Porque hablar -escribir-, para la voz, sería eso: estar siempre entre. En ese lugar intermedio en el que se elabora el poema:
Me consuela la noche jugar con versos
misterios de oscuridad
surgen en libertad
escribo en duermevela
las luces de la lámpara construyen imágenes fantasma
brujos amores bailan
ya dormido sigo escribiendo
como aquellos animales muertos. |
En efecto, la voz que aquí siempre tendría que ver con el sueño. En su “luminosidad” y en “penumbra”, ella sería atravesada por el mismo poder de aparición: la de una palabra, y por ende la de un mundo en estado naciente- y ella tendría, al mismo tiempo, la misma fragilidad. “La escritura le advertía como a otros le advierten los sueños -escribe Thomas Bernhard-y, como los sueños, era frágil. Fragilidad hecha de brevedad e intensidad donde, por espacio de un instante, la voz atraviesa lo oscuro, se ilumina y canta.
Selección de poemas
|