Introducción
Difícil olvidar la película Tocando el viento, de Mark Herman, estrenada en Julio de 1997, que trata del doloroso proceso de desempleo y exclusión concomitante, que se generaron en Inglaterra durante el gobierno de Margaret Thatcher, donde, debido a las medidas económicas, una ola de cierres de pozos mineros recorre el norte de Inglaterra.
La película pone el foco en los mineros de Grimley quienes, como proyecto agregado a su trabajo en la mina de carbón, formaron una banda de música que les da placer y orgullo, siendo un bastión de la identidad local.
Para Danny, su director, la música representa el espíritu de la comunidad, sin embargo, a medida que el problema del desempleo aumenta, al director le cuesta más esfuerzo mantener ese entusiasmo entre sus músicos.
Esta película y su contenido, cobran más sentido en este momento de desempleo en nuestro país como resultado de la política neoliberal de nuestro gobierno actual.
Escena uno: el desempleo como trauma
Comienza la película con los mineros de Grimley saliendo de trabajar en la mina, mientras se ven carteles en toda la ciudad, en contra del cierre de la misma.
La inminencia de esto, hace que se reúnan en las esquinas las esposas de los mineros para promover que todos apoyen la continuidad de la mina, fuente de trabajo de la mayoría de los habitantes de la ciudad, cuya amenaza de cierre conmociona a éstos y a sus familias, produciendo lo que podemos denominar un trauma social.
Mineros unidos, jamás serán vencidos, es el slogan que sostienen los mineros cuando desfilan por las calles, cualquier similitud con nuestra realidad no es pura coincidencia.
Laplanche y Pontalis en su Diccionario de Psicoanálisis definen la situación traumática como “un acontecimiento en la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, por la incapacidad del sujeto para responder a él adecuadamente y por el trastorno y los efectos patógenos duraderos que provoca en la organización psíquica”. [1]
Dice René Kaës que se produce una catástrofe psíquica, cuando las modalidades habituales empleadas para tratar la negatividad inherente a la experiencia traumática se muestran insuficientes, especialmente cuando no pueden ser utilizadas por el sujeto debido a cualidades particulares de la relación entre situación traumática interna y medio ambiente. [2]
Si lo que caracteriza a una catástrofe psíquica, es esta afectación interna-externa, que produce un monto de angustia superior al que el sujeto es capaz de tolerar y procesar, requiriendo mayor energía y tiempo para su tramitación, pensemos qué produce el aumento masivo del desempleo en el contexto social, al generar la pregunta constante: ¿seré yo el próximo?
Tomando estos conceptos vemos que la pérdida de trabajo es una situación traumática que afecta un área de nuestra subjetividad, ligada a la obtención de satisfacción por el logro de resultados a partir de nuestras propias acciones, de generar metas posibles y poder proyectar un futuro.
Escena dos: la pérdida de pertenencia, de lazo social
Otra escena de la película, en sus primeros momentos, muestra a dos mujeres, esposas de mineros, que dicen: “Qué pena llegar a esto, los muchachos, Jim y Ernie, van a dejar la banda”, la otra mujer lo pone en duda y la primera agrega: “Si, hoy es el último ensayo, si cierra la mina, cierra la banda”.
Luego se ve a esos dos mineros que van con sus instrumentos al ensayo de la banda, diciéndose uno al otro: “Hoy le avisamos a Danny- el director-, que no vamos a seguir en la banda, dada la situación laboral que vivimos, no podemos aportar ni un centavo para el pozo común de la banda, vamos a apretarnos los cinturones”.
El hecho de avisarle a Danny que dejan la banda, que podría parecer trivial, los hace reconocer que, con casi 60 años y muchos años de trabajo en la mina, cuando creían que no tenían miedo de nada, el hecho de decirle al director que dejan la banda “los caga de miedo”.
Si la pertenencia a un espacio laboral, crea lazos, los mismos se pierden con el desempleo y vemos que la mina-banda, o la mina y la banda, ambas conectadas en lo real y en lo simbólico, son espacios de lazo social donde en el vínculo con otros se desarrolla la vida, en lo productivo y creativo.
Pensando en nuestro socio-histórico actual, vemos que si una política económica, produce en cien días 100.000 desempleados, llegando hoy a 200.000 entre el sector público y el sector privado, el efecto socio comunitario y vincular, por la pérdida de lugar de pertenencia, lazo social y autoestima, es catastrófico.
Por lo tanto, esta situación traumática o catástrofe psíquica, resulta en depresión, lesión en la autoestima y una actitud de aislamiento que lleva a: “si no sirvo, si una política económica me aparta, me corta parte de mis lazos sociales, lo internalizo y me aparto, corto lazos, encarnando la invisibilización que el desempleo me produjo”.
Escena tres: la amenaza subjetiva, identitaria
En otra escena, varios están por salir de sus viviendas para el ensayo de la banda, dándose situaciones muy tensas en cada uno de los casos y en cada una de las familias de los mineros-músicos.
Así, vemos que al irse uno de ellos de su casa, su mujer, con sus niños alrededor le dice: “No vamos a tener para comer, tenemos cuatro hijos y una hipoteca”, y le sugiere que acepte la indemnización que les ofrecen. Él le responde que no es lo que él y la mayoría de los mineros quieren. Y agrega: “No queremos que cierren la mina, por eso no negociamos”. Acto seguido, al agarrar su trombón para ir al ensayo, la mujer insiste, con tono irónico: “Y ahora te vas a tu banda de música”, no obstante, el sale igualmente, mientras ella le tira con un plato. Agresión que podemos suponer se debe a la sensación de angustia e impotencia que culmina con la separación de este matrimonio.
La amenaza subjetiva identitaria, que afecta también lo vincular, consiste en que el sujeto desempleado siente que deja de ser quien era, pierde su vivencia de ser valioso, tiene una fuerte herida en su autoestima, tiene un duelo en un área central de su vida, la que lo hace sentirse útil, productivo, con capacidad de investir libidinalmente su trabajo, al realizar lo que se denomina proceso de sublimación.
Dice un desempleado, producto de la crisis argentina del 2001: “Soy ex todo, ni siquiera sé si sé lo que antes sabía...la realidad es que uno se siente inútil...siento que no pertenezco al sistema productivo” (3). Quienes lo entrevistaron agregan que, frases como ésta dan cuenta de cómo la fragilidad y la desorganización social han implicado a los sujetos de un modo intempestivo, reinstalando para ellos la sensación de desamparo y por consecuencia el efecto de siniestro en la psique de cada uno.
Escena cuatro: la exclusión
“Sin trabajo no hay banda, ni hay nada” dicen en algún momento algunos de los personajes y, a una imagen de la banda que continúa ensayando, se superponen, intercalan imágenes de las negociaciones de empresarios con delegados de los trabajadores, que presionan para cerrar la mina y para que los mineros acepten las indemnizaciones que les ofrecen y nada más.
Los que discuten para cerrarla, se muestran con sus trajes impecables, ellos no bajan a la mina, ellos no se ensucian, no trabajan en el fango como los mineros, no reciben la contaminación que produce el carbón o los riesgos, como sucedió con tres mineros jóvenes que murieron en esos meses en un accidente en la mina de un pueblo cercano.
Pero la banda sigue ensayando y se prepara para una exhibición de bandas en un pueblo cercano que se va a dar ese mismo fin de semana.
La amenaza de exclusión es la verdadera música de fondo ya que todos tocan pensando que es probable que sea la última vez ya que, si no hay mina, no hay banda de música.
Robert Castel [4] menciona tres estadios en el proceso que va desde una situación laboral estable a la situación de exclusión: primero la zona de integración con estabilidad laboral, luego la zona de vulnerabilidad caracterizada por precariedad laboral y fragilidad relacional y finalmente la zona de exclusión con desempleo e inempleabilidad, pérdida de relaciones sociales y familiares aislamiento social y falta de perspectivas que pueden llevar a la violencia.
Una política neoliberal como la actual de nuestro país, favorece a los que más tienen, produce desempleo, precarización laboral y exclusión, dado que abre la importación, no fomenta la producción nacional ni la generación de trabajo.
Ya lo vivimos en los años 90, las fábricas cerraban, los pequeños y medianos empresarios se fundieron, no pudieron competir con lo importado, por ser más económico ya que no tiene gastos de producción.
Si bien la ola de despidos se inició en el sector público, se propagó como reguero de pólvora al sector privado, duplicando en este momento los despidos y suspensiones del sector privado a los del público. A esto se suman los trabajadores precarizados, llegando a haber once millones de personas con problemas de empleo [5], en estos primeros meses de gobierno. Esto produce un arrasamiento catastrófico en varios niveles: el socio-comunitario, el subjetivo y el vincular.
Personalmente me afecta y me llama la atención el ensañamiento con que fueron destruidos todos los proyectos y avances científicos, tecnológicos, en derechos humanos, en conquistas sociales, educación y cultura, sólo por el hecho de ser del gobierno anterior.
Ese desmantelamiento de los diferentes proyectos “populistas”, muestra la hilacha de la ideología neoliberal, que no comulga con la propuesta de dar beneficios a los más vulnerables y desprotegidos, no acuerda con las políticas de derechos humanos ya que habla de guerra sucia y de que no importa si son 30.000 los desaparecidos o no. Toda una vuelta a una Argentina retrógrada, fascista, medieval, que increíblemente, se está re-instalando.
Escena cinco: la resistencia
Si bien es una escena de mitad de la película, la situación es la siguiente: empieza el ensayo de la banda y todos tocan muy mal, por lo que el director les recrimina. Le contestan justificándose con lo que está pasando, y él les dice que la banda debe seguir, que la música es la música y que ha seguido existiendo más allá de las guerras mundiales y de las diferentes catástrofes que tuvo la humanidad.
Acto seguido comienzan a tocar el concierto de Aranjuez, a la vez que una trompetista se incorpora y, aunque no le dan mucho crédito por ser única mujer en una orquesta de hombres, toca magníficamente, estimulando al grupo, que logra uno de sus mejores momentos como banda.
La escena muestra lo que puede hacer un equipo cuando recupera su dignidad, sintiéndose cuidado, respetado y en el que se valora el aporte de cada quien, como puede suceder en un equipo de trabajo con un líder o autoridad que los valore.
Por un momento se cuela una chispa de esperanza en este grupo en el que predomina la vivencia de desamparo y el desánimo de no tener un proyecto de vida digno por delante, luego de que en ese pueblo todos trabajaron en la mina de carbón desde hace más de cien años.
Alentados por el director y por esa chispa de esperanza, deciden no bajar los brazos y resuelven ir a Londres a un concurso de bandas y con eso se juegan el todo por el todo y, como dice en un momento uno de los protagonistas, tiene algo de esperanza, pero sobre todo de principios.
En diferentes momentos hay situaciones por demás conmovedoras, de alianzas y traiciones, como el desconsuelo de todos cuando luego de un concierto vuelven a Grimley y se enteran del resultado de la votación acerca de si aceptan la indemnización ofrecida o no, ya que ha ganado por un amplio margen -¿el margen de la impotencia y la desesperación?- el aceptar la indemnización y, por ende, el cierre de la mina, en lugar de su rechazo y su pelea por su continuidad.
Perdieron en la votación, pero les queda la banda y, como rescate final, deciden ir a Londres, al Albert Hall, a concursar por un premio importante. Ganan en ese concurso y el discurso del director es demoledor dado que es un grito de rabia, diciendo que el gobierno destruye sus industrias, sus comunidades, sus vidas, sus hogares, sus esperanzas y que las personas importan más, aún más que la música misma, porque muchas perdieron la voluntad de luchar, de vivir, de respirar y que eso no es justo porque surge de una política neoliberal que arrasa subjetividades en miras al beneficio económico de algunos pocos.
Elaborar traumas en un contexto ya traumático es muy dificultoso e impide al sujeto registrar sus posibilidades de elaboración y resignificación, por eso el agrupamiento constituye para los sujetos un recurso de apuntalamiento, de defensa y de refuerzo narcisista compartido [6].
Adhiero a esta banda que toca, para recuperar su dignidad perdida y como un punto de resistencia frente a la embestida neoliberal. ¡Soy un músico más!
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