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¿Ley de Educación Emocional?
Por María Cristina Oleaga
mcoleaga@elpsicoanalítico.com.ar
 

“Los expertos sostienen que las palabras ‘corazón’ y ‘amor’
no han huido, no han sido raptadas por forasteros, no se
han perdido en el monte, sino que simplemente se han
gastado por el excesivo uso, como las pastillas de
jabón cuando se reducen a minúsculas escamas que
desaparecen sin duelo por el desagüe de la bañera,
entre un funesto gorgoteo de agua sucia.” (*)

En una sociedad en la que la impulsividad y la violencia avanzan por sobre toda posibilidad de lazo vivible entre los sujetos no es raro que las promesas de la Educación Emocional (ver texto de Roxana García Pannelli) sean bienvenidas por muchos que desconocen lo que esconden. Es necesario desnudar lo que se oculta tras una invitación a la paz, la sana convivencia y el desarrollo de las mejores habilidades para la vida. Sin duda, este tema compete al de este número de la Revista, “Política y Psicoanálisis”. La Educación -a la que se refiere dicha Ley-  con ser una de las “profesiones imposibles”, al decir de Freud, es la continuación de la crianza humana más allá de los límites del hogar. Es decir: es la continuidad de la construcción de subjetividad que comienza con la relación entre el infans y el Otro primordial.

Como nos referimos a la construcción de subjetividad por medio de la Educación formal, tenemos que enmarcar ese proceso en las condiciones de la época y considerar la tendencia predominante entre los responsables del diseño educacional. Asimismo, tenemos que evaluar los efectos subjetivos de esa intervención  en los educandos.

Esta época está marcada por condiciones que favorecen todo tipo de exclusiones, desamparos, caída por fuera del mapa de la cultura y surgimiento de culturas marginales, muchas veces armadas en torno a la solidaridad y a la necesidad de sobrevivir y otras surgidas alrededor del narco, la trata de personas y otras conductas criminales desesperadas. Estos sucesos se dan, con características muy diferentes, en las distintas clases sociales. Existe el desamparo de los niños de clases altas sometidos a crianzas que los depositan en una multiplicidad de actividades, bombardeados por los estímulos de las pantallas electrónicas, automatizados, con padres ocupados en sus propios asuntos, en la productividad, la competencia social y la persecución de la eterna juventud, por ejemplo. Sufren desamparo, en el otro extremo de la escala social , los niños excluidos, los de la calle, los que pertenecen a familias disgregadas por la falta de trabajo, el alcohol y otras violencias.

Los poderes no se ocupan de estas cuestiones, que operan como causa, pero sí pretenden atender lo que surge como efecto cuando aumenta la violencia, la inseguridad, las adicciones, etc. ¿Y cómo quieren hacerlo? La represión del Estado es un método muy conocido. La así llamada Educación Emocional, operación que presume de poder evitar esos efectos, es un recurso que apunta directamente a la subjetividad de los niños.  Lo afectivo, sostienen, es causa: “(…) muchos de los problemas que afectan a nuestra sociedad actual tienen un trasfondo emocional.” (1)  Sin duda, las emociones, la afectividad toda, juegan un papel en todo lo que nos sucede. Pero esta afirmación desconoce, o niega, cómo se forja el mundo emocional y lo ubica como causa de problemas, así que se empeña en resolverlo mediante la manipulación de las emociones.

Sin embargo, la OMS enumera los factores que intervienen para que un grupo sea vulnerable respecto de su Salud Mental: 
El estigma y la discriminación;
la violencia y el maltrato;
restricciones en el ejercicio de los derechos civiles y políticos;
la exclusión que los priva de participar plenamente en la sociedad;
acceso reducido a los servicios de salud y sociales;
acceso reducido a los servicios de socorro en caso de desastres;
escasez de oportunidades para recibir una educación; exclusión de las oportunidades de generar ingresos o conseguir empleo;
aumento paulatino de la discapacidad y muerte prematura. (2)

Estos factores, que favorecen la vulnerabilidad, nada tienen que ver con las definiciones de los defensores de la así llamada inteligencia emocional: “La inteligencia emocional es responsable del 80% del éxito que tenemos en la vida y, gracias a Dios, la inteligencia emocional es en un 99% aprendida.” (3) Los defensores de la Educación Emocional realizan una disección del mundo afectivo sin ninguna consideración acerca de lo que lo funda y  alimenta.  "La inteligencia emocional está compuesta por cinco macro habilidades: la primera es el auto conocimiento, "saber qué es lo que siento". Segunda está la auto regulación: "La capacidad de sosegarte cuando estás enojado”. Otra habilidad es la auto motivación. Luego la empatía, "que es saber qué sienten los demás". Y finalmente las habilidades sociales”, según lo expresa  Lucas Malaisi, Lic en Psicología y fervoroso defensor y lobista de la propuesta. (4) Componer lo que dividen, como si fueran compartimentos estancos, parece ser la apuesta disparatada. Lo que sí pueden lograr -y es el peligro acerca del que pretendemos advertir- es un entrenamiento que supone la manipulación psicológica. Por ello, encontramos palabras como entrenamiento, habilidades, meditación, técnicas y otras en este mismo sentido, las que designan operaciones compatibles con la persuasión coercitiva. Es bastante ilustrativo, en este sentido, el video que acompaña la promoción del libro: Descubriendo Mis Emociones Y Habilidades (5), el  que se puede comprar en la Tienda Fundación Educación Emocional. Respecto de la oferta del libro, dice en la Tienda: “¿Tu hijo hace berrinches, rompe cosas, insulta, se arroja al suelo? ¿Sientes que no tienes paciencia y que no puedes entenderlo? En este libro encontrarás "Escuela para padres" una serie de notas destinadas a padres y docentes junto a una serie de ejercicios para que el niño aprenda a gestionar poco a poco sus emociones.” Aprender a gestionar es un modo bizarro -para ser gentiles- de referirse a la operación por la que se tramita lo más íntimo y peculiar de los sujetos infantiles.

Otro aspecto de esta manipulación es el énfasis que pone sobre el individualismo, a diferencia de un abordaje que considere la particularidad de los sujetos que intervienen en el acto educativo. Así, Malaisi dice: “También me parecen muy importantes este tipo de estrategias donde empoderamos al ciudadano. (…) atenta contra el asistencialismo porque una persona que se empodera, que dice bueno, yo me comprometo con un proyecto de vida, soy capaz, lo voy a intentar, y actúa en acción masiva en post de un objetivo y es una persona que sale por sí misma, que avanza ¿no? Es una persona que no es alguien fácil de quien genera dependencia.” (6) Conocemos bastante, y lo hemos tratado en otros artículos (7), la ideología que idealiza la posición del emprendedor empoderado que consigue el éxito a pesar de todas las condiciones objetivas. La dependencia es denostada aunque, desde luego, sea el fin privilegiado de cualquier operación manipulatoria, como lo son las sectarias. Deslocalizar al sujeto de su inserción social es una meta para todos los autoritarismos individualistas. Por el contrario, pensamos que el sujeto está atravesado por la cultura y por la historia, tanto individual como social. Es por ello que privilegiamos la narrativa como modo de alcanzar al sujeto y de ubicarlo en el marco que lo contiene (8). Asimismo, resaltamos el valor de la poesía puesto que mejor expresa la ambigüedad del lenguaje, la que saca al sujeto de la determinación y la fijeza, la que abre a las múltiples posibilidades significativas y, así, favorece la creatividad y el espíritu crítico. (9)

El infans, el sujeto a venir, se humaniza a partir del Otro que lo recibe, le habla, quien lo ha deseado o no desde antes de su llegada, el que tramita para él sus necesidades y abre, así, el campo de la ternura y del amor. Es el que pone palabras y contacto corporal. Asimismo, es en ese vínculo que el sujeto humano se aviene a las demandas, tolera los límites y posterga la descarga inmediata, todo en pos de mantener el amor del Otro que lo protege del desamparo inicial, de la angustia. Las emociones son los efectos de ese recorrido -mejor o peor transitado-, la huella de esa confrontación del sujeto al deseo del Otro, el efecto de la palabra en el cuerpo. Lo distintivo, entonces, es la singularidad del resultado subjetivo. Del caos inicial surge un cuerpo con una distribución peculiar de los goces. Para el Psicoanálisis hay un entramado entre afecto y representación,  los que pueden o no tomar diferentes caminos, como en el caso del síntoma y su expresión a nivel corporal o a nivel del pensamiento, por ejemplo.  Asimismo, la angustia permanece, para el Psicoanálisis, como un afecto que indica la aproximación a un peligro interno, al contacto con algo que debía reprimirse, o -cuando irrumpe masivamente- como fracaso de toda regulación por la palabra. Nos hemos ocupado de la constitución subjetiva, de la humanización en otras notas. (10)

Esta construcción, delicadísima como vemos, atraviesa vicisitudes particulares en las que se juega también la responsabilidad del sujeto, sus respuestas ante el Otro. Esta brevísima síntesis apunta a destituir todo abordaje de las emociones como un listado de reacciones más o menos reguladas por alguna hormona o zona cerebral, al modo del abordaje neurológico.  Los automatismos que se suceden en la conducta de los mamíferos, sus cambios y regulaciones, nada tienen que ver con lo que sucede con los humanos. Incluso en las mascotas podemos apreciar el grado de afectación que muestran cuando son incluidos por el mundo humano, cuando son domesticados. Esta desregulación, producto de su alojamiento en un mundo  lenguajero/afectivo, es una suerte de enloquecimiento, de falla en sus conductas fijas, que de otro modo serían siempre adecuadas para la supervivencia.

Los partidarios de la Educación Emocional consideran a los niños del mismo modo que podemos evaluar a las mascotas. Las emociones sobre las que pretenden intervenir serían, para ellos, algo así como una inadecuación, propia de las conductas, que impide llegar a los fines deseados. De ahí que intenten desarrollar habilidades emocionales, las que permitirían adecuar las conductas a sus fines precisos, o sea lograr  comportamientos adaptativos. Es una propuesta adecuada para mamíferos, no para sujetos humanizados, atravesados por la cultura. De hecho, plantean regulaciones y apuntan al autoconocimiento -tarea que desconoce lo humano propiamente dicho- así como aplican técnicas de adiestramiento para padres, docentes y niños.

Habitamos un mundo, capitalista, en el que todo se convierte en mercancía. Se desgasta la Educación Pública para incentivar el pase a la privada. Asimismo, el sujeto mismo es transformado en mercancía. Sobre él se pueden aplicar diseños que lo hagan maleable y que favorezcan su sumisión y posición acrítica. Si la Educación Emocional -con sus técnicas adaptativas- no lo lograra, aún quedaría -en manos de los poderes- la posibilidad de profundizar la patologización de la infancia y de promover los recursos ¿terapéuticos? de las TCC (Terapias Cognitivo Corpontamentales)  con la ayuda de la Farmacología. En la Web de la Plataforma ICMI, dice Juan Pundik: “La escolaridad actual, apoyada y secundada por padres y docentes, constituye el rito de iniciación a las servidumbres voluntarias. A los niños y adolescentes que se rebelan, el 20% de la población escolar, se los somete a medicación y tratamientos cognitivos conductuales. Esta escolaridad, la psiquiatría y su Biblia, el DSM-IV, están al servicio de la corrupta industria farmacéutica, brazo fundamental de los estafadores globalizados que han robado las riquezas de todos, generando esta falsa crisis. El TDAH no existe. Para el DSM-IV, (…) somos hiperactivos que debiéramos estar medicados.” (11). Se trata de “la pastilla para portarse bien”, como la definen los niños mismos.

Creemos que la inserción de lo emocional en la educación nada tiene que ver con este entrenamiento que pretende hipnotizar a los niños. En todo caso, privilegiamos el lazo que se puede establecer entre los educadores, los niños y el saber, para poder potenciar en ellos el deseo de saber, la posibilidad de aprender y, no menos importante, abrir la dimensión de la imaginación, la crítica y el cuestionamiento, como modo de desplegar subjetividades creativas.

(*) Rodari, Gianni, Libro de la Fantasía, La guerra de los poetas (con muchas rimas en ‘o’), pág. 423, Blackie Books, Barcelona, 2011.

 

Notas
 
(1) Red Escuelas de Aprendizaje, Autoconocimiento en el Nivel Inicial
(2) OMS, Plan de Acción sobre Salud Mental 2013-2020, pág. 44.
(3) Entrevista, De qué se trata el proyecto para enseñar inteligencia emocional en las escuelas.
(4) Ibid (3)
(5) Rompecabezas de emociones con Realidad Aumentada.
(6) Ibid (3)
(7) Oleaga, María Cristina, El fascismo y las sectas, El Psicoanalítico Número 35: La Banalidad del Capitalismo
(8) Oleaga, María Cristina, Cuentos que cuentan, El Psicoanalítico Número 6: Sujetos a la Red ¿Realidad virtual?
(9) Oleaga, María Cristina, Para abrir “las puertas del deseo”, El Psicoanalítico Número 36: El retorno de la oscuridad.
(10) Oleaga, María Cristina, Desnutrición simbólica y desamparo, El Psicoanalítico Número 3: Afectuosa mente.
(11) Pundik, Juan, Página web de la Plataforma Internacional Contra la Medicalización en la Infancia, La iniciación a las servidumbres voluntarias

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