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Mar del Plata y otros lugares y viajes -
Mar del Plata y otros lugares
y viajes
De Osvaldo Picardo
Ediciones UNL (Universidad Nacional del Litoral) 48 páginas. Santa Fe, Argentina, 2012.
Por Francisco Bitar
 

En Mar del Plata y Otros lugares y viajes, Osvaldo Picardo propone un recorrido por la ciudad, por la propia aldea, de acuerdo a un movimiento en clave musical.
Para ello se vale de las marcas que le han conferido un lugar singular dentro de la poesía argentina, una lengua medida, no exenta de gravedad, donde la descripción y la reflexión se embridan hasta corresponderse, al tiempo que se imprime al texto cierto efecto de clasicidad: esa “mezcla de memoria y deseo” que, lo mismo que en Kavafis, figura tan cara al autor, dialoga con la herencia de Occidente.

Es que cuando leemos a Picardo tenemos la impresión de leer otra lectura, una lectura poseída por la escritura: el poema se escribe desde la evocación, no del pasado –no hay melancolía en estos poemas- sino el deseo de poetizar, escena en la cual se actualizan los siglos de escritura ( no son tantos, después de todo ) que salen al encuentro del texto.

El poema en Picardo no está escrito bajo la vigilancia de sus mayores sino en convivencia con ellos, en un presente menos condensado por la ansiedad de sus propósitos que denso por el amor al tratamiento, menos en la solemnidad del legado que en la estela de una complicidad que sobrevive.


Selección de textos
Héctor Freire

III

Hay un cuadro de Hopper
que me recuerda caprichosamente
la ciudad en que nací.
Ventanas en la noche.
En primer plano,
por efecto de la luz y la sombra,
una cadera de mujer y un codo
indican un brusco movimiento
que una de las ventanas recorta.
Es una historia que no necesita
principio ni fin.
La ciudad insiste en aparecer
en la tela del pintor.

También, para mí,
he creado mi propia tela.
No existió antes ni después.
El inmigrante y el desterrado
me entienden.

El turista
nunca ha llegado a estas playas

 

XII

No sabes qué hay al otro lado del horizonte,
donde éste termina con el día. No es una barca
que por cierto flota petrificada entre las nubes.

Ni más allá de la escollera
con el Cristo de brazos abiertos. No, no son cosas.
Esta vez, no son cosas.

En todo lo que se configura bajo el atardecer,
en los lobos marinos de Fioravanti,
en la Rambla y la pareja que se retrata,

una sola realidad existe en verdad:
un chico, al fondo, en la orilla
con un puñado de arena entre las manos.

¿Qué historia repite? ¿La misma y la nuestra?
¿Cómo se repite lo que no vuelve?
El vive antes de que caiga la noche.

Ahí se escribe cuanto has deseado ser
y una deuda infinita
que se ha vuelto tu mirada.

Mar del Plata, 2005

 

LOS LUGARES NO ESPERAN

Los lugares no nos esperan.
Desaparecen de manera distinta,
en las orillas de una convicción
y con el cansancio de una foto.
Creíamos haberlos encontrado:
lugares casi oscuros en Plaka
cuando la luna está sobre la Acrópolis
como imitando un folleto de mal gusto.
Un bar Zedón en el bajo porteño
o un asado a sol y sombra en Santa Clara.
Lugares para quedarnos.

En ellos nunca estuvimos solos.
Y no volveremos iguales.
Encontrarlos es perderlos. Y así
en lo sucesivo.


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