Propósito
Me propongo establecer relaciones entre el tema de
la máscara, el otro, el migrante y el refugiado,
en la subjetividad individual y social.
El otro y la máscara
El otro es lugar de afirmación, de identidad
y también lugar de proyección y de rechazo.
Este doble aspecto de afirmación y rechazo, marcará
muchos de los destinos del lugar del otro, en última
instancia, en calidad de amigo o enemigo. En la medida
que hay dependencia e imprescindibilidad con respecto
al otro, también se genera rechazo. La identificación
con el otro, al mismo tiempo, marcará la necesidad
de su diferenciación. Esta no siempre es posible
de jugarla en los caminos de elaboración sino
que puede llevar a través del rechazo, al camino
de la actuación y la agresión.
Freud definió la complejidad del otro: En la
vida anímica del individuo, el otro cuenta,
con total regularidad, como modelo, como objeto, como
auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo
mismo la psicología individual es simultáneamente
psicología social en este sentido más
lato, pero enteramente legítimo. [1]
Este entrelazado de las distintas funciones del otro
con lo individual y lo social habla de lo arduo de la
deconstrucción de ese entramado.
Se rechaza en la realidad, lo real del otro, en el
que se proyecta el temor de la existencia, lo desconocido,
lo siniestro. Eso abominado, definido por ciertos rasgos,
en realidad es una máscara rechazada.
¿Por qué la denomino como máscara?
Por el entrelazamiento de rasgos, por los aspectos míticos,
por el aspecto de ocultación y de encubrimiento,
por los aspectos proyectados.
Si en un momento una máscara puede ser rechazada
en otros puede ser idealizada, esa oscilación
en el curso de la historia puede ser un misterio y a
su vez acercarse a su dilucidación.
¿Cómo puede un pueblo rechazar al inmigrante
si ese mismo pueblo, poco tiempo antes, tuvo que migrar
por la miseria y la represión? Esta contradicción
genera condiciones para el rechazo, por que el otro
hace presente lo denegado de la propia historia. Esto
que ocurre con el migrante ocurre también con
los afectados por la miseria, el racismo, el diferente,
el discapacitado, el refugiado.
El otro hace presente el pasado o el futuro, aquello
que aparece como el destino que no puede manejarse.
El ideal de dominación, totalitario, es desmentido
por lo real del otro. Por lo que el otro debe ser negado,
forcluido, desmentido, eliminado sin clemencia.
¿Por que tanta intensidad del otro?: El poeta
afirma que yo es otro. El yo es otro, en la medida que
está constituido por el otro en el modo de objetos
interiorizados, no sólo desde su historia, sino
desde su prehistoria.
Se discrimina al otro desde la ficcionalidad de ubicarlo
como máscara, para luego ser rechazada. Esa ficcionalidad
construye relatos, personajes, cuerpo.
Se estructura como una escena, la escena de la discriminación.
Los afectos son los del odio y la destrucción.
Los mecanismos predominantes son los de la denegación,
la proyección y la forclusión.
Desenmascarar la discriminación, implica dar
cuenta de la máscara y de los componentes de la
escena mencionados. Es una escena doble: una estructurada
en la superficie y otra subyacente, una protoescena
donde predominan aspectos primarios y los mecanismos
antes mencionados.
En la escena, el discriminador no puede salir “limpio”
de ella, por que al discriminar queda marcado a su vez
por la discriminación, circuito interminable
de destrucción. El discriminante al instalar
o reproducir la cultura de la discriminación
lleva a diseminarla y perpetuarla como universalidad.
Los episodios de crueldad que se juegan contra los
inmigrantes y al mismo tiempo las evasiones desesperadas,
no sólo están imbuidas de racismo y autodestrucción,
sino que también “representan” el
ser social del tardo capitalismo por el cual el otro
es fuerza de trabajo y mercancía que queda desvalorizada
por fuera de su uso.
Parece imposible de ser solucionado en la medida en
que parece imposible de modificar esas entidades socioeconómicas
y esas relaciones humanas.
El emigrante parece insertarse en la literalidad de
la relación amo - esclavo que marcan también
a los racismos y los totalitarismos del siglo XX.
En este texto se menciona el migrante, la miseria,
el racismo, el diferente, el discapacitado, el refugiado.
Tienen una escena común: la escena de la discriminación
y del rechazo. “Ese no pertenece, debe ser expulsado”.
Es la discriminación destructiva, de odio, no
elaborativa. Frente a ella propiciamos la discriminación
incluyente, amorosa, simbólica y elaborativa.
Hanna Arendt, retomada luego por Agamben, señalan
que el refugiado caracteriza la subjetividad contemporánea.
En la problemática de la relación con
el otro, la utilización del concepto de Máscara,
lleva a dar cuenta de lo complejo y del contrapunto
entre lo conocido y lo desconocido, lo familiar y lo
no familiar, lo ominoso, el amor y el odio, lo histórico
y lo mítico, lo consciente y lo inconsciente.
Esta complejidad junto con los factores sociales, económicos
y culturales, aproximan a una mayor comprensión
del fenómeno de la relación con el otro
y la discriminación.
Portación de rostro
En Argentina la llamada, portación de rostro,
se acentúa con mayor o menor intensidad según
los grados de democracia o autoritarismo existente.
Me refiero a que según sea la vestimenta, el
color de la piel, el largo del cabello, la edad, los
gestos, la proveniencia, etc., una persona es aceptada
o es rechazada con distintas intensidades.
Qué es la máscara
Debemos diferenciar las máscaras de muerte de
las máscaras de vida.
Las máscaras sociales, las artísticas,
teatrales, etc.
Se toma en cuenta por un lado las máscaras cotidianas
las que el sujeto porta en su cotidianeidad y que se
construyen a lo largo de su historia y por otro lado
las máscaras personajes que son las construidas
con distintos materiales y que el sujeto puede ponérsela
sobre el rostro o en diferentes partes del cuerpo. Por
ejemplo, muchas de las máscaras del carnaval
son máscaras personajes.
La definición de máscara lleva a ocuparse
del maquillaje, la vestimenta, los rasgos de la cara
y del cuerpo, el lenguaje, el disfraz, etc.
Hay una definición de máscara que se
refiere a aquella con la que se oculta el rostro. Otra
que incluye a todo el cuerpo, ampliándola a los
gestos, la vestimenta, el lenguaje, las instituciones,
las ideologías, las teorías. Elementos
que ocultan y que al mismo tiempo revelan. Una definición
que acuñamos es: La máscara es el órgano
de superficie del conjunto de las relaciones sociales.
Órgano desde la etimología latina, entendido
como instrumento; y a su vez, órgano porque tiene
un aspecto histórico social, cultural y mítico
en relación a los relatos y rituales de la cotidianeidad
así como en sus orígenes en poblaciones
primitivas.
La máscara abre al otro, desde el juego de ocultar
y desocultar, desde su indefinición y definición,
desde la atracción y su antropomorfismo, desde
lo familiar y lo no familiar, desde la incógnita.
¿Por qué abre al otro?
La máscara es el otro de uno, del que la porta,
como desde el que la observa.
Es la figuración antropomórfica del fantasma,
del Otro, de las fuerzas que están mas allá
de lo que el sujeto puede dominar.
Se corresponde en este sentido con la temática
de la alienación. La máscara da figuración
a aquello otro alienado que no se puede poseer.
Es fantasma bueno o malo, positivo o negativo. Implica
alguien detrás de. Oculta algo. Es una de las
semejanzas y diferencias con los íconos en general.
La función de ocultar de los íconos es
una "función de máscara
La sociedad del espectáculo
Las características de la sociedad del espectáculo
se acentúan con la sobreestimulación del
valor del dinero, la promoción de la inautenticidad
en el neoliberalismo, la fetichización de la mercancía,
la homogenización de los media, la aceleración
y bombardeo de la información. La relación
autenticidad no autenticidad lleva a acentuar la presencia
de la máscara, por ejemplo, en cuanto al ocultamiento
y desocultamiento.
El carácter de máscara lleva a sobrepasar
el lugar de la comunicación simple para
llevar a una complejidad en la cual el otro se oscurece
y recarga con multiplicidad de significaciones. Desde
una racionalidad seca lleva a una sobrecarga de elementos
míticos y fantasmáticos, en la serie de
lo amenazante o protector; en este sentido, el otro
es máscara amenazante o protectora.
Etimología de la palabra máscara
La palabra persona viene de personare ‘resonar’
y alude a la máscara que los actores usaban en
el teatro. De tal manera persona significaría
‘máscara’, ‘papel del actor’,
‘carácter’. Persona correspondería
al griego prósopon (πρόσωπον).
Se relaciona también con la palabra etrusca phersu
(φersu) relacionada a su vez con el vocablo griego
Persephóne
(περσεφόνη),
que designaría originariamente en etrusco la
personificación de un dios del inframundo que
guiaba a las almas al Hades.
Máscara, probablemente del árabe máshara
'bufón, payaso', 'personaje risible'.
Levinas, el rostro, la máscara
y el otro
Si diferenciamos máscaras de la autenticidad
de las no auténticas considero el rostro como
una máscara de la autenticidad vs. la máscara
de la no autenticidad.
No es que el rostro no tenga máscaras sino que
está constituido por máscaras con grados
altos de autenticidad. Hay algo de desnudez en el rostro.
Por esto el rostro sobrepasa, como diría Levinas,
las características anatómicas para encontrarse
con el ser. El rostro es un antídoto frente a
la discriminación y al racismo.
La búsqueda de rasgos de identificación
por un lado se relaciona con lo imprescindible de la
identidad que se inicia en la identificación
del bebé con la madre, en particular con el pecho
y los procesos de diferenciación posterior. En
la base del racismo se sobredimensiona la imagen del
otro como amenaza por la igualdad y/o por la diferencia
conmigo. La igualdad lleva en el racismo a la destrucción
del otro; por la diferencia a la necesidad de suprimir
al otro, debido a que los mecanismos de discriminación
imaginarios y simbólicos no son efectivos.
Si el otro se polariza, en última instancia,
entre el amor y el odio, esto se manifestará
en la subjetividad social como individual.
El psicoanálisis releva la pulsión de
muerte y el malestar en la cultura como destinos de
la subjetividad donde se hace presente el otro y la
máscara.
Interrogantes: ¿Hay relación entre la
discriminación a nivel social y la subjetividad
individual? ¿Hay relación entre la subjetividad
individual y la social? ¿Qué anclaje en
la subjetividad tienen las políticas discriminatorias?
¿Cuál es la significación del otro
y el Otro: el doble, el fantasma, la sombra, lo ominoso,
el amor el odio, el racismo?
Imaginarios en pugna
¿Qué imaginario construye el que emigra,
cuál el del que se queda en el lugar de origen
y cuál el del lugar de recepción?
Claro que el refugiado caracteriza la subjetividad
contemporánea; la necesidad de colocarlo en un
sector de la sociedad lleva más que a una resolución,
al ahondamiento de la problemática y a su enmascaramiento.
No infrecuentemente se producen imaginarios complementarios:
el de llegar a la tierra de promisión y por otro
lado el de rechazar a quienes llegan a ocupar ese lugar
“paradisíaco”.
Transparencia y opacidad
“La
transparencia se opone a la máscara.”
Octavio Paz, Corriente
alterna pág. 44 |
La transparencia puede ser vivida, puede tener el encuentro
con la libertad creadora o el temor a esa libertad y
el temor a la nada de la transparencia.
La máscara como transparencia lleva a las “máscaras
de las máscaras”, como posibilidad infinita,
y lleva al temor, a la multiplicidad y a la pérdida
de los sentidos. En la individualidad es la reedición
de la pérdida de la mónada (madre bebé),
en lo social es salir de una causa única, de
Dios, para pasar a la relación entre lo determinado
y lo indeterminado.
La máscara hace presente el doble juego de la
opacidad y la transparencia. El otro como máscara
nos desafía en esa incógnita. La transparencia
puede ser sin fondo. La opacidad puede tener la contundencia
del sin sentido y/o la de un espejo inesperado. La transparencia
puede representar el encuentro con la libertad creadora
o el temor a esa libertad y el temor a la nada de la
transparencia.
La indeterminación de la máscara posibilita
el pensamiento de la multiplicidad y de la complejidad,
el poder ser uno y el otro simultáneamente.
Consideraciones sobre la máscara
1º Es el órgano de superficie del conjunto
de las relaciones sociales
2º La máscara piensa desde la imagen, el
relato, el ocultar y el desocultar, la fantasía,
la escena y el mito.
3º Convoca a lo carnavalesco
4º La máscara interroga al ser como las
máscaras de las mascaras en su infinitud y vacío.
5º Interroga a lo imaginario, simbólico
y real.
Es semblante o pura apariencia descarnada con lo que
hace presente, convoca, a la carne y a la pulsión.
Como semblante, articula con la palabra, lo simbólico
y lo real
6º La máscara a la manera del fetiche revela
el objeto previo a lo real del cuerpo. Pero aquí
puede revelar la máscara previa o la sucesión
de máscaras (¿interminable?) que son sugeridas
por aquella que está en la superficie.
7º Cuestiona la solemnidad relacionado a lo carnavalesco
y propende a la secularización de lo institucional.
8º Condensa aquello que el psicoanálisis
despliega; despliega aquello que el psicoanálisis
condensa.
9º Resistencia a la máscara. Milenaria
omnipresente es desconocida y despreciada como si fuera
un objeto transparente, sin luz propia. Resistencia
a lo milenario, a lo ausente, a lo otro, a lo inconsciente,
a la presencia del sueño, a la condensación
del libro, del pensar y la afección.
Consideraciones sobre el otro
1º El otro es simultáneamente concreto
y abstracto, el otro y el Otro.
2º Es lugar de proyección y de diferenciación.
3º Es objeto transicional, objeto externo
e interno. En una zona de conceptualización,
el otro es objeto y el objeto es otro.
4º Es decodificado como originario, primario y/o
secundario.
5º En el momento del nacer, el otro es absoluto
y relativo.
6º Es uno y múltiple. Es multiplicidad consistente
e inconsistente.
7º El otro interno y externo existe en escenas
simultáneas.
8º La estructuración del otro se produce
como fantasía, escena, relato y también
como diferentes instituciones.
9º Para el idealismo el otro es conocimiento.
La escena de la máscara
La máscara es la cristalización corporal
de la estructura del sujeto. Con lo que, lo más
“externo”, lo que se muestra hacia afuera,
refleja lo más “interno”.
Es como la cinta de Moebius en la cual lo que es interno
en una vuelta es externo en la otra.
Nudos en la escena
La máscara es una concentración de rasgos,
un recorte y un sobredimensionamiento a la manera expresionista
de determinados aspectos del sujeto. Es la microscopía
del personaje. En la máscara hay una permanencia
de los rasgos. No hay matices que la modifiquen a través
del tiempo, aunque el observador sí cambia y
la ve distinta. Pero esa permanencia en el tiempo, esa
perdurabilidad, esa inmortalidad es un elemento más
que conecta a la máscara con lo siniestro. La
discriminación como la solidaridad se dan, en
escena. ¿Cuál es la característica
de ésta? ¿Cómo son sus personajes,
los cuerpos, las máscaras que se juegan?
Diferencias entre máscara
y personaje
Recapitulando: la máscara como aspecto del personaje.
Su gesto. Gesto como lo repetitivo. La fijeza de la
máscara denunciaría la fijeza del gesto,
su inmodificabilidad, lo común que tiene el gesto
con la máscara. Lo familiar de la máscara
con uno. Esto es también una vertiente de la
conexión de la máscara con lo siniestro.
Eso que se repite, lo inmóvil, lo muerto que
se destaca con la máscara, que es el homólogo
de la máscara, tiene que ver con lo traumático,
es la espina irritativa, es el cuerpo del delito (el
delito del cuerpo).
Levinas, máscara y rostro
Hemos dado y tomado diferentes definiciones acerca
de la máscara. Nos damos cuenta que esta destaca
especialmente el rostro humano.
A través del rostro, el otro. El otro como desconocido,
como alteridad, otro como uno mismo, como el que interpela.
Implica el peligro y la solidaridad, la responsabilidad.
La carnalidad y la salida del anonimato. Aquello que
tenemos como máscara.
Emmanuel Levinas construye una fenomenología
del rostro.
“Mandato de la desnudez y la miseria del otro,
que ordena hacerse responsable del otro, más
allá de la ontología”.
“La proximidad del otro es significación
del rostro. Una significación que rebasa de entrada
las formas plásticas... El rostro traspasa incesantemente
esas formas. Antes de toda expresión particular,
desnudez y desembozo de la expresión en cuanto
tal, es decir la extrema exposición, lo indefenso,
la vulnerabilidad misma. Rostro en su literalidad de
hacer frente a... literalidad de la exposición
a la muerte invisible y a un misterioso abandono”
[2]
La diferencia entre el rostro y la cara ya es máscara
junto con la cara. Porque la cara, producto de los años
de socialización, es máscara también.
La máscara interroga al rostro por sobre la
cara. Pone en un entre paréntesis la cara del
que la porta y abre a la multiplicidad del rostro que
no es uno, sino que se constituye por las diversas miradas.
Desenmascara la cara, la sobrepasa y conecta con la
autenticidad, el vacío y la nada. Si la cara
es máscara, el rostro es la posibilidad del desenmascaramiento
infinito del ser y la nada.
La máscara personaje juega una función
carnavalizante, es decir rompe con los disciplinamientos
clasificatorios y aporta caos donde el encierro de la
sociedad ordena en sectores, clases, razas ó
nacionalidades.
Final
Las correlaciones entre la máscara, la discriminación
y el otro, posibilitan el desenmascaramiento de ese
entramado y ayudan a destrabar aspectos de la subjetividad,
a modificar el magma de significaciones imaginarias
sociales. |