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Tornasol - de Rita Kratsman
Tornasol
De Rita Kratsman
Ed. El Jardín de las delicias, Bs. As. 2015
Por Luis Bacigalupo
 

La memoria, que tiene a la infancia como piedra angular, viene a salvar los restos de ausencia de toda ruina. Así opera Tornasol, de Rita Kratsman, no por contraste –bajo un énfasis dramático a lo Caravaggio–, sino por intersección de luces, o sea de voces. Aquí hay esa luminosidad que surge del seno de lo oscuro, luz de destello, que otorga sentido a “Tornasol: bailar alrededor del sol”.

La remisión a la infancia pone en acto la función dialógica del texto en su interlocución con el juego y el dolor. El intertexto (El cuaderno de Amanda) resulta una voz actualizada en la escena del inframundo, de la aberración de un terror de Estado que ignora de la poesía su posibilidad de sobrevivencia. Pero además de decosificación y decodificación de un discurso cautivo de su decir y su callar. Se puede escribir después… y (después aun de Adorno) también, pensar.

“¿Qué no había antes que hay ahora?”. En la porfía de esta pregunta quizás esté la clave de Tornasol. Porque en la cuestión habla la falta, su tenacidad. Y eso que no había antes y hay ahora es lo innombrado que, como tal, persiste en su insistencia. Falta pura que no deja de estar en el persistir.

Con este libro Kratsman acaricia el paroxismo de una verdad, como si “con la cuerda de saltar llegara al cielo”: efectos de un silencio de una dosificación perfecta aun en su “caligrafía”. Desde allí, y también desde el vivo pulso de la letra, es posible escribir cuando ya nada pareciera posible. Curioso vitalismo que recuerda esta convicción de Paul Celan: “Quien no da al poema la fuerza de resistencia de lo inmediato no ha escrito ningún poema”.

 
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