Cuando
se lleva a cabo una publicación de un libro
de poemas se enfrentan varios riesgos, el más
importante es el que consiste en determinar si se
ha logrado romper con la prolongación incompetente
del silencio privado, o sea que eso que se dice, o
mejor dicho el cómo se dice, pueda llegar a
tener algún valor poético y estético.
Este “despedirse” (en cierta forma toda
edición lo es) de lo que Batalla escribió,
mueve desde luego a reflexiones, emociones y sobre
todo sentimientos.
De ahí, que esta larga elaboración que
implica la publicación de un libro, se transforme
también en una muestra de quien con este intento,
ha iniciado la búsqueda continua que implica
la poesía. Esa lenta elaboración que
adquiere poco a poco, la importancia secreta y “mágica”
de una empresa de reforma de uno mismo. En este sentido
La rosa de hielo es un
texto que se trasmuta en acción, también
una investigación y una entrega de sí
mismo y por sí mismo. De ahí, creo,
la inclusión del acápite que abre, y
funciona como marco del libro:
“Como si todo fuera ya vivido…en la vida
no existe introducción ni desenlace….únicamente
hay nudo”. Y el más que pertinente
comentario de la contratapa del mismo, donde se expresa
la idea del poeta, en relación al trabajo artístico:
“El artista debe ser auténtico, íntimo
en relación a su arte, pero a la vez, capaz
de asociarse con su comunidad y con sus creencias,
obteniendo y compartiendo así su poder terapéutico
para el cuerpo y para el espíritu. El artista
lleva a la comunidad a descubrir las potencialidades
encerradas en la existencia humana. Esto es un proceso
que se asemeja a un juego. ……..El juego,
en este caso, no es una diversión, lo demuestra
la serenidad con que el niño toma el juego.
“La Sabiduría estaba junto al Creador
jugando todo el tiempo en su presencia.”
El lenguaje en estas páginas es instrumento
y conocimiento de la realidad, un medio de expresión
que contempla tanto las posibilidades como las limitaciones
comunicativas. También una cierta forma de
experiencia, que propone a su vez una experiencia
al lector. De manera que el libro se manifiesta en
su totalidad como un "orbe simultáneo",
lleno de imágenes sugerentes, que operan en
ciertos niveles como una "zona mágica
de reunión”, el lugar de donde debería
surgir la poesía, y la palabra como un intento
de reunir soledades y rostros separados. Los poemas
que componen La rosa de hielo,
configuran esa “zona milagrosa”, donde
las palabras se iluminan de infinito. Es que para
el poeta Humberto Batalla, la poesía es un:
Abrir la puerta. Entrar.
Dejar el cuerpo amontonado en el umbral.
Beber el silencio, a sorbos, que adentro espera.
Luego, sin arrepentirse, salir.
La noche afuera te reclama.
No te asustes Por favor
Fue un momento nada más.
Tan sólo un tenue
roce con la eternidad.
La rosa de hielo, también y sobre todo,
es un acto de humildad, y al mismo tiempo, la constatación
que la movilidad de la vida crea en el poeta: la conciencia
de la totalidad del mundo, y el drama de la existencia
pasajera.
Toda reflexión sobre la poesía debería
comenzar o terminar con esta idea. Y también
con esta pregunta: ¿Cuántos y quiénes
leen hoy en día, en este oscuro país,
libros de poemas?
Como dijera Octavio Paz, la pregunta es doble y colinda
con la estadística: ¿cuántos?,
y con la sociología: ¿quiénes,
qué clase de hombres y mujeres leen poemas?
Ante una pregunta semejante, Juan Ramón Jiménez
respondió con la dedicatoria de uno de sus
libros: A la inmensa minoría.
El sustantivo minoría reduce el mínimo
de lectores, pero el adjetivo inmensa lo amplia bruscamente:
¡Los pocos son muchos!, tantos que son incontables,
como la poesía, y como todo lo que es inmenso.
¿Y qué es lo inmenso? Aquello que no
tiene medida o aquello que es imposible de medir y
calcular.
Por eso, debemos celebrar el libro de poemas de Humberto
Batalla, que él desea compartir con los futuros
lectores. En una época en que el tedio y el
horror cotidiano muestran grosería, desdicha
o simulación. En la que las palabras sirven
para todo uso - fundamentalmente para no pensar y
no decir - hay poetas que todavía nos expresan
que: La poesía/
es juntar todos nuestros pedazos rotos/ y armarlos
/ a la manera de un rompecabezas/ para después/
devolvérselo otra vez/ al aire. Y resisten
a la banalidad, a la vileza o a la mediocridad. En
este difícil medio, en esta precariedad cultural,
los poetas auténticos, como Batalla, siguen
buscando la fulguración de las palabras que
convocan y la sinceridad interior. Este libro, es
una prueba de ello.
|