Nunca más ilustrativo el título de un libro y la imagen que lo acompaña en la tapa y contratapa que en este de Luis Hornstein. Pero, además, ¿título o títulos? ¿Dos títulos que se entrecruzan? ¿Dos libros? En la tapa y contratapa está el libro, y viceversa. ¿Qué se entrecruza en el libro? Un exquisito recorrido por los debates y controversias actuales tanto en lo respectivo a la teoría como a la práctica del psicoanálisis, una práctica (y aquí adviene otro camino que se entrecruza) que tanto para pacientes como analistas está referenciada al modo de ser de la cultura y la subjetividad que produce. Actualidad, vida cotidiana: Hornstein lo dice claramente: haciendo del sufrimiento un claro eje del texto, sostiene que en éste se ve “la incidencia de lo sociocultural: el desempleo, la marginación y la crisis en los valores e ideales. La autoestima y la identidad se resquebrajan cuando la sociedad “maltrata” al sujeto”. Autoestima e identidad son otros ejes exhaustivamente recorridos en el texto, el primero de los cuales al cual Hornstein le dedicó su libro anterior.
Si “el psicoanálisis arrastra el peso muerto de los análisis ortodoxos” (Pág. 14), a esto el autor le opone conceptualizaciones como las del psiquismo como un sistema abierto, la complejidad, también la crítica del determinismo a ultranza, el rescate de la novedad, la alteración, la creación. Otro de los caminos que forma parte de las encrucijadas es la lectura ineludible pero no exclusiva – sostiene Hornstein – de Freud, a quien está dedicado el Apéndice, un magistral recorrido por su obra. Tal vez habría que comenzar la lectura por el apéndice: por algo Luis Hornstein sostiene al principio del libro que propone que éste sea leído como Rayuela, de Cortázar. Si son encrucijadas, se puede iniciar el camino por cualquiera de ellas. Quien escribe estas líneas elije, entonces, el final.
Nueve capítulos que antes fueron clases, y un apéndice. Hornstein se dirige directamente al lector, lo interpela, hasta lo invita a que le escriba (a luishornstein@hotmail.com o visitando su página www.luishornstein.com), dialoga, salta de una temática a otra, avanza y vuelve sobre sus pasos. Recorre galerías de un laberinto en las cuales está en pensamiento de Freud, Lacan, Klein, Aulagnier, Green, Laplanche, Kohut… y pone a prueba cada pensamiento, cuestiona, retoma, rescata y aparta. Pero todo en pos de la praxis analítica, porque se pregunta quiénes consultan en la actualidad, y responde: “personas con incertidumbre sobre las fronteras entre el yo y los otros; con diversidad de sufrimientos y síntomas; con fluctuaciones intensas en la autoestima; con vulnerabilidad a las heridas narcisísticas; con gran dependencia de los otros o imposibilidad de establecer relaciones significativas; con intensas angustias y temores; con apatía, trastornos del sueño y del apetito, con hipocondría, crisis de ideales y valores y con multiplicidad de malestares corporales” (p.33). Advirtiendo de inicio que el yo no es el sujeto, todo el libro, en sus diversos caminos, es una reelaboración y reconceptualización de dicha instancia, puesta en jaque por las turbulencias de la sociedad actual. Hace también Hornstein una fina articulación de la organización edípica y la narcisista indispensable para el abordaje de los padecimientos actuales. Padecimientos que tienen lugar en un sujeto constituido en la intersubjetividad, para quien la trama vincular actual es lugar de manifestación de su Otra escena.
Imposible enumerar todos los temas tratados por Luis Hornstein en este libro. Solamente agregaré uno: su crítica de la psicopatología, en el sentido de que la clínica es más amplia que aquélla – hay un cuestionamiento al DSM -. También que no debe reducirse a quien consulta a su psicopatología, retomando siempre sus potencialidades, sus logros previos y actuales, sus elaboraciones, sus alteraciones. Así, habrá capítulos dedicados a las patologías del narcisismo y al paciente borderline, con precisos análisis de las mismas convirtiéndose en herramientas para la cura. Esto irá acompañado de desarrollos sobre la repetición y la creación y diálogos con las neurociencias, el cognitivismo, y el Apéndice resaltado al inicio de este comentario, ese que trata Del Proyecto a la segunda tópica.
Para terminar, una pregunta que debiera hacérsele a todo autor, que en este caso él mismo nos la responde: ¿para qué escribe este libro Luis Hornstein? “Estimado lector, quiero intercambiar con usted mis “viejas” ideas, no para recalcar lo ya escrito ni para decirlas con más desenvoltura, sino para volver a ponerles el traje de fajina. Las ideas tienden a la inercia, y hay que ponerlas a trabajar” (Pág. 23), y luego será terminante: “Yo escribo para continuar mi formación analítica”.
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