Las teorías y las escuelas de Jacques Lacan y de Melanie Klein han sido vistas como contrapuestas en la historia del psicoanálisis, con una evitación recíproca de lacaniananos y kleinianos en el medio argentino. Esto no se condice con la interlocución que el propio Lacan realizó con Klein en su seminario, y tampoco con la experiencia clínica a la que queremos reconducir esta articulación entre ambos.
Si es posible pensar en una psicopatología psicoanalítica, esto implicará un corrimiento de la mera clasificación nosológica, hacia “un campo: el de la relación humana en tanto se torna problemática”(Rafael Paz). ¿Qué papel tiene el proceso de simbolización, y por ende, las dificultades en la misma, en la estructuración de cada sujeto? Esta pregunta tiene un recorrido: el que Lacan y Melanie Klein han dado a este problema a lo largo de sus obras; así es posible explorar sus convergencias, sus diferencias, sus problematizaciones, y también, sus consecuencias clínicas.
Un canal de la Mancha, como aquello que une Inglaterra con Francia (y también los separa), y que remite en su expresión – en castellano – a la mancha: aquello que no está asimilado a una totalidad homogénea: lo no simbolizable. Elegir para pensar esta articulación a estos autores mayores -Lacan y Klein- significa la transferencia con estos maestros y con quienes en Argentina los han -nos lo han – transmitido de manera comprometida. Esos dos territorios que han significado (la escuela francesa y la inglesa) la isla y el continente (como lo llaman los ingleses); y que en la teoría psicoanalítica ha tenido su expresión. La isla, Gran Bretaña, donde Melanie Klein -en principio una extranjera allí- creó y desarrolló la escuela inglesa, con una cierta autonomía: ella no muestra en su obra la permeabilidad a los desarrollos de Lacan que se verifica a la inversa: Lacan se referencia en su obra más en Klein que ésta en aquel.
Esos dos grandes universos de influencia para el psicoanálisis argentino y para todos los analistas de este lado del mundo, confluyen en gran variedad de cuestiones y difieren en otras. No sólo para el psicoanálisis argentino la incidencia de Inglaterra y Francia ha sido capital (y a veces alienante); para el pensamiento moderno mismo lo ha sido.
La escuela psicoanalítica inglesa ha enfatizado diversas ideas: se ocupa en varios momentos de la idea de que las primeras ansiedades humanas, muy tempranas, tienen el carácter que podemos encontrar en los cuadros psicóticos infantiles o adultos, por la predominancia de una angustia de aniquilamiento, de despedazamiento, terrorífica. Esto es tema del artículo “El complejo de Edipo a la luz de las ansiedades tempranas”, de 1945 de Melanie Klein. Es así como en los cuadros psicóticos nos encontramos también con estados donde predomina la vivencia de fragmentación, de desorganización del sujeto.
En la distinción entre lo no simbolizable y lo no simbolizado, se puede apreciar o situar aquello que del lado de lo real (Lacan) no puede entrar en un orden significante -y que en términos kleinianos es el núcleo psicótico o de la envidia primaria- : lo no simbolizable. Y por otro lado, cuál es la zona que puede trabajarse en un análisis para ser integrada a una simbolización. O, en definitiva, qué de la primera zona puede entrar en la lógica de la segunda. Situación, ésta, más propicia en las neurosis; y más difícil de trabajar en las configuraciones psicóticas o símil psicóticas; pero dable a ser trabajada en todo análisis en la medida en que lo real o las ansiedades psicóticas se presentan en mayor o menor medida en toda formación clínica o psicopatológica.
Como propio de lo humano, entonces, este no simbolizable se presenta también en el plano de lo social: es un modo de pensar esa dimensión irreductible que tienen los conflictos sociales; también tiene un alcance importante esta articulación para el psicoanálisis de niños, como lo piensa la autora contemporánea Marie Claude Thomas. En este sentido, son varias las cuestiones teóricas en las cuales se ha podido rastrear la articulación Klein – Lacan en cuanto al tema de la simbolización. Se resumen aquí las siguientes.
En primer término, las intersecciones, articulaciones, comparaciones o contraposiciones entre la escuela inglesa y la francesa, y más precisamente entre Melanie Klein y Jacques Lacan, son múltiples y hechas sobre distintos temas teóricos. Cabe recordar que es el propio Lacan quien comienza esta articulación cuando se referencia en muchas ocasiones en los desarrollos de Melanie Klein y en las experiencias clínicas de ella para apoyar o explicar sus propios desarrollos; en especial, en lo relativo al estadio del espejo, a la formación temprana del superyó y a los fantasmas previos a la simbolización.
Las divergencias pueden haber estado acentuadas por el hecho de que algunas intervenciones de Lacan en sus referencias a Klein han sido consideradas críticas; aunque cabe pensar que el propio Lacan no citaría tanto a un autor sino lo considerara un interlocutor digno de su altura. A su vez, las nulas referencias de Melanie Klein a Lacan, pueden haber actuado como un elemento que sumó a hacer más visible la divergencia que la convergencia entre ambas teorías: por ejemplo, en la concepción de la transferencia y de la fantasía; la cuestión de la interpretación y más globalmente, de la técnica: son quizás los puntos más contrapuestos entre ambos autores. Entre las intersecciones podemos contar la relativa a las estructuras o configuraciones clínicas o psicopatológicas. A una primera distinción de lo que son las estructuras freudianas -leídas así por Lacan- se articula la mayor continuidad que la escuela inglesa ha dado a estas configuraciones, continuidad que es más legible en un último Lacan.
Es decir, lo que para Lacan y la tradición de la escuela francesa ha sido la distinción tripartita entre neurosis, psicosis y perversión, para la escuela inglesa es un campo donde neurosis y psicosis no son lo mismo pero forman parte de una especie de continuum. Esto da lugar a la postulación de lógicas propias de lo esquizoparanoide y lo depresivo que involucran ansiedades y defensas propias de cada posición, con mixturas o intersecciones. Las ansiedades no son nunca por completo elaboradas, por lo tanto pueden hacer su aparición en distintas entidades clínicas. Es así como las ansiedades psicóticas pueden aparecer en personalidades neuróticas -tal la terminología anglosajona-, y las configuraciones clínicas psicóticas no están exentas de zonas o experiencias de orden más neurótico. La última teorización de Lacan podría tener aristas que se liguen en algún punto con esta perspectiva (por ejemplo, en el énfasis mayor en los nudos que en las estructuras).
Lo indisociable de lo social, o del lazo social, para la constitución psíquica subjetiva, permite pensar que lo incomprensible del otro y de la experiencia humana con el Otro, abre una dimensión de un resto no simbolizable, no comprensible, no asimilable, no integrable o no legible. Dimensión que es propia de lo humano; y que muchos autores - Žižek, Zafiropoulos- ven tanto en lo individual como en lo no simbolizable o lo real de lo social o de los conflictos sociales. Siendo el conflicto no un resto indeseado, sino el motor de lo psíquico y por ende de lo social. Esta suerte de real – social llega a nuestra consideración tanto por las propias experiencias sociales como por las de la práctica psicoanalítica en el consultorio.
Veamos si no hay acaso fuertes puentes lacanianos y kleinianos pensables en estos problemas psicoanalíticos: la cuestión del objeto como perdido; la centralidad del superyó temprano y constitución de las instancias ideales; el desplazamiento del Edipo como operador genérico del psiquismo humano para colocar en su lugar y su papel al superyó; el adelantamiento de la acción del superyó en cuanto a lo cronológico y la consiguiente reformulación del lugar del Edipo y la castración con sus antecedentes en el fantasma del cuerpo fragmentado; la descripción del mundo de una etapa preverbal, ese mundo sin palabras pero no fuera del discurso humano; el papel del duelo como punto estructurante desplazándolo de un lugar psicopatológico para ser colocado, en ambas conceptualizaciones, como un proceso central en la constitución humana y en la cura psicoanalítica.
La ampliación de lo simbólico es un norte que puede guiar análisis realizados desde ambas líneas teóricas. Y que se puede suponer y pesquisar en las obras de Klein y Lacan: a mayor desarrollo del campo simbólico, mayor acotamiento de los aspectos disociados que implican lo real y las ansiedades provenientes del núcleo psicótico no elaborado. Si bien puede pensarse que lo simbólico en Lacan y el simbolismo en Klein no son homologables.
La cuestión de lo real y el objeto a desde la nomenclatura lacaniana, así como las de la envidia primaria, objeto malo, núcleo o ansiedades psicóticas desde la kleiniana: el trabajo con estos aspectos de lo llamado como campo de lo negativo, es en ambos autores y sus continuadores un norte para un psicoanálisis no conformista, no adaptado ni adaptacionista, y que intenta capturar y trabajar esos fragmentos más o menos disociados en todo sujeto y en todo análisis. Quizás estas cuestiones motivaron la alianza política implícita que Lacan le propone a Klein frente al annafreudismo.
En Klein, el cuerpo mítico de la madre es lo que gobierna las representaciones. Esto es leído por Lacan como un real primordial, ese exterior interno al sujeto que Lacan asimila a los objetos internos malos. Es el campo de los objetos a, que en términos kleinianos podríamos llamar objetos malos parciales. Esta es la síntesis del campo de lo no simbolizable; aquello que en el trabajo analítico quedará por cercar, pensar, capturar, simbolizar. Es lo real no simbolizado de la época anterior al estadio del espejo, y el objeto a en Lacan; y las posiciones esquizoparanoide y depresiva, y el núcleo psicótico y la envidia primaria en Klein. El trabajo de simbolización sobre este campo de lo negativo, es decir sobre lo no simbolizado o no simbolizable, es lo que define a una cura y pensamiento psicoanalíticos en ambos autores. Que coinciden también en la descripción de un mundo infantil arcaico preverbal pero que no está fuera del mundo del discurso, y las posibles expresiones fragmentarias disociadas de ese mundo en la adultez. He ahí la inspiración de Lacan en su lectura de Melanie Klein.
Es la línea de investigación que proponemos y continuamos, desde la experiencia y la teoría.
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