Una de las aproximaciones más inequívocas que podemos encontrar dentro del complejo corpus que constituye esta línea fantástica, y dentro de ella el sub-género de la ciencia ficción sea: lo que ya existe es superado por lo que aún no existe. Incluso podemos afirmar que en la ciencia ficción lo posible termina superando a lo real. Siempre y cuando la narración y sus planteamientos sean verosímiles, o sea, aquello que se parece a lo verdadero sin serlo todavía: una determinada instrumentalización como coartada de lo real, imponiendo así una fuerte impresión de veracidad. De ahí la aceptada masificación del género, siendo el mito uno de los elementos constitutivos, que junto a la ciencia potencian su verosimilitud, convirtiendo “lo imposible y disparatado” en creíble.
Umberto Eco, opina que la ciencia ficción sería una especie de “remake” moderna de los antiguos textos de aventuras o de caballería, donde las astronaves y las criaturas de otros mundos, sustituyen a los castillos encantados y a los dragones. Y ensaya la siguiente clasificación:
- ALOTOPÍA: podemos imaginar que el mundo es realmente diferente de lo que es, o sea, que en él suceden eventos que por lo general no suceden (que los animales hablen, que existan seres diferentes, “anormales”). Se construye pues otro mundo y se da por sentado que es más real que el real.
- UTOPÍA: podemos imaginar que un mundo posible es paralelo al nuestro, que existe en alguna parte. Y éste se entiende en un sentido proyectivo como representación de una sociedad ideal. Por lo general constituye el modelo de cómo debería ser el mundo real. Aunque la mayoría de los grandes films de ciencia ficción, son en realidad anti-utopías: mundos de pesadilla, terribles y apocalípticos.
- UCRONÍA: responde a la pregunta ¿qué habría sucedido si lo que ocurrió hubiera ocurrido de otro modo? Por ejemplo: si no hubieran crucificado a Cristo, o hubieran asesinado a Hitler cuando era un niño. Una especie de viaje en el tiempo. No al futuro sino al pasado. La ciencia ficción se convierte así en historia-ficción. Lo que interesa no es tanto la historia modificada, sino la mecánica de esta modificación.
- METACRONÍA: por último el mundo posible representa una fase futura del mundo real presente, y, por distinto que sea del mundo real, éste mundo “imposible” hoy, es posible precisamente porque las transformaciones que sufre no hacen sino completar tendencias del mundo real. En síntesis, la historia sucede en un mundo anticipado, pero donde lo importante es la reflexión sobre la propia anticipación: la forma de una conjetura formulada a partir de las tendencias (¿autodestructivas?) reales del mundo actual.
Desde esta clasificación, la novela de Philip K. Dick, publicada originalmente en 1961, con el título The Man in the High Castle, y llevada al cine (el film secreto de Stanley Kubrick, y la serie para TV de 2015) es una Ucronía.
Según leemos en la contratapa de la presente edición: La configuración de la trama de El hombre en el castillo no es sólo producto de la imaginación sino también manifestación literaria de un sistema de fuerzas en el que el I Ching obra como un nexo análogo a un polo magnético.
El hombre en el castillo nos sumerge en un mundo alternativo en el cual el Eje ha derrotado a los Aliados en la segunda guerra mundial y los Estados Unidos han sido invadidos y divididos entre los vencedores. Mientras los nazis se han quedado con la costa atlántica, donde han instaurado un régimen de terror, la costa del pacífico permanece en manos de los japoneses.
En esta América invadida, los nativos son ciudadanos de segunda clase a pesar de que su cultura es admirada por los vencedores, hasta el punto de que uno de los mejores negocios es la venta de auténticas antigüedades americanas, como relojes de Mickey Mouse o chapas de Coca-Cola.
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