Una
obra viva
Este nuevo libro de Silvia Bleichmar es la transcripción
del seminario dictado a solicitud de la Unicef en
México, luego del terremoto del 19-09-1985,
entre fines de ese año y 1986, dirigido a estudiantes
y profesionales que se ocupaban del trabajo con la
población afectada, específicamente
con niños y sus madres.
El libro implica un recorrido que muestra en acción
el pensamiento de Silvia Bleichmar. Más que
en acción, en un accionar de elucidación
crítica y praxis. El texto está habitado
en toda su extensión por la exigencia de saber
sobre lo que se piensa, y pensar sobre lo que se hace.
Y esto se va a poner en acto en un dispositivo creado
para la atención de niños y madres.
Podemos acceder y acompañar así a Silvia
Bleichmar, recorriendo y revisitando temas y autores
claves del psicoanálisis. Asistimos así
a un despliegue que por momentos deja sin aliento
al lector, de elucidaciones, cuestionamientos, indicaciones
a los coordinadores de los grupos, etc.
Silvia Bleichmar recorrerá
y en muchos casos reformulará conceptos como
los de traumatismo; neurosis traumática; la
simbolización, lo simbólico y la simbólica;
la función materna y la función paterna;
autores como Lacan (con quien sostiene más
de una respetuosa polémica reconociendo además
sus legados al psicoanálisis), Bion, Winnicott,
Klein, Malher, Laplanche, Anna Freud, etc., que son
retomados críticamente, así como retomará
la ponencia de J. Laplanche y S. Leclaire en el Coloquio
de Bonnenval; y temas como encuadre,
diagnóstico y diagnóstico diferencial
entre autismo primario, psicosis, autismo secundario
al trauma, cuyo tratamiento incluye el desarrollo
de varios casos clínicos (que abundan
en el libro, tanto como casos individuales como de
situaciones grupales). Pero todo esto siempre con
la mira de establecer y evaluar un dispositivo que
la llevan a postular derivaciones para una teoría
grupal. El libro cierra con las palabras Jean Laplanche
pronunciadas en México al finalizar el seminario
y con una evaluación y balance realizados por
la propia Silvia Bleichmar.
Quiero remarcar lo siguiente: el título del
libro es en todo sentido un claro anticipo de su contenido.
¿Por qué un psicoanálisis extramuros?
Esto está claramente señalado
por Carlos Schenquerman (compañero de travesía
de la experiencia de la que da testimonio el libro)
en el Prólogo:
“Nuestra concepción del aparato psíquico
como un sistema abierto, capaz de sufrir transformaciones
por las recomposiciones que los nuevos procesos históricos-vivenciales
obligan – pensábamos -, y es lo que le
da razón de ser al psicoanálisis y a
nosotros como psicoanalistas, a la exportación
extramuros de la práctica psicoanalítica.
Y si hay recomposiciones, estas se deben a que las
relaciones que activan los diversos y discretos elementos
en conglomerados representacionales nuevos son posibles.
Esto nos permitía afirmar que el inconsciente
es, a su vez, transformable, que sus contenidos, aunque
indestructibles, son modificables”.
¿Qué concepción
del trauma nos propone Silvia Bleichmar? “El
terremoto es disparador de algo que estando en el
aparato psíquico tiene sobredeterminaciones
específicas que tendremos que encontrar a lo
largo del trabajo con el sujeto” (Pág.
28). “Un traumatismo puede ser muy severo en
su significación para un sujeto, por su estructura
y su historia, y no para otro” (Pág.
102).
En la estructuración del sujeto psíquico,
el trauma aparece emplazado en el encuentro madre-infans:
hay una madre que simboliza, y al mismo tiempo seduce
con su sexualidad inconsciente (teoría de la
seducción generalizada de Jean Laplanche).
Ese objeto originario, brinda sostén al tiempo
que produce desborde. Este es uno de los puntos nodales
que atraviesan todo el texto.
Personalmente, entiendo que este libro es una herramienta
no solo conceptual, sino orientadora de la praxis
analítica en una época en la que los
sujetos son sometidos a excesos, que comparten en
buena medida el que da origen a este libro, en términos
de las fallas de sostén simbólico a
nivel colectivo, fallas que arrojan a experiencias
de desamparo (ver
texto de M.C. Oleaga en este número) muchas
veces inmetabolizables, y que obligan a revisar las
coordenadas de la práctica psicoanalítica.
A tres años de su muerte, Silvia Bleichmar
sigue haciéndonos pensar, nos sigue provocando,
generando entusiasmo y pasión, y lo seguirá
haciendo por mucho tiempo. Su obra es una obra viva,
que, a su vez, puede dar vida a nuevas elucidaciones.
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