Esta es la presentación
de un modelo de trabajo, un dispositivo que venimos construyendo
con Héctor Freire desde el año 2004.
Citaré de modo más o menos textual fragmentos
de dos escritos: uno publicado en Actualidad Psicológica
[2],
otro en la revista La Pecera [3].
Cine, sociedad y subjetividad
Elegimos al cine para hacer una indagación
sobre el modo de ser de la subjetividad y de la sociedad
con el fin de permitir extender nuestro modo de entender
las sociedades y sus efectos sobre el psiquismo. También
para profundizar en nuestro conocimiento del anudamiento
entre el psiquismo y la sociedad, iluminando a su vez
cuestiones de la clínica psicoanalítica.
¿Por qué el cine? Porque lo entendemos
como una ventana abierta a la sociedad y a la subjetividad.
En relación al espectador ofrece distintas operaciones
para el psiquismo que no se agotan en la función
escópica o en la catarsis por identificación,
porque entendemos que en el cine también circulan
los modelos identificatorios, los objetos de la sublimación
que crea determinada sociedad, los modos del sentir,
del hacer y del pensar. Esto quiere decir que tanto
el registro identificatorio como el pulsional y el del
deseo se encuentran latiendo permanentemente en el cine.
En tanto registro del deseo, el cine también
permite acceder a una muestra de cómo la sociedad
administra el deseo inconsciente de sus integrantes
pretendiendo imponer un modo de ver el mundo, de sentir
y de actuar en él. Entonces además de
que permite ejemplificar ciertas teorizaciones y conceptos
psicoanalíticos, el arte cinematográfico
puede mostrarnos un modo de la subjetividad, un modo
de la sociedad a la que ésta pertenece, los objetos
de esta sociedad, sus modelos identificatorios, sus
identificaciones y los efectos para la psique de sus
integrantes, lo que incluye además formaciones
clínicas de determinada época. Sobre todo,
el cine nos pone frente a las significaciones de una
sociedad, que son las que se transmiten en los modelos
identificatorios y en los objetos de la sublimación.
En tercer lugar nuestra indagación tiene que
ver con lo que Castoriadis denomina como avance
de la insignificancia. Nuestra indagación
actual, porque hemos transitado por otras y transitaremos
otras también. El avance de la insignificancia
es una situación que coexiste con movimientos
hacia la autonomía. Las sociedades de occidente
sufren el avance de la pérdida de sentido de
la vida social, la caída de su mundo simbólico
a partir de la crisis de sus significaciones. El problema
que surge es el de cómo pueden los sujetos habitar
un mundo donde el sentido se desvanece constantemente,
donde el apoyo que el psiquismo debe encontrar en el
sentido socialmente instituido no puede llevarse a cabo
más que parcialmente, en el mejor de los casos.
La significación imaginaria social predominante
es la del capitalismo, que está ligada al consumo,
la acumulación, el disfrute constante de objetos
para conseguirlo, en una dialéctica que produce
aislamiento alrededor de dichos objetos, produce una
desocialización con profundas consecuencias para
el psiquismo y para la sociedad. La sociedad deviene
insignificante, igual que los sujetos. Insignificantes
en un doble sentido: como vaciados de significación,
sentido, orientación y al mismo tiempo banales,
superfluos. La importancia para el psiquismo de la existencia
de un «nosotros», remarcada por Castoriadis,
lo es porque brinda puntos de apoyo para su devenir
identificatorio. Un error habitual consiste en hablar
de una época de individualismo cuando en realidad
de lo que se trata es de una masificación, del
anonimato, masificación producida por el goce
de adquisición de objetos y actividades que producen
un creciente aislamiento. En todo caso si de algo se
trata es de una era de aislamiento y no de individualismo.
Traducciones imposibles
En nuestros desarrollos hacemos hincapié en
un aspecto de los films a tono con un tema que nos interesa
explorar. Este tema es el de la falta-falla de traducción,
tomada en un sentido que retoma y prolonga el otorgado
por Freud en la Carta 52. La traducción es pensada
como producción de sentido, retranscripción
en el interior de la psique de un estrato a otro de
la misma, correspondiente a distintas épocas
de la vida psíquica. Pero esta, para poder llevarse
a cabo, necesita del apoyo en elementos ofrecidos por
la cultura, su universo de significación, y también
necesita la presencia del otro. El
cine mismo puede ser pensado como un intento de traducción
que pone a disposición de la psique de los sujetos
elementos para su propio trabajo traductivo-elaborativo.
Pensamos que hay entre nosotros una traducción
perdida referida a la historia, a sentidos pretéritos
y por lo tanto a un futuro posible, porque lo que no
se traduce permanece como una lengua extraña
y extranjera que quita de nuestra disposición
elementos que permitirían nuestra orientación
y pensar en otro futuro posible.
Decía que el psiquismo se estructura y complejiza
mediante traducciones. Las inscripciones de algo vivido
en un momento de la vida se corresponden con determinado
estrato de la psique, y para pasar a otro deben poder
traducirse. Es que cada estrato tiene su propia lengua.
Por lo tanto, una inscripción para poder hablar,
habitar en otro estrato debe poder traducirse a este.
Así, las representaciones del proceso primario
de la psique deben poder traducirse al lenguaje del
proceso secundario y estas a su vez deben poder hallar
lugar en los nuevos modos de significar que cada época
de la vida impone, la infancia, la adolescencia, la
juventud, etc., en un proceso que potencialmente no
tiene fin y que implica múltiples registros de
la memoria. Pera esta traducción, para poder
realizarse, necesita tiempo, es decir, temporalidad
que permita el desentramado-entramado representacional,
la circulación y religazón de afectos
y objetos, etc. Sin tiempo la elaboración psíquica
se ve dificultada y por lo tanto también la traducción.
El trabajo del duelo nos da un buen ejemplo de esto.
Todo duelo necesita de un tiempo para poder ser elaborado
y esto forma parte del modo habitual del procesamiento
psíquico. Giorgio Agamben sostiene que la incapacidad
para traducirse en experiencia es lo que vuelve hoy
insoportable, como nunca antes, la existencia cotidiana.
De esto, agrego, deviene un enmudecimiento, una falta
de traducción interna y entre los sujetos. La
aceleración del tiempo produce para Paul Virilio
un exceso de velocidad que es un «envejecimiento
y un agotamiento del mundo». Esto hace que se
pase de la reflexión al reflejo. El sujeto no
reflexiona sino que actúa por reflejo perdiéndose
así el tiempo propio, el de la reflexión.
La subjetividad, agrego, se esfuma tal como el paisaje
visto a través de la ventanilla de un automóvil
cuando vamos a gran velocidad. Sin procesamiento psíquico
posible, por un exceso de velocidad, cuyo paradigma
actual es la informática con el estar permanentemente
on line, que esfuma a los sujetos y a sus lazos: la
traducción del otro, de la historia y del mundo
se hacen imposibles.
Los sujetos corren el riesgo de no poder transcribir-traducir
su historia, su lazo con el otro y con el mundo. El
aislamiento conlleva un riesgo implícito en lo
relativo a esta cuestión, porque la tarea de
la traducción con la elaboración y el
duelo que conlleva no es algo que pueda realizarse de
modo solitario. Siempre deben estar allí la sociedad
y el otro como apoyos a la creación de nuevos
sentidos. El riesgo es que el lugar dejado vacante sea
ocupado por la televisión y los medios en general,
internet, etc., saturando con un sentido que escapa
permanentemente de la mano de los sujetos pero calmando
su angustia de desamparo producida por el sinsentido,
adviniendo así un Otro que los habla casi sin
fallas.
Entendemos que todo esto de lo que habla es de un nuevo
modo de la alienación y de una nueva forma del
poder.
Las escenas que veremos
a continuación luego del desarrollo que haga
Héctor del film Cigarros [4]
nos muestran el movimiento exactamente
contrario, de reacción frente al avance de la
insignificancia.
Cigarros
Cigarros señala un movimiento diferenciado del
avance de la insignificancia. Lo hace a partir de mostrar
cómo en la vida cotidiana de un pequeño
grupo de vecinos de un barrio de una gran ciudad, se
produce un modo de circulación de bienes, de
dinero y de lazos, que no es el que predomina en el
capitalismo, con una temporalidad claramente diferenciada
de éste. Me interesa primero marcar lo que para
mí es la significación central de la película,
sobre todo lo que hemos visto nosotros, que es una palabra
que Auggie le dice a Paul Benjamin cuando está
mirando las fotografías: “Slow down”,
que es detenerse, ir más despacio. Esto es lo
contrario del vértigo, la velocidad, la superficialidad,
en la cual el mismo Benjamin cae al principio porque
no puede mirar lo que está delante de él,
y Auggie lo hace mirar y a nosotros como espectadores
también nos hace pasar del ver al mirar.
Todo este recorte que nosotros hicimos gira sobre todo
alrededor de Paul Benjamin, que es uno de los tantos
personajes de la película, pero nos interesó
detenernos en él porque tal vez sea donde más
se precipitan algunas cuestiones. Lo que mencionaba
al principio de la traducción en él se
ve claramente, a mi entender, en cómo puede empezar
a transitar un duelo, al reencontrarse con la imagen
de la esposa muerta en ese asalto en el banco. Es como
si empezara a partir de allí a traducir el episodio
que tan desolado lo había dejado. Es más,
en un pequeño fragmento de la siguiente escena
se lo ve a él escribiendo en la máquina,
que es lo que él no había podido hacer
durante todo ese tiempo, había quedado detenido.
A nosotros nos interesa marcar este momento como un
momento en el que vuelve a aparecer la subjetividad
de Paul, que había quedado congelada en un duelo
que parecía no tener fin. Luego esto inaugura
en la película otra temporalidad, una temporalidad
que es lo que Héctor decía al principio,
de una circulación distinta de bienes, de objetos,
de dinero. Inclusive al final de la película
tiene que ver con otra devolución que Auggie
le hace a Paul, en este caso por una muy curiosa circulación
de dinero que hubo, dinero que es robado, que tiene
que ver con la transacción con los cigarros Montecristo
que va a hacer Auggie (luego se cae todo, es muy divertido
y muy dramático al mismo tiempo); una circulación
que cuestiona la temporalidad y la significación
del capitalismo que yo mencionaba antes, porque el acento
va a estar puesto en el dar, la preocupación
de todos los sujetos de la película va a ser
dar, no recibir sino dar. Y no va a tener que ver con
el acumular. Finalmente el dinero en la película
se va desvaneciendo y lo que va quedando creo que finalmente
es esta esencia última, este obsequio que le
hace Auggie de este cuento.
También está esta posibilidad de contacto
con el otro que en la película está muy
remarcada. Primero por todo lo que es la tabaquería
que es un lugar de reunión y siempre con esto
decimos de resistencia. En medio de New York donde se
establece otro tipo de lazo, otro tipo de legalidad
entre los sujetos, hay una reapropiación del
discurso, una mirada crítica inclusive en lo
relativo a la política yanqui, pero también
en términos de la temporalidad y del contacto
con el otro. El clímax de alguna manera ocurre
en este abrazo que le da Auggie a Paul en el momento
en el cual se encuentra con la imagen de la mujer, la
escena en donde él lo abraza, lo toca, y entendemos
que esto no es azaroso, que tiene que ver con la idea
de contacto fuerte que propone la película, de
contacto fuerte con el otro, además de la idea
de circulación de bienes por fuera de todo tipo
de acumulación en donde el donar es lo que está
todo el tiempo en juego.
Está la idea de grupalidad además, porque
esto transcurre en grupo, en un grupo que son todos
los que forman parte de esta tabaquería, grupo
en el que también se va incluir Rashid, que es
el que lo salva a Paul de que el camión lo atropelle
y a partir de allí va a quedar integrado de alguna
manera en este grupo. Estos sujetos parecen rearmar,
a partir de esa trinchera que es la tabaquería,
una trama intersubjetiva de la mano de la subjetivación
de cada uno. De la mano también de la creación
de diversos proyectos individuales. Es salir de la insignificancia
y volver al mundo de la significación. Es el
pasaje de la heteronomía a la autonomía.
El dar y el compartir, en
lugar del consumir y acumular, señalan otra ética
posible para la sociedad y los sujetos que la habitan. |