Este nuevo libro de Irene Meler entrecruza las problemáticas del divorcio y la constitución de familias ensambladas, con las perspectivas que ofrecen los estudios de género y la relación entre amor y poder. Y todo esto considerando las particularidades de la sociedad capitalista actual (descrita con rigurosidad y profundidad) y advirtiendo de las diferencias que existen de acuerdo a la clase social en cuestión. De inicio el lector es advertido de que no debe tomarse como generalización abstracta lo que será tratado en el texto. La autora aclara que los arreglos de género varían de acuerdo a la posición social; que el modelo que decidió tomar es el que todavía predomina, perteneciente a la clase media -que es el objeto de esta indagación- o sea el modelo de familiarización heterosexual y de crianza conjunta de la descendencia tanto del matrimonio como de las uniones sucesivas; así es como quedan por fuera de esta indagación los modos más innovadores y atípicos.
En su investigación Irene Meler se ve llevada a revisar conceptos nodales del psicoanálisis. La propia autora describe su itinerario: “Intento relacionar mi formación psicoanalítica, que favorece la atención dirigida hacia los deseos inconscientes, con la perspectiva de los estudios de género, atenta a las relaciones de poder, sus fluctuaciones y alternancias” (p.125).
Uno de los puntos de análisis central que se propone la autora es ver en qué las familias ensambladas favorecen o deterioran a mujeres y hombres
Señala el aumento de disoluciones y la disminución de matrimonios que se dan en nuestra sociedad. Se preocupará por los efectos que en los hijos producen las separaciones. En nuestro medio – cita - del año 1991 al 2001 el aumento de tasa de separaciones y divorcios fue del 45 %. Lo que llevó a un incremento del número de familias ensambladas. Una parte importante del libro está destinada a dilucidar las características de las familias ensambladas, apelando a un buen número de autores con quienes establece un diálogo crítico, y a la propia experiencia clínica de la autora. Que resaltará la persistencia de modalidades de dominación masculina y de subordinación femenina. Y esto es lo que va a llevarla a revisar conceptos centrales del psicoanálisis, como lo son el superyó femenino, el masoquismo femenino, y a revisar la relación entre psicoanálisis y género.
Es importante de resaltar las referencias constantes que la autora realiza a su propia experiencia clínica, y también los acuerdos y desacuerdos con los autores citados a lo largo del texto (Freud, Foucault, Bourdieu, Fairbain, Castoriadis, entre muchos otros).
Otra parte del libro – muy recomendable por cierto - está destinada a un amplio recorrido sobre las diversas teorizaciones y posiciones alrededor de la cuestión del género, partiendo de considerar al sistema de géneros “en tanto dispositivo de regulación social, como un organizador mayor del orden simbólico, social y económico vigente, y como una poderosa usina de construcción subjetiva” (p. 131). Alrededor de esta temática Irene Meler indaga en cuestiones candentes: retoma así el debate entre diferencia sexual y el concepto de género, al que la autora adhiere. Al respecto no ahorra los puntos álgidos de debate y polémica.
Así, cuestionará el concepto de masoquismo femenino, proponiendo un concepto de su autoría: erogeneidad de subordinación (que abarca además a niños y ancianos). Así es como la obra de Jessica Benjamin es retomada por la importancia que Irene Meler le otorga a un psicoanálisis intersubjetivo.
Desde esta perspectiva propondrá entender el masoquismo femenino como “correlato de los arreglos culturales que establecen la dominación masculina, y sus modos peculiares de inscribirse en el psiquismo, así como se inscribe (o deja su impronta) en los desarrollos teóricos sobre esta cuestión” (p. 213).
Hugo Bleichmar, Kohut, Laplanche son compañeros de ruta de buena parte de su desarrollo en lo que respecta al psicoanálisis y a la revisión de conceptos centrales del mismo. En particular Laplanche en lo que respecta al cuestionamiento del modo de entender a la pulsión y al complejo de Edipo, la castración, la lógica fálica.
Sostendrá la autora hacia el final de su trabajo que “el ejercicio de la maternidad se caracteriza en la actualidad por una disminución del altruismo materno, los padres aún no han asumido de modo cabal coparentalidad, las redes familiares funcionan con efectividad decreciente y los recursos institucionales no son adecuados. Todo esto expone a los hijos a carencias emocionales debidas a la falta de cuidados” (p. 181). Ya en otro lugar del texto la autora había resaltado la erosión del poder de los padres, y el efecto negativo de esto en sus hijos. Se observan entonces dificultades para ejercer las funciones parentales, en lo que sería – tal vez – un período de transición entre un orden simbólico y otro alternativo, sostendrá la autora.
Irene Meler aboga por un psicoanálisis constructivista, y a articular los desarrollos psicoanalíticos con los de los estudios sociales.
La última parte del libro consiste en un estudio de casos referidos a familias ensambladas, realizado a partir de entrevistas que la propia autora llevó a cabo, y que permiten en una clara exposición, tomar contacto vivo con lo que desarrolló a lo largo de su exposición.
Nos encontramos entonces ante un nuevo libro de Irene Meler que no elude complejidad, polémica, provocación: pero provocación, sobre todo, de pensamiento. La articulación entre el psicoanálisis y los estudios sociales es fina, arriesgada por momentos, siempre honesta y dedicada a agitar las aguas de toda pereza teórica. Y lo que ya de por sí es un mérito: la preocupación por la clínica del padecimiento psíquico que las turbulencias de la época producen. Aunque no abandona Irene Meler la esperanza en que puedan crearse – aun transitando por un momento de incertidumbre – nuevas formas de lazos entre mujeres y hombres, más ligadas a lo igualitario y – decimos nosotros - tendientes a evitar un malestar psíquico agregado al que ocasiona el hecho mismo de vivir en sociedad.
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