Harriet Burden es el nombre de una artista plástica imaginaria, fallecida unos años atrás. Siri Hustvedt la inventa y nos permite reconstruir con ella la vida, en íntimo engarce con la obra, de una mujer muy particular. Desde el nombre -que permite que se la apode Harry, como si fuera un varón- hasta el apellido -que significa carga en inglés y es ya signo de una relación problemática con el padre y el género masculino, Hustvedt nos va dando retazos, piezas de un puzzle que se arma pacientemente.
Harry tiene muchas caras, es una mujer apasionada, una madraza, una intelectual brillante, una artista exquisita. Tiene una habilidad para ver lo singular en el otro y en el mundo perceptible, así como para rodearse de seres extraños, quererlos y cuidarlos en su rareza, y expresar esa cualidad en su obra. A la vez, Harriet/Harry vive de modo muy conflictivo los temas de género y, en sus diarios y en sus creaciones, trabaja y tramita de varios modos –algunos demasiado dolientes- este problema.
El libro relata la búsqueda de I.V.Hess, una intelectual vinculada -entre otras disciplinas- a las Artes Plásticas, por descubrir la verdad sobre Burden. Para ello se vale de los aportes de todos los que la conocieron y la amaron, y de aquellos que, sin conocerla, hablaron o escribieron sobre ella. Asimismo, Hess incluye en este armado partes de los diarios íntimos de Harry. Lo condimenta, también, con citas traídas de la literatura -fuente de inspiración para Harriet- y con referencias de la ciencia que tanto le interesa. Hustvedt enhebra, de este modo, un tejido que incluye a Hess, principal tejedora, quien recoge testimonios diversos para dibujar el perfil de una mujer -Harriet Burden- quien, en su propia vida, ofrece múltiples sesgos que ni se complementan ni se sintetizan y derrama esa pluralidad en una obra plástica deslumbrante construida también -como la novela- con pequeños detalles que siempre son significativos. Es como un juego de muñecas rusas.
Volvemos a encontrar, como en El verano sin hombres (*), una brillante aproximación y un homenaje de Hustvedt a la feminidad. Se diría que Harriet, con su vida misma encarna en sí una declaración feminista. Aparecen los temas cruciales del amor y el desamor, de la traición, del duelo y de la locura de la pérdida, del análisis personal, de la maternidad y del abuelazgo, del envejecimiento y de la muerte. La feminidad como pregunta y su construcción como acto creativo tienen, en esta novela, mucho que ver con el devenir del Arte. Sin golpes bajos, es una novela cruda y -a la vez- amable, que nos conmociona y nos hace extrañar a sus personajes cuando tenemos que dejarlos ir.
(*) El verano sin hombres. |