuelve haciendo una diferenciación más, inconsciente personal e inconsciente colectivo. El inconsciente personal se compone de la sumatoria de todos los contenidos que no son conscientes: contenidos reprimidos, contenidos olvidados, percepciones sensoriales de poco valor que no llegaron a la conciencia, y contenidos que no se han vuelto conscientes porque aún son demasiado débiles. Entonces, ¿de dónde parte esta fuerza creadora del inconsciente, que crea contenidos que nunca han alcanzado la consciencia, y que, sin embargo se presentan inconciliables con ella? Del inconsciente colectivo. ¿Y qué es el inconsciente colectivo? Según Jung, consta básicamente de los instintos, y de los arquetipos, que son universales y uniformemente extendidos en la humanidad. Una de las definiciones que nos da es que los instintos son formas típicas de la acción (6) , es decir que nos impulsan a tener actividades específicamente humanas, sin la necesidad de una motivación consciente; mientras que los arquetipos, son formas típicas de la aprehensión (6), nos otorgan un tipo de percepción no consciente; la intuición. ¿Cómo se relaciona esto con la capacidad creativa del inconsciente? Esta actividad y percepción inconscientes que pulsan, en conjunción con los contenidos individuales, forman contenidos inconscientes nuevos.
La hipótesis del inconsciente colectivo, implica que además del inconsciente personal –bastante similar al freudiano- hay un estrato inferior, universal a los seres humanos, “heredada” (7) se podría decir. Esta estructura, se compone de motivos o imágenes mitológicos. Y justamente a partir del estudio de la estructura mitológica de diversas culturales antiguas y contemporáneas a su tiempo y de las investigaciones antropológicas en sus viajes a Túnez, Argelia, Nuevo México, Kenia, Uganda y la India, es que obtuvo material suficiente para sustentar este constructo teórico que sostiene una estructura común inconsciente a todas las producciones culturales e individuales. Dice Jung: “[...] podemos explorar lo inconsciente colectivo de dos maneras: en la mitología o a través del análisis del individuo.” (8)
Por lo tanto, es necesario que veamos cómo se expresa lo inconsciente colectivo en el individuo. Dijimos que lo inconsciente colectivo contiene los instintos y los arquetipos, que como tantos otros conceptos en su teoría, Jung los va a ordenar como un par de opuestos un continuum. Para explicar esta relación, utiliza la metáfora del espectro infrarrojo- luz visible– ultravioleta. Al ojo humano, tanto el extremos infrarrojo como el extremo ultravioleta son invisibles, como los instintos y los arquetipos. La parte infrarroja serían los instintos, ligados a lo fisiológico y a la dinámica. La parte ultravioleta, los arquetipos, ligado a lo psicológico y a la imagen. Sin embargo, dijimos que ambos son invisibles al ojo humano – la conciencia en esta metáfora- pero que forman parte de un espectro, entonces la forma de hacer consciente esta dinámica no será mediante la asimilación de lo instintivo, si no de la imagen que está en el ultravioleta, el arquetipo. Entonces, ¿qué es un arquetipo? Un sistema que permite simbolizar el mundo. Aquí es importante introducir la salvedad que hace Jung: son formas de representación heredadas, no representaciones. Es decir, que en estas estructuras heredades, que “son y no son espirítu” en interacción con el inconsciente personal, con la conciencia y con el ambiente darán las formas particulares en que cada persona simbolizará su mundo.
Volvamos ahora al sueño inaugural de esta teoría: Jung sostiene que la casa, en su conjunto, representaba un sistema psíquico completo. A medida que la va recorriendo, su conocimiento sobre ella se irá incrementando. La sala de estar, representa la conciencia. En la planta baja, comienza el inconsciente, y cuanto más desciende más oscuro y extraño le resulta. Tanto el sótano romano como la gruta representan los estratos más arcaicos del inconsciente, el inconsciente colectivo. Y hay una correlación en la metáfora de la decoración de las salas, rococó, medieval, romana y por último, prehistórica que nos hablan de un descenso a los niveles más profundos y antiguos de simbolización.
Reflexiones finales
Intenté sintetizar en unas pocas líneas la complejidad de dos conceptos centrales en la teoría junguiana, a sabiendas de que toda síntesis implica un recorte de la potencia de estos conceptos. A pesar de esto, creo que es fundamental su recuperación y también de la psicología analítica en general, ya que esta teoría es extremadamente rica y actual. En tiempos en los que prima la visibilización de la diversidad y la multiplicidad de formas de ser y estar en el mundo, nos aporta herramientas muy útiles para abordar estos fenómenos, teniendo en cuenta que desde el comienzo, es una teoría que surge desde los márgenes –del psicoanálisis oficial- y que sostiene la multiplicidad de determinaciones en la etiología de los padecimientos psíquicos -libido como energía universal, comprendida por cinco grupos de factores instintivos: hambre, sexualidad, actividad, reflexión y creatividad; por oposición a la libido sexual freudiana-.
Invito a lxs lectorxs a continuar conociendo esta teoría en mi escrito El símbolo, la creación simbólica y una articulación práctica desde la perpectiva energetista de C.G. Jung
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Notas |
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(1) ( ) Veáse C. G. Jung (1961) Período Escolar en Recuerdos, sueños, pensamientos. Barcelona: Seix Barral.
(2) Jung, C.G. (1961) Recuerdos, sueños, pensamientos. Barcelona: Seix Barral.
(3) Jung, C.G. (1961) Recuerdos, sueños, pensamientos. Barcelona: Seix Barral.
(4) Jung, C.G. (1927) Psicología analítica y cosmovisión. En Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 14
(5) Jung, C.G. (1919) Instinto e Inconsciente, en Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 6
(6) Jung, C.G. (1919) Instinto e Inconsciente, en Jung, C.G. (2004), La dinámica de lo inconsciente, Madrid: Trotta, OC 8, 6
(7) Es necesario aclarar el peligro que corremos de caer en una posición positivista y evolucionista cuando pensamos en el inconsciente colectivo y más adelante, cuando expliquemos el concepto de arquetipo, podremos sortear este problema teórico.
(8) Jung, C.G. (1927): La Estructura del alma.
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Bibliografía |
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Freud, S. (1914) Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Obras Completas. Amorrortu, Buenos Aires.
Freud, S. (1914) Introducción del Narcisismo. Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires
Jung, C.G. (1947) Consideraciones teóricas acerca de la esencia de lo psíquico, en La dinámica de lo inconsciente. OC 8,8. Trotta, Madrid, 2004
Jung, C.G. (1936) Determinantes psicológicos del comportamiento humano, en La dinámica de lo inconsciente. OC 8, 5. Trotta, Madrid, 2004
Jung, C.G. (1916) El inconsciente personal y el inconsciente colectivo. En Las relaciones entre el yo y el inconsciente. Paidós, Buenos Aires, 2015
Jung, C.G. (1950) Instinto e Inconsciente, en Jung, C.G. La dinámica de lo inconsciente. OC 8, 6. Trotta, Madrid, 2004
Jung, C.G. (1927) La estructura del alma, en La dinámica de lo inconsciente. OC 8,7. Trotta, Madrid, 2004
Jung, C.G. (1934) Sobre los arquetipos del inconsciente colectivo. En Arquetipos e Inconsciente colectivo. Paidós, Buenos Aires, 2015
Jung, C.G. (1961) Recuerdos, sueños, pensamientos. Seix Barral, Barcelona.
Jung, C.G. (1918) Sobre lo inconsciente, en Civilización en transición. Trotta, Madrid, 2004
Kierbel, V. & Degaudencio, S. (2018) Sobre la recepción de Jung en Argentina: luces y sombras de su lugar en la formación de psicólogos y psicólogas en Argentina. Trabajo presentado en el VIII Congreso Latinoamericano de Psicología Analítica, Bogotá, Colombia.
Laplanche, J. y Pontalis, J-B. Diccionario de psicoanálisis. Labor, Buenos Aires, 1971
Sharp, D. (1994) Lexicón Junguiano. Editorial Cuatro Vientos, Santiago de Chile |
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