Los cuerpos
que se desnudan bajo la mirada del otro y bajo la propia,
las caricias que los anudan y desanudan, la red de sensaciones
que los encierra y los comunica entre ellos al incomunicarlos
del mundo, los cuerpos instantáneos que forman
dos cuerpos en su afán por ser un solo cuerpo
–todo eso se transformaba en una trama de símbolos
y jeroglíficos-. No podían leerlos: inmersos
en la realidad pasional de sus cuerpos, sólo
percibían fragmentos de la otra pasión
que se representaba en el muro……. A la luz
insegura del fuego se sucedían y encadenaban
los trazos de las sombras. Y del mismo modo que, aunque
desconocían el sentido de aquel teatro de signos,
no ignoraban su tema pasional y sombrío, sabían
que, a pesar de estar hecha de sombras, la enramada
que tejían sus cuerpos era impenetrable. (El
mono gramático)
Con su penetración habitual, Sade afirma que
el filósofo libertino ha de ser imperturbable
y que debe aspirar a la insensibilidad de los antiguos
estoicos, a la ataraxia. Sus arquetipos eróticos
son las piedras, los metales, la lava enfriada. Equivalencias,
ecuaciones: dalo y volcán, vulva y cráter.
Parecido al terremoto por el ardor y la furia pasionales,
el libertino ha de ser duro, empedernido como las
rocas y peñascos que cubren el llano después
de la erupción. La libertad, el estado filosófico
por excelencia, es sinónimo de dureza. (Conjunciones
y disyunciones)
Paradoja del erotismo: en el acto amoroso poseemos
el cuerpo de la mujer como una totalidad que se fragmenta:
simultáneamente, cada fragmento –un ojo,
un pedazo de mejilla, un lóbulo, el resplandor
de un muslo, la sombra del pelo sobre un hombro, los
labios- alude a los otros y, en cierto modo, contiene
a la totalidad. Los cuerpos son el teatro donde efectivamente
se representa el juego de la correspondencia universal,
la relación sin cesar deshecha y renaciente
entre la unidad y la pluralidad. (Tamayo:
transfiguraciones)
De Sade a la Histoire
d´O nuestro erotismo es un himno fúnebre
o una pantomima siniestra. En Sade, el placer desemboca
en la inestabilidad: a la explosión sexual
sucede la inmovilidad de la lava enfriada. El cuerpo
se vuelve cuchillo o piedra; la materia, el mundo
natural que respira y palpita, se transforma en una
abstracción: un silogismo filoso que suprime
la vida y acaba por degollarse a sí misma.
Extraña condenación: se mata y así
revive, para matarse de nuevo. (Conjunciones
y disyunciones)
¿Se ha observado que, tanto en la vida como
en el arte, la pasión reclama para satisfacerse
un máximo de artificio y que no se contenta
jamás con la realidad si no la trasmuta antes
en símbolo? El erotismo tiende a la ceremonia;
el amor es emblemático; la curiosidad se exalta
ante los enigmas, simultáneamente juego infantil
y rito de tránsito entre los antiguos. Adivinanzas,
erotismo, amor: sistema de correspondencias, lenguajes
en los que no sólo los objetos, los colores
y los sonidos sino los cuerpos y las almas son símbolos.
Vivimos en un mundo de signos. (Puertas
al campo)
La moralización del erotismo conduce a legalizarlo
y a politizarlo. Por una parte, la legitimación
se resuelve en integración en la normalidad:
la excepción desaparece como excepción,
es otra normalidad; por la otra, al politizarlo, se
le transforma de pasión en opinión:
el sexo se vuelve crítico, redacta manifiestos,
pronuncia arengas y desfila por calles y plazas. De
uno y otro modo, deja de ser la mitad inferior del
cuerpo, la región sagrada y maldita de las
pasiones, las convulsiones, las emisiones y los estertores.
En Sade el sexo filosofa y sus silogismos son una
procesión de lava: la lógica de la erupción
y la destrucción. Ahora el sexo se ha vuelto
predicador público y su discurso es un llamado
a la lucha: hace del placer un deber. Un puritanismo
al revés. Concluyo: el erotismo contemporáneo
o se degrada en espectáculo comercial o se
desnaturaliza en la política. Lo primero banaliza
al placer; lo segundo, lo anula. (Lecho
y mesa)
La experiencia amorosa nos da de una manera fulgurante
la posibilidad de entrever, así sea por un
instante, la indisoluble unidad de los contrarios.
(El arco y la lira)
El erotismo es comunicación pero sus elementos
específicos, aparte de que lo aíslan
y lo oponen a las otras formas de intercambio, anulan
la noción misma de comunicación. Por
ejemplo, decir que el matrimonio es una relación
entre signos que designan nombres (rangos y linajes)
y valores (prestaciones, hijos, etcétera),
es omitir aquello que lo caracteriza: ser una mediación
entre renuncia y promiscuidad y, así, crear
un ámbito cerrado y legítimo en donde
puede desplegarse el juego erótico. Ahora bien,
si las mujeres son signos portadores de nombres y
bienes, debe agregarse que son signos pasionales.
La dialéctica propia del placer -don y posesión,
deseo y gasto vital- confiere a esos signos un sentido
contradictorio: son la familia, el orden, la continuidad
y son asimismo lo único, el extravío,
el instante erótico que rompe la continuidad.
Los signos eróticos destruyen la significación,
la queman y la transfiguran: el sentido regresa al
ser. Y del mismo modo, el abrazo carnal al realizar
la comunicación, la anula. Como en la poesía
y en la música, los signos ya no significan:
son. El erotismo trasciende la comunicación.
(Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín
de Esopo)
El amor no realiza al yo mismo: abre una posibilidad
al yo para que cambie y se convierta.
En el amor no se cumple el yo sino la persona; el
deseo de ser otro. El deseo del ser. (Cuadrivio)
DOS CUERPOS
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos olas
y la noche es océano.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces dos piedras
y la noche desierto.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces raíces
en la noche enlazadas.
Dos cuerpos frente a frente
son a veces navajas
y la noche relámpago.
Dos cuerpos frente a frente
son dos astros que caen
en un cielo vacío.
(Libertad bajo palabra)
El erotismo se despliega en la sociedad, en la historia;
es inseparable de ellas como todos los demás
actos y obras de los hombres. Dentro de la historia
(contra ella, por ella, en ella) el erotismo es una
manifestación autónoma e irreductible.
Nace, vive, muere y renace en la historia; se funde
pero no se confunde con ella. En perpetua osmosis
con la sexualidad animal y el mundo histórico
pero también en perpetua contradicción
frente a los dos. El erotismo tiene su historia o,
más exactamente, él
es también historia. Por eso la historia
general no lo explica, como no lo explica la sexualidad
animal. (El más
allá erótico)
La llama pasional vuelve a encenderse en el siglo
XIX y los que la encienden son los poetas románticos,
que creían en el amor único y en la
sublimidad de las pasiones. La oleada romántica
nos lleva a Joyce y los surrealistas. Un proceso en
dirección inversa al de Sade y el siglo XVIII:
del diamante al rayo, de la ataraxia a la pasión,
de la filosofía en el boudoir
a la poesía al aire libre. Y ahora, de nuevo,
nos amenaza otra era glacial: a la guerra fría
sucede el libertinaje en frío. Síntoma
de la baja de tensión erótica: la degradación
de las formas. Pues el principio de placer, que es
explosión y subversión, también
y por encima de todo es rito, representación,
fiesta o ceremonia. Sacrificio y cortesía:
Eros es imaginario y cíclico, lo contrario
del “happening”, que sólo sucede
una vez. (Conjunciones
y disyunciones)
Lo opuesto a la insensibilidad que nos propone el
erotismo es la contemplación activa. El libertino
acaba en la indiferencia o apatía porque principió
por sentir indiferencia ante sus semejantes. (Cuadrivio)
……………………………………………
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
……………………………………………
(Piedra de sol)
Si el amar es deseo, ninguna ley que no sea la del
deseo puede sujetarlo. Para Cernuda el amor es ruptura
con el orden social y unión con el mundo natural.
Y es ruptura no sólo porque todo amor es diferente
al de la mayoría sino porque todo amor quebranta
las leyes humanas. El homosexualismo no es excepcional;
la verdadera excepción es el amor……Hay
que decirlo una y otra vez: el amor, todo amor, es
inmoral. Imaginemos una sociedad distinta a la nuestra
y a todas las que ha conocido la historia, una sociedad
en la que reinase la más absoluta libertad
erótica, el mundo infernal de Sade o el paradisíaco
que nos proponen los sexólogos modernos: ahí
el amor sería un escándalo mayor que
entre nosotros. Pasión natural, revelación
del ser en la persona amada, puente entre este mundo
y el otro, contemplación de la vida o la muerte:
el amor nos abre las puertas de un estado que escapa
a las leyes de la razón común y de la
moral corriente. (Cuadrivio)
La distancia engendra la imaginación erótica.
El erotismo es imaginario: es un disparo de la imaginación
frente al mundo exterior. El disparado es el hombre
mismo, al alcance de su imagen, al alcance de sí.
Creación, invención: nada más
real que este cuerpo que imagino; nada menos real
que este cuerpo que toco y se desmorona en un montón
de sal o se desvanece en una columna de humo. Con
ese humo mi deseo inventará otro cuerpo. El
erotismo es la experiencia de la vida plena puesto
que se nos aparece como un todo palpable y en el que
penetramos también como una totalidad; al mismo
tiempo, es la vida vacía, que se mira a sí
misma, que se representa. Imita, y se inventa; inventa,
y se imita. Experiencia total y que jamás se
realiza del todo porque su esencia consiste en ser
siempre un más allá.....No sabemos a
ciencia cierta lo que es, excepto que es algo más.
Más que la historia, más que el sexo,
más que la vida, más que la muerte.
(El más allá erótico).
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Olfato gusto vista oído
tacto
El sentido anegado en lo sentido
Los cuerpos abolidos en el cuerpo
Memorias desmemorias de haber sido
Antes después ahora nunca siempre
(Lauda)
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