40 años del Instituto de la Máscara
Las máscaras son las fachadas de los fantasmas, los primeros testimonios en la humanidad tuvieron que ver con los dibujos de las cavernas, las ceremonias primitivas o las brindadas por el arte.
Algunos tratan de conjurarlas, pero ellas retornan y sólo nos queda dialogar con ellas aunque no sepamos la lengua con la cual hacerlo. Todos los lenguajes han tratado de interrogarlas con o sin éxito. Freud pudo hacerlo especialmente con los fantasmas de las histéricas y luego con la pulsión de muerte o con el superyó arcaico. Nos abrió a una tarea interminable…
La mercancía es máscara, fetiche, de las relaciones de producción. Lo viva de ellas contiene los fantasmas de la humanidad, que con el tiempo se nos imponen cada vez más.
Al ser fachada esconde y revela, como una escenografía, el alma del mundo. Producen alegría y temor pero no dejan de generar respeto. Lo desconocido se hace presente, metáforas del inconsciente, como las fachadas del sueño. Al dialogar con ellas, con las diferentes maneras que la humanidad ha tenido, deconstruye y recrea esa relación no reductible a fórmula alguna.
El psicoanálisis, como otras disciplinas, al escucharlas amplía sus horizontes. El fantasma parece decirle a la máscara: no tengo qué ponerme. La máscara le dice: no me estás mirando. Esta es la vestimenta del fantasma o es el fantasma encarnado.
No se trata de hacer una nueva lucha civilizadora para destruir a los fantasmas. Ni idolatría, amor incondicional al fantasma, ni iconoclastia, destrucción de todas las imágenes. Recuperar la riqueza, explorarla, de la convivencia de los seres humanos con ella. No se trata de destruir un templo con otro. Tampoco de generar una asepsia, de hervir el mundo para eliminar el fantasma. No hay vida sin fantasma, ni fantasma sin vida. La historia de la cultura y del arte es la historia de la relación con el fantasma.
Ante la invasión desmedida de imágenes, las selfies son modos de recuperar algo de la identidad perdida. Este/a soy yo. Este es mi narcisismo trófico. ¿Cuándo comienza Luisa Valenzuela su libro: “Diario de máscaras”? ¿Antes de sus ficciones o es sincrónica con ellas? En ese libro, la escritora, parece reencontrar, en el Universo de las máscaras, aquellas que describió en sus ficciones, no sólo ella, sino en la historia de las ficciones. Su alegría es la del encuentro amoroso con ellas.
Conmemorar
Al conmemorar vislumbro caminos recorridos y los posibles a recorrer.
¿Qué hace presente la máscara? Lo otro y lo Otro, el fantasma, la fantasía, lo inconsciente. Oculta y revela. Lo antropológico y lo sociocultural. Abre a la relación con el lenguaje, la palabra, el cuerpo, el juego, lo carnavalesco, el arte y la cultura.
Es una línea de investigación, que realizamos desde el Instituto, en la cual la subjetividad y las problemáticas del inconsciente fueron abordadas en relación a lo sociocultural y a las temáticas de la literatura y el arte. El psicoanálisis entendido como una disciplina de bordes, entre lo consciente y lo inconsciente, el cuerpo y el alma, la subjetividad individual y la social, la pulsión y la representación.
Tan monolítico y tan cambiante es su historia. En su fundación misma por Freud y luego con la apertura de campos como el psicoanálisis de niños, de familias, parejas, de la vincularidad, del etnopsicoanálisis, la psicosomática, el trabajo con lo fronterizo, etc. Fue delimitándose un campo del psicoanálisis, que por momentos disminuía su radio y en otros se ampliaba, en relación a otras disciplinas.
La institución y quien esto escribe, en su carácter de director y fundador, funcionó en los bordes de una disciplina de bordes. Traté de construir un lenguaje propio junto con los lenguajes del psicoanálisis. No es extraño que suceda esto con los psicoanalistas: Freud con su proveniencia de la neurología y su pasión por lo antropológico y la cultura, Winnicott y su relación con la pediatría, otros con la filosofía, la guerra y la paz, los campos de concentración. El psicoanálisis es una disciplina impura, heterogénea. Muchos psicoanalistas han ejercido diversas prácticas que sustentaban las líneas centrales de su quehacer, otros las practicaban en paralelo. Yo me he planteado definir una poética en que algunas de esos otros quehaceres pudieran incluirse y tener sentido. De tal manera que definí “la poética del desenmascaramiento y poética de la cura”, que también son títulos de dos de mis libros de ensayos. Poética como creación y cómo estilo en el que se van identificando identidades tanto del analista como del analizando como del campo disciplinar.
¿Cuál es la máscara del psicoanalista? Se mezcla con la de la ciencia, la magia, el saber, el arte, la religión. La neutralidad y la abstinencia. El silencio, la quietud, la máxima actividad. ¿Cómo encontrar la más adecuada en relación a la actualidad y a la contemporaneidad y a la subjetividad del psicoanalista y a la población con la que está en contacto? La poética de los protagonistas puede ayudar a su definición.
La denominación de máscara llevó a dar diversas definiciones y a establecer correlaciones con lo humano. El primer trabajo que presentamos se denominó: “Las máscaras un encuentro con lo humano”. La máscara aquello que tapa el rostro al mismo tiempo lo revela. Es un objeto que tiene que ver con el rostro, pero también, con todo el cuerpo, luego definimos el “fenómeno de máscaras”, en el cual el tema de ocultar y revelar se hacía determinante, máscaras de distintos materiales y funciones, hasta que dimos una definición más amplia: “La máscara es el órgano de superficie del conjunto de las relaciones sociales”. La definición permitió que extendiéramos el objeto y el concepto. Ya las teorías, las ideologías los gestos y los síntomas podían pensarse como tal. Pero la máscara nos fue abriendo y la fuimos investigando junto con otras disciplinas y aspectos de lo humano. Tratamos, como lo sugería Freud en relación al psicoanálisis, que esto no se transformara en una visión general del mundo, sino que, por el contrario, nos permitiera ampliar los interrogantes y considerar la vida como una errancia.
A veces me imaginaba como un antropólogo que recorre “otras” civilizaciones y que cada tanto vuelve a la “propia”, pero que ya no es el mismo. No es extraño que un psicoanalista tenga estas experiencias se pregunte cómo darles palabra y significación, cómo validarlas.
“Mi viaje” incluyó junto con las “prácticas habituales” de un psicoanalista, (psicoterapias psicoanalíticas y/o análisis, supervisiones, grupos de estudio, análisis personal) munido de la máscara del Instituto, otras con la palabra, la escena, el cuerpo, la máscara, la psique, el mundo, el juego, la vincularidad. Elementos conceptuales entrelazados con un posicionamiento con la práctica y con la clínica.
La escritura y publicación de poesía, de libros de teatro, puestas teatrales como autor y director, incursiones en la filosofía, la literatura y otras. Todo ese conjunto fue marcando una poética, un estilo y un lenguaje.
No es el mismo psicoanálisis el de comienzos del siglo XX que el de las primeras décadas del XXI, aunque las vicisitudes de sus orígenes y su historia marcan futuros desarrollos. La ruptura epistemológica freudiana, con el pasaje del cuerpo biológico al cuerpo erógeno, la relación pulsión - representación, la importancia del lenguaje y los relatos y la compulsión a la repetición, la pulsión de vida y muerte, el narcisismo marcan caminos ineludibles que se siguen resignificando. La relación con el cuerpo de la neurología, del contacto con la frente del paciente, el diván y la escena desde atrás del que escucha las demandas, corporalidades del narcisismo y de los “fronterizos”. No ha dejado de ser inquietante la relación con el cuerpo, es problemática central.
Nos planteamos no distanciarnos de las conceptualizaciones del psicoanálisis pero al mismo tiempo, no atarnos a él como a un dogma, una máscara, que debiera sustentar los pasos de libertad. En estas líneas también trato de mostrar las ligazones, sin que por ello, tenga el fin oportunista de atar el pensar a aquello que acepta el dogma. Se trata de no congelar las disciplinas y permitir el libre juego del pensamiento. Quizás este sea el desafío de toda disciplina en su contemporaneidad.
La escena la jugamos desde el psicoanálisis, el psicodrama y el teatro. La sociedad del espectáculo, (Debord) marca la perentoriedad de dar cuenta de ella. Definimos una escena clásica y una protoescena que se relaciona con lo originario de Aulagnier.
Algunos desarrollos
A - Correlación máscara fantasma: investigación de la estructura de la fantasía y presentificación de los fantasmas de la historia personal y universal. Si el cuerpo es la escultura del alma, al decir de Nancy, la máscara abre a los espíritus y los otros que nos constituyen. El animismo está en los colores, el modo de los ojos, la boca, la frente, en la materialidad de ese objeto: madera, cartulina, paja, el misterio, lo familiar y lo que no lo es, lo ominoso. De ahí que llame al metabolismo de la fantasía. El cielo y la tierra, (Heidegger), lo originario, primario y secundario, (Aulagnier), lo apolíneo y lo dionisíaco, la estructuración y la desestructuración, son actos en la sesión de máscaras.
La máscara está presente independientemente si se usa el objeto construido de diferentes materiales. Como lo está el cuerpo, la escena y el lenguaje. Una de las apuestas tiene que ver con la inclusión de estos elementos técnicos que a su vez son conceptos. Se entrelazan los conceptos y los elementos técnicos, esto no es extraño en el campo del psicoanálisis, como la utilización de la transferencia o el juego.
A veces, cuando me preguntan por qué utilizo esos recursos, afirmo, para resaltar lo paradojal, para nada. Porque muchas sesiones sólo están teñidas por la nada, el vacío, como si en esos momentos no hubiera recursos técnicos. No son usados para llenar un vacío o para ocultarlo (definición estratégica) sino para generar y/o desarrollar un campo imaginario, que pueda dar cuenta de algo de lo simbólico y lo real. Apostamos al entrelazado de esos campos, sin la sumisión de uno por el otro. Hace años me interrogo por qué es aceptado en el psicoanálisis de niños el juego y resulta tan resistido con los adultos.
B - Mapas del cuerpo. Mapa fantasmático corporal: relación cuerpo, psiquis, mundo. Entrelazado entre la imagen consciente e inconsciente del cuerpo, el esquema corporal, el objeto transicional y el lenguaje.
C - Protoescena: revelado de momentos arcaicos de la subjetividad y su elaboración, su relación con la imagen inconsciente del cuerpo y el objeto transicional.
D - Multiplicidad de escenas y estructura carnavalesca que se relaciona con la multiplicidad de aspectos de un sujeto y las diversas corrientes de la vida psíquica, y la multiplicidad de lugares de significación en un sujeto, un grupo y/o la comunidad.
E - Mascarada: espectáculo participativo, performance con la construcción de máscaras con técnicas plásticas sencillas y participación en escena y bailes. Se hacen presentes las numerosidad social y la complejidad del sujeto social y/ o individual.
Paseos en la clínica
Recursos técnicos usados en un sentido metafórico o en un sentido literal. Con respecto a las máscaras en sentido literal son aquellas construidas de diferentes materiales: cartón, tela, cartapesta y otros.
Las metafóricas se refieren a las máscaras cotidianas que son las que el sujeto construye en su cuerpo a lo largo de su vida, y las que como concepto se encuentran a lo largo de la vida cultural y social (gestos, modos de decir, ideologías, teorías, relatos, fachadas, entre otras)
Rodolfo es un careta, las máscaras de mi familia son, las de los pacientes que está por entrar en el grupo, la máscara de mi gordura, de mis miedos, de mi angustia es, esta máscara representa mi ser más profundo. Esta es la máscara que me acompaña para salir de mi depresión.
La escena con mi padre se desarrolló en la cocina de casa, la escena dramatizada cobra una energía particular y las máscaras resaltan aspectos de los personajes. Quién dirige la escena resalta los gestos.
Una escena homóloga sólo se dramatizó en el relato del paciente y la intervención del analista sólo fue verbal.
El cuerpo siempre está presente en la escena de la cura, aun cuando se la realice por internet, a veces utilizar alguna técnica corporal, resalta aspectos del sujeto y del grupo.
En el trabajo grupal puede resaltarse las identidades en juego, en otras se realza los lugares de desconocimiento y la carnavalización de la situación.
Final
No todo es máscara, pero es preciso no ocultar lo que oculta y revela. Toda disciplina deniega de aquello de la que no pueda hacerse cargo. La máscara grosera y sutil hace presente eso no dicho, lo oculto, lo desconocido. Es concentrado de “aletheia” que en su etimología oculta y revela.
Qué es la cura sino un juego con estos términos.
(*) El Instituto de la Máscara fue fundado en octubre de 1975 por la Lic. Elina Matoso y el Dr. Mario J. Buchbinder y es dirigido por ellos.
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