Así lo afirmó el periodista y escritor uruguayo quien participó del Segundo Seminario Internacional “Desde el extractivismo a la reconstrucción de alternativas” que se realizó en la ciudad de Rosario. Un recorrido por el debate que dieron organizaciones y gremios sobre capitalismo, colonialismo y patriarcado desde la mirada de este especialista que estudia la realidad de los movimientos sociales en Latinoamérica.
“La sociedad está atravesando una crisis civilizatoria en la que el extractivismo y el colonialismo exacerban la dominación patriarcal que lleva a la humanidad a un límite nunca antes conocido”, expresó el periodista, militante y escritor uruguayo Raúl Zibechi y definió al modelo extractivo como “una guerra contra los pueblos, mediante el capitalismo depredador”. Para él no es sólo un modelo o una forma económica: “Es un tipo de sociedad”, definió durante la realización en Rosario del Segundo Seminario Internacional “Desde el extractivismo a la reconstrucción de alternativas. Colonialismo, capitalismo y patriarcado. Continuidades y profundizaciones”.
Esta actividad se llevó a cabo entre el 13 y 14 de octubre en la Facultad de Ciencias Médicas y estuvo organizado por Bienaventurados los Pobres (BePe), ATE, CTA y Pañuelos en Rebeldía. Del seminario participaron un centenar de asistentes para debatir sobre el modelo productivo desde la mirada de diversos actores y actrices de las luchas y la resistencia popular.
Junto con Zibechi, quien ofició de moderador de este seminario, participaron además la escritora y educadora popular Claudia Korol y el profesor e investigador Horacio Machado. Entre los ejes principales figuraron el narcotráfico y la violencia machista, que el periodista calificó como “formas de control a sectores populares a cielo abierto”.
En una charla con enREDando, Zibechi, quien está abocado a estudiar e investigar la realidad de los movimientos sociales en Latinoamérica, analizó varios aspectos de la sociedad actual de acuerdo al debate que se dio entre organizaciones, gremios y agrupaciones en este seminario.
– ¿Cómo se desarrolló este debate sobre extractivismo y cuáles fueron los puntos más destacados?
– Raúl Zibechi: El debate que se dio en este caso fue sobre capitalismo, colonialismo, patriarcado y las alternativas al extractivismo. El núcleo de estas discusiones es cómo el modelo actual extractivo es un modelo económico pero también político y social de los estados de colonización de las sociedades y de vulnerabilización de los sectores populares. Una brutal ofensiva que fortalece al patriarcado, al capitalismo y a las grandes empresas y que debilita a las organizaciones populares, a los movimientos sociales y al propio Estado. El panorama hoy es una creciente violencia, una creciente militarización de las sociedades y situaciones en las cuales la vulnerabilidad de los jóvenes es cada vez mayor. Frente a ese panorama se discutió cómo salir adelante. Si bien en el diagnóstico hay bastante acuerdo, en el quehacer la cosa se complica, porque aparecen generalmente una situación de “luche y vuelve”. Es decir, ¿Volvemos a diciembre de 2015, o antes de que cayera Dilma por ejemplo, volvemos a lo que ya fue o vemos otras alternativas? Y esas otras alternativas, ¿De qué tipo serían? ¿Hay que buscar una verdadera izquierda que llegue electoralmente al gobierno, hay que fortalecer los movimientos de base? Tengo una posición sobre eso y entiendo que no es la más aceptada en el mundo pero me parece que este modelo es sistémico. El narco es sistémico, el femicidio es sistémico. Entonces si pensamos en cambiar el gobierno, puede ser que el próximo sea menos represivo o un poco mejor, pero buena parte de lo que tenemos hoy ya lo teníamos en diciembre de 2015.
– ¿En qué fallan entonces los gobiernos que no logran resolver estas problemáticas de fondo?
– R. Z.: Es que los gobiernos no gobiernan. Vos podés tener la mejor ley ambiental y el río Paraná va a seguir siendo contaminado. Porque el Estado no tiene capacidad ni voluntad política de enfrentar a estos monstruos que tienen 40 terminales aquí, más todas las fábricas, más el glifosato. Al extractivismo no hay alternativa, como no hay alternativa al patriarcado. Para eso hay que derrotar y crear algo nuevo, y es en ese punto en donde estamos entrampados en los debates. Entre corrientes que apuestan a que electoralmente se llegue a gobiernos mejores y corrientes que pensamos que se trata de una fuerte acumulación de fuerzas en la sociedad pero no sólo en el sentido de resistir y luchar, sino también en crear espacios alternativos.
-Por ejemplo, ¿Por dónde se podría empezar o que espacios que ya existan se pueden fortalecer?
– R. Z.: Por ejemplo pensemos en el periodismo. La ley de medios fue una ley bastante buena. Ahora, independientemente del cambio de gobierno, hasta qué punto la ley de medios consiguió desmonopolizar a los grandes medios. No lo consiguió porque los monopolios tienen mucha fuerza. Entonces hay que seguir apostando a leyes mejores, hay que seguir resistiendo los monopolios, pero además, hay que crear comunicación alternativa, porque si no creas comunicación alternativa no tenés referencia de qué tipo de comunicación querés. Si te quedás esperando que algún día caigan los monopolios no te comunicás y no tenés alternativas de comunicación. Y esto último por suerte ya se está haciendo, hay medios alternativos de comunicación a los monopolios de radio, internet y televisión. Todas las que hay son más pequeñas y dispersas que abarcan a un porcentaje pequeño pero no marginal de la población. En la época de Farco (Foro Argentino de Radios Comunitarias) surgieron unas tres mil radios comunitarias, no era moco de pavo. El hecho de que ya tengas una comunicación por fuera de los monopolios madura y funcionando, pese a todos problemas que eso tiene, implica que ya tenés tu alternativa ahí.
– ¿Cómo acercar esos medios alternativos a los lectores, oyentes y televidentes que están captados por los medios hegemónicos?
– R. Z.: El medio hegemónico es el dominante, la gente ve la tele. Solamente en coyunturas como el 19 y 20 de diciembre, apaga el televisor y sale a la calle. Sí podemos estar seguros hoy, que hay una porción, sobre todo de jóvenes, que se informan por esos medios. El Encuentro de Mujeres de Rosario no lo convocó ningún medio monopólico y participaron más de 100 mil personas. Son medios alternativos y populares, pero no son marginales. Tienen su influencia en aquella parte de la sociedad que es la que nos interesa. Malo sería que esa porción de la sociedad solo tuviera a Clarín y a la tele para informarse. Que hay medios que van a tener siempre la mayor parte de la audiencia es así y no va a cambiar. La gente que se rebela contra el sistema, siempre es una minoría. Así fue en la Revolución Rusa, en la Revolución China. Hay un debate en el que dicen que hay que llegar a las mayorías pero es al revés, las mayorías tienen que llegar a esos medios y lo van a hacer en la medida que dichos medios persistan en el tiempo hasta que demuestren que están contando cosas que los otros no. Que Revista Barcelona o La Vaca venda 20 mil ejemplares por mes no es poca cosa. ¿Es suficiente? No. Pero estamos llegando a un porcentaje de la población, a aquella población que quiere cambiar. Evidentemente la mayoría de la sociedad no quiere cambiar el mundo, porque está bien y son los de la mitad para arriba. El resto, una parte por comodidad, otra por miedo o por ignorancia prefiere que esto siga así. Pero hay un diez por ciento que se moviliza, y ese diez por ciento son cuatro millones de argentinos. Eso hace la diferencia.
– Actualmente a los movimientos y organizaciones sociales se les complica desde el punto de vista económico mantener sus actividades, ¿Cuál sería el mejor camino para seguir adelante y hacer frente al extractivismo?
– R. Z.: Nosotros tenemos que leer el extractivismo y el capitalismo actual en este sentido: la mitad de la sociedad queda por fuera, ya sea con empleo precario, sin empleo o en condiciones de precariedad de vida y no sólo laboralmente. Todo lo que tenemos que hacer, y de hecho se está haciendo, es crear una propia economía. No vamos a crear un sistema que le compita al capitalismo, pero ya hay iniciativas productivas, hay un montón de pequeños campesinos produciendo, hay mucha gente que se fue de la ciudad al campo o a las sierras con pequeños emprendimientos. Creo que estamos en un lugar mucho mejor del que creemos. Hoy se pueden comprar productos en lugares que están por fuera del circuito capitalista o monopólico. Podés trabajar o moverte al menos en una parte de tu vida por fuera de eso. ¿Cuándo tuvimos esa oportunidad? La tuvimos en la primera etapa del movimiento obrero, de los anarquistas que tenían una microsociedad, pero hoy eso es mucho más desarrollado. ¿Le vamos a ganar? No sé, pero no quiero competir con ellos, quiero mejorar lo que hacemos.
– ¿El fin del capitalismo es una utopía?
– R. Z.: Creo que para terminar con el capitalismo lo primero que tenemos que hacer es consolidar, fortalecer, profundizar lo nuestro. Volvemos al periodismo, si vos tenés un medio digital y a ese medio lo hacés cada día mejor, y por ahí conseguís algún recurso, aunque sea del Estado, y a ese medio lo potenciás, estás sacándole espacio a otro medio. Quizás no la primera semana o el primer año, pero le sacás lectores al sistema. Y la gente se siente mucho más a gusto entrando a La Tinta por ejemplo y viendo tres artículos ahí, que yendo al quiosco a comprar Clarín o Página 12. Si quiero saber ciertas cosas no me voy a enterar por esos medios. Si quiero saber cómo fue el Encuentro Nacional de Mujeres, lo voy a encontrar en las páginas como la de ustedes. Eso es insustituible para quienes quieran luchar contra el sistema.
-¿Cuál es el perjuicio para un país cuando tiene un gobierno que apoya o fomenta la explotación desmedida de bienes naturales sin cuidados ambientales como se da con la megaminería en Argentina?
– R. Z.: Tanto la minería como el cultivo de soja crecieron exponencialmente durante el kirchnerismo que los potenció. El progresismo se apoyó, y va a volver a apoyarse si vuelve a ser gobierno, en el extractivismo. Y la minería, que es una de las facetas más terrible del extractivismo, fue uno de los grandes inventos del progresismo. Riéndose de los glaciares, de la contaminación, cómo si eso no existiera. Eso nos indica que apostaron a un modelo de sociedad, porque la minería y el extractivismo son un modelo de sociedad. La diferencia es que al 50% de abajo le daban más planes sociales que los gobiernos de la derecha. Y subsidian mejor los servicios y otras cosas.
– Otros de los males que se instaló en la sociedad, sobre todo en Rosario, es el narcotráfico, ¿La solución es militarizar la ciudad como hizo Colombia o hay otras opciones para luchar contra esta actividad?
– R. Z.: Como te decía, el narcotráfico es sistémico, el problema es que nosotros miramos al narcotráfico desde arriba. Es decir, hay que pensar qué harían esos pibes si no existiera el narco. Quizás hoy estarían en una lucha revolucionaria pero no. Porque el sistema utiliza al narcotráfico como forma de controlar a los pibes pobres. Eso pasa con los progre y con los conservadores. Ese es el núcleo del problema, el panóptico funciona para la mitad de arriba: familia nuclear, escuela en condiciones, facultad o secundaria, empleo, etc. Para la mitad de abajo todo eso no funciona. No hay formas de disciplinamiento. Y el narcotráfico, los feminicidios, son formas de disciplinamiento de esa mitad de abajo y en particular sobre los y las jóvenes, que son quienes son capaces de generar más cambios. Son las principales víctimas.
– Este es un modelo se repite por toda Latinoamérica…
– R. Z.: Claro, si mirás Perú, con un gobierno conservador o en Chile, comparado con Argentina o Bolivia, es más o menos parecido. Si nosotros pensamos en ganar concejales y gobernaciones está muy bien, pero ese no es mi camino. Si mirás un poco más allá, incluso aunque gobierne el Partido Obrero o el PTS o la izquierda más radical, no va a cambiar porque es una estructura. ¿Cómo erradicas al narco? Yo hoy no tengo respuestas porque es sistémico. ¿Cómo erradicas el patriarcado? No se erradica y menos desde un gobierno. Entonces hay que hacer una revolución, y hoy una revolución es crear estos espacios de los que venimos hablando y ampliarlos, fortalecerlos y profundizarlos.
-¿Cuál es su expectativa con respecto a eso?
– R. Z.: Un día un profesor me dice, “Zibechi, quiero hacerle una pregunta. En la Revolución Rusa, ¿Cuánta gente se involucró?” Y me desconcertó, porque en ese momento en Rusia habría 50 millones de habitantes y capaz los bolcheviques podían mover a un millón. Uno en 50 y en el mejor momento. Pero me hizo pensar. Los grandes procesos históricos nunca se dieron pacíficamente y la gente que se involucró no fue la mayoría pero muchas veces es suficiente para dar vuelta la historia. Que el sistema capitalista caiga no depende de nosotros. El capitalismo surgió tras la peste negra que creó las condiciones culturales, materiales y espirituales para la acumulación. Yo tengo un punto de vista optimista. No podemos despreciar todos los espacios alternativos que ya hemos construido y estamos construyendo todos los días. Estamos parados en un lugar mucho mejor del que creemos y además con victorias concretas.
[*] Publicado en enREDando · 25/10/2016
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