El libro de Mario Buchbinder y Elina Matoso, con la participación además de Claudio Mangifiesta, Ana María Cassinelli, Ana Luisa Brasburg, Valeria Uhart, Estela Arona, Carlos Trosman, Luis Alberto Stoppiello, Mónica Groisman y Patricia Mercado, contiene indispensables desarrollos a partir de diversas experiencias que retoman lo histórico social en sus marcas corporales y psíquicas, proponiendo –esto es lo fundamental – salidas diversas. Muestrario de las implicancias de los desarrollos producidos en el Instituto de la Máscara, tomando como punto de partida el Mapa Fantasmático Corporal (MFC en adelante).
Quisiera resaltar las siguientes cuestiones:
1. La idea de que el MFC contiene la representación vacía o llena del cuerpo de la madre, “la marca del desprendimiento original de la madre”; me parece fundamental si esto pudiera permitirnos explorar e investigar en cuadros de tipo borderline las fallas en el lazo y función materna, y qué ha ocurrido con el desprendimiento sobre todo en pacientes con problemáticas psicosomáticas.
2. También que el MFC porta “Mapas sociales en los que están inscriptos (…) las trasmisiones transgeneracionales de traumas o hechos significativos de carácter colectivo”. Apuesto también a que esto permita llevar a cabo líneas de investigación sobre lo históricosocial y sus efectos en el cuerpo: la sociedad personificada en éste. Porque como además dice el libro “Cada Mapa forma parte de constelaciones subjetivas, y a su vez es expresión de espacialización y temporalidad histórica y social”.
3. Otra cuestión fundamental es la idea de que el MFC permite transitar desde aquello no inscripto ligado a la pulsión de muerte, hasta su simbolización mediante la representación-palabra. También algo muy importante para la clínica no solamente para sujetos que padecen de pasajes al acto, descatectizaciones, anorexias, adicciones, etc., sino porque hoy, todo sujeto, por el modo de ser de la cultura, encuentra vías facilitadas para impedir la simbolización, proliferando la liberación de pulsión de muerte. En este sentido, el MFC es un dispositivo de erotización.
4. Finalmente, me parece un feliz hallazgo el concepto de protoescena, que en el trabajo con el MFC se puede hacer convivir con la escena. Se presenta así como un dispositivo que permite el pasaje de los indicios o signos perceptivos, eso real que habita en la profundidad de la psique, a la ligazón a representaciones-palabra. Cito: “El equivalente de una protoescena es una interjección, una frase suelta, un trazo en un papel, una mancha, etc. … permite una lectura que se acerque a la elaboración secundaria y que puede dar cuenta de lo originario y lo primario. Es su lugar de representación y la posibilidad de su elaboración.
Y sigue diciendo el texto: “La construcción del Mapa, su representación ya es en sí un modo de elaboración de la “cosa en si””.
5. Finalmente, una opinión sobre el libro en sí: la aparición de un texto como este, en una cultura que mortifica y desaparece el cuerpo, que abandona su significación, merece transcribir la cita en la que Agamben retoma a Nietzsche respecto de lo genealógico, refiriéndose a la contemporaneidad. Diría parafraseando y citando que este es un libro contemporáneo porque “pertenece realmente a su tiempo, (porque) es verdaderamente contemporáneo, aquel que no coincide perfectamente con éste, ni se adecua a sus pretensiones y es por ende, en ese sentido, inactual; pero, justamente por eso, a partir de ese alejamiento y ese anacronismo, es más capaz que los otros de percibir y aprehender su tiempo”.
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