Hola chicos, soy Sri Sri Ravi Shankar. Sri, sri, como escucharon. Me habrán visto en estos días recorrer cámaras de televisión y un escenario ante 150.000 personas a las que les enseñé a respirar. Sri, chicos… digo, sí, chicos, a respirar. Piensen en lo importante que es esto. Ustedes se preguntarán ¿para qué me sirve respirar bien? ¿No es que hasta ahora ya respiré y tan mal no me fue porque sigo vivo? Ay, chicos, ustedes hacen cada pregunta… Les cuento: yo vengo desde un lugar muy lejano, donde hay muchos pobres, animales caminando por la calle (lo que es casi lo mismo), basurales y ríos contaminados. ¡Y no saben el olor que emana de todo esto! Si vinieran conmigo algún día… previo pago de un pasaje de 2.500 U$$, dinero que le pueden solicitar a sus padres si tienen buenas calificaciones en la escuela – ustedes, no sus padres -; y que incluso por 5.000 U$$ más yo les puedo armar un paquete en mi agencia de viajes y “turrismo” (¿se dice así, no? Es que no domino bien el español) para que se alojen en mi ashram.
Bueno, les decía que ustedes no se imaginan lo importante que es aprender a respirar. De hecho, hay cosas que desde niños nos parecen naturales pero resulta que no lo son. ¡No lo son, queridos niños! Y la vida siempre nos sorprende. Por ejemplo, hasta ahora, todos creían que respiramos porque sí, porque es gratis, o que “el aire es gratis”… ¡pero yo ahora lo cobro bastante bien!
En esta ciudad me sentí como en casa: me la pasé en pantuflas, con un camisón, durmiendo bastante (digo así para que entiendan, en realidad es meditar) y me cayó muy bien el señor que me contrató, que también al parecer medita mucho, porque todas las veces que lo vi estaba como en un sopor. Y además me dio la impresión de que está en un gran contacto con los 4 elementos de la naturaleza: la ciudad se le hace agua, lo quieren prender fuego, vive del aire, y no lo vota nadie tierra adentro. Pero no importa esto, chicos, ustedes deben preocuparse por lo espiritual.
Les decía – ¡cómo interrumpen ustedes, niños! – que se fijen si acaso no es importante respirar: vamos a algo muy sencillo, como un viaje en auto en familia. ¡Qué importante es respirar cuando su hermanito lanza una flatulencia! Me dirán: “pero es un bebé y todavía no sabe”. Sí, pero yo me refería a vuestro hermanito adolescente de 19 años.
Otro ejemplo. Ustedes me habrán visto con una túnica blanca con una banda roja. Esto seguramente les recuerda algo. Y díganme si acaso, para muchos amiguitos suyos con la misma camiseta blanca y banda roja no les vendría bien respirar un poco con el promedio del descenso… (esto me lo explicaron en un tour que hice con unos simpatiquísimos muchachos que me cambiaron mis dólares a 6,80 y después me llevaron a ver un partido en el estadio Monumental, previa inhalación de unas hierbas).
Bueno, niños queridos, almas inocentes y bellas, siempre crean en la divinidad, en el espíritu absoluto, en la encarnación de la paz y el bien, y en la iluminación permanente. O sea, en mí. Que si siguen respirando, en unos añitos los vengo a ver. Ommmmmmmm.
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