Varios psicoanalistas nos reunimos quincenalmente para intercambiar, pensar, abrir nuevos interrogantes, acompañarnos en el camino de la clínica psicoanalítica. “Hay una problemática clave en el psicoanálisis: ¿cuánto del psicoanálisis puede ser lugar de partida, re creación y de vitalidad y cuánto el psicoanálisis puede ser un lugar de encierro?” (M. Buchbinder) [1]
Los avatares en el trabajo clínico y en la formación invitan a replantearse lecturas, estudios, intervenciones, entornos.
Los entornos, las vincularidades y las escenas pueden permitir, favorecer y propiciar la construcción de un profesional individual creativo no por copia ni por alienación. El camino de la copia y repetición resulta facilitado por el amplio entorno y la incidencia de cuestiones socio-políticas epocales. El estar supuestamente cómodos, quedarse en la comodidad es rigidizarse. Moverse y soportar la incomodidad promueve la creatividad, el cuestionamiento y la reflexión.
El participar de un grupo de psicoanalistas que se propone un intercambio libre, buscando profundizar en la teoría, en la práctica, en su articulación, incluyendo el dolor o padecimiento de aquellos que nos consultan, resulta enriquecedor y propicia nuevos modos de pensar y cuestionarse.
Este entorno fue permeable al encuentro con el arte, la literatura, la música, las creaciones plásticas... lo cual generó aperturas. En ese encuentro del psicoanálisis, de psicoanalistas, y de creación artística se abrieron paso sensaciones, emociones, asombros, que se fueron entretejiendo simbólicamente en el mundo de la palabra. Un entorno facilitador posibilita la aparición de un acontecimiento que lleva a algún otro momento, un momento que lleva a otra cosa.
Hicimos lugar al acontecimiento, a que el acontecimiento impacte en nosotros y propicie la creatividad. El término acontecimiento, considerado desde su etimología, emana del latín, concretamente de la suma del prefijo “a” y del verbo “contingere”, que puede traducirse como suceder. Nombra la alteración azarosa, singular y contínua cuyos efectos modifican el sentido de lo histórico, lo social o lo político. En lenguaje coloquial es todo lo que sucede y posee un carácter poco común o excepcional. Según Alain Badiou, el “acontecimiento-verdad” está generalmente localizado en un “sitio de acontecimiento” cuya principal característica es que está al borde del vacío; en otras palabras, donde las razones fundamentales de las formas dominantes de organización y reconocimiento han cesado de tener sentido y significado. Un acontecimiento-verdad, contrario a los sucesos de la vida diaria, rompe con el orden establecido de las cosas, con el statu quo si éste es reconocido, se expande fuera del sitio del acontecimiento y origina la intervención que inicia la transformación radical de la situación.
La aparición del cuadro La Danza de Henri Matisse, (1909) en uno de los encuentros, resultó un momento mágico.
El arte sublime en diálogo con la teoría psicoanalítica y con algunas de nuestras marcas vivenciales, arborizaron en despliegues simbólicos sobre la tolerancia del no saber, la belleza y el enigma de una ronda que va dejando en su centro un vacío, de aquello imposible de decir con palabras. Este interjuego en los que se siente placer, sensaciones, estimulación, propició creatividad y relanzó temáticas sobre las primerísimas marcas que dejan huella en la persona.
Silvia Bleichmar, en La deconstrucción del acontecimiento (2006), trabaja sobre el impacto del acontecimiento y su relación con lo traumático. Propone que no se trata de cualquier acontecimiento sino de uno capaz de despertar ciertos afectos y, sobre todo, que tenga carácter inligable, vale decir, inmetabolizable: “es aquel elemento vivencial que puede producir efectos en la vida psíquica, que no es la historia relato lo que constituye la fuente de toda y única información posible sino, precisamente, sus fracturas y baches, todo aquello inligable capaz de producir efectos y que debe ser volcado a una simbolización eventualmente posible, es decir que hay una incidencia de lo vivencial, que no forma parte de la historia relato que deja su marca en el sujeto y tiene algún tipo de presencia”. [2]
Esto no es ajeno a la consideración acerca de la constitución subjetiva en el infante. Partiendo de la consideración del sujeto en construcción resulta interesante recordar que la estructuración del psiquismo se monta sobre el soma. Sigmund Freud en la Carta 52 plantea modos de inscripción no transcribibles espontáneamente y que aparecen bajo la denominación de signos perceptivos. Lo primero que el bebé capta es el signo perceptivo que luego sería representación cosa. El armado del psiquismo cierra la apertura a los estímulos, los entrama y enlaza como representaciones. Este armado es antecedido por sensaciones, diversos modos de recepciones y de exteriorizaciones. Freud, en 1895, habla de la necesidad de un otro para tramitar, cualificar y procesar esas marcas originarias.
Todo recién nacido se desarrolla en un contexto. Las vivencias primeras van inscribiéndose o marcándose de diferentes maneras e irán complejizándose en un entramado simbólico en el interjuego vincular de esos primeros tiempos. El amparo, cuidado y sostén siembran el germen de las cuestiones narcisistas a través de esa intersubjetividad.
Desde Piera Aulagnier se puede revalorizar esos primeros encuentros en la vida. El estado de encuentro promueve poner al bebé en estado de vida psíquica, dándole sentido al desvalimiento o desamparo inicial. Un niño nace en un entorno familiar y social, desde ahí se lo considerara con atributos, modalidades, posiciones, lugares. Caen sobre él ilusiones, se proyectan las cuestiones no resueltas de su entorno. Así se lo incluirá.
En este sentido, Silvia Bleichmar, en su libro La fundación de lo inconsciente (1993), plantea que la madre implanta lo pulsional en el infans a partir de los cuidados primarios. Desde su narcisismo liga el remanente excitatorio. Es precisamente ese “narcisismo trasvasante” el que permite equilibrar los cuidados precoces y simbolizar al otro como humano. La autora considera que estos signos de percepción no sólo eran lo intraducible de los orígenes, sino que podían producirse a lo largo de la vida a partir de experiencias traumáticas, o de restos no transcriptos de las vivencias por las cuales atraviesa el sujeto psíquico, es decir que coexisten fundamentalmente en el inconsciente distintos modos de simbolización desde representaciones palabra hasta otro tipo de representaciones que se sostienen al modo de lo arcaico, vale decir, que no pueden alcanzar significación.
Podemos articular el concepto de protoescena de Mario Buchbinder. Debido al grado de condensación fantasmática, se alejan de la lógica secundaria, se asemejan al modelo del pictograma. Tiene que ver con la lógica del proceso primario. “El acto de sostener, de dar espacio a la protoescena brinda posibilidades, genera condiciones para encontrar en la representación, modos de elaboración que el sujeto no ha hallado en su historia. Al gesto que realiza el recién nacido se lo podría pensar como protoescena, la madre lo interpreta con palabras o con otros gestos y lo incluye en una escena. Si la madre no lo interpreta, la protoescena queda sin sentido, si es resignificada en el conjunto familiar y se construye otra escena, por ejemplo, se le da filiación. En un grupo cuando alguien emite un gesto verbal o corporal la resignificación puede ser construida por los otros integrantes.” [3]
En el trabajo grupal del cual participo la implicación afectiva, subjetiva y reflexiva en un entorno flexible y amparador genera nuevos recursos de pensamiento e intervención, hace lugar a ser permeables al impacto de las diferentes creaciones artísticas, poesía, pintura, música, posibilitando enlazar algunos registros y marcas arcaicas que no fueron elaborados y tolerar cuestiones imposibles de abarcar.
Un poema de Rumi, el persa, “al caer te crecerán las alas”. Eso de arriesgarse es nuestra tarea.
[*] El actual Seminario de "Aperturas del Psicoanálisis" deviene de un trabajo grupal dedicado al estudio investigación y supervisiones clínicas, iniciado en 2004. Varios artículos son publicados en forma individual por los integrantes del grupo con un título o subtítulo en común: “Aperturas del Psicoanálisis”. Creación y coordinación: Dr. Mario J Buchbinder. Co-coordinación: Lic. M. Cristina Pausa.
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