Introducción
Podemos pensar que, respecto a un psicoanálisis hegemónico, el Psicodrama parece ocupar un lugar de hijo o hermano menor, no legitimado y mucho menos valorizado.
La potencia de poner en escena el mundo interno de un paciente, presenta posibilidades que se abren como cajas chinas y van develando nuevos sentidos.
El Psicodrama fue creado por Jacob Levy Moreno, habiendo comenzado cuando, en los jardines de Viena, les proponía a grupos de niños pequeños, dramatizar sus juegos, técnica que luego sería la base del teatro espontáneo y del psicodrama. Posteriormente, Moreno decide desarrollar el Psicodrama como método terapéutico, abrevando en algunos filósofos, como Henri Bergson y su concepto de la duree, como con Martín Buber, de quienes toma algunos aspectos y a su vez, polemiza con ambos [1]. Asimismo integra contenidos médicos - dado que es su profesión de origen-, psicológicos y los que provienen de sus propias investigaciones acerca de los grupos.
Numerosos autores psicoanalíticos, articularon sus desarrollos teóricos con el Psicodrama, enriqueciéndolo con conceptualizaciones diversas, como lo intra, inter y transubjetivo, “somos más de un otro y con los otros” [2], si bien esta situación era tenida en cuenta por Moreno en su abordaje teórico técnico, no había sido nominada ni conceptualizada por él de esta manera. Para Moreno, lo intrasubjetivo está conformado por la matriz de identidad del paciente, sus primeros vínculos y los roles que desempeña a lo largo de su ciclo vital y que son internalizados. Lo intersubjetivo está presente en el átomo social configurado por sus primeros vínculos significativos, y lo transubjetivo lo desarrolla al investigar las redes vinculares en la que está inserto un sujeto, que denomina diagrama sociométrico [3]. Esta conformación del aparato psíquico planteada por Moreno, tiene presente constantemente lo vincular, en su origen y en todo el ciclo vital, como seguiremos desarrollando en este trabajo.
Así, el espacio protegido del escenario psicodramático, da lugar al despliegue de las escenas del mundo interno habitado y conformado por la red vincular del paciente. Dice Joyce McDougall [4]: “En el escenario psicoanalítico se reproducirán las experiencias dramáticas de los conflictos infantiles con las angustias y frustraciones no toleradas, el dolor psíquico y las injurias narcisistas desencadenadas por las pulsiones y fantasías inconscientes insatisfechas en la relación con sus objetos primarios, especialmente la madre.”
Si cambiamos el término psicoanalítico por el psicodramático la frase conserva su sentido, donde las escenas del inconsciente que surgen en el discurso de un paciente durante una sesión psicoanalítica pueden ser escenas a ser dramatizadas en una sesión de psicodrama grupal e incluso bipersonal.
Kaës señala que lo esencial del Psicodrama se juega en la distancia entre el juego dentro de la mente, el juego enunciado como tema y el juego transcripto en la dramatización que implica lo corporal y el despertar de las huellas mnémicas gracias a la motricidad [5].
Escena Psicodramática y Psicoanálisis
Muchos psicoanalistas incorporaron el Psicodrama en su práctica clínica, especialmente en la coordinación de grupos, siendo para estos casos una herramienta privilegiada, enriqueciendo el trabajo psicodramático con una lectura psicoanalítica de las escenas y enriqueciéndose, a su vez, con lo que el psicodrama aporta y habilita.
Asimismo, tanto en psicodrama bipersonal o grupal, el paciente tiene la oportunidad de hablarle a su personaje fantasmático, escuchar las palabras que le susurra dicho personaje, construir un diálogo imaginario que puede resultar transformador. Si esta alquimia se produce a partir de la escena desplegada, nada queda en el mismo lugar.
Parafraseando a Freud, podemos decir que, así como los sueños, la escena es la vía regia para arribar al inconsciente del paciente. Así, la palabra se hace cuerpo para desplegarse en la escena y volver a ser palabra, adquiriendo nuevos sentidos, multiplicidad de miradas y significaciones. Se produce trabajo psíquico y se conforman nuevas representaciones y construcciones vinculares.
Dado que en los grupos se activan las fantasías primarias vinculadas a la fusión, seducción, corte y también aquellas fantasías secundarias vinculadas a la travesía histórica particular de cada integrante del grupo, el Psicodrama permite dar vida, encarnar, dar cuerpo, movimiento y palabras a cada una de estas fantasías. Luego de contar una historia y transformarla en escena, con los compañeros en actitud comprometida y solidaria, ocupando diversos lugares, roles, personajes, se despliega la creatividad y espontaneidad en forma de co-creación grupal. Aquello que entonces se inscribió en el psiquismo, regresa transformado, aparecen nuevas asociaciones, emociones, afectos, nuevas historias a compartir.
Los aspectos resistenciales tienden a disminuir al integrar el cuerpo y también debido a la activa participación de los otros en la escena, permitiendo el registro de climas emocionales y deslizamientos de lo inconsciente. Algo no recordado, impensado, disociado, desmentido, puede aparecer en la palabra del otro, dando lugar a otra escena diferente a la inicial pero conectada asociativamente y emocionalmente con la misma. Una emoción retenida a partir de un duelo congelado, por ejemplo, puede verse reflejada en el rostro emocionado de un compañero, como espejo activo que no solo refleja sino que participa y vivencia la emoción, produciendo un efecto de resonancia.
Sostiene Rene Kaës [6]: “Si consideramos que el psiquismo es grupal, nuestros vínculos significativos internalizados, forman parte de nuestro espacio intrasubjetivo “, coincidiendo en esta conceptualización con las ideas de Moreno.
El trabajo del Psicoanálisis grupal permite un punto de anudamiento entre psicoanálisis y psicodrama, se trata de espacios heterogéneos y articulables. La epistemología de la complejidad nos permite dar un nuevo sentido y pensar desde el psicoanálisis lo desplegado en la escena dramática.
Según Carlos Pachuk [7], la Epistemología de la Complejidad de Morin, se manifiesta en la psicoterapia grupal y en el espacio grupal del psiquismo inconsciente. Luego señala que en los grupos, mediante el azar, la incertidumbre y la auto-organización, lo complejo se va armando y generando una red donde cada miembro es producido por el grupo y a la vez produce, cada uno es emergente y alguien en sí mismo. “Implica una apertura empática hacia los demás, los grupos necesitan un punto de anclaje entre la incertidumbre y la identidad” (Pachuk, 2010).
Psicodrama y vincularidad
Para Rene Kaës: “El Psicodrama produce el encuentro entre sujetos a través del juego, implica una dimensión de violencia y conjuntamente una dimensión transicional” [8]. Luego agrega que: “Se trata de la existencia de un dispositivo que permite sostener la capacidad de jugar, activar las funciones preconscientes y movilizar las identificaciones, generando una convocatoria a escenas, encuentros y movimientos transferenciales”.
Podemos poner en interrogación qué aspectos del psiquismo se ven movilizados por el psicodrama. En la escena por un lado se van a repetir historias y por el otro se van a recrear modalidades de encuentro con los otros primordiales, los vínculos narcisistas e infantiles y las vicisitudes vinculares con más de un otro. “Se dramatiza en forma de juego con pautas y reglas organizadas y se garantiza su figurabilidad, aspecto que Freud ve ligado al proceso onírico” (Kaës, 2010). Se instituyen tiempos, espacios, se pone en marcha una actividad asociativa entre los participantes, junto al trabajo de los psicodramatistas.
La violencia originaria se pone en juego en la situación grupal, como señala Bergeret: “No se puede ser varios dentro de un mismo espacio sin que se active el deseo de muerte del otro” [9]. Relación contradictoria y compleja, la de la alteridad y lo fraterno, juntamente con el deseo de muerte, está la búsqueda del otro como objeto de sostén, apuntalamiento y satisfacción. Esta tensión entre la necesidad de un otro diferente y el deseo de aniquilarlo es parte fundante de la dramática humana, siendo el Caín y el Abel que todos llevamos dentro, pudiendo dar como resultado que predomine la destrucción del lazo o que haya posibilidad de construir un lazo con los otros, logrando llegar a tener lo enriquecedor de formar parte de una red vincular [10].
Psicodrama y grupos
Nos preguntamos cuáles son los efectos específicos de esta situación grupal pluripsíquica, donde la presencia de varias personas reunidas con el objetivo de establecer un espacio de encuentro, moviliza diversas formaciones y procesos psíquicos. Emociones, representaciones, afectos, acciones, y pensamientos se ponen en movimiento y pueden ser diferentes de aquellos que surgen en la cura individual.
En la situación grupal se activan diversas identificaciones y fantasías, en particular las primarias y en especial las defensas contra las representaciones de la violencia originaria.
El aparato psíquico grupal (Kaës, 2010) es un dispositivo de formación, transformación y de ligadura de la realidad psíquica entre los sujetos que constituyen el grupo. Así, la dramática inconsciente, se actualiza en la escena grupal, en los múltiples movimientos transferenciales con los integrantes del grupo o transferencias laterales y con los coordinadores. Freud definió la identificación como “una pluralidad de personas psíquicas” y el inconsciente como un grupo de pensamientos clivados.
El Psicodrama permite efectuar nuevas ligaduras intrapsíquicas, desanudando aspectos arcaicos, congelados y condensados. La dramatización torna el juego posible, siendo la oportunidad de representar el espacio intrapsíquico en el espacio interno-externo del escenario psicodramático, la multiplicidad de personajes y de objetos psíquicos y al sujeto mismo en tanto parte constitutiva de una misma fantasía.
La escena psicodramática es un área de encuentro transicional que permite el rastreo, de la posición del sujeto en su espacio fantasmático y permite una reelaboración catártica e historizante de su niñez, que adquiere vigencia y permite reelaborar aquellos aspectos de dolor y padecimiento acontecidos. Esto coincide con el concepto que Moreno denominó rematrización, como la modificación de un posicionamiento subjetivo congelado a partir de una situación traumática, pudiendo promover creativamente nuevas miradas y modalidades vinculares.
Dice Yago Franco que el juego (en el sentido winnicottiano) analítico permitirá crear puentes que hagan ligazón, aunque no haya una asociación explícita [11]. En el espacio grupal, psicoterapeutas y pacientes forman parte de un proceso donde se da a lugar a lo lúdico, juego en el cual cada integrante va a ser encontrado, modificado y re-creado por esta ligazón con los otros.
Un momento clínico
Se trata de una experiencia psicodramática durante un proceso de psicoterapia grupal con pacientes adultos jóvenes, de hasta 35 años de edad. Se le pide a una paciente, a la que llamaremos Verónica, que construya una escultura con los miembros de su familia, cada compañero del grupo ocupa el rol de cada integrante: su mamá, su hermana menor y su papá. Ubica a las tres mujeres interactuando en forma cercana y a su papá muy lejos en una esquina del escenario, en una silla, de espaldas a la escena. Se utilizan diversas técnicas psicodramáticas, cambio de rol, soliloquio y desde la técnica del espejo se le pide que recorra su escultura, registre las sensaciones que le produce la misma para ver si quiere realizar algún cambio, cambio externo- interno que repercute en su posicionamiento subjetivo.
En el momento de realizar el diálogo psicodramático con su papá, con quién estaba muy enojada Verónica por su alejamiento, vivenciado por ella como abandono, cambia de rol con el compañero que hacía el rol de padre y tomando ella el lugar, dice: “me siento muy solo…no se bien como acercarme ahora…necesito ayuda para verlas y escucharlas”. Este momento fue acompañado por un tiempo de silencio reflexivo grupal, después del cual la protagonista pudo decir: “no había pensado lo solo que él se sentía sin nosotras…”
Luego los compañeros compartieron con Verónica, asociando experiencias similares y diferentes con algunos miembros de sus familias, en algunos casos representadas en escenas, y en otros verbalizadas.
Esta pequeña experiencia enriquecedora y transformadora se conecta con la posibilidad de modificación de la matriz o cualidad vincular, alcanzando un posicionamiento psíquico diferente producido a partir del trabajo con la escena y con los otros del grupo interno-externo.
Conclusiones
Pensamos el trabajo psicodramático como un abordaje valioso y complementario con el trabajo de psicoanálisis vincular, ya sea este individual, de pareja, familiar o grupal.
En el sistema preconsciente se alojan las funciones de contención y transformación de los pensamientos inconscientes, propios y de los otros a los cuales se encuentra ligado el sujeto, los mismos se deslizan y suelen visibilizarse en la escena.
El Psicodrama es una invitación a desplegar los aspectos lúdicos y creativos de cada sujeto y de los coordinadores. Recordemos las palabras de Winnicott: “La psicoterapia se sitúa entre dos áreas en las cuales se juega, la del paciente y la del terapeuta. La psicoterapia está dirigida a dos personas que juegan juntas” [12].
Compartiendo la concepción acerca de los grupos como un espacio de juego y posibilidad creativa, como desarrollamos a lo largo de este trabajo, podemos concluir que el Psicodrama permite el pasaje desde la imposibilidad de jugar hacia la capacidad de jugar y es una oportunidad de pensar lo propio junto a otros, a partir de vivencias compartidas en un ámbito cuidado y protegido.
(*) Recomendamos leer previamente Jacob Levy Moreno y la filosofía del momento de Leonel Sicardi (Nota del E.)
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